“Ni siquiera el Papa puede decidir bendecir a
las parejas homosexuales”
Nico Spuntoni
Infobae,
04-04-2023
“La bendición de
parejas homosexuales es una herejía. Los obispos belgas no pueden legitimarlas
remitiéndose a supuestas declaraciones del Papa. Aunque lo hubiera dicho, no es
de su competencia cambiar la Revelación”. “El objetivo del Camino Sinodal
alemán es convertirse en la locomotora de la Iglesia universal”. “Ir en contra
del rito antiguo es absurdo”. “La Curia Romana no es el Estado Vaticano, su
secularización es un error teológico”. De todo esto ha hablado el cardenal
Müller con la Brújula Cotidiana.
Es difícil
imaginar que el piso de Borgo Pio donde vivió Joseph Ratzinger hasta su
elección en 2005 pudiera acabar en manos más adecuadas. Hoy, de hecho, el
inquilino es uno de esos pocos prelados que podrían dirigirse a Benedicto XVI
con un “tú” y al que el propio Papa alemán quiso en 2012 como prefecto para la
Congregación para la Doctrina de la Fe, el cardenal Gerhard Ludwig Müller. La
casa, de hecho, se presenta a los invitados como probablemente era durante los
veintitrés años de estancia del que los enemigos llamaban despectivamente el
panzerkardinal: llena de libros. La Brújula Cotidiana se ha reunido con él con
motivo de la publicación en Italia de su libro dedicado al Papado, “Il Papa.
Ministerio y missione”, que ofrece su punto de vista teológico sobre la misión
del Sucesor de Pedro. Inevitablemente, la conversación nos lleva a la situación
actual de la Iglesia.
Eminencia, ¿por
qué ha calificado las palabras de Pío XI condenando el desarrollo de las
Iglesias nacionales como “palabras verdaderamente proféticas, que conservan su
sentido incluso en la confrontación actual con las reivindicaciones
totalitarias impulsadas por los medios de comunicación”?
La Iglesia
nacional representa una perfecta contradicción contra la voluntad de Dios de
salvar a toda la humanidad y unificar a todos los hombres en el Espíritu Santo.
No se puede reducir la fe a una sola nación, como hacen los ortodoxos con la
autocefalia. Este es un principio no católico. Somos la Iglesia católica, es
decir, universal, para todos los pueblos.
Es inevitable
pensar en lo que está ocurriendo en “su” Alemania. ¿Teme que los resultados de
la vía sinodal alemana contagien al próximo Sínodo sobre la sinodalidad?
Por supuesto que
sí. Los promotores y partidarios de la vía sinodal alemana no quieren separarse
de la Iglesia católica, sino que, por el contrario, quieren convertirse en su
locomotora. Su agenda es conocida desde hace más de medio siglo y sigue siendo
la del ZDK (Comité Central de los Católicos Alemanes, ed). No son la verdadera
representación del laicado alemán, sino funcionarios que llevan décadas
luchando contra el celibato sacerdotal, contra la indisolubilidad del
matrimonio y a favor de la ordenación de mujeres.
Estas propuestas
se han presentado durante el proceso del Sínodo como la solución al problema de
los abusos a menores cometidos por clérigos. La admisión de culpabilidad y la
dimisión por la mala gestión de los casos por parte de los obispos alemanes que
encabezaban el Camino, ¿acaso no han minado la credibilidad de esta narrativa?
La verdad es que
en Alemania ha habido una gran instrumentalización de estos tristes sucesos
cometidos por algunos sacerdotes para introducir una proyecto que ya existía
antes y que no tiene nada que ver con esta tragedia. Pero, por otro lado, los
grandes medios de comunicación en Alemania no hacen más que ensalzar los
cambios de doctrina promovidos por el Camino Sinodal. Para ellos, lo único
bueno en la Iglesia es la asamblea de Frankfurt, mientras que todo lo demás es
vilipendiado y se utilizan los calificativos de conservador ¡o incluso
fascista! La mayoría de la prensa alemana está a favor del Camino Sinodal no para
mejorar la Iglesia, sino para destruirla. No es casualidad que hablen de casos
de pederastia cometidos por sacerdotes mientras callan sobre los cometidos en
el deporte, la universidad o la política, donde el porcentaje de delitos es aún
mayor. Los que siempre han estado en contra del celibato sacerdotal y de la
moral sexual de la Iglesia han encontrado ahora en la tragedia de los abusos a
menores cometidos por sacerdotes un instrumento para destruir lo que siempre
han querido destruir.
Siguiendo con el tema
de la vía sinodal alemana, ¿ha escuchado usted la intervención del obispo de
Amberes, monseñor Johan Bonny, que apoyó la causa de las bendiciones para las
parejas homosexuales reivindicando el esquema que la Conferencia Episcopal
Belga llevó a Roma? Según su versión, una presunta “autoridad vaticana” les ha
dicho a los obispos que era su decisión e incluso el Papa les habría respondido
con la frase: “Es vuestra decisión, puedo entenderlo”.
Hoy en día, los
que tienen posiciones heterodoxas tratan de legitimarse haciendo referencia a
supuestas declaraciones o entrevistas de Francisco. Pero de esta forma se
extralimitan en sus competencias. En la historia ha habido muchos obispos
herejes. Este esquema a favor de la bendición a parejas homosexuales es una clara
herejía. Para legitimarlo no pueden referirse a un momento en que el Papa les
hubiera dicho algo. Incluso si el Papa lo hubiera dicho, nunca pueden
introducir la bendición de parejas del mismo sexo como si fuera un matrimonio.
Es absolutamente imposible. No es competencia de ningún Papa cambiar la
Revelación y la base de la moral cristiana y católica. Y mucho menos puede
hacerlo una conferencia episcopal. Son actos contra la Iglesia.
¿Cree que el
Dicasterio para la Doctrina de la Fe debe intervenir para llamar al orden al
obispo de Amberes?
Sí, debe
intervenir.
Si usted fuera aún
el prefecto, ¿habría intervenido?
Quizá ya no me
quieren como prefecto precisamente porque habría intervenido [Risas, ed.]. Es
el deber del prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe. No se puede
razonar sólo con una lógica política o diplomática. Ha llegado el momento de
confesar la verdad.
En el libro sobre
el Concilio Vaticano II ha escrito que “sólo puede haber una hermenéutica de la
reforma y de la continuidad”. Hace unos días, para justificar las restricciones
a la liberalización de la llamada Misa Tridentina, el cardenal Arthur Roche ha
dicho que “la teología de la Iglesia ha cambiado”. ¿Cómo juzga usted estas
palabras?
Como teólogo, no
estoy contento con esta afirmación del cardenal Roche. La fe es siempre la
misma. No podemos cambiar la fe. La teología se desarrolla, pero siempre sobre
la base de la misma fe. El Concilio Vaticano II no ha cambiado la fe sobre el
sacramento de la Eucaristía. La Eucaristía es la representación sacramental del
sacrificio de Jesucristo, la presencia real de Jesucristo. Sólo las formas
litúrgicas se han desarrollado a través de esta buena idea de la participación
activa de todos los fieles. La forma externa de la liturgia se ha desarrollado,
pero no hay cambios sustanciales. Creo que, para poder hablar al respecto,
habría que hacerlo con un conocimiento profundo de la teología del desarrollo
de la misa y de la liturgia. Los grandes Concilios sobre la Eucaristía -el
Concilio de Trento y el Vaticano II- enseñan que nunca ha habido un solo rito
en la Iglesia católica.
Entonces, ¿no
considera que la llamada Misa Tridentina sea una amenaza para la unidad de la
Iglesia?
No, como tal no.
Hay algunos que dicen que ésta es la única forma ortodoxa y que la forma
desarrollada después del Concilio Vaticano II no es válida. Son extremistas.
Pero no se debe reaccionar para castigar de forma extremista a unos pocos
extremistas, yendo contra la gran mayoría de estas comunidades que aman a la
Iglesia, al Papa y las enseñanzas del Concilio Vaticano II. Extremistas hay en
ambos lados: por un lado, están los que dicen que la ortodoxia depende sólo del
rito. Entonces, ¿los greco-católicos no tienen una misa verdadera? Esto es
absurdo. Estas declaraciones públicas se hacen sin una reflexión profunda.
¿Aconsejaría al
Santo Padre retirar las restricciones del rescriptum ex audientia firmado por
el cardenal Roche?
Sería mejor
aplicar la línea de Benedicto XVI, el mayor conocedor de la liturgia y también
el mayor teólogo. La máxima autoridad de la Iglesia debe buscar siempre la
reconciliación. Es necesaria una dialéctica que encuentre un camino hacia la
paz. La Iglesia es en Cristo el símbolo de la unidad de la humanidad. Y añado
una cosa más.
Adelante.
Estas comunidades
asociadas a la llamada misa latina sufren el prejuicio de ser enemigas del
Concilio Vaticano II. ¡Pero hay obispos en Alemania que niegan abiertamente el
Vaticano II! Lo cuestionan o dicen que sólo representa una etapa del pasado. No
aceptan la doctrina del Concilio.
¿Cuál es la
reacción de Roma ante esto? ¿Por qué contra una parte se reacciona con toda
autoridad, mientras que contra la otra -que, por ejemplo, promueve la bendición
de parejas homosexuales- prácticamente no hay reacción?
En 2022 vio la luz
la esperada reforma de la Curia Romana, que se impuso en las congregaciones
previas al Cónclave de 2013. En el libro escribe que “cuando se espera un plan
de expertos en política, finanzas y economía para reformarla, se erra el tiro”.
Entonces, ¿está en desacuerdo con la novedad del Praedicate Evangelium que
permitirá también a los laicos estar a la cabeza de los dicasterios?
Si se considera
que el dicasterio es casi como una institución civil del Vaticano, el laico
puede ser ministro. Pero la Curia Romana es diferente del Estado de la Ciudad
del Vaticano. Es una institución eclesiástica. Hoy en día a las congregaciones
se les llama “dicasterios” para evitar utilizar un término eclesiológico.
Personalmente estoy en contra de la secularización de la Curia Romana. El jefe
del dicasterio de comunicación puede ser un laico competente. Pero hay que
distinguir claramente entre las instituciones de la Ciudad del Vaticano, que es
un Estado y no puede gobernar la Iglesia. El Vaticano no tiene nada que ver con
la Iglesia.
Para que quede
claro: ¿un laico podría ser gobernador del Estado de la Ciudad del Vaticano
mientras que no podría dirigir el antiguo Santo Oficio?
Exactamente. La
base de la Curia Romana es el Colegio Cardenalicio. Hay una Curia Romana que
sirve al Papa en su servicio a la Iglesia universal. Creo que quienes
redactaron estas innovaciones no reflexionaron sobre todo esto. Nos hemos
detenido en los escándalos financieros pero no hemos reflexionado lo suficiente
sobre lo que es realmente la Curia Romana a nivel teológico. El Vaticano II
habla de la Curia Romana pero como órgano eclesiológico: lo que toca a la
Iglesia es tarea de nuestras congregaciones y del Papa como Papa, no como jefe
de Estado.