existen dos
visiones de la "tradición"
Por Stefano
Fontana
Observatorio Van Thuan, 3 DE MAYO DE 2024
La idea correcta
de qué es la "tradición" es de fundamental importancia para la
Iglesia católica. En nuestro tiempo hemos sido testigos de intervenciones del
magisterio bastante disruptivas en comparación con la visión tradicional del
problema. Recordemos, por ejemplo, el cambio en el Catecismo querido por el
Papa Francisco sobre la pena de muerte. La razón dada fue que la conciencia de
la humanidad sobre este tema ha cambiado. Esto nos ha dejado perplejos porque
si esto es cierto, entonces debemos esperar otros cambios de doctrina motivados
por evoluciones en la conciencia social. Y, de hecho, muchos temen que incluso
la doctrina sobre la homosexualidad contenida en el Catecismo pueda ser
sustituida por otra más actualizada
La Exhortación
Amoris laetitia cambió muchos aspectos doctrinales: el significado del
adulterio, el significado del pecado, la existencia para la teología moral de
acciones siempre injustas, el papel de la conciencia, las condiciones para
acceder a los sacramentos y más. La declaración pura de Fiducia supplicans
contradecía varios principios heredados de la tradición como el significado de
la bendición o el juicio que debe darse sobre la convivencia de una pareja
homosexual. En muchos sectores se argumenta que es necesario revisar la
enseñanza sobre la anticoncepción expuesta en la Humanae Vitae y, de manera más
general, el actual pontificado de Francisco se interpreta como el punto de
vista desde el cual examinar la tradición y no al revés.
En pocas palabras,
en la Iglesia actual existen dos visiones de lo que es “tradición”. El
primero lo podemos llamar tradicional. Sostiene que el depósito de las
verdades reveladas ya ha sido definitivamente transmitido por la Escritura y la
tradición apostólica, como dos fuentes de revelación. No se puede agregar nada.
Lo que el magisterio enseña además no es nuevo, sino que es una explicación de
lo que la Iglesia siempre ha creído. Pensemos por ejemplo en la Inmaculada
Concepción o la Asunción de María al Cielo en cuerpo y alma.
La otra visión sostiene que la tradición no terminó con la muerte del
último apóstol, sino que continúa porque se fundamenta en la interpretación de
los acontecimientos salvíficos y de la Escritura, interpretación que continúa
en el tiempo, de lo contrario los acontecimientos de Jesucristo ya no serían
significativo para los hombres de nuestro tiempo. Para esta segunda visión, la
Iglesia siempre interpreta, ha interpretado a la Iglesia apostólica e
interpreta a la Iglesia de Francisco. La tradición sería la sedimentación
interminable de interpretaciones y el dogma sería esencialmente histórico.
Este conflicto de
visiones tradicionales se definió tras el nacimiento de la hermenéutica
moderna, contenida sobre todo en el libro Verdad y método de Hans Georg
Gadamer, alumno de Martin Heidegger. Su filosofía ha penetrado tanto en la
teología católica que la ha cambiado estructuralmente, de modo que hoy se
encuentra en todas partes. Gadamer proporcionó el marco filosófico para la
segunda versión de la tradición vista arriba. Según él, un texto, cualquier
texto, es algo autónomo respecto de su autor o autores. Esto también se aplica
a los evangelios. Un texto, una vez licenciado, tiene una vida autónoma, una
vida que se enriquece con la historia de sus efectos. Después de su
publicación, de hecho, el texto es interpretado y luego reinterpretado y luego
reinterpretado y estas interpretaciones posteriores (la historia de los efectos
precisamente) encuentran en él nuevos contenidos que los propios autores no
tenían la intención de incluir allí.
El intérprete
reescribe el texto y las interpretaciones posteriores lo enriquecen. ¿Cómo se
produce la interpretación de un texto? El intérprete parte siempre de
precomprensiones y prejuicios debidos al contexto personal, social y cultural
en el que está inserto y que no puede ignorar. Esto de vez en cuando arroja
nueva luz sobre el texto, permitiéndonos captar detalles originales y esto
constituye la tradición. Hoy podemos decir que entendemos los Diálogos de
Platón mejor que el propio Platón. Podemos decir que conocemos los
Evangelios mejor que los Apóstoles. Por esta razón se puede decir que la
revelación continuó y continúa.
De ello se deduce
que las enseñanzas del pasado ya no actuarán como guía y criterio de juicio
para las enseñanzas de hoy. Ya no será la Rerum novarum la que
"juzgue" a los Fratelli tutti sino todo lo contrario, y si Francisco
dice algo nuevo, diferente e incluso contrario a Juan Pablo II, peor para este
último, dado que posteriormente la historia de los efectos continuó y, con
ello, el enriquecimiento de significado del depósito. ¿Se ha cambiado la
doctrina de la pena de muerte apelando a la nueva sensibilidad social al
respecto? Nada malo, de hecho mucho bien, dado que la precomprensión siempre se
produce desde un contexto que arroja luz sobre el texto para comprenderlo
mejor.
La hermenéutica de
Gadamer es hoy una autoridad dogmática en el campo teológico católico. Sin
embargo, debemos decidir cuestionarlo, sin miedo a que nos consideren pasado de
moda.