viernes, 30 de junio de 2023

DECLARACIÓN DE MONS. SCHNEIDER


 SOBRE LA MISA TRADICIONAL

 

La prohibición de la Misa Romana Tradicional es un abuso del poder eclesiástico y el incumplimiento de esta orden no constituye una desobediencia

 

 

1. La liturgia romana tradicional de la Misa era la liturgia de nuestros antepasados ​​católicos. Ha sido la forma de la Misa con la que fueron evangelizadas la mayoría de las naciones europeas (excepto algunos países de Europa del Este y las sedes Ibéricas y de Milán), todas las naciones americanas y la mayoría de las naciones africanas, asiáticas y oceánicas.

 

2. “Lo que las generaciones pasadas consideraban sagrado, sigue siendo sagrado y grande también para nosotros” (Papa Benedicto XVI).

 

3. “El problema con el nuevo Misal radica en su abandono de una historia siempre continua, antes y después de San Pío V, y en la creación de un libro completamente nuevo (aunque compilado de material antiguo)” (Cardenal Joseph Ratzinger) .

 

4. La publicación del nuevo Misal “fue acompañada de una especie de prohibición de todo lo anterior, inédita en la historia del derecho eclesiástico y de la liturgia” (Cardenal Joseph Ratzinger).

 

5. “Puedo decir con certeza, basado en mi conocimiento de los debates conciliares y mi lectura repetida de los discursos pronunciados por los Padres del Concilio, que esto [es decir, la reforma tal como está ahora en el nuevo Misal] no corresponde a las intenciones del Concilio Vaticano II” (Cardenal Joseph Ratzinger).

 

6. La liturgia romana tradicional de la Misa era la liturgia de todos los santos de rito romano que conocemos al menos durante todo el último milenio; de ahí que su antigüedad sea milenaria. Aunque comúnmente se la llama Misa “tridentina”, la misma y exacta forma de la Misa ya estaba en uso varios siglos antes del Concilio de Trento, y ese Concilio solo pidió canonizar esa forma venerable y doctrinalmente segura de la liturgia de la Iglesia de Roma.

 

7. La liturgia romana tradicional de la Misa tiene la más estrecha afinidad con los ritos orientales al dar testimonio de la ley litúrgica universal e ininterrumpida de la Iglesia: “En el Misal Romano de San Pío V, como en varias liturgias orientales, hay muy hermosas oraciones a través de las cuales el sacerdote expresa el más profundo sentido de humildad y reverencia ante los Sagrados Misterios: revelan la sustancia misma de la Liturgia” (Papa Juan Pablo II).

 

8. El Papa y los obispos no tienen, por tanto, autoridad para prohibir o limitar tan venerable forma de la Santa Misa, que fue ofrecida por los Santos durante más de mil años, de la misma manera que el Papa o los obispos no tendrían autoridad para prohibir o reformar significativamente la venerable forma del Credo Apostólico o del Niceno-Constantinopolitano, precisamente por su uso venerable, continuo y milenario.

 

9. Cumplir con la abusiva prohibición de esta venerable forma de la Misa de los santos, dictada lamentablemente por los eclesiásticos actuales en un tiempo de crisis eclesial sin precedentes, constituiría una falsa obediencia.

 

10. El incumplimiento de las prohibiciones de la Misa Tradicional no hace a uno, por este hecho, cismático, con tal de que siga reconociendo al Papa y a los obispos y siga respetándolos, y orando por ellos.

 

11. Al desobedecer formalmente tan inaudita prohibición de un patrimonio inalienable de la Iglesia romana, se obedece de hecho a la Iglesia Católica de todos los tiempos y a todos los Papas que diligentemente celebraron y ordenaron la conservación de esta forma venerable y canonizada de la Misa.

 

12. La prohibición actual del rito tradicional de la Misa es un fenómeno temporario y cesará. La Iglesia romana vive hoy una especie de exilio litúrgico, es decir, la Misa Romana Tradicional ha sido exiliada de Roma; sin embargo, el exilio, con seguridad, llegará a su fin.

 

13. Dado que la Misa Romana Tradicional ha estado en uso ininterrumpido durante más de un milenio, santificada por la recepción universal a lo largo del tiempo, por los santos y por los Romanos Pontífices, pertenece al patrimonio inalienable de la Iglesia romana. En consecuencia, en el futuro los Romanos Pontífices sin duda reconocerán una vez más y restablecerán el uso de esta liturgia tradicional de la Misa.

 

14. Los futuros Papas agradecerán a todos los sacerdotes y fieles que, en tiempos difíciles, a pesar de todas las presiones y falsas acusaciones de desobediencia, y en un espíritu de amor sincero por la Iglesia y por el honor de la Santa Sede, mantuvieron y transmitieron a las generaciones futuras el gran tesoro litúrgico de la Misa Tradicional.

 

+ Atanasio Schneider

 

Fiesta de los SS. Pedro y Pablo, 29 de junio de 2023

 

 

martes, 20 de junio de 2023

BURKE

 


 “La Eucaristía es alimento para pecadores, pero sólo si están arrepentidos”

 

Luisella Scrosati

 

Brújula cotidiana, 20-06-2023

 

“Respetar el Cuerpo y la Sangre del Señor. Cuándo se debe negar la Sagrada Comunión” es el título del nuevo libro escrito por el cardenal Raymond Burke sobre el candente tema del deber de negar la Sagrada Comunión en las situaciones previstas por el Derecho Canónico (can. 915). El texto muestra las enseñanzas sólidas, universales e ininterrumpidas de la Tradición de la Iglesia sobre el tema; enseñanzas que siempre han tenido como objetivo defender el Cuerpo de Cristo Sacramentado del sacrilegio y el Cuerpo Místico del escándalo. La Brújula Cotidiana ha entrevistado al cardenal Burke.

 

En una publicación suya de 1978 (actualmente en Opera Omnia, vol. II, bajo el título “Eucaristía - Corazón de la Iglesia”), Joseph Ratzinger aclaraba que la Eucaristía no es el sacramento de la reconciliación, sino de los reconciliados. De esta manera explicaba la exhortación de san Pablo a “discernir” el Cuerpo del Señor (1 Co 11,29). Hoy, sin embargo, predomina la idea de que la Eucaristía es el alimento de los pecadores, sin distinción alguna.

 

Como explica santo Tomás, la Sagrada Eucaristía es el mismo Señor Jesucristo, “todo el bien de nuestra salvación”. Para recibir dignamente la Sagrada Comunión, tenemos que reconocer la realidad a la que nos acercamos y, al mismo tiempo, reconocer nuestra propia indignidad para acercarnos a un misterio tan grande. En otras palabras, debemos reconciliarnos con Dios mediante el dolor por nuestros pecados, la confesión de los mismos y el compromiso de reparar la ofensa que nuestros pecados causan a Dios y el daño que causan a los demás. Sí, la Sagrada Eucaristía es alimento de pecadores, pero de pecadores que se han arrepentido, se han reconciliado y han reparado su ofensa. Si nos rebelamos abiertamente y sin arrepentimiento contra la ley de Dios, escrita en el corazón humano y proclamada en la doctrina de la Iglesia, es evidente que no estamos dispuestos a recibir a Nuestro Señor en la Sagrada Comunión. Sólo cuando hemos desistido de nuestra rebelión, buscado la reconciliación y nos hemos comprometido en la reparación, estamos bien dispuestos a recibir la Sagrada Comunión.

 

En cuanto al deber de rechazar la Eucaristía en ciertos casos previstos en el CIC, hay mucha confusión. En primer lugar, algunos sostienen que esto no es posible, porque no corresponde al ministro de la Eucaristía juzgar la conciencia de quienes se acercan a comulgar.

 

En el acto de recibir la Sagrada Comunión hay dos responsables: el que recibe la Sagrada Comunión y el ministro de la Sagrada Comunión. Ambos deben cuidar de que se respete plenamente el Cuerpo de Cristo, de que no se cometa ningún pecado contra el Santísimo Sacramento y de que no se escandalice a los fieles en un asunto tan fundamental y central para la fe. El canon 915 trata de la responsabilidad del ministro de la Sagrada Comunión, que no puede dar la Sagrada Comunión a personas excomulgadas o en entredicho o a quienes persistan en pecado grave y manifiesto, después de haber sido amonestados a no acercarse a recibir la Sagrada Comunión mientras permanezcan en dicho pecado. Una vez que la persona ha sido amonestada, ya no se trata de un posible falso juicio de su conciencia, como sería el caso de una persona que comulga en estado de pecado mortal, sin darse cuenta de que está en estado de pecado grave, porque su conciencia ha sido debidamente informada de su condición de pecado grave. El canon 916 trata entonces de la responsabilidad del receptor de asegurarse de que está bien dispuesto antes de acercarse a recibir la Sagrada Comunión.

 

Otro problema es el de evitar el escándalo. Se cree que este problema no existe, porque los fieles aceptan sin ningún problema que se dé la Comunión a todos y, por el contrario, se escandalizarían de lo contrario. ¿Qué entiende la Iglesia por “escándalo”?

Cuando inducimos a alguien al error o al pecado mediante una acción, creamos escándalo, lo reconozca o no la persona que ha sido inducida al error o al pecado. El escándalo es una realidad objetiva, es decir, no depende de sentimientos o emociones subjetivas. Por ejemplo, los legisladores católicos que pretenden garantizar por ley el ejercicio del llamado derecho al aborto confirman en su error a una persona que sostenga dicho derecho. Hace algunos años, hacia el final del pontificado de san Juan Pablo II, un alto funcionario gubernamental no católico me preguntó si un nuevo Papa podría cambiar la doctrina de la Iglesia sobre el aborto. Le expliqué que el Papa no puede cambiar los preceptos de la ley natural y le pregunté qué había motivado su pregunta. Me contestó que sabía de un gran número de miembros católicos de esa legislatura que apoyaban regularmente leyes para hacer el aborto provocado más accesible a la población y que, por tanto, había llegado a la conclusión de que la doctrina de la Iglesia sobre el aborto no debía ser realmente estable. Los legisladores católicos en cuestión habían escandalizado al legislador no católico haciéndole creer que la ley moral sobre la maldad intrínseca del aborto provocado no era definitiva.

 

En el memorándum del cardenal Ratzinger al cardenal McCarrick (2004), el entonces Prefecto de la CDF calificó la práctica de negar la Comunión a pecadores conocidos de “enseñanza perenne de la Iglesia”. Y lo es, como muestra en su libro. Pero la mayoría cree que es una mera práctica disciplinaria eclesiástica, que la Iglesia puede decidir cambiar. ¿Qué opina usted al respecto?

El canon 915 es una articulación de la enseñanza inalterada e inmutable de la Iglesia sobre la Sagrada Eucaristía, el pecado mortal y el escándalo. No es una cuestión de práctica disciplinaria, sino de vivir la verdad de la fe. Por lo tanto, es falso decir que la negación de la Sagrada Comunión a una persona que persiste en un pecado grave manifiesto es la imposición de una pena. No lo es. Es simplemente el reconocimiento de la verdad sobre la Sagrada Eucaristía y el pecado grave. Si la negación de la Eucaristía a una persona en pecado grave manifiesto fuera una mera práctica disciplinaria, estaría sujeta a cambios; pero, de hecho, no puede cambiar, como demuestra la enseñanza constante de la Iglesia sobre la materia.

 

Cuando se piensa en esta cuestión, se hace referencia a los políticos favorables al aborto. En realidad, ¿cuál es el alcance del canon 915?

El canon 915 se extiende a cualquiera que persista en un pecado grave y manifiesto. Por ejemplo, incluso a quienes persisten en adulterio manifiesto o fraude manifiesto u otras formas de actividad delictiva o injusta manifiesta se les debe negar la Sagrada Comunión, después de ser debidamente amonestados.

 

¿Quién tiene la responsabilidad de negar la Sagrada Comunión según el canon 915? ¿Y quién tiene el deber de amonestar?

Es el ministro de la Sagrada Comunión quien tiene la responsabilidad de negar la Sagrada Comunión. La amonestación, en cambio, corresponde al pastor del alma en cuestión, al párroco o al obispo diocesano. Normalmente es el párroco quien amonesta a los fieles en pecado grave manifiesto, para que no cometan sacrilegio y causen grave escándalo.

 

Según la legislación de la Iglesia, ¿puede un obispo ordenar que se niegue la Sagrada Comunión en el territorio de su diócesis por motivos distintos de los previstos en el canon 915?

La Sagrada Comunión sólo puede negarse a quienes están bajo la sanción de excomunión, en entredicho o persisten en pecado grave manifiesto. Fuera de estas dos situaciones, no se puede negar la Sagrada Comunión a ninguna persona que se acerque y demuestre la debida disposición para recibir la Sagrada Comunión, es decir, que muestre los signos habituales de reconocimiento del Cuerpo de Cristo y la debida reverencia. Por ejemplo, si alguien se acerca a recibir la Sagrada Comunión de un modo que pone en duda su fe eucarística, entonces el ministro de la Sagrada Comunión puede, con razón, negar el Sacramento hasta que se aclare la cuestión. En mi experiencia, sucedió que alguien se presentó a recibir la Sagrada Comunión sin mostrar los signos habituales de reverencia. Cuando le pregunté si era católico, me respondió que no lo era y que sólo quería hacer lo que hacían los demás. En ese caso, le di la bendición, pero evidentemente no podía darle la Sagrada Comunión.

lunes, 19 de junio de 2023

UN PAPA PRO-LGBT

 


 es un problema


 Riccardo Cascioli


Brújula cotidiana, 19-06-2023

 

La enésima carta del Papa Francisco al padre James Martin no es más que la confirmación del constante aliento a los grupos LGBT en la Iglesia. Lo que plantea un enorme problema, porque significa que un Papa revoca bruscamente el Magisterio de sus predecesores. Y es un problema que obispos y cardenales no pueden eludir.

 

A nadie puede sorprender realmente otro gesto del Papa Francisco legitimando a las organizaciones LGBT en la Iglesia, en este caso la carta al ya famoso padre James Martin hecha pública el 14 de junio. La carta, fechada el 6 de mayo y escrita a mano, bendice la conferencia organizada por Outreach, el sitio católico LGBT fundado por el padre Martin, conferencia que ha tenido lugar este fin de semana en la Universidad de Fordham, una universidad jesuita de Nueva York. El Papa Francisco agradecía en la misiva al padre Martin “todo el bien que está haciendo” y prometió sus “oraciones y buenos deseos” a todos los participantes en la conferencia.

 

Nadie puede sorprenderse, en primer lugar, porque es la tercera vez que el Papa escribe una cariñosa carta al padre Martin en vísperas de la conferencia anual organizada por Outreach. En 2021 también había ensalzado el “celo pastoral” del padre Martin, que imita “el estilo de Dios”. Y el año pasado le había animado a continuar su ministerio, una verdadera “cultura del encuentro”, que “acorta distancias y nos enriquece con las diferencias”.

 

El padre James Martin tampoco es el único activista LGBT que disfruta de la cariñosa atención del Pontífice. Hace dos años, escribió dos cartas al actual director ejecutivo de la organización estadounidense New Ways Ministry, Francis DeBernardo, punta de lanza del lobby LGBT dentro de la Iglesia. Fundada en 1977 por el padre Robert Nugent y la hermana Jeannine Gramick, a New Ways Ministry los obispos estadounidenses le han negado varias veces el reconocimiento como organización católica, y el 31 de mayo de 1999, la Congregación para la Doctrina de la Fe (presidida por el cardenal Joseph Ratzinger) también intervino con una nota en la que señalaba que los dos fundadores rechazaban la doctrina de la Iglesia sobre la homosexualidad, a saber, el reconocimiento de que los actos homosexuales son intrínsecamente malos y que la inclinación homosexual representa un trastorno objetivo. Pues bien, en las dos cartas, el Papa Francisco elogiaba en una la labor de New Ways Ministry y en la segunda incluso ensalzaba la figura de la hermana Jeannine, descrita como “una mujer de valor que toma sus decisiones en la oración”. Y hay que tener en cuenta que la hermana Jeannine es una de las ponentes de la actual conferencia.

 

Pero la lista de “gestos” pro-Lgbt del Papa Francisco sería muy larga. Y no estamos hablando de acoger a personas con tendencias homosexuales, sino de la normalización y promoción de la homosexualidad. Así que es imposible sorprenderse por esta nueva carta al padre Martin.

 

Sin embargo, es imposible que pase inadvertido un enorme problema, que no puede dejar de interpelar a pastores y fieles por igual. A saber: tenemos un Papa que no sólo exalta a personas y organizaciones por la misma razón que otros papas y obispos las han condenado, sino que contradice abiertamente el Magisterio anterior. Y en este sentido, recordemos una vez más la Carta firmada por el cardenal Ratzinger el 1 de octubre de 1986 sobre la “pastoral de las personas homosexuales”, en la que ya se denunciaba un poderoso lobby gay dentro de la Iglesia empeñado en “subvertir” la doctrina católica actuando en tándem con el lobby gay fuera de la Iglesia. De ahí que se pidiera “a los obispos que estuvieran especialmente vigilantes contra aquellos programas que, de hecho, intentan presionar a la Iglesia para que cambie su doctrina, aunque a veces se niegue de palabra que sea así”. Además, la carta firmada por el cardenal Ratzinger con la aprobación del Papa Juan Pablo II, pedía a los obispos que promovieran “una pastoral de las personas homosexuales en pleno acuerdo con la enseñanza de la Iglesia”, excluyendo “las organizaciones en las que se asocian personas homosexuales sin que esté claramente establecido que la actividad homosexual es inmoral”.

 

No cabe la menor duda de que New Ways Ministry, la hermana Jeannine Gramick y el padre James Martin encajan en esta descripción, vistas sus numerosas declaraciones e iniciativas encaminadas a subvertir la doctrina de la Iglesia. Por lo tanto, no es posible establecer en modo alguno una continuidad entre el magisterio actual y el de Juan Pablo II y Benedicto XVI: es más que una ruptura, es exactamente lo contrario. Cierto, no hay hasta ahora ningún acto magisterial del Papa Francisco que sancione esta subversión, existe sin embargo la praxis que sabemos cuán importante es para este Pontífice: es lo real lo que cuenta de verdad, “ya se adecuarán los teólogos”, como suele decir. Y quizás se calcula que será el Sínodo de octubre el que dé un fuerte empujón en esta dirección.

 

Así pues, el problema sigue existiendo y es enorme. Sabemos muy bien que el tema de la homosexualidad no es el único en el que se pueden detectar contradicciones, pero en este caso la subversión del Magisterio es tan evidente e indiscutible que no se puede hacer como si no pasara nada. Y corresponde ante todo a cardenales y obispos resolver este problema: conformarse o esperar a que pase no puede ser la solución.

jueves, 8 de junio de 2023

EL AVEMARÍA. BREVE MEDITACIÓN


 

Monseñor Héctor Aguer

 

Infocatólica, 06/06/23

 

El Avemaría es la oración más difundida para invocar a la Madre del Señor; constituye el elemento esencial del Santo Rosario. Entonces, digamos que es una plegaria popular, en el mejor sentido de la expresión, referida al pueblo de Dios, la Iglesia. Es típicamente católica. Llama la atención la posición de tantos grupos evangélicos, para los cuales María no existe; es esta una carencia vinculada a una cierta visión de Jesucristo. Más allá de la identidad cristiana, la falta de una referencia a su Madre indica la incomprensión del misterio central de la Encarnación. Es una plegaria que reúne los datos evangélicos con una composición eclesial fundada en la tradición. La primera parte está tomada del tercer Evangelio: el saludo del ángel a María en la Anunciación (Lc. 1, 28) y la exclamación de Isabel, la anciana parienta Madre del Bautista, al recibir la visita de Nuestra Señora en la Visitación (Lc 1, 42).

 

La versión castellana usual dice «Dios te salve», una versión ambigua de jáire kejaritōmenē, «alégrate, llena de gracia». La traducción francesa es más correcta: «je Vous salue»; en italiano se conserva el «Ave». Jaire puede ser comprendido como una fórmula común de saludo al presentarse, «llena de gracia» o «plenamente agraciada», es decir, «colmada de járis», gracia o favor divino. El Señor está contigo. El texto evangélico anota la sorpresa de la doncella, que se queda reflexionando sobre el significado de esa declaración del Ángel Gabriel.

Las palabras de Isabel son una exclamación en voz alta, las del Ángel son un saludo, que hace presente al Dios de Israel. En el Antiguo Testamento se registran varias comunicaciones de Yahvéh a personas elegidas para una misión. En el caso de María se trata del momento culminante de la historia de la salvación, y el cumplimiento de la esperada promesa de una intervención decisiva de Dios. Isabel bendice a María destacándola «entre todas las mujeres». Ella es bendita, y el fruto de su seno es también bendito. Notar «fruto» y «vientre», que sería mejor llamar «seno», como en italiano y francés (sein).

 

La segunda parte del Avemaría, añadida por la Iglesia a los pasajes evangélicos, incluye el título por excelencia de María: «Madre de Dios», theotókos, empleado por el Concilio de Éfeso, en el año 431: Cristo es personalmente Dios, y su Madre es quien lo dio a luz, por tanto, se justifica el título. «Ruega»; ella es la Omnipotencia Suplicante. En el relato de las Bodas de Caná (Jn. Capítulo 2), Jesús parece desentenderse del ruego implícito de su Madre («no tienen vino»), expresión que ha recibido diversas interpretaciones en la historia; la razón que esgrime Jesús, es: «mi hora no ha llegado»; yo prefiero entenderla como: «qué tenemos que ver nosotros» (en el sentido de que ambos son invitados).

María, asimila la respuesta, pero conociendo bien a su Hijo, dice a los sirvientes que estén a las órdenes de Jesús, quien -comprendiendo muy bien la situación- adelanta su Hora. Este relato de Caná remite al capítulo 19 (la crucifixión); en los dos textos, María es llamada gýnai, Mujer. Ella es La Mujer, la Nueva Eva de la nueva creación. El ruego que nosotros formulamos al rezar el Avemaría no puede prescindir de reconocer que Ella descubrió, o advirtió la necesidad, a saber, que el vino se había acabado. Sin ser nosotros conscientes, descubre nuestras carencias, por ejemplo, el vino de la alegría. Notar algo importantísimo: al tironear el manto de María con la plegaria, nos reconocemos pecadores; Ella es el refugio de los pecadores, es decir, «auxilio de los cristianos», que somos pecadores redimidos en el bautismo.

 

«Ahora y en la hora de nuestra muerte»

 

Ahora indica, por cierto, el momento en que se hace la súplica, que puede ser una circunstancia apurada en que nos aferramos al salvavidas del Avemaría, pero también se refiere al tiempo de la vida presente, que es un instante que aguarda la eternidad. Esa medida con relación a la eternidad, nos afianza en el Absoluto de Dios. Como apuntó Sören Kierkegaard en su «Ejercitación del Cristianismo»: «Lo Absoluto consiste únicamente en escoger la eternidad». Y rezar el Avemaría es una ejercitación del cristianismo.

 

«En la hora de nuestra muerte». En ese gran momento de la vida buscamos el refugio en los brazos de la Madre. Ella, que estuvo junto a la Cruz y acompañó a su Hijo, la Mater dolorosa, acompaña el éxodo de sus hijos. Que el Avemaría sea súplica final para apelar a su defensa en el juicio y nos atraiga la misericordiosa acogida del Señor.

 

El Amén es la forma o el sello que ratifica lo dicho, la verdad y el amor de la plegaria.

viernes, 2 de junio de 2023

ACLARACIÓN SOBRE ABUSOS SEXUALES

 

Más del 80 por ciento de las víctimas de abusos sexuales en la Iglesia en España son varones

 

(Ecclesia/InfoCatólica) 1-6-23

 

«El informe Para dar luz es el primer informe sobre la pederastia en la Iglesia en España que se presenta en público. Su estructura y contenido busca ofrecer todos los elementos necesarios para comprender la situación sobre esta realidad. Para ello, recopila toda la información recibida en la Conferencia Episcopal y que se ha podido contrastar con las distintas fuentes». Así lo ha explicado el secretario general, Francisco César García Magán, que ha presentado los siete volúmenes, la parte documental y otra informativa, «que se va actualizando constantemente».

 

En el acto, que ha tenido lugar en el edificio Sedes Sapientiae de la CEE, ha contado con la presencia del nuncio del Papa en España, Bernardito Auza; el obispo de Albacete, Ángel Fernández; el obispo de Astorga, Jesús Fernández y el obispo auxiliar de Madrid, Jesús Vidal.

 

Por su parte, Josetxo Vera, director de la Oficina de Información de la CEE ha explicado que «la parte documental es la más voluminosa, pues recoge todos los protocolos que se han redactado en los tres últimos años por las instituciones eclesiales de ámbito nacional, congregaciones religiosas y diócesis».

 

Detrás de cada protocolo «hay horas de reflexión, estudio, análisis, y un trabajo conjunto de distintos expertos, entre ellos en pedagogía y en psicología, con el objetivo de evitar que los abusos puedan volver a producirse y para que los espacios eclesiales sean espacios seguros para los menores en los que puedan crecer en sus conocimientos, en sus cualidades humanas y en su dimensión espiritual».

 

Diócesis, Congregaciones e Instituciones de la Iglesia que se dedican a actividades educativas, pastorales y de tiempo libre han establecido estos modos de actuar en tres direcciones:

 

«Cómo tratar a los menores en los espacios eclesiales; cómo actuar cuando los menores han sufrido cualquier tipo de abusos, incluidos los sexuales; y cómo prevenir que determinadas conductas que derivan en abusos puedan producirse en esos espacios eclesiales».

 

En total 927 víctimas han presentado testimonios sobre 728 victimarios que cometieron abusos sexuales en el ámbito de la Iglesia católica. En relación al sexo, aunque sus agresores son, en más del 99% varones, las víctimas son varones en el 82,62% de los casos y mujeres en el 17,38% de los casos.

 

En cuanto a la pertenencia a la Iglesia, de los 728 victimarios, la mayoría, 378, son clérigos, lo que supone el 52%. Además, hay 208 religiosos (o religiosas) no ordenados sacerdotes, 92 laicos. También hay 23 testimonios en los que el denunciante no supo la condición eclesial del agresor, o un diácono.

 

En aquellos victimarios en que las víctimas conocen su situación vital, el 63,60% de los victimarios están fallecidos y el 36,40% están vivos.

 

En relación a la fecha en la que se cometieron los abusos, ordenados por décadas, se presenta que más del 80 % de los casos se produjeron en el siglo XX, y el 75% antes de 1990.

 

«Estas Oficinas -más de 200- tienen una dimensión pastoral, no judicial. Por eso, pueden acoger todos los testimonios: no hay prescripción porque la condición de víctima no prescribe. Un testimonio siempre es relevante, aunque date de muchas décadas atrás, aunque se refiera a alguien que ya ha fallecido», han destacado Vera.

 

Por su parte, el secretario ha insistido en que «cualquier víctima de abusos sexuales cometidos en la Iglesia sepa que hay un lugar en el que se le quiere conocer. Un lugar que existe porque la Iglesia reconoce el daño causado y porque la Iglesia quiere ayudar a todas las víctimas en su acogida, en su acompañamiento, en su sanación y en su reparación. Y porque la Iglesia quiere que no pueda vuelva a pasar».