POR TOMÁS I.
GONZÁLEZ PONDAL
La Prrensa,
15.09.2024
Hay distintos
tipos de envenenamientos. Uno de ellos se llama crónico, y es aquél que no se
produce de inmediato, sino que opera más lentamente, diríamos a largo plazo.
Los especialistas en el tema afirman que se produce por bioacumulación, por
caso, acumulación del gadolinio, del mercurio o del plomo.
El modernismo es
algo así como un veneno crónico: opera lentamente, destruye lentamente hasta,
finalmente, si no se pone un remedio, acaba por matar.
La cuestión de la
“Corredención de María Santísima” ayudará a comprender y comprobar lo hasta
aquí aseverado.
Pocos años atrás,
el Papa Francisco lanzó un pensamiento de siembra y cosecha propia, afirmando
que el único Redentor es Cristo, que María no es Corredentora (https://www.youtube.com/watch?v=tIYh-iZp9kA).
Francisco dijo
textualmente que “María nos protege como Madre, no como diosa, no como
corredentora. Es cierto que la piedad cristiana siempre le da títulos bonitos
como un hijo se los da a la madre (…). Pero prestemos atención: las cosas que
la Iglesia y los santos le dicen, las cosas bonitas, no quitan nada a la
unicidad redentora de Cristo. Es Él el único redentor. Son expresiones de amor
que un hijo dice a su madre a veces exageradas, pero sabemos que el amor nos
lleva a hacer cosas exageradas.”
Así, en contra de
lo que siempre se tuvo por una verdad de fe (esa es la nota), desde la
catequesis papal dada en una Audiencia General el 24 de marzo del año 2021, se
inoculó la moderna opinión de que “María no es Corredentora”.
LA TEOLOGIA
Que María es
Corredentora no es simplemente algo de piedad cristiana, es algo de las más
estricta y profunda teología. Que María es Corredentora no es un título
exagerado fruto de un amor exagerado, es fruto de la realidad que implicó el
misterio de la Salvación. No hay una sola cosa que digan los santos y mucho
menos la Iglesia sobre María Santísima que sea una exageración. Ni una sola de
las letanías con la que la Iglesia honra a la Bienaventurada Reina del Cielo es
exagerada. Que Cristo es el Redentor del mundo es incuestionable, como
incuestionable es que María Santísima es Corredentora.
Tristísimamente,
no es de extrañar que quien niega que María sea Corredentora le rinda homenaje
a la Pachamama.
Alguien podría
decir que el hecho quedó allí, como perdido en el tiempo. Podría decirse: “Ya
cayó en el olvido esa opinión, listo”. Pero no. Días atrás compartí con algunas
personas unos hermosos textos que dan cuenta de la “Corredención”, textos que
prueban la más fiel doctrina católica, y varios me salieron al paso
cuestionando con: “eso no es dogma”, “no es así”.
Alguien
manifestando ignorar el tema preguntó: “¿es dogma de fe?”. Y ahí está: tres
años arriba, uno encuentra cómo influyó en la gente la oscurísima y dañina
opinión que fuere volcada en el 2021 por el Pontífice aludido.
He comprobado lo
siguiente: la gente ya casi no habla de “dogma de fe”, pues, entre las cosas
que el modernismo quiso liquidar están los dogmas. Ahora, últimamente, con un
documento titulado El obispo de Roma, aprobado por Francisco y que ha pasado
bastante desapercibido, se ha pretendido reformular el Concilio Vaticano I,
todo con aportes luteranos-metodistas-bautistas-ortodoxos y otras yerbas de
análogas parcelas. Reformulación del Primado de Pedro, reformulación de la
Infalibilidad. Nada queda en pie con el modernismo. No obstante ello, qué
notable: para liquidar la doctrina católica de la Corredención de Nuestra
Señora, ahí sí se sirven de que “eso no es así, no es dogma”. Y entonces muchos
salen repitiendo “no es dogma, no es dogma”, y ya con eso tienen por descartado
una verdad de fe bimilenaria.
Así, vemos los
pasos del modernismo, al que no le importa las definiciones dogmáticas, pero
cuando le conviene entra en tema para decir “en este caso no la hay”, y así
pretender dejar fuera de camino lo que es una verdad de fe.
El modernismo
detesta ser dogmático, salvo cuando se trata de liquidar la Tradición Católica.
Pero como en definitiva ir contra la Tradición Católica siempre fue su guerra,
aunque no lo diga, tiene bien arraigado su deseo de que sus propuestas sean
adoradas como dogmas irrefutables.
EL ATAQUE
Por si alguien no
lo ha advertido aún, el ataque a la Corrdención de María, no estriba en una
suerte de gran dificultad u oscuridad teológica -y digo esto porque ya veo
flotando sobre mi cabeza algunos “nubarrones negros” que pretenderán dar cabida
a lo contrario-, sino, lisa y llanamente, porque el modernismo busca
afanosamente congraciarse con quienes llama “sus hermanos protestantes”, y son
estos los que no menos afanosamente se desviven por eliminar a la Bienaventurada
Virgen María de su misión Corredentora.
En la enjundiosa,
profunda y clarísima obra Teología de San José, el docto dominico Fray
Bonifacio Llamera, disertando sobre la Corredención, expresa: “Es verdad de fe
que la Santísima Virgen contribuyó a la redención humana, siendo hecha consorte
con Cristo Redentor, es decir, compañera suya en nuestra reparación. Esto no
admite discusión de los teólogos (…). Teólogos marianos ya habían proclamado
esta doctrina, como San Juan Eudes, San Luis María Grignion de Monfort.
San Juan Eudes
dice: ‘Desde el momento en que la bienaventurada Virgen prestó consentimiento a
la encarnación del Hijo de Dios dentro de sus entrañas, contribuyó a la
salvación de todos los elegidos (…).
San Luis María
Grignion de Monfort: ‘Si Jesucristo, cabeza de los hombres, ha nacido de ella,
de la Santísima Virgen María, los predestinados, que son miembros de esa
cabeza, deben también nacer de ella por consecuencia necesaria. Una misma madre
no da a luz la cabeza sin los miembros, ni los miembros sin la cabeza, de otra
suerte produciría un monstruo de la naturaleza” (ed. B.A.C., España, 1953,
págs. 148 a 153).
SIETE RAZONES
Dicho lo anterior,
agrego lo siguiente según reflexión personal. María Santísima es Corredentora
por siete razones:
a. Por disposición
de la adorabilísima Trinidad.
b. Por
consentimiento expreso de ella.
c. Por razón de
“fruto y árbol”.
d. Por razón de la
herida del corazón.
e. Por razón de la
entrega.
f. Por razón
histórica.
g. Por razón de la
palabra mariana.
a. En primer lugar
y antes que nada, afirmo que la Virgen María es Corredentora por disposición de
Dios. Él así lo ha querido, y punto. Él no quiso venir a este mundo sino era
por medio de Su Madre. De modo que el Salvador dispuso traernos la salvación encarnándose
en el purísimo vientre de María, y dispuso llevarnos a la salvación haciendo
que nos valiésemos de María. La Reina Inmaculada está entonces ligada
inconcusamente a nuestra salvación. Podemos ver dicha “disposición” recurriendo
al Profeta Isaías: “Por tanto, el Señor mismo os dará una señal: He aquí que la
virgen concebirá, y dará a luz un hijo y le pondrá por nombre Emmanuel” (7,
14). Más claro que el agua: “el Señor mismo os dará una señal”. Él quiso
entonces asociar a la Santísima Virgen a la obra Redentora.
b. En segundo
lugar, la Inmaculada es Corredentora por consentimiento: Ella con su “Fiat” fue
Puerta abierta para que ingresase a esta Tierra de llanto la Alegría absoluta,
nuestra salvación. Su “Fiat” nos trajo la salvación, pues entonces, ¿en qué
cabeza cabe negarle a la más hermosa de las criaturas salidas de la mano de la
Trinidad el tener una misión Corredentora?
c. En tercer
lugar, afirmé que la Bienaventurada Virgen María es Corredentora por razón de
“fruto y árbol”. Santo Tomás de Aquino comparte bellísimamente con San Eusebio,
lo siguiente: “se afirma que Cristo es fruto del vientre y así se refuta a
Eutiqes. En efecto, todo fruto es de la misma naturaleza que la planta de donde
procede. De donde se deduce que la Virgen es de la misma naturaleza que el
segundo Adán, que quita el pecado del mundo (…). El mismo fruto nace de la
misma sustancia del árbol” (Catena Aurea, Tomo IV, San Lucas, ed. Cursos de
Cultura Católica, Buenos Aires, 1946, p. 26).
HERIDA Y ENTREGA
d. En cuarto
lugar, dije, por razón de la herida del corazón. Cuando María Santísima y San
José presentaron al Niño Dios en el templo conforme lo prescribía la ley judía,
el anciano Simeón le dijo a ella: “a ti misma una espada te atravesará el
corazón”. Asociación profética que vincula, entre otros dolores, la herida del
Sagrado Corazón de María con la herida del Sagrado Corazón de Jesús causada por
la lanzada que dio el soldado Longino, pues, a no dudarlo, la lanzada fue
también espada que atravesó el Corazón Inmaculado de la Madre. Todo el Corazón
de María fue todo Cristo, y como ninguna otra criatura pensante, la
inteligencia, la voluntad, los sentimientos, todo en María fue Jesús: por eso
lo que traspasó al Hijo traspasó a la Madre, lo que hirió al Hijo hirió a al
Madre, lo que hizo sufrir al Hijo hizo sufrir a la Madre.
e. En quinto
lugar, por razón de la entrega. Sabemos que cuando María Santísima estaba al
pie de la Cruz, el Divino Crucificado la entregó por madre a San Juan, entrega
en la que, conforme enseñanza católica, también nos la dio a nosotros por Madre
para que le amemos y nos lleve a Cristo. De modo que, si Jesús mismo nos da a
Su Madre para que nos conduzca a Él, de alguna manera, como se ve, la redención
nos llega por ella. Luego, es Corredentora.
f. En sexto lugar,
por razón histórica. Si, como dice la Iglesia y festejan los santos, fue por
medio de Eva que Adán pecó y así entró el mal en el mundo, y fue por medio de
María que nos vino el Redentor y la redención, no encuentro nada más justo que
declarar a la Inmaculada como Corredentora. Comenta Santo Tomás en su Catena
Aurea: “Bendita eres entre las mujeres, a saber una sola entre todas las
mujeres; para que también sean bendecidas en ti las mujeres como los hombres
serán bendecidos en tu Hijo, o más bien en los dos unos y otros: porque así
como por medio de una mujer y un hombre entraron en el mundo el pecado y la
tristeza, así ahora por una mujer y por un hombre vuelven la bendición y la
alegría y se derraman sobre todos” (Tomo IV, San Lucas, ed. Cursos de Cultura
Católica, Buenos Aires, 1946, págs. 16 y 17). Clarísimo, ¿no? “Por una mujer y
por un hombre vuelven la bendición y la alegría”. Luego, María es Corredentora.
g. En séptimo
lugar, por razón de la palabra mariana. ¿Qué es esto? La misma Santísima Virgen
María ha dicho en el Magnificat movida por el Espíritu Santo: “Porque me ha
hecho grandes cosas, el que es poderoso y santo el nombre”. Sí, amadísima
Madre: “Te hizo Puerta de salvación”. Y por si quedase dudas de lo afirmado,
comentando San Agustín las palabras marianas indicadas, manifiesta: “¿Qué cosas
grandes te hizo? Creo que siendo criatura dieras a luz al Criador, y que siendo
esclava engendraras al Señor, para que Dios redimiese al mundo por ti, y por ti
también le volviese la vida” (Santo Tomás de Aquino, Catena Aurea, tomo IV, San
Lucas, ed. Cursos de Cultura Católica, Buenos Aires, 1946, págs. 16 y 17).
¿Se ve? Lo
pondremos bien en grande para que no queden dudas de las palabras agustinianas:
“Para que Dios REDIMIESE al mundo POR TI, y POR TI le VOLVIESE la vida”. Luego,
de rondón ha de afirmarse que María Santísima es Corredentora.
Para vergüenza y
escándalo de todo el protestantismo y de todo el modernismo, las palabras de
San Agustín que cité, fueran pronunciadas en el siglo V.
Inicialmente hablé
de veneno, luego, como pudo apreciarse, diserté sobre el remedio: con él
concluyo ahora. ¿Dónde hoy por hoy se encuentra que María es Corredentora? Una
vez más, queridos lectores, solo lo hallarán en la Sana Doctrina de la Iglesia
Católica, y que, por tanto, está enraizada en la Tradición Católica, aquella
que al modernismo le produce verdadera náusea, al punto de preferir denigrar a
la Corredentora para congraciarse con uno de los más grandes enemigos de ella:
el protestantismo.
Se enseña teológicamente
con absoluta precisión que de Maria nunquam satis (“de María nunca se dirá
suficiente”). No es una exageración, sino una realidad incuestionable. Siempre
quedaremos cortos para expresar las Glorias de María. María Santísima no es una
diosa al estilo pagano, porque sencillamente una diosa está muerta, es falsa,
no tiene gracia y lleva a la idolatría: la Pachamama es una diosa. María
Santísima es Madre de la Vida y vida en la Vida, todo en ella es verdad, está
llena de gracias y conduce a la latría: ella no es diosa, es sin exageración y
para escándalo del modernismo: Madre de Dios.
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