es un problema
Brújula cotidiana,
19-06-2023
La enésima carta
del Papa Francisco al padre James Martin no es más que la confirmación del
constante aliento a los grupos LGBT en la Iglesia. Lo que plantea un enorme
problema, porque significa que un Papa revoca bruscamente el Magisterio de sus
predecesores. Y es un problema que obispos y cardenales no pueden eludir.
A nadie puede
sorprender realmente otro gesto del Papa Francisco legitimando a las
organizaciones LGBT en la Iglesia, en este caso la carta al ya famoso padre
James Martin hecha pública el 14 de junio. La carta, fechada el 6 de mayo y
escrita a mano, bendice la conferencia organizada por Outreach, el sitio
católico LGBT fundado por el padre Martin, conferencia que ha tenido lugar este
fin de semana en la Universidad de Fordham, una universidad jesuita de Nueva
York. El Papa Francisco agradecía en la misiva al padre Martin “todo el bien
que está haciendo” y prometió sus “oraciones y buenos deseos” a todos los
participantes en la conferencia.
Nadie puede
sorprenderse, en primer lugar, porque es la tercera vez que el Papa escribe una
cariñosa carta al padre Martin en vísperas de la conferencia anual organizada
por Outreach. En 2021 también había ensalzado el “celo pastoral” del padre
Martin, que imita “el estilo de Dios”. Y el año pasado le había animado a
continuar su ministerio, una verdadera “cultura del encuentro”, que “acorta
distancias y nos enriquece con las diferencias”.
El padre James
Martin tampoco es el único activista LGBT que disfruta de la cariñosa atención
del Pontífice. Hace dos años, escribió dos cartas al actual director ejecutivo
de la organización estadounidense New Ways Ministry, Francis DeBernardo, punta
de lanza del lobby LGBT dentro de la Iglesia. Fundada en 1977 por el padre
Robert Nugent y la hermana Jeannine Gramick, a New Ways Ministry los obispos
estadounidenses le han negado varias veces el reconocimiento como organización
católica, y el 31 de mayo de 1999, la Congregación para la Doctrina de la Fe
(presidida por el cardenal Joseph Ratzinger) también intervino con una nota en
la que señalaba que los dos fundadores rechazaban la doctrina de la Iglesia sobre
la homosexualidad, a saber, el reconocimiento de que los actos homosexuales son
intrínsecamente malos y que la inclinación homosexual representa un trastorno
objetivo. Pues bien, en las dos cartas, el Papa Francisco elogiaba en una la
labor de New Ways Ministry y en la segunda incluso ensalzaba la figura de la
hermana Jeannine, descrita como “una mujer de valor que toma sus decisiones en
la oración”. Y hay que tener en cuenta que la hermana Jeannine es una de las
ponentes de la actual conferencia.
Pero la lista de
“gestos” pro-Lgbt del Papa Francisco sería muy larga. Y no estamos hablando de
acoger a personas con tendencias homosexuales, sino de la normalización y
promoción de la homosexualidad. Así que es imposible sorprenderse por esta
nueva carta al padre Martin.
Sin embargo, es
imposible que pase inadvertido un enorme problema, que no puede dejar de
interpelar a pastores y fieles por igual. A saber: tenemos un Papa que no sólo
exalta a personas y organizaciones por la misma razón que otros papas y obispos
las han condenado, sino que contradice abiertamente el Magisterio anterior. Y
en este sentido, recordemos una vez más la Carta firmada por el cardenal
Ratzinger el 1 de octubre de 1986 sobre la “pastoral de las personas
homosexuales”, en la que ya se denunciaba un poderoso lobby gay dentro de la
Iglesia empeñado en “subvertir” la doctrina católica actuando en tándem con el
lobby gay fuera de la Iglesia. De ahí que se pidiera “a los obispos que
estuvieran especialmente vigilantes contra aquellos programas que, de hecho,
intentan presionar a la Iglesia para que cambie su doctrina, aunque a veces se
niegue de palabra que sea así”. Además, la carta firmada por el cardenal
Ratzinger con la aprobación del Papa Juan Pablo II, pedía a los obispos que
promovieran “una pastoral de las personas homosexuales en pleno acuerdo con la
enseñanza de la Iglesia”, excluyendo “las organizaciones en las que se asocian
personas homosexuales sin que esté claramente establecido que la actividad
homosexual es inmoral”.
No cabe la menor
duda de que New Ways Ministry, la hermana Jeannine Gramick y el padre James
Martin encajan en esta descripción, vistas sus numerosas declaraciones e
iniciativas encaminadas a subvertir la doctrina de la Iglesia. Por lo tanto, no
es posible establecer en modo alguno una continuidad entre el magisterio actual
y el de Juan Pablo II y Benedicto XVI: es más que una ruptura, es exactamente
lo contrario. Cierto, no hay hasta ahora ningún acto magisterial del Papa
Francisco que sancione esta subversión, existe sin embargo la praxis que
sabemos cuán importante es para este Pontífice: es lo real lo que cuenta de
verdad, “ya se adecuarán los teólogos”, como suele decir. Y quizás se calcula
que será el Sínodo de octubre el que dé un fuerte empujón en esta dirección.
Así pues, el
problema sigue existiendo y es enorme. Sabemos muy bien que el tema de la
homosexualidad no es el único en el que se pueden detectar contradicciones,
pero en este caso la subversión del Magisterio es tan evidente e indiscutible
que no se puede hacer como si no pasara nada. Y corresponde ante todo a
cardenales y obispos resolver este problema: conformarse o esperar a que pase
no puede ser la solución.
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