martes, 29 de octubre de 2019

UN ARTÍCULO MUY ADECUADO



Autor: Gerhard MÜLLER, prefecto emérito de Doctrina de la Fe

Católicos-on-line, octubre 2019

El cardenal Muller ha calificado de «muy adecuado» un artículo de Douglas Farrow, Profesor de pensamiento cristiano en la McGill University de Montreal, (Quebec, Canadá), radicalmente crítico con lo que está ocurriendo en el Sínodo para la Amazonia y en la Iglesia.

En su artículo The Amazon Synod is a Sign of the Times (El Sínodo Amazónico es un Signo de los Tiempos), publicado en First Things, Farrow critica "El kairos y la cultura del encuentro que se elogian en el Sínodo Panamazónico":

La iglesia "llamada a ser cada vez más sinodal" y "encarnarse" en las culturas existentes, es una iglesia bergogliana. Y esta iglesia, para ser claros, no es la Iglesia Católica. Es una falsa iglesia. Es una iglesia autodivinizante. Es una iglesia anticrística, un sustituto de la Palabra hecha carne a la que pertenece realmente la Iglesia Católica y de la cual, como insiste el cardenal Müller, la Iglesia siempre debe dar testimonio si quiere ser Iglesia. Y añade:

«Entonces, ¿dónde nos deja eso? Nos deja, francamente, con la pregunta de cómo la Iglesia verdadera y la falsa pueden tener el mismo pontífice y de qué se debe hacer al respecto. Otros están planteando esta misma pregunta a su manera. Es una pregunta muy incómoda, ya sea para un humilde laico o para todo un clérigo, ambos atacados por el Instrumentum si dan el menor indicio de petrificación [Nota: referencia a las “doctrinas petrificadas” de las que habla el Instrumentum Laboris]. Supongo que también es una pregunta muy incómoda para el propio pontífice, que desempeña el cargo de Pedro a la vez que lo usa para atacar la "petrificación". Pero esa es la cuestión planteada por el Sínodo de la Amazonia, que ciertamente es un signo de los tiempos».

La contundencia de las críticas de Douglas Farrow no ha sido óbice para que el cardenal Gerhard Müller, Prefecto emérito de la Congregación para la Doctrina de la Fe, lo haya elogiado y completado con su propia reflexión sobre lo que ocurre hoy en la Iglesia, y a que a continuación reproducimos:

“Aquí (en Roma) uno no oye nada. Nada se comunica al exterior, excepto que existe una enorme presión sobre aquellos que piensan de forma ortodoxa y católica. La situación es tal que ni siquiera los obispos parecen darse cuenta de que se ha cruzado la frontera hacia el antiguo paganismo. Ahí es donde los verdaderos «conservadores» o «ultrarreaccionarios» se encuentran, cuando uno interpreta estos términos en el correcto sentido de Cristo que es la fresca novedad de Dios que no puede ser superado.

Por ejemplo, antes y durante la época de san Ireneo de Lyon - que nos legó sus cinco libros «Contra las herejías», los cuales son de nuevo muy relevantes hoy - algunos se permitieron ellos mismos ser erróneamente cautivados por la así llamada Gnosis. «Ya que por haberla profesado, algunos se han apartado de la fe». (1 Tim 6, 21). Ireneo había pasado algún tiempo en Roma y había luchado allí contra las herejías gnóstico-cristianas. En el s. II, él fue el defensor más importante del Primado de Roma, pero esto no fue obstáculo para que él personalmente pidiera a los Papas Eleuterio y Víctor I que eligieran enfoques más sabios y justos.

El hombre sólo está obligado a obedecer a Dios interna y externamente, mientras que la obediencia hacia los superiores eclesiásticos y civiles está meramente condicionada por su propia autoridad sobre la comunidad que dirigen y por la que deben responder ante Dios. Esto es por lo que puede ser necesario rechazar en conciencia obedecer una orden concreta, sin poner en duda la institución de los superiores eclesiásticos (Santo Tomás de Aquino, Summa Theologica II-II q. 104 a. 5). Cuando San Pablo se opuso cara a cara a San Pedro - que era claramente su superior en la jerarquía - no fue una «correctio fraterna» en el ámbito privado, sino más bien una defensa pública de la fe en su plenitud y a la luz de sus consecuencias internas y externas. Por lo tanto, en cuanto se refiere a la defensa de la fe, todos apóstoles y obispos, tenemos las mismas responsabilidades, el mismo San Pablo pudo, como apóstol, corregir públicamente al apóstol San Pedro, al mismo nivel, sin poner en duda su cargo, que le fue confiado a él por Cristo en persona. (Santo Tomás de Aquino, Summa Theologica II-II q. 33 a. 4)

«Creerse en todo mejor que su superior parece presuntuosa soberbia; pensar, en cambio, que es mejor en algo no tiene nada de presunción, ya que en esta vida no hay nadie sin defecto. Pero hay que tener en cuenta también que quien amonesta con caridad a su superior, no por eso se considera mejor, sino que va en auxilio de quien está en un peligro tanto mayor cuanto más alto puesto ocupa, como enseña San Agustín». (Santo Tomás de Aquino, Summa Theologica, II-II, q. 33 a. 4)

Hablemos sólo un poco sobre la moda actual de los ignorantes que dividen la Iglesia en dos campos, los enemigos y los amigos del Papa, como si las relaciones personales privadas con un Papa en particular fueran la base del Primado de Roma con respecto a la doctrina de la fe y la moral y dada la communio jerárquica de los obispos con el Papa.

El papado es de derecho divino y por lo tanto no está basado en el número de seguidores en Facebook, ni en la voluble aprobación de periodistas y oportunistas.

La clara distinción entre la fe en Dios y el paganismo que hace San Pablo no debe ser obviada: porque ellos «cambiaron la gloria del Dios incorruptible por imágenes que representan a hombres corruptibles, aves, cuadrúpedos y reptiles… han sustituido la verdad de Dios por la mentira, adorando y sirviendo a las criaturas en lugar del Creador, que es bendito eternamente». (Rom 1, 23.25)

La adoración a Dios es la verdadera teología de la liberación del miedo, del temor, de la inseguridad que nos llega desde el mundo material y de los prójimos. Y sólo con la ayuda del Evangelio y la gracia de Cristo puede desarrollar una cultura su influencia positiva y liberarse del poder del mal.

Objetivamente, la idolatría y la superstición son los mayores pecados, basados en la confusión entre el Creador y la criatura (Santo Tomás de Aquino, Summa Theologica II-II, q. 94 a. 3), que sólo pueden ser superados por la herejía de aquellos que ya han recibido la verdadera fe por la proclamación de la Iglesia, en contraste con los paganos que, sin tener culpa, aún no conocen el Evangelio.

Desde la tumba de Pedro, la religión católica debe siempre transmitir la verdad y la claridad, porque este apóstol (Pedro), y sus sucesores (junto con todos los obispos y fieles), responde a la pregunta ¿Quién dicen que soy?: «Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo». (Mt 16, 16). Y esto no le ha sido dado por un diálogo con gente que piensa como él o lo ha pensado él mismo, sino por la Revelación del Padre por el Hijo. La Fides Petri (fe de Pedro) es el fundamento de la Iglesia católica. La profesión de fe no necesita ser reinventada, adaptada a voluntad o reinterpretada cuando parezca oportuno. La fe es el poder de la Palabra de Dios en el corazón de la Iglesia y por lo tanto no es un fósil del obsoleto pensamiento humano. 
La Revelación está en Cristo, siempre presente en su plenitud en la fe de la Iglesia. Nosotros no podemos agotar esta fuente hasta que Él regrese al final de los tiempos. Pero tampoco debemos querer mejorarla por medio de enmiendas humanas supuestamente necesarias. Esa sería la peor contaminación medioambiental que haría nuestro planeta inhabitable. Si el Verbo Encarnado, que estaba con Dios y es Dios, ya no habita entre nosotros y en nuestro interior, ¿dónde habría aún lugar para nosotros?

PACHAMAMA Y CURAS CASADOS



Autor: Santiago MARTÍN, sacerdote FM

Católicos-on-line, octubre 2019

Dos temas merecen una especial atención esta semana y los dos relacionados con el Sínodo de los obispos sobre la Amazonía, que por fin se ha clausurado en el Vaticano. El primero es sobre las estatuillas de la Pachamama y el segundo sobre las conclusiones aprobadas en la Asamblea, de la que destaca la petición al Papa para que se ordene a hombres casados.

Como ya dije, el día de San Francisco, justo antes de comenzar el Sínodo, se llevó a cabo una ceremonia en los jardines vaticanos para plantar un árbol. En esa ceremonia, en una tela extendida sobre el suelo, estaban dos rústicas tallas de sendas mujeres embarazadas y una de un hombre con una fuerte erección. Todas ellas desnudas. Como la televisión lo mostró todo, no hay lugar para el engaño. También se vio cómo, en un determinado momento, los que participaban activamente en la ceremonia -entre ellos había varios religiosos- se ponían de rodillas con la cabeza en el suelo, alrededor de las imágenes, en un inequívoco gesto de adoración. 
Una de esas imágenes, la más grande de las dos mujeres embarazadas, fue introducida en el aula del Sínodo al día siguiente, con motivo de la inauguración del evento; iba en una barca y era portada a hombros, entre otros, por dos obispos. Después, esa imagen con la otra femenina ha estado ante el altar de la parroquia de los carmelitas, en la Via de la Conciliazione, al lado del Vaticano, y ante ellas se han hecho todos los días ceremonias religiosas. Esta semana, esas imágenes desaparecieron y se anunció que habían sido robadas y arrojadas al río Tíber.

Desde el principio se especuló con la naturaleza de dichas imágenes. Unos dijeron que representaban a la Virgen y a Santa Isabel, pero en ese caso quedaba en mal lugar la representación de la talla masculina. Pronto se abandonó esa idea y se dijo que la talla más grande era de Nuestra Señora de la Amazonía, pero también eso fue desmentido por algunos de los que habían organizado el evento. Así hasta que el viernes fue el propio Pontífice el que aclaró la cosa. Hablando ante la asamblea sinodal, pidió perdón por el robo que había tenido lugar e informó que la policía había logrado rescatar del río las dos tallas, a las que denominó “estatuas de la Pachamama”. 

Por lo tanto, ya no hay ninguna duda de que se trata de dos ídolos de una de las religiones amazónicas. ¿Cómo interpretar entonces que se les haya adorado en los jardines vaticanos o que se hayan celebrado ritos religiosos ante ellas en una iglesia? Imaginemos que se tratara de una estatua de Buda, o del dios elefante hinduista, o un libro del Corán, ¿se podría aceptar? ¿Sería aceptable que, en presencia del Papa y dentro del Vaticano, varios religiosos se postraran en un inequívoco signo de adoración ante un buda o un Corán?

Y ahora veamos las consecuencias. El vídeo con la adoración de la Pachamama está circulando profusamente en Latinoamérica para demostrar que los católicos ya no adoran a Jesucristo, sino que se han vuelto paganos, y llevarse a los escandalizados fieles a las sectas. Además, todos los que están luchando contra las distintas formas de santería y brujería se encuentran desconcertados, pues han visto cómo en el propio Vaticano se tolera el culto a esas divinidades. Y, lo que es peor, millones de católicos fieles, de esos que son insultados todos los días por sus pastores porque son fieles a la tradición pero que son la mayoría de los que van a misa, están escandalizados ante lo que han visto sus ojos. El cardenal Müller, que fue prefecto de Doctrina de la Fe y algo de teología sabe, ha afirmado que “traer los ídolos a la Iglesia fue un crimen contra la ley divina”, y monseñor Azcona, que fue obispo misionero en Brasil, no ha dudado en afirmar que la Pachamama es una diosa pagana y su culto un sacrilegio demoníaco.

El Papa salió al paso de las críticas enseguida y a su vez criticó a las que él llamó “élites católicas”, de las que dijo que “van a buscar las cositas y se olvidan de lo grande. Me he acordado añadió- de una frase que dice que hay gente que porque no ama a nadie cree amar a Dios. Pierden el contacto con los desafíos que afronta el hombre de hoy y se hace la ilusión de estar con Dios”.

En cuanto a las conclusiones aprobadas en el Sínodo, las dos más conflictivas son las referentes a la ordenación de casados (nº 111, que tuvo 128 votos a favor y 53 en contra) y la ordenación diaconal de las mujeres (nº 103, con 137 votos a favor y 44 en contra). Con respecto a la ordenación de casados lo que se propuso es que primero se les ordenara diáconos permanentes y luego presbíteros, que es el proceso normal para cualquier sacerdote, aunque se especifica que eso se debería reservar para las zonas más remotas de la Amazonía. Con respecto a las mujeres, en cambio, se pidió para ellas el acceso a los ministerios laicales (acolitado y lectorado) y se dejó constancia de que “en un alto número de las consultas efectuadas en el espacio amazónico se solicitó el diaconado permanente para la mujer”.

Estas propuestas no obligan al Papa, que ha prometido que intentará publicar la exhortación postsinodal antes de que acabe el año. Habitualmente, el Papa ha hecho suyas las propuestas de los Sínodos, que sólo entonces se han convertido en magisterio de la Iglesia. Habrá que esperar por lo tanto a que el Pontífice haga pública su exhortación para saber si en la Iglesia católica de rito latino habrá o no curas casados. Lo que parece evidente es que, si se aprueba para la Amazonía, será cuestión de tiempo que se extienda al conjunto de la Iglesia universal. Y, como dijo recientemente el cardenal Urosa de Venezuela, con eso se resolverán algunos problemas, pero se crearán otros, que pueden ser más graves.

viernes, 25 de octubre de 2019

MONS. AZCONA



"En el Vaticano se han hecho escandalosos sacrilegios demoníacos"


Católicos-on-line, octubre 2019

Mons. José Luis Azcona Hermoso, obispo emérito de la prelatura de Marajó, en el estado de Pará, aseguró en relación a los ritos indígenas realizados durante el Sínodo que:

«Lo que está sucediendo refleja de manera negativa los principios teológicos y pastorales presentes en el Instrumentum laboris - aseguró -. Me refiero a lo que ha sucedido y que muchos hermanos han visto y saben, pero para lo cual se necesita el discernimiento del Espíritu Santo, ese que tanto menciona nuestro querido Papa Francisco. Y debemos distinguir lo que proviene del diablo o de la mente humana, de lo que proviene del Espíritu Santo. Este discernimiento es fundamental para pertenecer a la Iglesia y mucho más para evangelizar».

El prelado hizo referencia a un encuentro realizado en Brasilia por la REPAM, previo al Sínodo, el pasado mes de junio, y durante el cual se llevaron a cabo varios «rituales indígenas con invocaciones y oraciones en las que también participaron algunos obispos». Luego mencionó la ceremonia realizada en el Vaticano.

«Son cuestiones fundamentales y aquí en la Amazonía sabemos el significado de Macumba o de Condomblè (son ritos mágicos y maldiciones, provenientes del noreste de Brasil y del estado de Bahía), las cuales son frecuentes aquí», dijo al final de su sermón, que duró más de 45 minutos.

En su homilía el obispo Azcona afirmó que «estas celebraciones dependen de los espíritus que se evocan y es evidente que esto es brujería, de la cual nos advierte la carta de San Pablo a los Gálatas, en el capítulo V, versículo 29, cuando denuncia el pecado de la idolatría que es incompatible con el Evangelio y con la misión».

Azcona también puso en guardia sobre el culto a la Pachamama y a la Madre Tierra «que fue venerada en el Vaticano. Son diosas como Cibeles (de la antigüedad clásica) o como la diosa Astarté adorada en Babilonia, ambas expresan la fertilidad de la mujer. La invocación de las estatuillas frente a las cuales incluso algunos religiosos se han inclinado en el Vaticano (y no digo la congregación a la que pertenecen...) es la invocación de un poder mítico, el de la Madre Tierra, al que se piden bendiciones para la humanidad o gestos de gratitud. Son escandalosos sacrilegios demoníacos, especialmente para los pequeños que no saben discernir».

Luego, a modo de conclusión, dijo:

«La madre tierra no debe ser adorada porque todo, incluso la tierra, está bajo el dominio de Jesucristo. No es posible que existan espíritus con un poder igual o mayor que el de Nuestro Señor o que el de la Virgen María».

Y, arrancando un aplauso de los fieles, reiteró que «la Pachamama no es y nunca será la Virgen María. Decir que esa estatua representa a la Virgen es una mentira. Ella no es la señora de la Amazonía porque la única señora de la Amazonía es María de Nazaret. No hagamos mezclas sincretistas. Todo esto es imposible: la Madre de Dios es la Reina del Cielo y de la tierra».

sábado, 12 de octubre de 2019

BENEDICTO XVI


  OBSERVATORIO CARDENAL VAN THUAN  
                                           

SOBRE   LA  DOCTRINA  SOCIAL  DE  LA  IGLESIA:
BOLETÍN    1032  10/10/2019

                      Una luz para hoy.

Puede ser muy útil, mientras se desarrolla el Sínodo de la Amazonia, releer el Discurso de Benedicto XVI en la Inauguración de la V Conferencia de los Obispos Latinoamericanos y del Caribe en Aparecida el 13 de Mayo del 2007.

Lo primero que se observa es una visión providencial y cristiana del proceso de evangelización de aquel continente. “¿Qué ha significado la aceptación de la fe cristiana por los países de América Latina y del Caribe?” se preguntaba el Papa y respondía “Para ellos ha significado conocer y acoger a Cristo… ha significado también haber recibido, con las aguas del Bautismo, la Vida Divina que los ha hecho Hijos de Dios por adopción; haber recibido, además, el Espíritu Santo, que ha venido a fecundar la cultura de ellos, purificándola”. De una manera diversa de las tesis que presentan la evangelización como un fenómeno de violenta conquista, Benedicto XVI aclaraba que “El anuncio de Jesús y de Su Evangelio no comportó en ningún momento la alienación de las culturas precolombinas, ni fue una imposición de una cultura extranjera… Sólo la Verdad unifica y su prueba es el amor… El Verbo de Dios, haciéndose carne en Jesucristo, se hizo también historia y cultura”.

Hoy experimentamos que la Iglesia propone las culturas precolombinas como modelo para sí misma y para la humanidad en general, pero Benedicto XVI decía: “La utopía de volver a dar vida a las religiones precolombinas, separándolas de Cristo y de la Iglesia universal no sería un progreso, sino más bien un regreso. En realidad, sería una involución hacia un momento histórico anclado en el pasado”.

El título de la conferencia de Aparecida estaba totalmente centrado en Cristo y era totalmente misionero: “Discípulos y misioneros de Jesucristo, a fin de que nuestros pueblos tengan vida en Él”. No se ponían en el centro las emergencias ecológicas o sociales, sino la fe del Pueblo de Dios en aquel Continente, para recordar a los fieles que “En virtud de su Bautismo son llamados a ser discípulos y misioneros de Jesucristo”. Benedicto XVI ponía en el centro la Evangelización y no pensaba que bautizar fuese una forma de proselitismo de la cual abstenerse por respeto de las culturas. En su Discurso en efecto citaba el Evangelio de Marcos: “Id a todo el mundo y proclamad la Buena Noticia a toda criatura. El que crea será bautizado, será salvo”.  Venía así propuesta de nuevo la versión tradicional de anuncio, misión y evangelización.

En el Discurso de Aparecida la centralidad no concierne a los pueblos latinoamericanos, de la Amazonia o de otra  región: Concierne a Dios. Se parte y se retorna siempre a Dios. Hablar primero y sobre todo de Dios y no de los problemas sociales –señalaba Benedicto XVI- suscitaba la acusación de huir de la realidad. Y he aquí la respuesta clara y radical del Papa. “El que excluye a Dios de su horizonte falsifica el concepto de ‘realidad’ y, en consecuencia puede terminar sólo en caminos errados y con recetas destructivas”.
Hoy el método teológico y pastoral pide partir no de Dios sino de la “realidad”, de la situación histórica y cultural de los pueblos, y luego releer el mensaje de Dios. De opuesto parecer es Benedicto XVI: “Sólo el que reconoce a Dios, conoce la realidad y puede responder a ella de modo adecuado y realmente humano. La verdad de esta tesis resulta evidente frente al fracaso de todos los sistemas que colocan a Dios entre paréntesis”. El lugar teológico es la Revelación  de Dios confiada a la Tradición Apostólica. Si Gustavo Gutiérrez decía que la teología es “acto segundo”, después de la toma de posición frente a los problemas sociales, Benedicto XVI restituye a Dios su puesto, el primer puesto.

Benedicto XVI se plantea después la pregunta: “¿Qué nos da la fe en este Dios?”. Y no responde refiriéndose a la fraternidad humana o a la justicia y a la paz sobre la tierra, o a la conservación de la biodiversidad ambiental… sino a la Iglesia: “Nos da una familia, la familia universal de Dios en la Iglesia católica. A la centralidad de Dios corresponde la centralidad de la Iglesia.

Así como no parte de la situación de los pueblos latinoamericanos para releer el Evangelio, sino del Evangelio, así Benedicto XVI no parte de la praxis sino de la doctrina. Él invita a conocer la Palabra de Dios, a hacer catequesis para “conocer” el mensaje de Cristo sin lo cual no se lo puede ni siquiera volverlo guía de la vida. Invita también a una “adecuada formación en la Doctrina Social de la Iglesia, siendo muy útil para ésta el Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia”.

Dos son los puntos centrales del Discurso de Aparecida: la centralidad de Dios y la relación entre la fe y la recta razón. Ambas cosas, juntas, fundan el catálogo público de la fe católica: “Una sociedad en la cual Dios está ausente no encuentra el consenso necesario sobre los valores morales y la fuerza para vivir según el modelo de estos valores, aun contra los propios intereses”.
Dado el aire que sopla alrededor del Sínodo de la Amazonia, no tenemos duda de que la lectura de este discurso de Aparecida sea muy útil.

Stefano Fontana