martes, 27 de octubre de 2020

IN DUBIO

 


pro DEO

Cuando surgen tensiones entre la Palabra de Dios obvia y la interpretación infalible por un lado y las expresiones privadas de opinión incluso de las más altas autoridades eclesiásticas', se aplica siempre el principio: in dubio pro DEO.

 

Cardenal Gerhard Müller

Infocatólica– 23/10/20

 

No conozco la redacción exacta de la ambigua declaración de la entrevista. Pero el efecto es fatal.

 

Los fieles católicos están irritados, los enemigos de la Iglesia se sienten confirmados por el Vicario de nuestro Señor Jesucristo, cuya filiación en Dios rechazan. En lugar de utilizar argumentos teológicos y filosóficos de la razón, apelan a los sentimientos, comprobando así la racionalidad de la fe con el sentimentalismo.

 

Pero la fe no depende de una opción política en el espectro de la derecha o de la izquierda o de una posición ideológica entre el conservadurismo o el progresismo, sino sólo de la verdad de que Dios mismo está en su esencia y en la palabra de su revelación histórica.

 

El cristiano cree en Dios como la primera verdad y reconoce al Papa y a los obispos como sucesores de Pedro y los otros apóstoles.

 

La lealtad al Papa es algo diferente de la papolatría idolátrica, similar al principio según el cual el líder o el partido siempre tiene la razón.

 

Cuando surgen tensiones entre la Palabra de Dios obvia y la interpretación infalible por un lado y las expresiones privadas de opinión incluso de las más altas autoridades eclesiásticas', se aplica siempre el principio: in dubio pro DEO.

 

El Magisterio sirve a la Palabra de Dios y nunca está por encima de la Revelación. Esa es, en cualquier caso, la enseñanza válida de la Iglesia sobre la relación de la revelación de Dios en Cristo con la autoridad docente subordinada a ella.

 

La presente declaración (ndr: del Papa) es una expresión puramente de opinión privada, que todo católico puede y debe contradecir libremente.

 

John Henry Newman (1801-1890), el famoso cardenal y uno de los más grandes maestros de la Iglesia en los tiempos modernos, ha dicho que incluso peor que la corrupción financiera en las organizaciones de la Iglesia y la corrupción moral del clero y de los laicos dirigentes es la corrupción en los asuntos de la doctrina revelada. Esto fue y es la fuente de todos los abusos y escándalos en la historia de la iglesia.

 

¿Qué es la franqueza eclesiástica o la libertad de un hombre cristiano? Entre el Papa y los obispos, especialmente los cardenales de la Santa Iglesia Romana, existe la misma relación análoga que entre Pedro y los otros apóstoles. Pablo se enfrentó a Pedro porque éste se había desviado de la «verdad del Evangelio» (Gálatas 2:14) a través de un comportamiento y un discurso ambiguos. Jerónimo, Agustín y Tomás de Aquino, en su interpretación de la Carta a los Gálatas, se ponen del lado de Pablo en cuanto al contenido y alaban a Pedro por su humildad al dejarse reprender por él.

 

En la Iglesia Católica -con referencia a la complementariedad de los sexos, el matrimonio y la familia- la Palabra de Dios es válida en su interpretación definitiva en la persona y misión de Cristo su Hijo, en relación con los fariseos y entonces y ahora: «¿No habéis oído que el Creador los creó varón y hembra en el principio? Por lo tanto, el hombre dejará padre y madre y se unirá a su esposa, y los dos serán una sola carne. ( Mateo 19:4).

 

No hay derecho al matrimonio y a la familia a menos que un hombre y una mujer, según su naturaleza creada por Dios, se digan libremente en conciencia y a los ojos de Dios: Sólo tú y para siempre - hasta que la muerte nos separe. Fuera del matrimonio legítimo, según la voluntad de Dios, toda unión sexual es objetivamente un pecado grave, independientemente de la culpa subjetiva que sólo Dios conoce y a cuyo perdón podemos confiarnos siempre y en todo momento.

 

Pero no debemos pecar frívolamente por la misericordia de Dios, y en lugar de dejarnos justificar por su juicio misericordioso, no debemos vernos confirmados en un acto pecaminoso por el aplauso de los contemporáneos descristianizados.

 

El Catecismo de la Iglesia Católica hace una clara distinción entre el cuidado pastoral y la atención personal a las personas con tendencia a personas del mismo sexo y la evaluación objetiva de los actos homosexuales o incluso heterosexuales fuera del matrimonio que son contrarios al mandamiento de Dios. »El que dice que permanece en Él también debe llevar una vida como Él la ha llevado.« (1 Juan 2, 6).

 

Guardar los mandamientos de Dios es una expresión de amor por Él y el reconocimiento de su efecto curativo en el hombre. En lugar de encontrarse con personas que se sienten confirmadas por él en su actitud y pensamiento erróneo y que se muestran al mundo con una imagen del Papa, el Papa debería estudiar el libro de Daniel Mattson e invitarlo a una conversación. Es un americano que ha encontrado la salida de la indignidad de la promiscuidad sexual a una vida de abstinencia en «la libertad y la gloria de los hijos de Dios» (Rom 8:21).

 

+ Gerhard Müller, Cardenal Prefecto emérito de la Congregación para la Doctrina de la Fe.

LA VERDAD

 

no admite cambios

Autor: Santiago MARTÍN, sacerdote FM

Católicos-on-line, octubre 2020


Esta semana, la noticia, sin duda, ha estado en unas declaraciones del Papa aparecidas en un documental sobre él, titulado “Francesco”, sobre la legalización de las uniones homosexuales. El supuesto cambio que esas declaraciones supondría sobre la enseñanza de la Iglesia, ha llamado la atención de los medios de comunicación y ha causado alegría en unos y profundo desconcierto y tristeza en otros.

 

Conviene ver las cosas con calma, porque el lío que se ha montado es muy grande y se corre el riesgo de hacer juicios precipitados, dejándose llevar de titulares sensacionalistas e interesados. Por eso quiero dividir este comentario en cuatro partes. La primera está dedicada a los antecedentes de las declaraciones. La segunda, a las declaraciones en sí mismas: qué es lo que realmente ha dicho el Papa. La tercera, a las interpretaciones de lo que ha dicho. Y la cuarta a lo que enseña la Iglesia al respecto y si esto ha sido o no modificado. No pretendo ni defender ni atacar a nadie, sino sólo contribuir a aclarar algo las cosas para ayudar a los que están desconcertados y sufriendo.

 

En primer lugar, todo parece arrancar de una posible mentira, la del director del documental, un judío gay de origen ruso y residente en Estados Unidos. Ha dicho que las declaraciones se las hizo el Papa a él, pero según el P.Spadaro, jesuita director de la “Civiltá Cattolica” y hombre de la máxima confianza de Francisco, dichas declaraciones fueron hechas a Valentina Alazraki para la cadena de televisión mexicana Televisa, en mayo de 2019, y fueron suprimidas a la hora de editar esa entrevista. Todo parece indicar que el P.Spadaro tiene razón, puesto que las imágenes donde aparece el Papa haciendo esas declaraciones son las mismas que las de la entrevista de la periodista mexicana. Esto tiene mucha importancia, porque de ser así habría que ver el conjunto de las declaraciones del Pontífice, y no una o dos frases extraídas de esas declaraciones y puestas fuera de contexto. Pero esto, a la vez, suscita varias preguntas. ¿Por qué se “censuró” al Papa en 2019 para que sus palabras sobre las uniones gay no fueran conocidas? ¿Quién le censuró? ¿Estaba él enterado de la censura? ¿Por qué, en cambio, se han dado a conocer ahora, más de un año después y se ha permitido que se sacaran del contexto para hacerlas más explosivas? ¿Está esto relacionado con el malestar contra el Pontífice por parte de los progresistas, sobre todo alemanes, que hasta ahora le han apoyado, malestar del que habló en un amplio artículo hace una semana el diario italiano La República? ¿Es un intento de acallar a esas voces críticas ofreciéndoles algo para que se contenten?

 

Segundo, ¿qué fue exactamente lo que dijo el Papa? Según el documental, el Papa dijo: “Las personas homosexuales tienen derecho a estar en la familia, son hijos de Dios, tienen derecho a una familia. No se puede echar de la familia a nadie, ni hacer la vida imposible por eso” Y añadió: “Lo que tenemos que hacer es una ley de convivencia civil. Tienen derecho a estar cubiertos legalmente. Yo defendí eso”. En la entrevista a la periodista mexicana, el Papa habría dicho lo siguiente: “Me hicieron una pregunta en un vuelo, después me dio rabia, me dio rabia por cómo la transmitió un medio, sobre la integración familiar de las personas con orientación homosexual. Yo dije: las personas homosexuales tienen derecho a estar en la familia, las personas que tienen una orientación homosexual tienen derecho a estar en la familia y los padres tienen derecho a reconocer ese hijo como homosexual, a esa hija como homosexual, no se puede echar de la familia a nadie ni hacerle la vida imposible por eso. Otra cosa es, dije, cuando se ven algunos signos en los chicos que están creciendo y ahí mandarlos -tenía que haber dicho profesional- me salió psiquiatra, quise decir un profesional porque a veces hay signos en la adolescencia o pre adolescencia que no se saben si son de una tendencia homosexual o es que la glándula timo no se atrofio a tiempo, vaya a saber, mil cosas. Entonces, un profesional. Título de ese diario: “el Papa manda a los homosexuales al psiquiatra”.

No es verdad. Me hicieron esa misma pregunta otra vez y yo la repetí: son hijos de Dios, tienen derecho a una familia y tal, otra cosa es, y expliqué me equivoqué en aquella palabra, pero quise decir esto: cuando notan algo raro, oh es raro. No, no es raro. Algo que es fuera de lo común. O sea, no tomar una palabrita para anular el contexto. Ahí lo que lo que dije es: tiene derecho a una familia y eso no quiere decir aprobar los actos homosexuales.

 Lo que tenemos que hacer es una ley de convivencia civil. Tienen derecho a estar cubiertos legalmente. Yo defendí eso”. Es esta última parte de las declaraciones del Pontífice la que habría sido suprimida de la entrevista con Valentina y, en cambio, se ha dado a conocer ahora. Queda claro, por lo tanto, que el Papa no está diciendo que los homosexuales tengan derecho a formar una familia, a dar a sus uniones ese nombre, sino que no deben ser expulsados de su familia por ser homosexuales y tampoco deben ser expulsados de la Iglesia por ese motivo. Esto no representa ninguna novedad con lo que la Iglesia ha enseñado en las últimas décadas. La cuestión está entonces en lo que significa para el Papa “convivencia civil”, concepto que fue traducido al inglés por “unión civil” y que puede significar lo mismo o no. Para eso hay que ver cómo lo han interpretado unos y otros.

 

Tercero, las interpretaciones. Personas muy próximas al Papa han salido enseguida a interpretar sus palabras diciendo que no hay un cambio en la doctrina. Así lo ha afirmado el P.Spadaro: “El director de la película ‘Francesco’ reúne una serie de entrevistas que han sido hechas al Papa Francisco en el transcurso del tiempo, dando una gran síntesis de su pontificado y del valor de sus viajes. Entre ellas hay varios extractos tomados de una entrevista con Valentina Alazraki, periodista mexicana, y allí el Papa Francisco habla de un derecho a la tutela legal de las parejas homosexuales, pero sin cambiar de ningún modo la doctrina”. De la misma opinión ha sido la televisión hondureña Suyapa Medios, que está bajo la responsabilidad del cardenal Maradiaga, que ha criticado que “convivencia civil” se tradujera por “unión civil” y ha asegurado que el Papa está en contra del matrimonio homosexual. Otra persona muy próxima al Pontífice es monseñor Víctor Manuel Fernández, arzobispo de La Plata, que sí está de acuerdo, en cambio, en equiparar convivencia con unión: “Lo que ha dicho el Papa sobre este tema es lo que sostenía también cuando era el Arzobispo de Buenos Aires. Para él la expresión “matrimonio” tiene un sentido preciso y sólo se aplica a una unión estable entre un varón y una mujer abierta a comunicar vida. Esta unión es única, porque implica la diferencia entre el varón y la mujer que se unen en reciprocidad y se enriquecen en esa diferencia, naturalmente capaz de engendrar vida. Por lo tanto, hay una palabra, “matrimonio”, que sólo se aplica a esa realidad. Cualquier otra unión parecida requiere otra denominación.

No obstante, Bergoglio siempre reconoció que, sin llamarle “matrimonio”, de hecho existen uniones muy estrechas entre personas del mismo sexo, que no implican de por sí relaciones sexuales, pero sí una alianza muy intensa y estable. Se conocen a fondo, comparten el mismo techo durante muchos años, se cuidan, se sacrifican el uno por el otro. Entonces puede ocurrir que ellos prefieran que en un caso extremo o de enfermedad no se consulte a sus parientes, sino a esa persona que conoce a fondo sus intenciones. Y por lo mismo prefieren que sea esa persona quien herede todos sus bienes, etc. Esto puede estar contemplado en la ley y se llama “unión civil”, o “ley de convivencia civil”, no matrimonio. Bergoglio siempre tuvo esta opinión, e incluso años atrás hubo una discusión en el Episcopado argentino, donde Bergoglio defendía esto, pero perdió. La mayoría decía que eso se iba a confundir con el matrimonio y preferían no innovar”. Es posible que monseñor Fernández, que conoce muy bien al Papa, tenga razón, pero no es el único que ha hablado sobre lo que el Papa pensaba cuando era arzobispo de Buenos Aires.

 En 2013, Sergio Rubin, el futuro biógrafo del Papa, dijo entonces que monseñor Bergoglio apoyaba la idea de las uniones civiles como una forma de prevenir la adopción de niños por parte de matrimonios homosexuales en Argentina, pero Miguel Woites, director de la agencia católica de noticias argentina AICA, descartó esta afirmación calificándola como falsa. Lo que no cabe duda es de que, cuando era arzobispo de Buenos Aires, se opuso frontalmente a la aprobación del matrimonio homosexual; en una carta dirigida a las monjas de clausura pidiéndoles que rezaran para que no se aprobara esa ley, dijo que “está en juego la identidad, y la supervivencia de la familia: papá, mamá e hijos. Está en juego la vida de tantos niños que serán discriminados de antemano privándolos de la maduración humana que Dios quiso se diera con un padre y una madre. Está en juego un rechazo frontal a la ley de Dios, grabada además en nuestros corazones. No seamos ingenuos: no se trata de una simple lucha política; es la pretensión destructiva al plan de Dios. No se trata de un mero proyecto legislativo (éste es sólo el instrumento) sino de una movida del Padre de la Mentira que pretende confundir y engañar a los hijos de Dios”. Según esto, el Papa estaría en contra del matrimonio homosexual, pero vería bien un tipo de legislación que permitiera a los que viven juntos -no sólo homosexuales y al margen de si tienen o no relaciones sexuales, según monseñor Fernández-, transmitir bienes a través de la herencia o acoger al “compañero” dentro del propio programa de protección sanitaria, así como dejarle la pensión cuando uno de ellos falleciera.

 

Cuarto punto: qué enseña la Iglesia. El Magisterio de la Iglesia, que debe ser siempre fiel a la Palabra de Dios y a la Tradición, puede ser modificado por un Papa, pero de forma que no se contradiga lo que la Iglesia ha enseñado hasta el momento. Si un Papa lo hiciera, estaría diciendo que lo mismo que él ha desautorizado a sus predecesores sería válido que un sucesor suyo lo desautorizara a él. Inmediatamente, el concepto de verdad queda suprimido, pues una cosa que hoy es verdad y mañana no lo es significa que no ha sido verdad nunca, y si la Iglesia no puede decir que lo que enseña es verdad, queda instalada en el mundo de las opiniones, es decir en el relativismo. Además, si el Papa hubiera querido contradecir la enseñanza de sus predecesores sobre este punto habría debido hacer que Doctrina de la Fe publicara un documento o bien él mismo lo habría recogido en una exhortación apostólica o en una encíclica. Es ridículo pensar que una declaración hecha en una entrevista -en el caso de que el Papa, con ella, hubiera querido cambiar la enseñanza de la Iglesia- tenga fuerza de ley para modificar esa enseñanza.

 

Y qué es lo que enseña la Iglesia al respecto. El Catecismo habla de ello, pero sobre todo está expresado con mucha claridad en un documento de 3 de julio de 2003, publicado por Doctrina de la Fe, presidida en ese momento por el cardenal Ratzinger, siendo Papa San Juan Pablo II. En él se dice: “La Iglesia enseña que el respeto hacia las personas homosexuales no puede en modo alguno llevar a la aprobación del comportamiento homosexual ni a la legalización de las uniones homosexuales. El bien común exige que las leyes reconozcan, favorezcan y protejan la unión matrimonial como base de la familia, célula primaria de la sociedad. Reconocer legalmente las uniones homosexuales o equipararlas al matrimonio, significaría no solamente aprobar un comportamiento desviado y convertirlo en un modelo para la sociedad actual, sino también ofuscar valores fundamentales que pertenecen al patrimonio común de la humanidad. La Iglesia no puede dejar de defender tales valores, para el bien de los hombres y de toda la sociedad”.

 

Si lo que el Papa ha pedido, en una entrevista y no en un documento magisterial, es que haya una ley -que él ha llamado de “convivencia civil”- por la que los convivientes, no necesariamente homosexuales, puedan beneficiarse de algunos derechos reservados a los matrimonios, como recibir la pensión del fallecido o la herencia, y la asistencia médica, se trataría de una cosa muy distinta a que hubiera apoyado la legalización de las uniones homosexuales, se llamen o no matrimonio. De todos modos, siguen abiertas las preguntas que hice al principio: ¿por qué ahora se publica esta parte de la entrevista hecha el año pasado y censurada entonces? ¿por qué no ha habido, después de varios días y con el revuelo que se ha armado, un comunicado oficial del Vaticano aclarando las cosas? Quizá sean las respuestas a estas preguntas las que expliquen el verdadero significado de las palabras del Papa. Mientras tanto, sigue en vigor lo que ha enseñado la Iglesia hasta ahora y que, según los más próximos colaboradores del Pontífice, éste no ha querido cambiar.

jueves, 22 de octubre de 2020

EL CARDENAL BURKE

 


 lamenta el “desconcierto” generado por las palabras del Papa

 

Por INFOVATICANA | 22 octubre, 2020

 

“El contexto y la ocasión de tales declaraciones las hacen carentes de todo peso magisterial. Debiéndose interpretar como simples opiniones privadas de la persona que las hizo”.

El cardenal Burke ha querido salir al paso del terremoto mediático que se ha producido por las declaraciones del Papa Francisco en las que alienta unas uniones civiles entre personas homosexuales. Les ofrecemos el comunicado íntegro del purpurado estadounidense:

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Los medios de comunicación mundiales han informado con fuerte énfasis, como cambio de rumbo, la noticia de que el Papa Francisco ha declarado que las personas de condición homosexual, como hijos de Dios, “tienen derecho a tener una familia” y que “nadie debería ser echado o ser infeliz a causa de ello”. Además, escriben que ha declarado: “Lo que tenemos que crear es una unión civil. De esta forma estarán legalmente cubiertos. He defendido esto”. Las declaraciones se realizaron en una entrevista con Evgeny Afineevsky, director de un documental, “Francesco”, estrenado el 21 de octubre de 2020, con motivo del Festival de Cine de Roma (Festa del Film di Roma).

 

Tales declaraciones generan gran desconcierto y causan confusión y error entre los fieles católicos, en cuanto contrarias a la enseñanza de la Sagrada Escritura y de la Sagrada Tradición, y del reciente Magisterio por el cual la Iglesia custodia, protege e interpreta todo el depósito de fe contenido en la Sagrada Escritura y la Sagrada Tradición. Causan asombro y error con respecto a la enseñanza de la Iglesia entre las personas de buena voluntad, que desean sinceramente saber lo que enseña la Iglesia Católica, e imponen a los pastores de almas el deber de conciencia de hacer las oportunas y necesarias aclaraciones.

 

 

En primer lugar, el contexto y la ocasión de tales declaraciones las hacen carentes de todo peso magisterial. Debiéndose interpretar como simples opiniones privadas de la persona que las hizo. Estas declaraciones no comprometen, en modo alguno, las conciencias de los fieles, que más bien están obligados a adherirse con sumisión religiosa a lo que enseñan la Sagrada Escritura y la Sagrada Tradición y el Magisterio ordinario de la Iglesia sobre la materia en cuestión. En particular, cabe señalar lo siguiente.

 

1.“Basándose en la Sagrada Escritura, que presenta los actos homosexuales como actos de grave depravación, la Tradición siempre ha declarado que: “los actos homosexuales son intrínsecamente desordenados” (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 2357; Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe, Persona humana, “Declaración sobre Ciertas Cuestiones de Ética Sexual, núm. VIII”[1]), en cuanto contrarias a la ley natural, cerradas al don de la vida y desprovistas de una verdadera complementariedad afectiva y sexual. Por tanto, no pueden aprobarse.

 

2- Las tendencias particulares y a veces profundamente arraigadas de las personas, hombres y mujeres, de condición homosexual, que son para ellos una prueba, aunque no constituyan en sí mismas un pecado, representan sin embargo una inclinación objetivamente desordenada (Catecismo de la Iglesia Católica, nº 2358; Congregación para la Doctrina de la Fe, Homosexualitatis problema, “Carta a los obispos de la Iglesia católica sobre la pastoral de las personas homosexuales”, nº 3[2]). Por tanto, deben ser recibidos con respeto, compasión y sensibilidad, evitando cualquier discriminación injusta. La fe católica enseña a los fieles a odiar el pecado pero a amar al pecador.

 

3- Los fieles y, en particular, los políticos católicos están obligados a oponerse al reconocimiento legal de las uniones homosexuales (Congregación para la Doctrina de la Fe, Consideraciones sobre propuestas para dar reconocimiento legal a las uniones entre personas homosexuales, Cuestiones diversas relativas a la homosexualidad, n. 10[3]). El derecho a formar una familia no es un derecho privado a reivindicar sino que debe corresponder al designio del Creador que ha querido al ser humano en la diferencia sexual, “varón y hembra los creó” (Gen 1, 27), subrayando la distinción masculina y femenina del ser humano, para la transmisión de la vida. “Dado que las parejas matrimoniales cumplen el papel de garantizar el orden de la procreación y son por lo tanto de eminente interés público, el derecho civil les confiere un reconocimiento institucional. Las uniones homosexuales, por el contrario, no exigen una específica atención por parte del ordenamiento jurídico, porque no cumplen dicho papel para el bien común”. (Ibidem, no. 9[4]). Hablar de unión homosexual, en el mismo sentido que unión conyugal de los casados, es, de hecho, profundamente engañoso, porque no puede haber tal unión entre personas del mismo sexo. En lo que respecta a la administración de justicia, las personas de condición homosexual, como todos los ciudadanos, siempre pueden hacer uso de las disposiciones de la ley para salvaguardar sus derechos privados.

 

Es motivo de la más profunda tristeza y apremiante preocupación pastoral que las opiniones privadas presentadas con tanto énfasis por la prensa y atribuidas al Papa Francisco no correspondan a la enseñanza constante de la Iglesia, como se expresa en la Sagrada Escritura y la Sagrada Tradición y está custodiado, protegido e interpretado por el Magisterio. Igualmente triste y preocupante es el revuelo, la confusión y el error que causan entre los fieles católicos, como lo es el escándalo que provocan, en general, al dar la impresión totalmente falsa de que la Iglesia Católica ha tenido un cambio de rumbo, cambiando su enseñanza perenne con respecto a cuestiones tan fundamentales y críticas.

 

Cardenal Raymond Leo BURKE

 

Roma, 22 de octubre de 2020

miércoles, 21 de octubre de 2020

DECLARACIONES QUE PUEDEN CONFUNDIR

 

El saludo del papa Francisco

que se convirtió en un hito para la comunidad LGBTEl

Infobae, 18 de Septiembre de 2020


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Conviene recordar el párrafo 2357 del Catecismo, que considera -sin perjuicio del respeto que merece todo ser humano- que los actos homosexuales son intrínsecamente desordenados, y no puede ser aprobados en ningún caso.

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“El papa ama a sus hijos tal como son, porque son hijos de Dios”, así dijo Francisco al recibir este miércoles a un grupo de padres de personas miembros del colectivo LGBT, específicamente de la asociación “Tenda di Gionata”, según informó posteriormente el diario católico italiano Avvenire.

 

El rotativo explica que a la audiencia privada con el pontífice asistieron unos cuarenta padres y madres y que Mara Grassi, vicepresidenta de la asociación junto a su esposo Agostino Usai, donó al pontífice el libro “Padres Afortunados”, traducido al español para la ocasión.

 

El libro resume las vivencias eclesiales, no siempre fáciles, de estas familias junto con algunas cartas con peticiones, esperanzas pero también protestas de personas durante demasiado tiempo consideradas indeseables por las comunidades eclesiales, explica el rotativo.

 

Según los asistentes, Francisco los recibió de forma “tranquilizadora y cordial” y les aseguró además que “la Iglesia no los excluye porque los ama profundamente”.

 

El Papa dijo a los padres que “Dios ama a sus hijos como son” y “la Iglesia ama a sus hijos como son porque son hijos de Dios”.

También se le entregó al papa una camiseta con los colores del arcoíris con las palabras del Evangelio: “En el amor no hay miedo”.

 

Según el blog español Religión Digital, citado por ACI Prensa, una de las personas que se encontró con el Papa y que prefirió mantenerse en el anonimato afirmó: “En el doloroso viaje que, como creyentes LGBT, cada uno de nosotros ha hecho, confieso que no me habría imaginado que hubiéramos llegado a esta etapa. Reunirnos en audiencia con el Santo Padre”.

 

El papa Francisco sorprendió a los periodistas que en 2013 le preguntaron, regresando de Río de Janeiro, si había un lobby gay en el Vaticano: “Debemos distinguir el hecho de que una persona sea gay del hecho de que sea un lobby. Si es lobby, no todos son buenos. Si una persona es gay y busca al Señor y tiene buena voluntad, ¿quién soy yo para juzgarlo?”.

 

A su regreso de Irlanda, en agosto de 2018, los periodistas preguntaron en el avión qué les diría a los padres de un hijo homosexual y Francisco respondió: “Primero, rezar. No condenes, diálogo. Entender, hacer espacio para el hijo o la hija. Dejad espacio para que se exprese ... Nunca diré que el silencio es un remedio”.

 

“Ignorar al hijo o la hija con tendencias homosexuales sería una falta de maternidad y paternidad. Eres mi hijo o mi hija como eres”, agregó.

sábado, 17 de octubre de 2020

EL OBISPO SCHNEIDER

 


denuncia el “colapso espiritual” que vive la Iglesia

 

Por Carlos Esteban

Infovaticana,| 15 octubre, 2020

 

El letargo espiritual de los pastores, la excesiva concentración en los asuntos temporales y la aspiración de crear una fraternidad naturalista e interreligiosa han llevado a la Iglesia de hoy a un “colapso espiritual”, asegura en una entrevista concedida a The Remnant el obispo auxiliar de Astaná, Anasthasius Schneider.

“Hoy la Iglesia de Roma se encuentra en una situación similar de colapso espiritual, debido al letargo espiritual de la mayoría de los Pastores de la Iglesia, la excesiva absorción del Papa mismo en los asuntos temporales y su empeño por hacer renacer una aspiración universal a una fraternidad mundana y naturalista”, señala el obispo Schneider en su entrevista en la veterana publicación americana The Remnant, comparando la situación actual con la que se vivía en la época de San Francisco de Asís, el santo cuyo nombre lleva el actual pontífice y cuyas palabras han dado título a sus dos últimas encíclicas.

 

Pero el San Francisco que se nos presenta hoy, apunta Schneider, está groseramente falseado, no tiene mucho que ver con el santo medieval. “El Papa Francisco presenta a san Francisco como si hubiera sido un partidario de la diversidad de religiones”, denuncia Schneider.

 

El obispo hace referencia a la anécdota franciscana que abre la última encíclica papal, Fratelli tutti, cuando el santo, en plena cruzada, se dirige con un par de hermanos a la tienda del Sultán Malik-el-Kamil. Tal como la presenta el Papa en la encíclica, se diría que, en efecto, el gran santo se dirigía al potentado musulmán para confirmarle en una fraternidad universal por encima de las religiones, cuando es conocido para quien esté medianamente familiarizado con la historia que San Francisco conminó inmediatamente a El Kamil a que se convirtiera a la fe cristiana, la única verdadera y la única, por tanto, que puede promover una auténtica fraternidad humana.

 

Ese es el ‘olvido’ que lamenta Schneider, que vuelve a uno los motivos de preocupación que suscita la encíclica, que no es otro que el replanteamiento del documento de Abu Dabi, en el que se lee que “el pluralismo y la diversidad de religiones» era algo «querido por Dios en su sabiduría”.

 

En su día, Schneider tuvo una audiencia con el Papa para aclarar este asunto, en la que el Pontífice afirmó que se refería a una “voluntad permisiva”, es decir, a un mero permitir un mal, en este caso la proliferación de errores religiosos. Su Santidad, dice Schneider, tenía la ocasión en esta encíclica de despejar el error y, en lugar de hacerlo, “lo consolidó”.

 

“Hubiera sido muy beneficioso que Fratelli Tutti hubiera declarado la necesidad de que todos los hombres crean en Jesucristo, Dios y Hombre, para encontrar la fuente indispensable de la verdadera fraternidad y la clave para resolver los problemas de las sociedades temporales”, señala Schneider.

 

Si los líderes de la Iglesia en nuestros días están contentos con la hermandad de carne y hueso, remacha Schneider, “están descuidando el mandamiento de Dios en el Evangelio, es decir, el mandamiento de hacer discípulos de Cristo a los miembros de todas las naciones y religiones, hijos en el Unigénito Hijo de Dios, hermanos en Cristo, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a observar todas las cosas que Cristo ha mandado”.

 

Existe el riesgo de que la Iglesia olvide su misión central de llevar almas al cielo con la predicación del Evangelio, recordando las realidades sobrenaturales, y caiga en un naturalismo asistencial que la convertiría meramente en una gigantesca ONG. Y esta encíclica recién publicada, lamenta el obispo, “agrava el naturalismo que reina hoy en la Iglesia, que se puede calificar como falta de amor a la Cruz de Cristo, a la oración, a la falta de conciencia de la gravedad del pecado y de la necesidad de reparación”.

miércoles, 14 de octubre de 2020

ENCÍCLICA FRATELLI TUTTI

 


Autor: Santiago MARTÍN, sacerdote FM

Católicos on line, octubre 2020


La encíclica “Fratelli tutti” (“Hermanos todos”) del Papa Francisco ha entusiasmado a algunos y decepcionado e incluso irritado a otros. Para entender a unos y a otros hay que entrar en el objetivo de la encíclica y en su contenido.

 

Las encíclicas han estado siempre dirigidas, en primer lugar, a los obispos y sacerdotes y luego a todo el pueblo de Dios. Así sucedió con la primera encíclica de Francisco, “Lumen fidei”. Pero, por primera vez en la historia, con la encíclica “Laudato sii” se rompió esta tradición y no hubo encabezamiento formal, se dirigía a todos sin nombrar a ninguno. “Fratelli tutti” va más allá y, aunque no la dirige explícitamente a nadie, repitiendo lo que en “Laudato sii” fue una novedad, en las primeras líneas del documento, concretamente en el artículo 6, el Papa se vuelve más explícito.

Afirma que, si bien escribió la encíclica desde sus “convicciones cristianas”, ha “procurado hacerlo de tal manera que la reflexión se abra al diálogo con todas las personas de buena voluntad”. Es una encíclica, lo cual hace de ella un documento de altísimo rango dentro del magisterio de la Iglesia, y como tal debe ser acogida por los católicos. Sin embargo, no va dirigida a ellos sino en tanto que forman parte de la especie humana.

Esto condiciona totalmente el documento, excluyendo de forma deliberada todo argumento que se base en la Escritura o en la Tradición de la Iglesia, aunque se citen textos de la misma más como referentes que como motivantes. Digamos que el Papa ha querido ponerse al nivel del que no tiene fe o del que tiene otra fe diferente a la católica para explicarle por qué debemos comportarnos como hermanos todos los seres humanos. Esto puede resultar extraño y frustrante para algunos, sobre todo por tratarse de una encíclica, pero es como si hubiera querido rechazar el aborto apelando sólo a la biología y no a los mandamientos.

 

La encíclica, no sé si a propósito o no, se convierte de este modo en una aportación valiosa para la construcción de un aspecto de la ética que se daba por muerta: la ética natural o ley moral natural, que recoge esos principios básicos que deben regular el comportamiento de todos, porque están escritos en el ADN del ser humano. Esa ley moral natural vendría a decirnos: “no debes matar porque no es de hombres hacerlo”, sin añadir “y porque Dios lo prohíbe”. El riesgo, lógicamente, está en que a medida que se amplía la base se pierde en fuerza; o, dicho de otro modo, al presentarse el Papa como guía moral universal, puede no ser escuchado por los que no comparten su fe católica -a los cuales les importa muy poco su opinión- y no serlo o serlo menos por los que sí la comparten, que se pueden sentir decepcionados ante un texto que no sienten especialmente motivador.

 

Pero no es verdad que la encíclica no haya suscitado entusiasmo en los no católicos. Al contrario, los masones la han aplaudido y lo mismo han hecho los partidos políticos de ideología atea. Los primeros han considerado “Fratelli tutti” -con razón o sin ella- como una aproximación de la Iglesia a sus posturas -una fraternidad universal que no esté basada en la fe en un Creador de todo y de todos, que es la causa por la que San Francisco llama “hermanos” a todas las criaturas-. En cambio, los socialistas y comunistas han mostrado su entusiasmo porque en el capítulo quinto, dedicado a la política, el Papa critica duramente a sus rivales: populistas y liberales. Es verdad la encíclica no dice que el comunismo sea bueno, pero al denunciar a los otros y guardar silencio sobre éste, los comunistas han entendido que era una aprobación implícita de su ideología. El silencio sobre lo que está pasando en Venezuela, en Cuba, en Nicaragua o en China, resulta clamoroso y desconcertante cuando en cambio sí se critican las consecuencias de otro tipo de políticas.

 

Todo esto ha hecho que haya partes de la encíclica que han pasado desapercibidas y que son muy valiosas. Me refiero a los tres últimos capítulos del documento. Hay en ellos párrafos que deberían servir para sustentar esa moral natural de alcance universal, que quizá sea el objetivo que el Papa ha buscado con este texto. Por ejemplo: “el relativismo no es la solución” (nº 206), “la verdad es una compañera inseparable de la justicia y de la misericordia” (nº 227), “amar a un opresor no es consentir que siga siendo así” (nº 241), “el perdón no implica olvido” (nº 250), “creemos que «cuando, en nombre de una ideología, se quiere expulsar a Dios de la sociedad, se acaba por adorar ídolos, y enseguida el hombre se pierde, su dignidad es pisoteada, sus derechos violados. Ustedes saben bien a qué atrocidades puede conducir la privación de la libertad de conciencia y de la libertad religiosa, y cómo esa herida deja a la humanidad radicalmente empobrecida, privada de esperanza y de ideales” (nº 274), “los cristianos pedimos que, en los países donde somos minoría, se nos garantice la libertad, así como nosotros la favorecemos para quienes no son cristianos allí donde ellos son minoría. Hay un derecho humano fundamental que no debe ser olvidado en el camino de la fraternidad y de la paz; el de la libertad religiosa para los creyentes de todas las religiones” (nº 279), “a veces la violencia fundamentalista, en algunos grupos de cualquier religión, es desatada por la imprudencia de sus líderes” (nº 284).

 

El tiempo dirá si esta encíclica produce los frutos de fraternidad universal que el Papa ha querido impulsar al escribirla. En el fondo, todos estamos, desde un punto de vista humano, ante el juicio de la historia, y desde un punto de vista católico, ante el juicio de Dios.

lunes, 5 de octubre de 2020

LA MASONERÍA ELOGIA AL PAPA

 


La Gran Logia de España considera que Francisco abraza el concepto de fraternidad de la Masonería

 

(InfoCatólica) 5-10-20

 

«Hace ahora 300 años se produjo el nacimiento de la Masonería Moderna. El gran principio de esta escuela iniciática no ha cambiado en tres siglos: la construcción de una fraternidad universal donde los seres humanos se llamen hermanos unos a otros más allá de sus credos concretos, de sus ideologías, del color de su piel, su extracción social, su lengua, su cultura o su nacionalidad. Este sueño fraternal chocó con el integrismo religioso que, en el caso de la Iglesia Católica, propició durísimos textos de condena a la tolerancia de la Masonería en el siglo XIX. La última encíclica del Papa Francisco demuestra lo lejos que está la actual Iglesia Católica de sus antiguas posiciones. En 'Fratelli Tutti', el Papa abraza la Fraternidad Universal, el gran principio de la Masonería Moderna».

 

Los masones españoles citan el texto pontificio:

 

«Anhelo que en esta época que nos toca vivir, reconociendo la dignidad de cada persona humana, podamos hacer renacer entre todos un deseo mundial de hermandad», expresa abogando por «una fraternidad abierta, que permite reconocer, valorar y amar a cada persona más allá de la cercanía física, más allá del lugar del universo donde haya nacido o donde habite». Para la construcción de esa Fraternidad Universal, el Papa aboga por perseguir el horizonte de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, «no suficientemente universales».

 

Y añaden:

 

«La carta aborda el papel desintegrador del mundo digital, cuyo funcionamiento favorece los circuitos cerrados de personas que piensan del mismo modo y facilitan la difusión de noticias falsas que fomentan prejuicios y odios. «Conviene reconocer que los fanatismos que llevan a destruir a otros son protagonizados también por personas religiosas, sin excluir a los cristianos, que pueden formar parte de redes de violencia verbal a través de internet y de los diversos foros o espacios de intercambio digital. Aun en medios católicos se pueden perder los límites, se suelen naturalizar la difamación y la calumnia, y parece quedar fuera toda ética y respeto por la fama ajena», añade».

viernes, 2 de octubre de 2020

VIRUS ANTICATÓLICO EN ESTADOS UNIDOS

 

 


Denuncia Mons. Chaput


Por INFOVATICANA | 01 octubre, 2020

A raíz del encarnizamiento mediático contra la candidata a juez de la Corte Suprema Amy Coney Barrett.

(Aciprensa/InfoVaticana)- Las críticas contra Amy Coney Barrett son parte de un “virus” de “intolerancia” anticatólica, afirmó el arzobispo emérito de Filadelfia, Charles Chaput. El prelado advirtió que los ataques contra la juez nominada a la Corte Suprema de Estados Unidos deben considerarse como una amenaza a la libertad religiosa.

 

En un artículo publicado el 28 de septiembre en la revista First Things, titulado “Cuando el dogma vive fuertemente”, el prelado se refirió a las críticas contra la juez Barrett, nominada por el presidente Donald Trump para ser parte de los nueve magistrados que componen la Corte Suprema de Estados Unidos.

“Los que valoran el derecho a la libertad religiosa en nuestra Primera Enmienda deben darse cuenta de que las pruebas a las creencias son ataques a nuestra libertad religiosa”, escribió el prelado que presentó su renuncia como arzobispo de Filadelfia al cumplir los 75 años, el 26 de septiembre de 2019, como obliga el derecho canónico, la cual fue aceptada menos de cuatro meses después por el Papa.

La Primera Enmienda a la Constitución de Estados Unidos, vigente desde 1791, prohíbe la creación de leyes que establezcan oficialmente una religión, que impidan la práctica libre de la misma, que reduzca la libertad de expresión, que vulnere la libertad de prensa y que interfiera con el derecho de reunión pacífica, entre otros.

Las críticas contra Barrett, una madre católica de siete hijos, se han centrado en su fe y en su vida familiar. Varios medios se han centrado en su pertenencia al grupo carismático ecuménico People of Praise (Pueblo de Alabanza), fundado en South Bend, Indiana, en 1971.

Esta línea crítica, dijo Chaput, es un “presagio de futuros ataques contra la misma Iglesia y contra cualquier católico que sostiene [con la Iglesia] un testimonio moral”.

 

Barrett estuvo al foco mediático durante sus audiencias en 2017 ante el Senado, cuando fue nominada por Trump para una de las cortes de apelaciones de Estados Unidos. En ese proceso la senadora demócrata Dianne Feinstein dijo que “el dogma vive fuertemente” en Barrett y “eso es una preocupación”.

 

El arzobispo indicó que la “preocupación” de Feinstein es una “vulgaridad del estilo del que no sabe nada” y precisó que la senadora “está difícilmente sola en su intolerancia”. “El desdén por convicciones religiosas vigorosas, especialmente las católicas, es un virus que está dando vueltas”, escribió Chaput.

“Parece infectar a un número de senadores demócratas, incluyendo a la senadora Kamala Harris, colega de Feinstein en California y candidata a la vicepresidencia”, continuó. Los comentarios de Feinstein “nos ayudan a ver claramente cómo algunos de nuestra clase política ahora ven a los católicos que son más que católicos ‘de nombre’ en su fe”, agregó.

 

Cualquier católico bautizado es, técnicamente, católico sin importar sus acciones, precisó el prelado y advirtió que esto “a los ojos del partido Demócrata” parece no ser un problema. “Si te fotografían con las cuentas del rosario en oración es incluso mejor”, continuó y destacó que se admite la afiliación religiosa siempre y cuando no haya una adhesión doctrinal.

“Pero si eres el tipo de católico que busca disciplina en la vida considerando las creencias católicas sobre el matrimonio y la familia, la libertad religiosa, el sexo y el aborto. Bueno, ese es un tema distinto”, continuó y lamentó que el católico republicano Dan Lipinski perdió su escaño en elecciones primarias a principios de este año, debido principalmente a su postura provida. “Los católicos en este país han pasado más de medio siglo luchando por un lugar en el espacio público estadounidense. El coste ha sido alto”, subrayó Chaput.

 

El arzobispo cuestionó a quienes “posicionan a católicos que disienten como ‘estadounidenses populares’ y a los católicos que sí creen como ‘extremistas’”, ya que esto es ahora “una técnica común y deshonesta en la guerra cultural” así como “una afrenta particular al libre ejercicio de la religión”.

Chaput indicó que la actual “hostilidad hacia los que apoyan la enseñanza católica” no debe ser solo una preocupación para los católicos en Estados Unidos sino también “para cualquiera que valore la Primera Enmienda”. “Si los ataques a las creencias son un estándar para impugnar a nominados a jueces hoy, mañana serán usados en el resto de nosotros que defendemos las enseñanzas de nuestra fe”, destacó el arzobispo. “Esto pone en riesgo los derechos de muchos más estadounidenses que nunca serán nominados a corte alguna”, señaló el arzobispo emérito de Filadelfia.

 

Traducido por Walter Sánchez para Aciprensa (CNA).