jueves, 29 de enero de 2009

La Inquisición


¿Seguiremos repitiendo leyendas?

Usted ya sabe que en toda guerra existe lo que se llama "propaganda de guerra". ¿En qué guerra no la ha habido? Pues bien: no olvide que España en el siglo XVI era la primera potencia mundial; casi todas las naciones europeas eran enemigas suyas, al mismo tiempo era la principal muralla contra el protestantismo.
La única vez que se han juntado contra una potencia el odio nacional y el religioso, los dos más grandes odios que existen.
¿Le extraña entonces que haya habido una "propaganda de guerra" proporcionada? ¿No ha oído lo que dicen hoy de los Estados Unidos todos los comunistas del mundo?

Ya puede ser una mujer todo lo honrada que se quiera, que si una lengua viperina lanza con el anónimo una calumnia contra aquella mujer, y más si es envidiada por su posición y poder, todo el mundo la señalará con el dedo y se harán comentarios maliciosos a su paso.
Que la acusen a Ud. de estafador. Tres palabras bastan. Pero el refutarlo le llenará montañas de razones, testimonios y pruebas. La acusación se lee en un momento, pero ¿quién va a tener humor para leer la defensa, sobre todo si hay animadversión contra Ud.?
Le voy a dar a Ud. una receta fácil y eficaz de demagogia: Pinte Ud. una cárcel lóbrega, por las paredes instrumentos de tortura, tres curas sentados tras una mesa, a poder ser bien gordos (es de más efecto), regodeándose en ver cómo se tortura a un hombre en el potro, o se le queman las plantas de los pies: si es una mujer, todavía tiene más efecto. Debajo un letrero: "Los horrores de la Inquisición". No se preocupe de más. Nadie va a ir a averiguar si Ud. miente o no. Llevaría mucho trabajo y estudio.
Sin embargo ahí van unas cuantas observaciones que no debe Ud. olvidar en este asunto:
Una institución, una persona hay que juzgarla dentro de la mentalidad de su época. ¿Condenaría Ud. de inculto o bárbaro a un profesor de universidad del siglo XVI porque ignoraba lo que es la electricidad, la televisión y la propulsión a chorro?

Pues bien, tenga presente que en aquella época la herejía era considerada como una conspiración contra el Estado. Estaban tan compenetrados el Estado y la religión que poner en peligro uno, era poner en peligro al otro. Tanto o más que hoy el comunismo.
¿Pruebas? En Alemania y Francia las guerras de religión duraron más de un siglo: hubo cientos de miles de muertos. La Inquisición fue creada por los Reyes de España para evitar que pasara lo mismo.
De hecho los judíos y los moriscos trataron más de una vez de que los turcos invadieran España.
No se olvide que entonces la pena de muerte se daba muy fácilmente. En 1598 sólo en la prisión de Exeter, Inglaterra, fueron ajusticiadas 74 personas, muchos por haber robado una oveja (Hamilton).
Sir James Stephen calcula que en 300 años hubo en Inglaterra 264.000 condenados a muerte por diversos delitos. Unos 800 por año (más de dos por día).
¿Sabe Ud. que muchas veces los ladrones cuando huyen gritan: "al ladrón, al ladrón", para despistar? Los protestantes se llevan las manos a la cabeza ante la "crueldad" de la Inquisición. Pues bien, ahí van unos datos sueltos sacados de historiadores serios, conocidos, casi todos protestantes.
Lutero, fundador del protestantismo: En 1525 escribe a los nobles: "Matad cuantos campesinos podáis: hiera, pegue, degüelle quien pueda. Feliz si mueres en ello, mueres en obediencia a la Palabra divina". Más de cien mil labriegos perecieron.
En Sajonia protestante, la blasfemia tenía pena de muerte. Calvino mandó quemar a Servet (médico católico que descubrió la circulación de la sangre, y a quien eliminaron por "contradecir" a la Biblia con dicho descubrimiento) y otros muchos.
En 1560 el Parlamento escocés decretó pena de muerte contra todos los católicos.

Ahí van algunos artículos del código inglés para Irlanda:
"El Católico que enseña a otro católico o protestante será ahorcado".
"Si un católico adquiere tierras, todo protestante tiene el derecho de despojarle".
"Destierro perpetuo a todo sacerdote católico; quienes lo eludan, sean medio ahorcads vivos y luego descuartizados". ¿Para qué seguir?
Las comunidades calvinistas de París, Orleans, Ruan, Lyon, Angey en sínodo general en 1559, decretan pena de muerte a los herejes.
En Alemania fueron quemadas más de 100.000 brujas. Hasta niños de siete años y ancianos moribundos. Un juez solo, quemó en 16 años a 800 brujas (un promedio de 50 personas al año).
¿No sabe Ud. que Estados Unidos debe su fundación a puritanos que huían de la persecución religiosa de Inglaterra?

Y la Inquisición española ¿qué?
No se vio libre de las ideas de su tiempo y participó de la crueldad general. Pero tenga Ud. en cuenta los siguientes puntos:
El número de protestantes condenados a muerte, desde 1520 hasta 1820 en que fue suprimida, o sea en 300 años, según el investigador protestante alemán que se especializó en este tema, Schafer, fue de 220; de ellos sólo 12 fueron quemados. Ya ve: no toca ni a uno por año. ¿Qué pasa con la imagen del inquisidor parado en frente de hileras interminables de piras con condenados? Pasa que es mentira. Les advierto lealmente que la Inquisición actuaba también contra los moriscos y judaizantes y por eso el número de víctimas fue mayor.

La Inquisición no admitía todos los tormentos que eran usuales en aquella época en toda Europa. Sólo se podían aplicar una sola vez, en presencia del médico que podía suspenderlos si el reo recibía daño en la salud. Vea Ud. en cambio lo que se daban en la famosa torre de Londres a los católicos y se quedará asustado. Fue el primer tribunal del mundo que suprimió el tormento cien años antes de ser extinguida. El investigador norteamericano Mr. G. Lea, que ha escrito una obra en varios volúmenes sobre la Inquisición dice: "La Inquisición española en general fue menos cruel que los tribunales laicos al ejecutar la tortura".
No se podía aprisionar a nadie hasta que no hubiese tales pruebas que fuese evidente el delito. Se necesitaban por lo menos siete testigos juramentados ante Notario. No se admitían denuncias anónimas.
Si se confesaban y se arrepentían antes de dar la sentencia definitiva, se les absolvía con un castigo mayor o menor según lo que hubiesen tardado.
El reo tenía derecho a presentar cuantos testigos quisiese.
El reo podía estar en la cárcel, si era casado, con su mujer; si tenía criados le podían servir.
Si era culpable, el tribunal dictaba la sentencia, que debía ser confirmada por el Tribunal Supremo, al que se podía apelar y se le entregaba al Estado, el cual se encargaba de cumplir la sentencia. Las penas eran las más usuales entonces.
Y por último, tenga Ud. presente que gran parte de las acusaciones están tomadas de un sacerdote apóstata, Juan Antonio Llorente, que fue secretario de la Inquisición (se puso de parte de los invasores franceses en la guerra de la Independencia, tuvo que huir a Francia), y que él mismo confiesa que quemó todos los datos oficiales de que se sirvió para su obra. ¡Estupendo! Que le acusen a Ud. de haber falsificado cheques, y cuando pida Ud. las pruebas incriminatorias, le conteste su acusador que las quemó... Si eran tan comprometedoras para la Inquisición ¿por qué nos las publicó?
Vayamos terminando, poco a poco, con las horribles acusaciones con que han ido manchando a la Iglesia para los bajos fines de los acusadores...

Revista Arbil

Reproducido de: http://apologetica.org

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