jueves, 14 de julio de 2016

ESTUDIANTES DESAFÍAN LA PROHIBICIÓN DE REZAR EL PADRENUESTRO


Aica, 14 Jul 2016

Los nuevos héroes de la lucha que se libra por la libertad religiosa en los Estados Unidos, son los alumnos que se graduaron este año en la East Liverpool High School de Ohio.

Atemorizadas por una amenaza de denuncia por parte de la asociación laicista Freedom from Religion Foundation (Fundación por la Libertad frente a la Religión), las autoridades del instituto decidieron suprimir el tradicional canto del padrenuestro en la graduación, que se viene realizando sin problemas ni quejas desde hace setenta años.

"Lo decidimos así porque no tenemos mucho dinero y preferimos contratar profesoras antes que tener que pagar abogados", dijo a los medios Larry Walton, presidente del consejo escolar.

Pero cuando el número uno de la promoción, Jonathan Montgomery, finalizó su alocución en nombre de los graduados, saltó la sorpresa. Hizo un gesto de complicidad a sus compañeros de graduación, y éstos empezaron a rezar el padrenuestro en abierto desafío a la prohibición y ante el malestar de algunos miembros de la dirección del colegio.

La ovación posterior de todos los alumnos, padres y amigos fue ensordecedora, demostrando que la prohibición se trata de una imposición sin sentido. Sólo media docena de estudiantes dijeron que no rezaron la oración.


"Fue totalmente espontáneo, yo no sabía nada", dijo la superintendente del instituto, Melissa Watson: "Fue algo que los chicos quisieron hacer y la gente pareció aprobarlo".+

martes, 12 de julio de 2016

TRIBULACIONES DEL CIENTIFISTA COMPULSIVO


 Francisco José SOLER, doctor en Filosofía de la Física
catolicos-on-line, 12-7-16

Posiblemente todos hemos conocido a alguna de esas personas de las que se sabe que no se les debe mencionar determinado tema, porque se descontrolan. Se trata de un reflejo compulsivo que, a falta de tratamiento, los familiares y amigos del que lo padece deben de esforzarse en sobrellevar, al tiempo que procuran, en la medida de lo posible, que el sujeto en cuestión no se vea expuesto a las situaciones que lo desatan.

Pues bien, entre los partidarios del cientifismo decimonónico de toda la vida ―que aún quedan, desde luego, aunque han ido cambiando de marca para su producto, y últimamente parece que prefieren llamarse «nuevos ateos», o «brillantes», o simplemente «naturalistas»― abundan esos tics. Uno menciona descuidadamente ciertos nombres (como por ejemplo «Darwin», o «Galileo»), o ciertas palabras clave (como por ejemplo «religión», «alma», «creación», o incluso «decisión libre»), y el desbarajuste está servido.

A veces, este tipo de reflejos adopta formas peregrinas, y aparece en las situaciones más insospechadas. Sin ir más lejos, hay un bloguero sobre temas científicos del diario El Mundo, que parece sentirse obligado a lanzar puyazos a la religión cada vez que una sonda espacial alcanza su destino. El año pasado la crisis le vino a consecuencia del paso junto a Plutón de la sonda «New Horizons», de manera que, lo que había comenzado como un artículo explicativo del viaje de dicha sonda, acabó con un repaso a «los curas de todas las religiones... incapaces de plantearse el menor cambio en sus ideas», a «sus dogmas», y hasta con «el agua de la fuente de Lourdes» la emprendió. Impresionante. No dejó títere con cabeza.

Y este año ha sido la llegada a Júpiter de la nave Juno la que ha acabado desbaratándole un artículo. ¡Ay!, la nave Juno llegó a Júpiter ―un hecho del que todos nos alegramos― pero el articulista a donde llegó es a la explicación definitiva del origen del fenómeno religioso: «estafadores que aparecen de vez en cuando en las sociedades humanas, gentes que lo único que buscan es el poder y con el dinero a base de decir ''¡Créame!" sin aportar pruebas». Impresionante, de nuevo.

Si algún lector curioso busca los artículos ―cuyo título he olvidado mencionar― y los repasa, comprobará que su estructura obedece, en líneas generales, a un reflejo compulsivo frecuentísimo entre los cientifistas, y que adopta la apariencia (superficial) de un argumento, que cabe resumir así:

«La ciencia ha conseguido el resultado X. Eso sí que es un conocimiento sólido, y no como la religión que patatín patatán...»

Y la idea de fondo es aún más sintética: «A más ciencia, menos religión».

Ahora bien, ocurre que los reflejos compulsivos son irracionales, y este también lo es. Para darse uno cuenta de hasta qué punto lo es, basta, por lo demás, con un ejercicio muy sencillo (se pueden proponer también ejercicios más complicados, pero no es necesario): Repasar los logros científicos reverenciados en tales artículos, e indagar la actitud religiosa de sus descubridores. Tomemos, por ejemplo, el texto que recorre la distancia sideral que media entre la sonda Juno y el origen de la religión, y vayamos siguiendo el hilo.

En primer lugar, nos habla el autor de los cálculos elementales acerca de la aceleración necesaria para que una sonda venza la gravedad terrestre y viaje por el espacio. Pero resulta que todos esos cálculos elementales tienen su origen en la mecánica de Newton (1642-1726). ¿Y cuál era la actitud de Newton ―posiblemente el mayor físico de la historia― ante la religión? ¿Compartía acaso hacia la misma el enfadado desprecio del bloguero? En modo alguno. Basta consultar cualquier biografía solvente de Newton para comprobar la profunda religiosidad del padre de la mecánica clásica. Más aún, su interés por la religión era tal que el 27,5% de los 1.752 volúmenes contenidos en su biblioteca personal trataban de asuntos teológicos, mientras que solo el 11,6% correspondían a obras de física, matemática o astronomía. Y como fundamento de su trabajo solía citar un versículo del libro de la Sabiduría: «Tú hiciste todas las cosas con medida, número y peso».

Seguidamente, el artículo pasa a tratar de la energía fotovoltaica, que le sirve a la nave para poder realizar pequeños movimientos correctivos durante su viaje. Pero resulta que esa energía recibe su nombre del físico italiano, Alessandro Volta (1745-1827), pionero en el estudio de los fenómenos eléctricos, sobre cuyas opiniones religiosas baste con mencionar una cualquiera de sus declaraciones:

«Yo confieso la fe santa, apostólica, católica y romana. Doy gracias a Dios que me ha concedido esta fe, en la que tengo el firme propósito de vivir y de morir.»[1]

No obstante, el autor del artículo que estoy comentando ―autor cuyo nombre, ¡vaya por Dios!, también he olvidado mencionar―, no habla de Volta, sino que hace referencia a los indudables logros de Albert Einstein (1879-1955). Pues bien, resulta que la investigación más detallada sobre las ideas religiosas de Einstein es el libro «Einstein and Religion» del notabilísimo historiador de la ciencia Max Jammer, en el que encontramos (después de un recorrido exhaustivo de las fuentes) conclusiones tales como esta:

«No solamente no era ateo Einstein, sino que sus escritos han influido en gente para alejarse del ateísmo, si bien él no trató nunca de convertir a nadie a su propia convicción.»[2]

Continuamos leyendo el artículo, y encontramos que el siguiente protagonista es el electrón. Y resulta que el primero que consiguió medir la carga del electrón fue el gran físico experimental norteamericano Robert Millikan (1868-1953). Un físico que, en pleno siglo XX, cuando ya el materialismo ateo campaba a sus anchas sobre buena parte del mundo universitario occidental, hizo gala de sus convicciones cristianas en numerosos escritos, y declaró cosas como esta:

«La religión y la ciencia, son entonces, en mi análisis, las dos grandes fuerzas hermanas que han llevado, y siguen llevando, a la humanidad hacia adelante y hacia arriba.»[3]

Declaraciones, por cierto, que coinciden casi literalmente con las de otro físico excepcional de aquella época: Max Planck (1858-1947). Pero, en fin, no nos desviemos...

El artículo pasa, como es natural, del electrón al electromagnetismo, que es una parte de la física desarrollada fundamentalmente gracias a los trabajos teóricos de James Clerk Maxwell (1831-1879) y los experimentales de Michael Faraday (1791-1867). Sin embargo, resulta que Faraday dejó escritas cosas como la siguiente:

«El libro de la naturaleza, que debemos leer, está escrito por el dedo de Dios»[4]

Y gustaba de citar en sus textos el pasaje de la Carta a los Romanos de San Pablo en el que se hace referencia a que «desde la creación del mundo, lo invisible de Dios, su eterno poder y su divinidad, son conocidos por sus criaturas».

Mientras que Maxwell, por su parte, recomendaba al científico la reflexión sobre otro texto de San Pablo:

«Cada ser humano debe esforzarse en apreciar la extensión, el orden y la unidad del universo y debería considerar estas ideas mientras lee pasajes como el primer capítulo de la Epístola de San Pablo a los Colosenses»[5]

¿Y qué nos recomienda, a todo esto, el autor del artículo que nos ha hecho pasar un rato tan entretenido? Pues que nos demos cuenta de que la ciencia no es un conocimiento entre otros, sino el conocimiento único y verdadero, mientras que:

«casi todas las demás vías de acercarse a la realidad nos dejan siempre pensando en el engaño, en la estafa».

¿Y qué tendremos que pensar entonces de Newton, Volta, Faraday, Maxwell, Planck, Einstein, Millikan y etc. etc., que apoyaron sus investigaciones físicas en sus más hondas convicciones religiosas? ¿Habrá que sostener que los pobres no alcanzaban a distinguir el conocimiento verdadero (científico) de la estafa (religión)? ¿Habrá que suponer que tuvieron que apoyarse en un engaño para llegar a la verdad?

Definitivamente, el cientifismo compulsivo es una enfermedad que, de tener algún remedio, habrá que buscarlo en la lectura.


Por cierto, entretanto, la sonda «New Horizons» se adentra más y más en la misteriosa zona conocida como cinturón de Kuiper, de manera que, si la NASA aprueba la ampliación de la misión, la nave podría llegar el próximo 1 de enero de 2019 al objeto de ese cinturón conocido como «2014 MU69». Que se vayan preparando los curas, y los creyentes.

viernes, 1 de julio de 2016

SE CONFIRMA COMO FALSO EL SUPUESTO PAPIRO QUE DECÍA QUE JESÚS ESTUVO CASADO



catolicos-on-line, 1-7-16

Lo que numerosos académicos advirtieron en 2012 sobre el llamado «Papiro de la esposa de Jesús» es ahora confirmado por su principal divulgadora, la historiadora Karen King: El texto corresponde a una falsificación. De hecho se trata de una falsificación muy bien ejecutada, que consiguió burlar las pruebas de Carbono 14 pero no logró convencer a los expertos ni resolver las graves dudas sobre su origen.

Durante el X Congreso Internacional de Estudios Coptos realizado en Roma en septiembre de 2012, un fragmento de papiro fue noticia internacional por contener la expresión «mi esposa» en boca de Jesús. Los estudiosos advirtieron inmediatamente que el texto no significaba ningún aporte sobre la historia de Jesús por tratarse - en caso de que fuera auténtico - de un escrito gnóstico con gran influencia de otros ya conocidos.

El texto en cuestión es un fragmento de un papiro escrito en idioma copto en Egipto. Tiene un alto de 4,5 centímetros por 9 centímetros de largo. Contiene las frases «Jesús les dijo: mi esposa» y «ella será mi discípula».

No se conoce el origen del fragmento, pero fue examinado por primera vez en 1980. Parece ser del siglo IV, su dueño permanece anónimo e intentó vender su colección a la Universidad de Harvard.

La pequeña porción de papiro fue objeto de análisis sobre su contenido, que ubicaron los fragmentos como pertenecientes al llamado «Evangelio de Tomás», copiados, incluso con los mismos errores, de una edición interlineal publicada en Internet. Las dudas de autenticidad del texto se generaron por el uso de un papel auténticamente antiguo (posiblemente del siglo VII) y el uso de una tinta de carbón fabricada con los métodos de la época. La escritura imita el tipo de letra del siglo IV, pero no coincide con los tipos de letra registrados, identificándose con el tipo de caligrafía de un texto de la ciudad de Licópolis en Egipto del cual se demostró su falsedad.

Los análisis de Carbono 14 establecieron la edad del papel, pero no de la tinta, ya que se habría requerido destruir parte del texto para su examen. la técnica usada para la falsificación fue la de «collage» o «patchwork» que según un estudio publicado en la revista New Testament Studies sugiere un autor moderno con conocimientos limitados del idioma copto. «El tiempo arrojará más luz sobre la identidad y motivación del falsario responsable de GJW (iniciales del nombre mediático del papiro). Pero a la espera de esas aclaraciones, al menos podemos decir con certeza que «El Evangelio de la mujer de Jesús» es una falsificación que no tiene cabida en ninguna discusión acerca del cristianismo antiguo», concluye la publicación.

La reciente publicación de The Atlantic subrayó las dudas sobre otro de los asuntos no resueltos de la historia: la dudosa procedencia del papiro, recibido por King de manos de un coleccionista anónimo. La investigación recorrió la historia reportada por King, cuyos protagonistas conocidos ya habían fallecido y cuyos únicos documentos una copia de una factura y la copia de una copia de una transacción. El periodista Ariel Sabar identificó al probable propietario como Walter Fritz, un estadounidense con supuestos estudios de egiptología - que negó al ser entrevistado - y quien afirmó no tener vínculo alguno con el documento. La historia reportada del documento resultó ser bastante dudosa y cuando Karen King fue confrontada con la investigación admitió. «Esto inclina la balanza hacia la falsificación».

Esta frase era probablemente el último elemento faltante para cerrar el caso del que los expertos ya habían denunciado como otro falso escándalo internacional sobre la figura de Jesucristo.