martes, 23 de abril de 2024

UN LIBRO ANALIZA LA GRAN FARSA

 

 de los restos de niños indígenas en Canadá: no hay ni un solo cuerpo

(InfoCatólica) 23-4-2024

 

El 27 de mayo de 2021 marcó un hito en la historia receinte de Canadá tras revelarse que un dispositivo de georradar había detectado «anomalías en el suelo» en un huerto de una antigua escuela residencial en Kamloops, interpretadas como «probables entierros» de 215 «niños desaparecidos». La escuela había sido gestionada por católicos y anglicanos. Tres años después no se ha encontrado ni un solo resto. Los medios de comunicación canadiense, que montaron un gran escándalo, hoy callan.

 

Tras el anuncio por parte de la Primera Nación T'kemlups del «descubrimiento» de tumbas sin marcar en Kamloops, muchos políticos, líderes indígenas y medios de comunicación han dejado de lado el equilibrio, la mesura y la precaución, convirtiendo la verdad en una víctima.

 

Cristina Gauri, basándose en el libro de investigación «Grave Error: How the Media Misled Us (and the Truth about Residential Schools)» de C.P Champion y Tom Flanagan, reconstruye meticulosamente en Il Timone toda la historia, hallando que no se dijo una sola verdad. Todo fue un escándalo mediático falso promovido por los principales medios de comunicación canadienses, que ahora se niegan a conocer la verdad que ellos pisotearon. No es la primera vez que se escribe sobre esta gran fake news, pero el libro detalla todo lo que ocurrió

 

Es necesario recordar que tales falsedades provocaron una oleada de incendios de iglesias en todo el país.

 

La discusión pública sobre los temas de las Escuelas Residenciales Indias ha estado llena de las siguientes afirmaciones, todas las cuales son totalmente falsas o exageradas en gran medida:

 

Miles de «niños desaparecidos» fueron a las escuelas residenciales y nunca se supo de ellos nuevamente.

Estos niños desaparecidos están enterrados en tumbas sin marcar bajo o alrededor de las iglesias y escuelas de las misiones.

Muchos de estos niños desaparecidos fueron asesinados por el personal de la escuela después de ser sometidos a abusos físicos y sexuales, incluso a torturas explícitas.

La matanza se define adecuadamente como genocidio.

Muchos restos humanos ya han sido localizados por radares de penetración terrestre, y se encontrarán muchos más a medida que avance la investigación financiada por el gobierno.

La mayoría de los niños indios asistieron a escuelas residenciales.

Aquellos que asistieron a las escuelas residenciales no lo hicieron voluntariamente, sino que fueron obligados a asistir por la política y la aplicación del gobierno federal.

La asistencia a la escuela residencial ha traumatizado a los pueblos indígenas, creando patologías sociales que se transmiten a través de generaciones.

Las escuelas residenciales destruyeron las lenguas y la cultura indígenas.

 

La huida de la verdad hace que la verdadera Reconciliación sea imposible. ¿Por qué los canadienses querrán extender la mano de amistad a los pueblos indígenas que continúan llamándolos criminales y asesinos? ¿Por qué los pueblos indígenas querrán participar en una cooperación mutua con personas a quienes se les ha hecho ver como criminales y asesinos?

 

Conviene señalar que prácticamente toda la Iglesia en Canadá, y también el Papa Francisco, dio crédito a las falsedades en torno a los restos de niños indígenas. Solo algunas personalidades eclesiásticas, como el obispo emérito de Calgary, se opusieron al bulo. El Papa pidió perdón en repetidas ocasiones en su viaje al país norteamericano. No parece que ahora vaya a reivindicar que se devuelva la buena fama a aquellos religiosos católicos que fueron vilipendiados.

 

La propia Iglesia en Canadá parece feliz viviendo la gran farsa que ha dejado su prestigio por los suelos y recientemente se celebró un acto de reconciliación con una de las naciones indígenas que se han valido de esta gran mentira para presentarse como víctimas de un genocidio.

lunes, 22 de abril de 2024

martes, 16 de abril de 2024

EL CATOLICISMO PUEDE DESAPARECER EN ITALIA

 


Italia, tradicionalmente católica, enfrenta un colapso catastrófico de la fe, ya que la asistencia a misa ha caído precipitadamente al 10 por ciento de la población. En algunas regiones el porcentaje de católicos practicantes es ínfimo.

(LSN/InfoCatólica) 16-4-2024

 

El estudio detallado del constante e incluso acelerado declive en la práctica de la fe católica entre los italianos fue publicado por el profesor Luca Diotallevi de la Universidad de Roma en un libro titulado «La messa è sbiadita: La partecipazione ai riti religiosi in Italia dal 1993 al 2019» (La misa se ha desvanecido: Participación en ritos religiosos en Italia de 1993 a 2019).

 

En el libro, Diotallevi examina las cifras, la demografía y las posibles causas del drástico colapso de la asistencia a la misa dominical en Italia durante los últimos 30 años. Según sus hallazgos, el catolicismo italiano está al borde de la desaparición.

 

Según el estudio de Diotallevi, que se basa en cifras del ISTAT, el Instituto Nacional de Estadística de Italia, la asistencia a misa en Italia ha estado en caída libre desde 1993, con un descenso más marcado desde 2005 y otra caída en 2020 y 2021, coincidiendo con el periodo de la pandemia de COVID-19. En 2017, por primera vez, el número de católicos italianos que «nunca» asisten a misa superó al número que dijo que asistían «al menos una vez a la semana».

 

En 1993, el número de católicos practicantes en relación con la población total de Italia ya era bajo, con un 37,3 por ciento. Esto cayó al 23,7 por ciento en 2019. Diotallevi señala que la asistencia regular declarada a la misa dominical siempre es más alta que la asistencia real, por lo que el porcentaje real de católicos practicantes es incluso más bajo que lo que muestran las estadísticas oficiales.

 

El profesor romano escribió:

 

«En la población italiana (de edad y superior), las declaraciones individuales de participación con una frecuencia de ‘al menos semanal’ en rituales religiosos altamente institucionalizados, y por tanto también caracterizados por alguna forma de regulación significativamente centralizada, en el periodo de 1993 a 2019 (fuente ISTAT, AVQ) han experimentado una disminución drástica: han perdido aproximadamente un tercio de su valor inicial. El indicador (que estructuralmente sobreestima la ‘participación real’) en el periodo indicado ha experimentado no solo un declive constante sino también una aceleración. Tal aceleración experimentó un momento significativo aproximadamente en la mitad de la primera década del siglo XXI».

 

La investigación también destaca un cambio demográfico significativo, especialmente entre las mujeres italianas, quienes históricamente han sido pilares en la transmisión de la fe dentro de los hogares. Este alejamiento de las mujeres de los rituales religiosos sugiere un futuro declive aún más pronunciado en la práctica religiosa.

 

El estudio también apunta a una discrepancia entre la asistencia declarada y la real a la misa, indicando que la asistencia efectiva es incluso menor que la reportada oficialmente. Esta tendencia es más acentuada en las mujeres, que han reducido su participación en los rituales religiosos a un ritmo más rápido que sus pares masculinos. Diotallevi sugiere que el desapego de las mujeres a la religión está alterando una característica tradicional del catolicismo italiano y podría tener consecuencias duraderas para la sociedad y la cultura del país transalpino.

 

Diotallevi también aborda las posibles causas de este declive catastrófico. Identifica los cambios en la forma en que se practican los rituales religiosos, incluyendo una tendencia hacia la «espectacularización» de las liturgias en el Vaticano y las innovaciones litúrgicas que han sido motivo de escándalo entre los católicos fieles. Estos factores, junto con una serie de escándalos morales, doctrinales y financieros en el Vaticano, han contribuido a la desafección de los católicos italianos hacia la iglesia.

 

La investigación de Diotallevi no solo destaca un fenómeno religioso, sino que también lo contextualiza dentro de un marco más amplio de transformaciones sociales y culturales en Italia. Predice que, si la tendencia actual continúa, la práctica de la fe católica podría reducirse a cifras alarmantemente bajas, con profundas implicaciones para el futuro del catolicismo en el corazón mismo de la Iglesia.

 

 

Luca Diotallevi es un destacado sociólogo y profesor en la Universidad de Roma Tre. Nacido en 1959 en Terni, Italia, se graduó en filosofía en la Universidad de Roma «La Sapienza» y obtuvo su doctorado en sociología en la Universidad de Parma. Ha tenido la oportunidad de estudiar y trabajar en prestigiosas universidades internacionales como las de Bielefeld, Oxford, Harvard y Cambridge.

 

Diotallevi es experto en temas de secularización, secularismo y las relaciones entre la religión y la sociedad. Ha contribuido significativamente al entendimiento sociológico de las transformaciones de las instituciones y organizaciones religiosas.

martes, 9 de abril de 2024

DIGNITAS INFINITA

 

 un documento superficial con algunos errores graves

 

Tommaso Scandroglio

 

Brújula cotidiana, 09_04_2024

 

 

Ayer se publicó la Declaración del Dicasterio para la Doctrina de la Fe (DDF) Dignitas infinita, sobre la dignidad de la persona humana. Un documento nacido tras nada menos que cinco borradores elaborados en los últimos cinco años.

 

El planteamiento de base, de carácter metafísico, es en principio correcto, pero dado el valor del documento, necesitaba una mayor profundización, por ejemplo tratando el concepto de “persona” en relación con las tres personas de la Santísima Trinidad -porque de aquí proviene en última instancia el valor intrínseco de cada persona- y subrayando después que este valor del hombre deriva secundariamente de la naturaleza particular de su forma actualizada, es decir, de su racionalidad (en el documento sólo hay una brevísima mención a este concepto). Es la cualidad de esta naturaleza la que hace al hombre intrínsecamente valioso y, por tanto, merecedor del nombre de “persona”, que es como una especie de título para indicar una dignidad altísima. Persona es, pues, nomen dignitatis. Tomás de Aquino se expresa al respecto de la siguiente manera: “Entre todas las demás sustancias, los individuos de naturaleza razonable tienen un nombre especial. Y este nombre es persona” (Summa Theologiae, I, q. 29, a. 1 c.). Aunque la estructura es correcta, no se puede decir lo mismo de los argumentos individuales articulados. Hay poca profundidad de análisis, un rasgo característico de todo el presente pontificado.

 

Junto a párrafos que pueden compartirse de esta Declaración, firmada por el Prefecto Víctor Fernández y aprobada por el Papa Francisco, hay otros ambiguos, algunos cuestionables y varios erróneos. En relación a los pasajes ambiguos -dejando de lado por razones de espacio la definición propuesta de “naturaleza humana”- nos detendremos en el punto nº 1 donde se afirma la primacía de la persona humana, tal y como se afirmó anteriormente en la Laudate Deum del Papa Francisco (nº 39). Esto es cierto en el plano natural, pero no en el sobrenatural. De hecho, la primacía pertenece siempre a Dios. En un documento que fundamenta acertadamente la dignidad humana en el hecho de haber sido creados a imagen de Dios, no hacer referencia a la primacía trascendente es una omisión significativa.

 

En cuanto a los pasajes cuestionables y de manera telegráfica: “Esta dignidad ontológica se lee en el documento, en su manifestación privilegiada a través de la libre acción humana, fue subrayada más tarde sobre todo por el humanismo cristiano del Renacimiento” (n. 13). El humanismo, incluso el humanismo cristiano valientemente definido, era antropocéntrico y no teocéntrico. Igualmente crítica es la siguiente afirmación casual: “Es evidente que la historia de la humanidad muestra un progreso en la comprensión de la dignidad y la libertad de las personas” (n. 32). Estamos seguros de que a muchos les parece evidente lo contrario.

 

También es cuestionable la lista propuesta de conductas o fenómenos contrarios a la dignidad de la persona, lista que tiende a fijarse en temas de justicia social: pobreza, guerra, migrantes, trata de personas, abuso sexual, violencia contra la mujer, feminicidio, aborto, gestación subrogada, eutanasia y suicidio asistido, rechazo a las personas con capacidades diferentes, teoría de género, cambio de sexo, violencia digital (en ese orden en el documento). Todas conductas o fenómenos ciertamente censurables, pero a pesar de asegurar que la lista no era exhaustiva (ver Presentación), brillan por su ausencia el divorcio, la anticoncepción, la inseminación artificial, la experimentación con embriones y el ecologismo, por ejemplo. Habría sido más fructífero partir del Decálogo para elaborar dicha lista.

 

Y ahora vamos a los errores, al menos a los que nos parecen más evidentes. El primero está en el título: Dignitas infinita. La dignidad de la persona humana no es infinita (cf. n. 1) porque su ser no es infinito. Sólo la dignidad de Dios es infinita porque su ser es infinito. Nuestra cualidad de criaturas comporta un valor intrínseco, limitado y finito, pero al mismo tiempo inconmensurable, es decir, inmenso y absoluto. Por lo tanto, no sujeto a condiciones, como se indica correctamente varias veces en el texto (Juan Pablo II, citado en el documento, había caído en el mismo error).

 

Segundo error: en el nº 28 se vuelve a citar Laudate Deum: “La vida humana es incomprensible e insostenible sin las demás criaturas” (nº 67) Sin embargo, la Declaración repite no menos de quince veces y con mucha propiedad que la dignidad humana es tal más allá de toda circunstancia. Ahora, en cambio, la dignidad humana parece descender de las demás criaturas: ya no parece tener dignidad absoluta, sino una dignidad relativa en relación con las plantas y los animales. El clásico óbolo debido al ecologismo. Sobre el tercer error -la pena de muerte entra en conflicto con la dignidad humana (cf. n. 34)- sólo podemos remitirnos a otro artículo (hacer clic aquí) y a otros anteriores (hacer clic aquí y aquí).

 

Detengámonos finalmente en el párrafo dedicado a la teoría de género. Esta teoría incluye, entre otros aspectos, un juicio positivo sobre la homosexualidad y la transexualidad. A este segundo aspecto, la Declaración dedica un párrafo especial que adopta un enfoque crítico correcto. Así, era de esperar que el apartado “Teoría de género” tratara de la homosexualidad. Así es en la parte inicial del mismo, pero luego las reflexiones que articula parecen más propias del transexualismo, y sólo vagamente relacionadas con la homosexualidad. Dicho esto, es evidente que falta una condena explícita y razonada de la homosexualidad, refugiándose en vagas referencias a la diferencia sexual entre hombres y mujeres. Algo que no es de extrañar tras la publicación de Fiducia supplicans que bendice la homosexualidad.

 

Hablamos de la parte inicial del apartado “Teoría de género”, dedicada a la homosexualidad. En él, se cita correctamente el Catecismo de la Iglesia Católica cuando afirma que la persona homosexual debe ser acogida (cf. nº 2358), pero no se cita lo mismo cuando censura tanto la homosexualidad como la conducta homosexual. No sólo eso, sino que inmediatamente después de esta cita, la Declaración continúa así: “Por esta razón, debe denunciarse como contrario a la dignidad humana que en algunos lugares no pocas personas sean encarceladas, torturadas e incluso privadas del bien de la vida únicamente a causa de su orientación sexual” (nº 55). Parece que la aceptación de las personas homosexuales implica la exclusión de la prohibición legal de la conducta homosexual. Sancionar la conducta homosexual sería entonces un malum in se. He aquí, pues, la cuestión de fondo: ¿es moralmente lícito sancionar la conducta homosexual? Una respuesta que sabemos que escuece a muchos: sí, pero no siempre. Vamos por orden. ¿Cuál es el criterio al que hay que referirse para decidir cuándo es correcto sancionar una determinada conducta? El bien común. En el caso de las prohibiciones, deben prohibirse las conductas gravemente perjudiciales para el bien común. La conducta homosexual es potencialmente perjudicial para el bien común por varias razones.

 

En primer lugar, porque la homosexualidad contradice en lo más profundo de sus raíces la naturaleza humana, y por tanto la dignidad humana. Es un desorden violento de la persona que no puede sino repercutir externamente cuando se convierte en conducta, en relación, reverberando negativamente en ese ordo social cuya protección es la primera tarea del gobernante. La práctica de la homosexualidad conduce a la corrupción del pensamiento y de las costumbres, por ejemplo en el ámbito de la conducta sexual, incluso entre heterosexuales, en la educación cuando se enseña la afectividad, etc. Pensemos entonces en los efectos negativos que hemos tenido que registrar en el ámbito familiar donde se han legitimado las uniones civiles o los “matrimonios” homosexuales, incluyendo sobre todo la llamada homogeneización. Pensemos también en el ámbito procreativo, donde la homosexualidad ha fomentado prácticas como la fecundación heteróloga, el útero de alquiler y ha fomentado una cultura anti-vida, porque la homosexualidad es por su estructura íntima una condición infértil.

 

Por lo tanto, en abstracto, la conducta homosexual se puede prohibir legalmente, pero en la práctica hay que asegurarse de que la prohibición sea efectiva, es decir, que prometa más beneficios que perjuicios al bien común. De lo contrario, es mejor tolerar y no prohibir. Conviene, pues, hacer mil distinciones: en algunas culturas, como la africana, la homosexualidad está prohibida porque socialmente ya es profundamente repudiada, sobre todo porque para la cultura africana la descendencia lo es todo y una relación que por su propia naturaleza es infértil se percibe como un insulto muy grave a los valores compartidos. La homosexualidad en esos contextos ya se rechaza radicalmente, y no prohibirla significaría incentivarla y promover así procesos sociales altamente desestabilizadores (en una línea similar, Pío XI pedía a los gobernantes en Casti connubii que castigaran las uniones libres – “turpi connubii” en el texto- que, entre otras cosas, representan una especie moral menos grave que las relaciones homosexuales).

 

Ni que decir tiene que el tipo de sanción y el quantum del castigo deben ser proporcionales, entre otros aspectos a tener en cuenta, a la naturaleza del mal cometido y, por tanto, como recuerda la propia Declaración, deben excluirse la pena de muerte y la tortura, también porque esta última es una acción intrínsecamente mala.

 

Por otra parte, por las mismas razones, parece aconsejable no prohibirla en Occidente -también porque es realistamente imposible decidir lo contrario-, precisamente porque la sociedad acepta esta condición con absoluta benevolencia. La medicina sería peor que el mal que hay que curar. Por lo tanto, en primer lugar es necesario intervenir en el ámbito cultural y, mientras tanto, tolerar el fenómeno, no prohibirlo y, desde luego, no legitimarlo.

 

 

viernes, 15 de marzo de 2024

EL LIBRO

 

 que relata el martirio de Larrabure en su cautiverio: el perdón al ERP y los rezos en su celda diminuta

 

Infobae, 15 Mar, 2024

 

La investigación para la posible beatiicación y luego canonización del coronel Argentino del Valle Larrabure, secuestrado y asesinado por el ERP en agosto de 1975, avanza con la recopilación de pruebas para presentar en El Vaticano. En ese sentido, el historiador Sebastián Miranda fue el encargado de hacer los estudios sobre la vida del militar que fue capturado por los guerrilleros el 11 de agosto de 1974 en el copamiento de la Fábrica Militar de Villa María, Córdoba.

 

Miranda, de 49 años, es licenciado en historia y especializado en temas militares. “Primero empecé estudiando a los próceres clásicos y luego también me dediqué a investigar la violencia en la década del 70. A esto se agrega mi vocación religiosa”.

 

Cómo fue el ataque

El conscripto Mario Pettigiani era miembro de ERP. Ese domingo, 11 de agosto de 1974, cortó el alambrado que rodeaba a la Fábrica Militar cordobesa. Por allí, entraron alrededor de 70 guerrilleros del ERP. Había una fiesta en el casino de oficiales. “El primer acto heroico de Larrabure fue entregarse a los atacantes y pedirles que no hieran al resto de las personas”, explica Miranda.

 

En el ingreso al cuartel hubo un tiroteo en el que murió un policía y siete militares fueron heridos. El jefe del lugar no estaba presente. Entonces, los guerrilleros decidieron llevarse al segundo al mando, el mayor Argentino del Valle Larrabure y al capitán García, ambos ingenieros químicos. Este último, al intentar huir, fue alcanzado por una ráfaga de ametralladora.

 

Los miembros del ERP escaparon con 120 fusiles FAL, municiones y Larrabure como rehén. El militar fue encerrado en una “cárcel del pueblo” ubicada en la calle Garay 3254 del barrio Bella Vista, en Rosario. Sobre el sótano donde fue cautivo (en un agujero de 1,10 metros de largo por 60 cm. de ancho) había una mercería. Larrabure estuvo 372 preso. El 19 de agosto de 1975 lo mataron y arrojaron su cuerpo, envuelto en un plástico, a una zanja en Rosario. Lo encontraron unos chicos. Tenía 43 años, estaba casado con María Susana de San Martín (a quien llamaba Marisú y falleció el 4 de septiembre de 2001 a los 69 años) y tenía dos hijos: María Susana, de 17 años, y Arturo, de 16, en ese momento.

 

Pruebas para la beatificación y canonización

Miranda escribió un libro sobre Larrabure, “Argentino del Valle Larrabure: mártir de Dios y de la Patria”, que recopila las pruebas que presentará la Iglesia argentina ante El Vaticano para su posible beatificación y luego canonización. En la actualidad, desde el 14 de marzo del 2023, el militar asesinado por el ERP ya es Siervo de Dios. “Ya en su infancia se veía la vocación de este hombre. De niño jugaba con soldaditos de plomo y solía seguir a la guardia que custodiaba la Casa de Tucumán en su provincia natal -explica el historiador, en diálogo con Infobae-. Además, su nombre tiene un motivo que lo marcó en toda su vida. Según contó su madre, se llamó Argentino porque iba a servir a la patria y Del Valle, porque lo iba a proteger esa virgen. Su familia estaba sensibilizada porque se les había muerto un hijo de 18 meses”.

 

Larrabure se forma en un colegio salesiano en Tucumán y allí nace su vocación religiosa, que luego expresará en el peor momento de su vida. En los 372 días que estuvo secuestrado por el ERP encerrado en una jaula diminuta bajo tierra.

 

Larrabure fue secuestrado en agosto de 1974. Las pruebas indican que al menos desde noviembre de ese año estuvo encerrado en los subsuelos de la mercería de Rosario, en el barrio Bella Vista. Allí, en algún momento compartió el cautiverio con dos empresarios. René Vicari y Erich Breus. En el texto de Miranda hay testimonios de ambos que hablan que Larrabure se pasaba gran parte del tiempo cantando el himno, rezar y pedir por el perdón de sus captores.

 

Las palabras de la víctima

Larrabure, además, escribió 8 cartas y un diario durante los 372 días que pasó secuestrado. “En los textos siempre le miente a su familia diciendo que está bien. Y pide que recen por él y por sus captores para un futuro perdón de lo que estaban haciendo”, resalta el historiador.

 

Los guerrilleros mantuvieron capturado al militar porque sabían de su conocimiento sobre armas y explosivos. “Él se niega en forma sistemática a darle información a sus secuestradores. Sabía que todo eso se iba a usar para atacar a otros argentinos y no estaba dispuesto a participar”, explica Miranda.

 

Encerrado en ese ataúd oscuro, del tamaño de una cama de una plaza, Larrabure escribe y deja testimonio de sus pensamientos de esos momentos. Vive en un catre desvencijado con un baño químico a sus pies. Está vigilado noche y día por un encapuchado.

 

Sus captores le dan hojas de papel para que escriba. El papel tienen una bandera roja y negra en la parte superior, la estrella del ERP y la frase. “¡A vencer o morir por la Argentina! Ejército Revolucionario del Pueblo”. Larrabure pasa por alto todo eso y escribe. “Físicamente estoy bien, de mi asma mejor, dispongo de todos los remedios y soy bien tratado (…) A todos los extraño muchísimo, de noche, antes de dormirme hablo con todos Uds”.

 

Y continúa con la poca luz que tiene durante el día. “Y a mis hijos y mis ahijados especialmente, que no olviden mi mensaje: ‘Aún suceda lo peor, no deben odiar a nadie, y devolver la bofetada poniendo la otra mejilla’. La cartita de mamá muy linda, plena de esperanza, muy alentadora. El domingo fue el día de la madre. (…) Que los chicos no dejen de estudiar”. Firmado: Vasco, su apodo desde los días del Colegio Militar.

 

El último texto tiene fecha del 15 de marzo de 1975, seis meses después sería asesinado por el ERP. “Queridos Marisú, Susanita, Arturo Cirilo, Jorgito y Mita. Les escribo después de casi tres meses para llevarles tranquilidad diciéndoles que estoy bien (…) Tengan fe en Dios y sigan adelante. Contéstenme por La Nación. Marisú querida: no descuides tu salud”.

 

El final de Larrabure

Muchas de las cosas que decía en esos textos era para tranquilizar a la familia. Según la investigación de Miranda, Larrabure no fue tan bien tratado por los guerrilleros que lo mantuvieron cautivo durante 372 días. Según los datos de la autopsia pesaba unos 40 kilos menos que en el momento de su secuestro en la Fábrica Militar de Villa María. “Además, tenía signos de haber sido picaneado con ferocidad en sus genitales”, revela el autor del libro sobre el militar.

 

“Por eso creo que es factible su beatificación y luego canonización -resalta Miranda-. Por su caridad religiosa. Su demostración de amor extremo frente a las personas que lo secuestraron, torturaron y asesinaron. Además, le ocultaron la muerte de su madre que ocurrió durante su cautiverio”.

 

Además, el análisis del cuerpo del militar indica que no se suicidó (el ERP había informado que se había quitado la vida). “Tenía una alta graduación alcohólica en sangre lo que indica que fue adormecido de esa manera. Sus muñecas tenían signos de haber estado atadas durante largo tiempo. Además, le dieron un golpe muy fuerte en la cabeza y luego lo ahorcaron. Esto queda demostrado con la herida profunda que tenía en su cuello. No hay ninguna chance de que Larrabure haya podido colgarse porque estaba muy débil y por su vocación religiosa”, sostiene Miranda.

 

El historiador confía que el Papa tendrá en cuenta cómo vivió el militar con un total espíritu religioso su cautiverio de más de un año en una jaula bajo tierra. Desde allí, pedía que recen por él y por sus captores para que sean perdonados por los tormentos a lo que lo sometían. “Creo que la canonización de Larrabure sería muy importante porque es un símbolo de unidad y reconciliación entre los argentinos. “Su perdón a sus secuestradores y asesinos es un ejemplo de amor extremo por Dios”, sintetiza el historiador.

lunes, 4 de marzo de 2024

¿LOS DERECHOS DEL HOMBRE Y DEL CIUDADANO?

 


por Roberto Gorostiaga

 

Periódico El Restaurador, 29 de octubre de 2023

 

 

Los mártires de la revolución francesa

 

Como dijo Rousseau, “para establecerse y subsistir el Estado revolucionario deberá destruir a la Iglesia y los cuerpos naturales de la sociedad”.

Así, la Asamblea Legislativa francesa dijo: “Los males que resultan de las corporaciones han sido expuestos. La tendencia natural que ellas tienen a crecer, la oposición constante de su interés con el interés general se han visto con toda claridad. Los proyectos de los enemigos de la revolución se fundan sobre los bienes del clero... devolvedlos a la Nación y ellos serán destruidos”. (Diario de decretos y debates -9 de abril de 1790- nr 238) Por eso el papa Pío VI enseñó:

 

“La Asamblea Nacional se ha abrogado la potestad eclesiástica, estableciendo tantas y tantas cosas contrarias no sólo a los dogmas sino también a la disciplina eclesiástica y obligando a todos los obispos y eclesiásticos con juramento a la observancia de su decreto. Más esto de ningún modo debe maravillar a aquellos que por la constitución misma de la Asamblea fácilmente comprenden que a ninguna otra cosa se encamina ni de ninguna otra cosa trata que de abolir la religión católica...” (Breve Quod Aliquantum, del 10 de febrero de 1791).

 

Veamos sólo algunos hechos de cómo procedió con la Iglesia la “gloriosa Revolución”, cuyo bicentenario acaba de celebrarse:

El 12 de noviembre de 1789 los bienes del clero son puestos a disposición de la Nación.

El 13 de febrero de 1790 se decreta la secularización de los religiosos, prohibiendo los votos de religión.

El 20 de marzo se decreta se hagan los inventarios de las iglesias y locales del clero. Desde la Revolución las iglesias católicas son del Estado, que —desde el Concordato de 1801 a que fue obligado por la resistencia vandeana— facilita su uso a la Iglesia.

La Asamblea Nacional francesa votó del 9 de abril al 12 de julio de 1790 “la Constitución civil del clero” que instaura una Iglesia nacional.

Allí Robespierre dijo que: “La Nación debe conservar (en sus manos) todo lo que es necesario para el culto, para el sostén de la religión católica...”. Y reclama la supresión del celibato eclesiástico.

El 6 de abril de 1792: la Asamblea Legislativa suprime el hábito religioso.

El 18 de agosto de 1792: supresión de todas las congregaciones religiosas.

El 17 de noviembre de 1792: se aprueba el matrimonio de los clérigos.

El 22 de enero de 1783: Circular del consejo ejecutivo para imponer al clero “constitucional” la obligación de casar a los divorciados y a los sacerdotes.

El 3 de abril de 1789 (14 germinal, año VI): Resolución del directorio relativo al calendario y a los mercados para impedir el ayuno de los viernes.

 

Mártires y víctimas de la Revolución

La Iglesia ha beatificado hasta ahora 374 mártires, asesinados por “odio de la fe” a saber:

Las 16 carmelitas de Compiegne, guillotinadas el 17 de julio de 1794 (beatificadas por la Iglesia en 1906).

Las 15 religiosas de Valenciennes (3 Hijas de la Caridad y 11 Ursulinas) guillotinadas el 26 de junio de 1794 (beatificadas en 1920).

Las 32 religiosas de Bollene, guillotinadas en Orange del 6 al 26 de agosto de 1794 (beatificadas en 1925).

El padre Noél Pinot, guillotinado el 21 de febrero de 1794 (beatificado en 1926).

Los 191 mártires guillotinados en la prisión del Carmelo el 2 de septiembre de 1792 (beatificados en 1926.

El padre Pierre-René Rogue, guillotinado en Vannes el 3 de marzo de 1796 (beatificado en 1934).

Los 19 mártires de Laval, guillotinados el 21 de enero de 1794 (beatificados en 1955).

Los 99 mártires de Angers (12 sacerdotes; 3 religiosas y 94 laicos, de ellos mujeres) ejecutados entre octubre de 1793 y octubre de 1794.

Otras causas en proceso de beatificación en Roma son los de:

El padre Jean Poulín de Arras ejecutado el 22 de agosto de 1793 y otras 157 víctimas de la misma ciudad, entre 1793 y 1798.

El padre Ignacio José Gosseau, de Valenciennes y 46 sacerdotes y religiosos de la misma ciudad, ejecutados entre 1792 y 1799.

Tomás Merle de Castillon y otras 71 personas ejecutadas en Lyon entre 1792 y 1794.

Los 5 capuchinos ejecutados en Nimes el 14 de junio de 1790, Jean Baptiste Souzy ejecutado en L'Ile Madame el 27 de julio de 1793 y sus 102 compañeros también muertos por la fe entre 1793 y 1795.

Los 110 niños de menos de 7 años masacrados en Lucs-sur-Boulogne en Vendee, por la “columna infernal” del general Cordellier.

No se agota con esto la lista de quienes murieron por causa directa de su fe.

Así, en Nantes, están los 143 sacerdotes ahogados en el río Loira a fines del año 1793.

En Toulouse el padre Duchein, ejecutado el 7 de noviembre de 1793.

En París, Ana Poulain y su criada Margarita, condenadas a muerte el 21 de diciembre de 1793 por haber escondido a un sacerdote proscripto.

El padre Fenelon, sobrino nieto del autor de “Telémaco” guillotinado también en París, julio 1794.

En Puy la señora de Beauzac, madre de un sacerdote refractario a la Constitución civil del clero; y la familia Best (el marido, su esposa y su cuñada) guillotinados en enero de 1794 por ayudar al clero fiel.

En Dax sor Margarita Rustau, Hija de la Caridad, guillotinada el 9 de abril de 1794.

En Montpellier, María Coste, campesina guillotinada el 3 de mayo de 1794 por haber alimentado a un sacerdote proscripto.

Se calculan en 2 millones de personas las víctimas del terror en Francia. A ellos deben agregarse las víctimas de las guerras de la Revolución y el imperio napoleónico en toda Europa, desde España hasta Rusia. Todo ello en nombre de los derechos del hombre y el ciudadano.

viernes, 1 de marzo de 2024

RETRATO ROBOT


del próximo Papa: Las notas de un cardenal

 

Dos años después del texto firmado por "Demos" (cuya identidad se supo más tarde que correspondía al cardenal Pell), sale a la luz un nuevo documento relacionado con aquel, y que define las siete prioridades del próximo cónclave para reparar la confusión y la crisis creadas por este Pontificado.

 

Brújula cotidiana, 29_02_2024

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El Vaticano mañana

 

En marzo de 2022, apareció un texto anónimo -firmado bajo el pseudónimo “Demos,” y titulado “El Vaticano hoy”- que planteaba una serie de graves interrogantes y críticas sobre el pontificado del Papa Francisco. Las condiciones en la Iglesia desde que apareció ese texto no han cambiado materialmente, y mucho menos, mejorado. Por lo tanto, los pensamientos que aquí se ofrecen pretenden basarse en aquellas reflexiones originales a la luz de las necesidades del Vaticano de mañana.

 

Los últimos años de un pontificado, de cualquier pontificado, son el momento de evaluar la situación de la Iglesia en el presente y las necesidades de la Iglesia y de sus fieles en el futuro. Está claro que los puntos fuertes del pontificado del Papa Francisco son su insistencia en la compasión hacia los débiles, el acercamiento a los pobres y marginados, la preocupación por la dignidad de la creación y las cuestiones medioambientales que se derivan de ella, y los esfuerzos por acompañar a los que sufren y están alienados en sus cargas.

 

Sus defectos son igualmente obvios: un estilo de gobierno autocrático, a veces llegando a parecer vengativo; un descuido en cuestiones de derecho; intolerancia incluso frente al desacuerdo respetuoso; y -lo que es más grave- un estilo persistente de ambigüedad en cuestiones de fe y moral que causa confusión entre los fieles. La confusión genera división y conflicto. Mina la confianza en la Palabra de Dios. Debilita el testimonio evangélico. El resultado de esto es una Iglesia más fracturada que en ningún otro momento de su historia reciente.

 

La tarea del próximo pontificado debe ser, por tanto, la de recuperar y restablecer verdades que se han ido lentamente oscureciendo o perdiendo entre muchos cristianos. Estas incluyen, pero no se limitan, a aspectos tan básicos como los siguientes:  (a) nadie se salva sino por Jesucristo, y sólo por Él, como Él mismo dejó claro; (b) Dios es misericordioso pero también justo, y está íntimamente interesado en cada vida humana, Él perdona pero también nos pide cuentas, Él es a la vez Salvador y Juez; (c) el hombre es una criatura de Dios, no una invención propia, una criatura no meramente emotiva y con apetitos sino también con intelecto, libre albedrío y un destino eterno; (d) existen verdades objetivas inmutables sobre el mundo y la naturaleza humana, que pueden conocerse mediante la Divina Revelación y el ejercicio de la razón; (e) la Palabra de Dios, recogida en las Escrituras, es fiable y tiene fuerza permanente; (f) el pecado es real y sus efectos son letales; y (g) la Iglesia tiene tanto la autoridad como el deber de “hacer discípulos a todas las naciones”. No abrazar con alegría esa obra de amor misionero y salvífico tiene consecuencias. Como escribió Pablo en 1 Corintios 9,16 “ay de mí si no predicara el Evangelio”.

 

De la tarea y la lista anteriores se desprenden algunas observaciones prácticas.

 

Primera: La autoridad real se ve perjudicada cuando se usan medios autoritarios en su ejercicio. El Papa es el sucesor de Pedro y quien garantiza la unidad de la Iglesia. Pero no es un autócrata. No puede cambiar la doctrina de la Iglesia, y no debe inventar o alterar la disciplina de la Iglesia arbitrariamente. Gobierna la Iglesia colegialmente con sus hermanos obispos en las diócesis locales. Y lo hace siempre en fiel continuidad con la Palabra de Dios y la enseñanza de la Iglesia. Los “nuevos paradigmas” y los “nuevos caminos inexplorados” que se desvían de una y otra no son de Dios. Un nuevo Papa debe restaurar la hermenéutica de la continuidad en la vida católica y reafirmar la comprensión del Vaticano II sobre el papel propio del papado.

 

Segundo: Así como la Iglesia no es una autocracia, tampoco es una democracia. La Iglesia pertenece a Jesucristo. Es su Iglesia. Ella es el Cuerpo Místico de Cristo, compuesto por muchos miembros. No tenemos autoridad para adaptar sus enseñanzas para que encajen mejor en el mundo. Además, el sensus fidelium católico no es una cuestión de encuestas de opinión, ni siquiera la opinión de una mayoría bautizada. Sólo se deriva de aquellos que creen genuinamente y practican activamente, o al menos buscan sinceramente practicar, la fe y las enseñanzas de la Iglesia.

 

Tercero: La ambigüedad no es evangélica ni acogedora. Más bien engendra dudas y alimenta impulsos cismáticos. La Iglesia es una comunidad, no sólo de Palabra y sacramento, sino también de credo. Lo que creemos contribuye a definirnos y a sostenernos. Así, las cuestiones doctrinales no son cargas impuestas por insensibles “doctores de la ley”. No son tampoco un espectáculo intelectual para la vida cristiana. Al contrario, son vitales para vivir una vida cristiana auténtica, porque tratan de aplicaciones de la verdad, y la verdad exige claridad, no matices ambivalentes. Desde el principio, el pontificado actual se ha resistido a la fuerza evangélica y a la claridad intelectual de sus predecesores inmediatos. El desmantelamiento y reutilización del Instituto Juan Pablo II de Roma y la marginación de textos como Veritatis Splendor sugieren una elevación de la “compasión” y la emoción a expensas de la razón, la justicia y la verdad. Para una comunidad de fe, esto es insano y profundamente peligroso.

 

Cuarto: La Iglesia católica, además de Palabra, sacramento y credo, es también una comunidad de derecho. El derecho canónico ordena la vida de la Iglesia, armoniza sus instituciones y procedimientos, y garantiza los derechos de los creyentes. Entre las marcas del actual pontificado están su excesiva confianza en el motu proprio como herramienta de gobierno y una despreocupación general y aversión por los detalles canónicos. Una vez más, como ocurre con la ambigüedad de la doctrina, el desprecio por el derecho canónico y el procedimiento canónico adecuado socava la confianza en la pureza de la misión de la Iglesia.

 

Quinto: La Iglesia, como tan bellamente la describió Juan XXIII, es mater et magistra, la “madre y maestra” de la humanidad, no su obediente seguidora; la defensora del hombre como sujeto de la historia, no su objeto. Ella es la esposa de Cristo; su naturaleza es personal, sobrenatural e íntima, no meramente institucional. Ella nunca puede ser reducida a un sistema flexible de ética o a un análisis y remodelación sociológica para adaptarla a los instintos y apetitos (y confusiones sexuales) de una época. Uno de los principales defectos del actual pontificado es su alejamiento de una “teología del cuerpo” convincente y su falta de una atractiva antropología cristiana... precisamente en un momento en que aumentan los ataques a la naturaleza y la identidad humanas, desde el transgenerismo al transhumanismo.

 

Sexto: Los viajes por el mundo sirvieron muy bien a un pastor como el Papa Juan Pablo II, debido a sus dones personales únicos y a la naturaleza de los tiempos. Pero los tiempos y las circunstancias han cambiado. La Iglesia en Italia y en toda Europa -el hogar histórico de la fe- está en crisis. El propio Vaticano necesita urgentemente una renovación de su moral, una limpieza de sus instituciones, procedimientos y personal, y una profunda reforma de sus finanzas para prepararse para un futuro más difícil. No son cosas pequeñas. Exigen la presencia, la atención directa y el compromiso personal de cualquier nuevo Papa.

 

Séptimo y último: El Colegio Cardenalicio existe para asesorar al Papa y elegir a su sucesor a su muerte. Ese servicio requiere hombres de carácter limpio, sólida formación teológica, madura experiencia de liderazgo y santidad personal. También requiere un Papa dispuesto a pedir consejo y luego a escuchar. No está claro hasta qué punto esto se aplica en el pontificado del Papa Francisco. El pontificado actual ha hecho hincapié en la diversificación del colegio, pero no ha logrado reunir a los cardenales en consistorios regulares diseñados para fomentar una auténtica colegialidad y confianza entre hermanos. Como resultado, muchos de los electores que voten en el próximo cónclave no se conocerán realmente entre sí, y por tanto pueden ser más vulnerables a la manipulación. En el futuro, si el colegio ha de servir a sus propósitos, los cardenales que lo forman necesitan algo más que un solideo rojo y un anillo. El actual colegio de cardenales debería activarse para el conocimiento mutuo y para entender mejor las diferentes visiones que cada uno tiene de la Iglesia, las situaciones de sus Iglesias locales y la personalidad de cada cardenal – factores todos importantes para reflexionar sobre el nuevo Papa.

 

Los lectores se preguntarán con razón por qué es anónimo este texto. La respuesta debería ser evidente para todo aquel que conozca el tenor del ambiente romano actual. La sinceridad no es bienvenida y sus consecuencias pueden ser incómodas. Y sin embargo estas reflexiones podrían continuar durante muchas más páginas, señalando especialmente la fuerte dependencia del actual pontificado en la Compañía de Jesús, la reciente problemática actuación del cardenal Fernández, del DDF, y el surgimiento de una pequeña oligarquía de confidentes con excesiva influencia dentro del Vaticano - todo ello a pesar de las pretensiones descentralizadoras de la sinodalidad, entre otras cosas.

 

Precisamente por estas cuestiones, las advertencias aquí apuntadas pueden ser útiles en los próximos meses. Se espera que esta contribución ayude a orientar las conversaciones, muy necesarias, sobre cómo debe ser el Vaticano en el próximo pontificado.