sábado, 4 de mayo de 2024

EN LA IGLESIA ACTUAL


existen dos visiones de la "tradición"

 

Por Stefano Fontana

 

 Observatorio Van Thuan, 3 DE MAYO DE 2024

 

La idea correcta de qué es la "tradición" es de fundamental importancia para la Iglesia católica. En nuestro tiempo hemos sido testigos de intervenciones del magisterio bastante disruptivas en comparación con la visión tradicional del problema. Recordemos, por ejemplo, el cambio en el Catecismo querido por el Papa Francisco sobre la pena de muerte. La razón dada fue que la conciencia de la humanidad sobre este tema ha cambiado. Esto nos ha dejado perplejos porque si esto es cierto, entonces debemos esperar otros cambios de doctrina motivados por evoluciones en la conciencia social. Y, de hecho, muchos temen que incluso la doctrina sobre la homosexualidad contenida en el Catecismo pueda ser sustituida por otra más actualizada

La Exhortación Amoris laetitia cambió muchos aspectos doctrinales: el significado del adulterio, el significado del pecado, la existencia para la teología moral de acciones siempre injustas, el papel de la conciencia, las condiciones para acceder a los sacramentos y más. La declaración pura de Fiducia supplicans contradecía varios principios heredados de la tradición como el significado de la bendición o el juicio que debe darse sobre la convivencia de una pareja homosexual. En muchos sectores se argumenta que es necesario revisar la enseñanza sobre la anticoncepción expuesta en la Humanae Vitae y, de manera más general, el actual pontificado de Francisco se interpreta como el punto de vista desde el cual examinar la tradición y no al revés.

 

En pocas palabras, en la Iglesia actual existen dos visiones de lo que es “tradición”. El primero lo podemos llamar tradicional. Sostiene que el depósito de las verdades reveladas ya ha sido definitivamente transmitido por la Escritura y la tradición apostólica, como dos fuentes de revelación. No se puede agregar nada. Lo que el magisterio enseña además no es nuevo, sino que es una explicación de lo que la Iglesia siempre ha creído. Pensemos por ejemplo en la Inmaculada Concepción o la Asunción de María al Cielo en cuerpo y alma.

La otra visión sostiene que la tradición no terminó con la muerte del último apóstol, sino que continúa porque se fundamenta en la interpretación de los acontecimientos salvíficos y de la Escritura, interpretación que continúa en el tiempo, de lo contrario los acontecimientos de Jesucristo ya no serían significativo para los hombres de nuestro tiempo. Para esta segunda visión, la Iglesia siempre interpreta, ha interpretado a la Iglesia apostólica e interpreta a la Iglesia de Francisco. La tradición sería la sedimentación interminable de interpretaciones y el dogma sería esencialmente histórico.

 

Este conflicto de visiones tradicionales se definió tras el nacimiento de la hermenéutica moderna, contenida sobre todo en el libro Verdad y método de Hans Georg Gadamer, alumno de Martin Heidegger. Su filosofía ha penetrado tanto en la teología católica que la ha cambiado estructuralmente, de modo que hoy se encuentra en todas partes. Gadamer proporcionó el marco filosófico para la segunda versión de la tradición vista arriba. Según él, un texto, cualquier texto, es algo autónomo respecto de su autor o autores. Esto también se aplica a los evangelios. Un texto, una vez licenciado, tiene una vida autónoma, una vida que se enriquece con la historia de sus efectos. Después de su publicación, de hecho, el texto es interpretado y luego reinterpretado y luego reinterpretado y estas interpretaciones posteriores (la historia de los efectos precisamente) encuentran en él nuevos contenidos que los propios autores no tenían la intención de incluir allí.

El intérprete reescribe el texto y las interpretaciones posteriores lo enriquecen. ¿Cómo se produce la interpretación de un texto? El intérprete parte siempre de precomprensiones y prejuicios debidos al contexto personal, social y cultural en el que está inserto y que no puede ignorar. Esto de vez en cuando arroja nueva luz sobre el texto, permitiéndonos captar detalles originales y esto constituye la tradición. Hoy podemos decir que entendemos los Diálogos de Platón mejor que el propio Platón. Podemos decir que conocemos los Evangelios mejor que los Apóstoles. Por esta razón se puede decir que la revelación continuó y continúa.

 

De ello se deduce que las enseñanzas del pasado ya no actuarán como guía y criterio de juicio para las enseñanzas de hoy. Ya no será la Rerum novarum la que "juzgue" a los Fratelli tutti sino todo lo contrario, y si Francisco dice algo nuevo, diferente e incluso contrario a Juan Pablo II, peor para este último, dado que posteriormente la historia de los efectos continuó y, con ello, el enriquecimiento de significado del depósito. ¿Se ha cambiado la doctrina de la pena de muerte apelando a la nueva sensibilidad social al respecto? Nada malo, de hecho mucho bien, dado que la precomprensión siempre se produce desde un contexto que arroja luz sobre el texto para comprenderlo mejor.

 

La hermenéutica de Gadamer es hoy una autoridad dogmática en el campo teológico católico. Sin embargo, debemos decidir cuestionarlo, sin miedo a que nos consideren pasado de moda.

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