una ráfaga de Dubia golpea a Francisco
Riccardo Cascioli
Brújula
cotidiana, 02_10_2023
Queridos
católicos, con motivo del Sínodo (y no sólo) “altos prelados” hicieron
declaraciones gravemente contrarias a la fe católica que nunca son corregidas
por quien debería hacerlo. Por este motivo hemos planteado al Papa Francisco
preguntas específicas, según la tradición de la Iglesia, a las que sin embargo
no responde. Por eso las hacemos públicas, para que no se desorienten por la
confusión reinante y no caigan en el error. Este es el contenido de la Carta a
los fieles laicos firmada por cinco cardenales (Raymond Leo Burke, Walter
Brandmüller, Robert Sarah, Joseph Zen Ze-kiun y Juan Sandoval Íñiguez), hecha
pública este 2 de octubre, acompañada de las cinco Dubia presentadas al Papa
Francisco y que la Brújula Cotidiana publica en exclusiva.
Las “Dubia” son
preguntas formales planteadas al Papa y a la Congregación para la Doctrina de
la Fe para pedir aclaraciones sobre temas particulares relacionados con la
doctrina o la práctica. Como se recordará, ya en 2016 se presentaron cinco
Dubia al Papa Francisco, tras la publicación de la exhortación post-sinodal
Amoris Laetitia: en aquella ocasión también estaban las firmas de los cardenales
Burke y Brandmüller, a los que se sumaron los cardenales Carlo Caffarra y
Joachim Mesner, ya fallecidos. Desde entonces, el Papa Francisco nunca ha
respondido directamente la Dubia; sólo hemos visto respuestas indirectas que se
desprenden de sus actitudes.
Ahora el guion
parece repetirse, aunque con dos importantes novedades: en primer lugar, se
amplía el número de cardenales que firman la Dubia (ahora hay un representante
para cada continente). Y hay que recordar que los cardenales firmantes deberían
haber sido seis, porque el cardenal australiano George Pell, fallecido
repentinamente el 11 de enero, estuvo muy activo en el proceso para la
formulación de la Dubia.
En segundo lugar,
esta vez tenemos dos versiones de la Dubia: la primera está fechada el 10 de
julio. A esta el Papa Francisco incluso respondió al día siguiente, pero no en
forma canónica, sino en forma de una carta que, sin embargo, como es su estilo,
escapa al meollo de la cuestión. Entonces los cinco cardenales reformularon la
Dubia para que el Papa pudiera responder simplemente con un “sí” o un “no”.
Así, reformulada, fue enviada nuevamente al Papa Francisco el 21 de agosto.
Desde entonces ha habido silencio.
Al leer el
contenido de las preguntas, de hecho, se entiende por qué en los últimos
tiempos el cardenal Burke ha sido objeto de críticas polémicas tanto por parte
del Papa - en la rueda de prensa a su regreso de Mongolia - como por parte del
nuevo prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, Víctor Manuel
Fernández, en la entrevista con el National Catholic Register. Quizás sea una
señal del nerviosismo que genera esta iniciativa y que ahora recae sobre un
Sínodo que está suscitando mucha polémica tanto sobre los contenidos como por
los métodos de implementación y comunicación.
De hecho, los
cinco Dubia van al corazón de los temas que se tratarán en el Sínodo o, en
cualquier caso, son fundamentales para comprender lo que está en juego en la
asamblea sinodal. Vale recordar el evento “La Babel sinodal”, que la Brújula
organiza en Roma este 3 de octubre.
El hecho de que se
hagan públicos en vísperas del Sínodo es significativo de la preocupación de
amplios sectores de la Iglesia por lo que está sucediendo y por las
declaraciones de quienes liderarán el Sínodo.
He aquí un resumen
de las preguntas planteadas por los cinco cardenales:
1. El primer
Dubium se refiere al valor inmutable de la Divina Revelación. En la primera
versión se hace referencia a quienes sostienen que “la Divina Revelación debe
ser reinterpretada de acuerdo con los cambios culturales de nuestro tiempo”. Y
por eso se pregunta al Papa “si la Divina Revelación es vinculante para
siempre, inmutable y, por tanto, no debe ser contradicha”. Ante la respuesta
evasiva, en la reformulación se pregunta aún más precisamente si es posible que
“la Iglesia enseñe hoy doctrinas contrarias a las que enseñaba anteriormente en
materia de fe y de moral”.
2. La segunda
pregunta es en cierto modo un ejemplo de la primera. Es decir: dada la difusión
de la práctica de bendecir las uniones entre personas del mismo sexo, ¿se puede
decir que esto está de acuerdo con la Revelación y el Magisterio?
En la
reformulación la pregunta se vuelve doble, porque está claro que esta bendición
no concierne tanto a personas individuales como a la homosexualidad en sí
misma. Y de hecho la pregunta es: “¿Es posible que en algunas circunstancias un
pastor pueda bendecir las uniones entre personas homosexuales, sugiriendo así
que el comportamiento homosexual como tal no sería contrario a la ley de Dios y
al camino de la persona hacia Dios?”. Y, en segundo lugar, como consecuencia,
pasamos a cualquier acto sexual fuera del matrimonio, el homosexual en
particular: ¿sigue siendo un pecado objetivamente y siempre grave?
3. La tercera
pregunta se refiere a la sinodalidad, que algunos consideran una “dimensión
constitutiva de la Iglesia”. ¿No significaría esto una subversión del orden
querido por el mismo Jesús según el cual “la autoridad suprema de la Iglesia es
ejercida” por el Papa y el colegio episcopal? En la reformulación, la pregunta
se vuelve aún más precisa y actual: ¿se le dará al Sínodo el poder de pasar por
encima de la autoridad del Papa y del colegio de obispos sobre los asuntos
doctrinales y pastorales que tratará?
4. El cuarto
Dubium se centra en la posibilidad de la ordenación sacerdotal de las mujeres,
lo que pone en discusión tanto la definición de sacerdocio ministerial,
reafirmada por el Concilio Vaticano II, como la enseñanza de San Juan Pablo II
que ya había dado por definido este tema. Y en la reformulación se pregunta si
no existirá en el futuro esa posibilidad.
5. El último
Dubium se refiere al perdón definido como “derecho humano” y a la absolución de
los pecados siempre y en cualquier caso, como ha insistido varias veces el Papa
Francisco. ¿Se puede ser absuelto sin arrepentimiento, contradiciendo todo lo
que la Iglesia siempre ha enseñado? En la reformulación, la pregunta se
especifica aún mejor: ¿puede ser sacramentalmente absuelto una persona que
rechaza la resolución de no cometer el pecado confesado?
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