lunes, 30 de septiembre de 2019

EL TIEMPO Y EL ESPACIO



Autor: Santiago MARTÍN, sacerdote FM

Católicos on line, setiembre 2019

Lo último que sabemos de lo que está sucediendo en Alemania, es que doce obispos contra cincuenta y uno, han votado en contra de los Estatutos de su Sínodo, porque no cumplen lo que ha pedido el Papa. Uno de ellos, el de Tubinga, ha advertido además que abandonará el Sínodo si se aprueban cosas contrarias a la fe católica que él ha jurado defender con su vida.

El cisma, real desde hace cincuenta años, está a punto de hacerse oficial por parte de los que no aceptan ni la Palabra ni la Tradición. Pero, ¿por qué ha ocurrido y por qué precisamente con este Papa? ¿Por qué los obispos alemanes liberales se enfrentan a un Pontífice con el que se sienten identificados, al que han aclamado desde el principio y al que ayudaron a llegar al Pontificado?

El Papa Francisco gobierna la Iglesia basándose en cuatro principios que él mismo ha expuesto, sobre todo en la Evangelii gaudium: el tiempo es superior al espacio; la unidad prevalece sobre el conflicto; la realidad es más importante que la idea; el todo es superior a la parte. De todos ellos, el que más puede ayudarnos a entender lo que pasa en Alemania, es el primero. El Papa ha dicho muchas veces que él quiere poner en marcha procesos que luego no permitan la vuelta atrás. Esto implica dos cosas: tomar decisiones que favorezcan esos procesos y tener paciencia para no dar un paso en falso que genere una reacción tan fuerte que los anule. Lo primero se hace con los nombramientos, ante todo de cardenales (Kasper acaba de declarar que con los últimos cardenales electos ya está asegurada la elección de un Papa en la línea de Francisco) y también de obispos para sedes clave en la Iglesia (Lima, Chicago o Bolonia son ejemplos de esto). Lo segundo, requiere ir poco a poco, confiando en que la historia nunca da marcha atrás y en que con los hombres pasa lo mismo que con las ranas cuando se las mete en una cazuela de agua que se va calentando poco a poco: no saltan, hasta que el agua hierve y es demasiado tarde.

Ahí es donde se ha presentado el conflicto con los alemanes. No sería, aparentemente al menos y según declaraciones del propio cardenal Marx, un conflicto de fondo -como sí lo hubiera habido con los Pontífices anteriores, con los cuales, precisamente por eso, no estalló-, sino un conflicto de oportunidad. Los alemanes no están dispuestos a esperar. Posiblemente no creen lo de que el tiempo es superior al espacio y opinan que en la historia de la humanidad han sido muchos los que han dejado todo atado y bien atado y luego han terminado con sus huesos en un estercolero. Por eso tienen prisa. Les parece demasiado aguardar otros diez o veinte años para que la homosexualidad sea aceptada y para que llegue la hora del sacerdocio femenino, entre otras cosas que reclaman. Para ellos es ahora o nunca. El Papa les pide paciencia y ellos no la tienen.

Yo también creo que el tiempo es superior al espacio y que poner en marcha procesos es más importante que precipitar las cosas. Lo que pasa es que, por encima de estos principios de comportamiento basados en perspectivas humanas, creo en Dios. Y sé que Dios es el Señor del tiempo, es el Señor y dueño de la historia. Por eso confío en que lo que se pretende dejar atado de forma que no haya marcha atrás posible, se pueda desatar en cualquier momento, porque de repente sucede algo imprevisto que hace que todo cambie. No sé si los alemanes comparten mi fe y es por eso por lo que tienen prisa, pero desde luego no están dispuestos a esperar.

Si a esta situación se le añade el no menos conflictivo Sínodo de la Amazonía, podemos hacernos una idea de cómo está la Iglesia. El Papa, que aparentemente alentó los procesos, pone el freno, como se tira de las riendas del caballo para que no se desboque. Es como si dijera: hay que ir, pero más despacio y eso lleva incluso a dudar de sus intenciones a los que quieren ir más de prisa. Mientras, los que no queremos ir por ese camino y aguantamos todos los días los insultos y las amenazas, sólo podemos contemplar con tristeza el espectáculo de ver cómo ellos se pelean y suplicar a Dios que salve a su Iglesia.

lunes, 23 de septiembre de 2019

LA TEÓLOGA SCHLOSSER



se retira del «sínodo alemán»: se niega a debatir sobre el sacerdocio de las mujeres

Infocatólica, 22/09/19

(DomRadio/InfoCatólica) La teóloga declaró el viernes a Catholic News Agency en Viena que no podía identificarse con el informe recientemente publicado del grupo preparatorio. Había sido invitada como experta para participar en dicho grupo, pero no había podido asistir a las dos reuniones convocadas a corto plazo debido a otros compromisos. Además, el formato utilizado no era apropiado para clarificar cuestiones teológicas fundamentales y profundizar en ellas.

La profesora añadió que había explicado sus objeciones por escrito a la presidencia del grupo de trabajo. En su opinión, se percibía una «obsesión interesada por el sacramento del orden» en las discusiones de las mujeres. Esta obsesión, sin embargo, no se podía justificar ni teológica ni histórica ni pastoral ni espiritualmente. El Magisterio de la Iglesia ha establecido de forma vinculante que la Iglesia no tiene autoridad para admitir a mujeres a la ordenación sacerdotal. La discusión sobre este tema «ya se realizó hace tiempo» y todos los argumentos se expresaron y se habían puesto sobre la mesa.

Al no tratarse de «una cuestión disciplinar», el tema no podía «negociarse en un encuentro sinodal» en el que se mezclaran obispos y laicos. La teóloga expresó además su temor a una polarización creciente de la Iglesia en Alemania, precisamente por la atmósfera «caliente» que se percibía. Una situación así no contribuiría a clarificar los temas tratados.

Schlosser, de 59 años, es de Donauwörth, Baviera (Alemania) y estudió en Múnich. Desde 2004, es profesora de espiritualidad en la Universidad de Viena. En 2014, el Papa Francisco la nombró miembro de la Comisión Teológica Internacional y, dos años después, miembro de la comisión para estudiar el tema del diaconado femenino. Desde 2016 es consultora de la Comisión para la Fe de los Obispos Alemanes. En noviembre, fue la segunda mujer en recibir el premio de 50.000 euros de la Fundación Joseph Ratzinger-Benedicto XVI por su investigación sobre la Iglesia primitiva y la teología medieval.

Doctrina de gran importancia y definida de forma infablibe

Como bien dice Marianne Schlosser, la doctrina sobre el sacramento del orden sacerdotal está definida de forma definitiva e infalible por el magisterio ordinario de la Iglesia. Así lo quiso dejar claro el papa San Juan Pablo II en la carta apostólica Ordinatio sacerdotalis, cuyo párrafo final reza así:

Por tanto, con el fin de alejar toda duda sobre una cuestión de gran importancia, que atañe a la misma constitución divina de la Iglesia, en virtud de mi ministerio de confirmar en la fe a los hermanos (cf. Lc 22,32), declaro que la Iglesia no tiene en modo alguno la facultad de conferir la ordenación sacerdotal a las mujeres, y que este dictamen debe ser considerado como definitivo por todos los fieles de la Iglesia.

Item más, la Congregación para la Doctrina de la Fe, quiso zanjar cualquier duda sobre el carácter definitvo de la declaración magisterial de San Juan Pablo II, publicando la siguiente respuesta a una dubia.

Después de la publicación de la Carta Apostólica Ordinatio sacerdotalis, algunos teólogos, diversos grupos de sacerdotes y religiosos, como también algunos ambientes y asociaciones del laicado católico han manifestado reacciones problemáticas o negativas en relación con dicho documento pontificio, poniendo en discusión el carácter definitivo de la doctrina sobre la inadmisibilidad de las mujeres al sacerdocio ministerial y la pertenencia de esa doctrina al depósito de la fe.

La Congregación para la Doctrina de la Fe ha considerado necesario disipar las dudas y reservas al respecto mediante el Responsum ad dubium, que el Santo Padre ha aprobado y ordenado su publicación y que es del siguiente tenor:

Respuesta a la pregunta acerca de la doctrina contenida en la Carta Apostólica «Ordinatio Sacerdotalis»

Preg.: Si la doctrina, según la cual la Iglesia no tiene facultad de conferir la ordenación sacerdotal a las mujeres, propuesta en la Carta Apostólica Ordinatio Sacerdotalis como dictamen que debe considerarse definitivo, se ha de entender como perteneciente al depósito de la fe.

Resp.: Afirmativa.

Esta doctrina exige un asentamiento definitivo puesto que, basada en Palabra de Dios escrita y constantemente conservada y aplicada en la Tradición de la Iglesia desde el principio, ha sido propuesta infaliblemente por el Magisterio ordinario y universal (cf. Conc. Vaticano II, Const. dogm. Lumen gentium, 25, 2). Por consiguiente, en las presentes circunstancias, el Sumo Pontífice, al ejercer su ministerio de confirmar en la fe a los hermanos (cf. Lc 22,32) ha propuesto la misma doctrina con una declaración formal, afirmando explícitamente lo que siempre, en todas partes y por todos los fieles se debe mantener, en cuanto perteneciente al depósito de la fe.

El Sumo Pontífice Juan Pablo II, durante la Audiencia concedida al infrascripto Cardenal Prefecto, ha aprobado la presente Respuesta, decidida en la reunión ordinaria de esta Congregación, y ha ordenado su publicación.

Roma, en la sede de la Congregación para la Doctrina de la Fe, el 28 de octubre de 1995.

+ Joseph Card. Ratzinger

Prefecto

+ Tarsicio Bertone

Arzobispo emérito de Vercelli

Secretario

domingo, 15 de septiembre de 2019

ROBERTO BOSCA





OTRA INTERPRETACION EQUÍVOCA  

Xavier De Bouillon

Son conocidas las simpatías de Bosca por cierto judaísmo, con el que ha tejido relaciones desde hace más de 20 años. También es pública su pertenencia al Opus Dei. Sólo Dios conoce la intimidad del corazón humano, de modo que no seremos nosotros los que nos metamos en ese oficio de juzgar el fuero íntimo del prójimo. Pero lo que no podemos dejar pasar por alto es que, para defender al Opus Dei de cierto "conspiracionismo" infundado, Bosca ridiculice como tal las justas prevenciones que la Iglesia Católica ha tenido siempre respecto del Judaísmo anticristiano, del Capitalismo liberal y del Comunismo, sin que eso le haya impedido defender a la vez a los judíos de persecuciones injustas, condenar el antisemitismo racial o anatematizar el antijudaísmo gnóstico de Marción.

Tampoco es justo que Bosca se despache contra Don Ramiro de Maeztu (a quien seguían precisamente esos miembros del Opus Dei que él señala como colaboradores del franquismo). Por lo visto el ex-decano de la Facultad de Derecho de la Universidad Austral conoce (mal) al De Maeztu de "Defensa de la Hispanidad" y no conoce en lo más mínimo al de "El sentido reverencial del dinero". También señala la injusticia de considerar a San Josemaría como antisemita e integrista (lo que está muy bien), pero oculta textos más o menos conocidos de Escrivá acerca del anticatolicismo militante de cierto judaísmo, de la masonería, del comunismo, del liberalismo y no menciona el explícito apoyo que le dio a Franco en lo referente a la confesionalidad católica del Estado español (la sana laicidad de San Josemaría no se contraponía al ideal de la Cristiandad, como tampoco sucedía con Pío XII).

Y esto último es lo que está muy mal. Para muestra de todo esto basta recordar primero la siguiente cita de una carta de San Josemaría del año 1946, que todos los fieles de la Prelatura conocen o deberían conocer (como lo supo este servidor, que fue numerario entre 1983 y 1999). Veamos lo que decía en dicho texto el Fundador del Opus Dei y comparémoslo con la interpretación de Bosca:

"Decidme cuántos grandes periódicos —de éstos que tienen millones de lectores, y hacen y deshacen la opinión pública mundial— conocéis vosotros, que estén llevados por católicos practicantes: no hay ninguno. En cambio, esa prensa está dirigida por protestantes, por judíos, por masones o por marxistas practicantes. Pensad en las cuatro o cinco grandes agencias internacionales de noticias, que monopolizan actualmente la información diaria de todo el mundo: apenas hay gente católica, que influya allí.

Pensad en las grandes productoras de películas, en las distribuidoras internacionales, en las agencias publicitarias, en las cadenas de salas cinematográficas..., y veréis que tampoco allí están presentes los católicos. En todas partes se han dejado preceder los católicos. Si los enemigos de Dios no han ocupado todos los puestos, no es porque hayan encontrado en algún sitio a los católicos trabajando ya con eficacia, sino porque no les estorba en lo más mínimo que haya otros en posiciones periféricas. Ellos han concentrado el esfuerzo en conquistar los puntos neurálgicos, y desde allí lo controlan todo, dejando que los demás se muevan sólo lo imprescindible para dar una apariencia de variedad, para disimular el monopolio."

¿Estas palabras convierten a Escrivá en un defensor del antisemitismo o del NacionalSocialismo? Por supuesto que no. También fue muy claro al respecto y las citas de San Josemaría sobre su amor a los hebreos que transcribe Bosca son verdaderas. Pero sobran los textos o enseñanzas en las que San Josemaría se refiere de modo sumamente crítico (¿conspiracionista?) al falso ecumenismo, a un diálogo interreligioso mal entendido y peor practicado, a la mancha roja del marxismo, a la mancha negra del laicismo, a la mancha verde del hedonismo, a la crisis de la Iglesia, al modernismo, a la reforma litúrgica, a la supresión del Index, a la falta de autoridad para reprimir las herejías y un largo etcétera.

¿No le suena también "conspiracionista" a Bosca esta cita de Escrivá?: "¡Caudillos!... Viriliza tu voluntad para que Dios te haga caudillo. ¿No ves cómo proceden las malditas sociedades secretas? Nunca han ganado a las masas. —En sus antros forman unos cuantos hombres-demonios que se agitan y revuelven a las muchedumbres, alocándolas, para hacerlas ir tras ellos, al precipicio de todos los desórdenes... y al infierno. —Ellos llevan una simiente maldecida. Si tú quieres..., llevarás la Palabra de Dios, bendita mil y mil veces, que no puede faltar".

Es por todo esto que "retocando" la historia para hacerla "compatible" con la mentalidad actual (como se hizo con esa pobre película "Encontrarás dragones") lo único que se logra es sembrar confusión. Y por una inquina especial que Bosca tiene con el tradicionalismo y el nacionalismo católico (luego de haber pasado por sus filas), es que hace décadas que no hace más que sembrar confusión, tratar con demasiada deferencia a los enemigos de la Iglesia y con absoluta falta de caridad a los católicos que sólo quieren permanecer fieles a la Fe de siempre, sin integrismos ni progresismos que nada tienen que ver con la verdadera ortodoxia doctrinal.

Tal vez se le apliquen a él estas claras palabras de San Josemaría: "Convengo contigo en que hay católicos, practicantes y aun piadosos ante los ojos de los demás, y quizá sinceramente convencidos, que sirven ingenuamente a los enemigos de la Iglesia...Se les ha colado en su propia casa, con nombres distintos mal aplicados - ecumenismo, pluralismo, democracia-, el peor adversario: la ignorancia".
Para remediar esa ignorancia, le recordamos a Bosca otro texto claro de Escrivá, muy a propósito de cierto liberalismo católico "ideológico" defendido desde hace tiempo por importantes intelectuales que pertenecen a la Prelatura: "Es necesario contrarrestar con denuedo esas "libertades de perdición", hijas del libertinaje, nietas de las malas pasiones, biznietas del pecado original..., que descienden, como se ve, en línea recta del diablo". Y esto lo decía el mismo San Josemaría que se cansó de defender la sana libertad de los católicos en todo lo que es estrictamente opinable y prudencial.

Por fin y para terminar: si la referencia a un Judaísmo anticristiano suena mal en los oídos de ciertos católicos que sólo conocen las enseñanzas de Vaticano II, transcribimos unos textos claros de dos documentos publicados durante el Pontificado de Juan Pablo II que son coherentes (las citas, no el total de los documentos) con las enseñanzas bimilenarias de la Iglesia. Así, en las “NOTAS PARA UNA CORRECTA PRESENTACIÓN DE JUDÍOS Y JUDAÍSMO EN LA PREDICACIÓN Y LA CATEQUESIS DE LA IGLESIA ROMANA”, del año 1985, se reconoce que la profundización en el “vínculo” que hay entre el Pueblo Judío post-bíblico y la Iglesia Católica no puede ser hecha con olvido ni minimizando la “ruptura” producida entre ambos.

Textualmente: “C. Se da igualmente el hecho doloroso de que la mayoría del pueblo judío y sus autoridades no han creído en Jesús, hecho que no es solamente un acontecimiento histórico, sino que posee importancia teológica, dimensión cuyo significado san Pablo procura interpretar (Rom cap. 9-11). D. Tal hecho, acentuado a medida que se desarrollaba la misión cristiana, sobre todo entre los paganos, ha llevado a una inevitable ruptura entre el Judaísmo y la Iglesia naciente, a partir de este momento irreductiblemente separados y divergentes en el plano mismo de la fe, situación que se refleja en la redacción de los textos del Nuevo Testamento, y en especial en los Evangelios.

No se trata de disminuir o disimular esta ruptura; ello no haría más que perjudicar la identidad de cada uno. No obstante, la ruptura no suprime ciertamente el "vínculo" espiritual del cual habla el Concilio (Nostra aetate, 4), y algunas de cuyas dimensiones nos proponemos elaborar en el presente texto”. Además “Iglesia y Judaísmo no pueden (…) ser presentados como dos vías paralelas de salvación, y la Iglesia debe dar testimonio de Cristo redentor a todos…”.

Adviértase que se habla de RUPTURA, SEPARACION Y DIVERGENCIA EN EL PLANO MISMO DE LA FE. En cuanto a los conflictos mutuos afirma el documento NOSOTROS RECORDAMOS: UNA REFLEXION SOBRE LA SHOAH:
“La historia de las relaciones entre judíos y cristianos es una historia tormentosa (…) En efecto, el balance de estas relaciones durante dos milenios ha sido, más bien, negativo. En los albores del cristianismo, después de la crucifixión de Jesús, surgieron disputas entre la Iglesia primitiva y los judíos, jefes y pueblo, los cuales, por su adhesión a la Ley, a veces se opusieron violentamente a los predicadores del Evangelio y a los primeros cristianos. En el Imperio romano, que era pagano, los judíos estaban legalmente protegidos por los privilegios otorgados por el Emperador, y las autoridades al principio no hicieron distinción entre comunidades judías y cristianas. Sin embargo, pronto los cristianos fueron perseguidos por el Estado. Cuando, más tarde, incluso los emperadores se convirtieron al cristianismo, primero siguieron garantizando los privilegios de los judíos. Pero grupos de cristianos exaltados que asaltaban los templos paganos, hicieron en algunos casos lo mismo con las sinagogas, por influjo de ciertas interpretaciones erróneas del Nuevo Testamento relativas al pueblo judío en su conjunto (...) Deseamos transformar la conciencia de los pecados del pasado en un firme compromiso de construir un nuevo futuro, en el que no existan ya sentimientos antijudíos entre los cristianos o SENTIMIENTOS ANTICRISTIANOS ENTRE LOS JUDÍOS”.

No es objeto de esta nota analizar las verdades pero también las ambigüedades y errores que acerca del Judaísmo se han propagado dentro de la Iglesia Católica a partir de Vaticano II. Nuestra única intención fue corregir lo que entendemos es una falsa defensa que Bosca ha hecho de San Josemaría y de la Obra. Del resto nos ocuparemos en otra oportunidad




viernes, 13 de septiembre de 2019

CRISTO, TURISTA ACCIDENTAL



Autor: Santiago MARTÍN, sacerdote FM

Católicos-on-line, setiembre 2019

Dos cardenales, Brandmüller y Burke, han escrito a sus colegas pidiéndoles que rompan su silencio sobre la catástrofe que puede caer sobre la Iglesia si sale adelante lo que consta en el Instrumentum Laboris del Sínodo para la Amazonía.

Ya he hablado suficiente sobre los errores de ese material de trabajo preliminar y no voy a volver a ello. Sólo quiero añadir que las intervenciones de estos dos cardenales no van dirigidas contra el Papa Francisco, aunque a alguno le pueda parecer eso. Se trata de ayudar al Papa en el gobierno de la Iglesia -y esa es una de las principales responsabilidades de los cardenales-, haciéndole ver a él y a todos que hay una oposición, respetuosa pero viva, a las herejías que se pueden aprobar. Un silencio generalizado en la Iglesia ante la posibilidad de estas herejías, haría pensar que a nadie le importa o que todos están de acuerdo y dejaría al Santo Padre como el último y único defensor de la doctrina de la Iglesia. En un partido de fútbol, el portero tiene una importante misión que cumplir, pero la hace mejor si tiene delante una buena defensa.

Pero los dos cardenales no son los únicos que han hecho oír su voz. Antes lo hicieron un grupo de teólogos marcadamente liberacionistas, que publicaron un texto, conocido como el Documento de Bogotá, por el nombre de la ciudad donde se elaboró, y en el que, entre otras cosas, se dice que todas las religiones tienen el mismo valor para conducir a los hombres a la salvación. La pretensión de que esa salvación viene por Jesucristo y se puede encontrar dentro de la Iglesia, así como de que en ella está la plenitud de la verdad, es llamada “exclusivismo intolerante”, el cual debe desaparecer para aceptar que “el cristianismo no tiene el monopolio de la salvación”.

Hay que refrescar la memoria para recordar que ése fue el principal motivo que llevó a monseñor Lefebvre a dejar la Iglesia, tras el Concilio Vaticano II. Él, que había sido misionero en África, se planteó el por qué de su trabajo y del conjunto del trabajo de los misioneros -desde los apóstoles hasta nuestros días-, muchos de ellos mártires, si cualquier religión era igualmente válida para ir al cielo y contenía las mismas dosis de verdad. ¿Para qué evangelizar si da lo mismo, en la tierra y en el cielo, ser católico que ser cualquier otra cosa? De la clara afirmación de que “fuera de la Iglesia no hay salvación”, unida a la que dice que en la Iglesia católica está la plenitud de la verdad, revelada por el propio Hijo de Dios hecho hombre, se ha pasado al todo vale igual y, en definitiva, al todo vale. Meditando sobre esto hace muchos años, me pareció entender que la justicia divina no podía condenar al infierno a aquellas personas que no habían tenido la posibilidad de conocer el cristianismo, siempre y cuando fueran fieles a los preceptos de las religiones en las que habían nacido y en las que creían; pero siempre tuve claro que la salvación nos venía por Jesucristo y sólo por Él, y que en la Iglesia católica estaban los medios que nos hacían más fácil alcanzar esa salvación: la plenitud de la verdad y los sacramentos. En definitiva, pensé yo, es como si quisiera estudiar matemáticas; no se puede negar que algún genio las pueda aprender por sí mismo, pero es mejor ir a clase con unos buenos profesores.

Pero ahora resulta que eso ya no es así. La Iglesia no sólo no es el único lugar de salvación, sino que ni siquiera es el más importante. Es uno más y, como es más exigente que otros, en realidad es uno menos. Naturalmente, Cristo queda reducido a un turista accidental y accidentado, a alguien cuya encarnación muerte y resurrección fueron totalmente innecesarias y que se podía haber ahorrado todo eso, porque con lo que teníamos era suficiente. Del mismo modo, no sólo es innecesaria la evangelización, sino que es incluso dañina, en tanto que cuestiona y modifica de alguna manera a las culturas, frutos de las religiones nativas, llevando a cabo lo que nosotros consideramos que es una purificación pero que, en realidad, desde su punto de vista, sería una destrucción más o menos intensa.

Y así llegamos a la cuestión principal: la naturaleza y misión de Jesucristo. Tanto Burke como Brandmüller dicen que estamos ante una crisis peor que la arriana y tienen razón. Los arrianos al menos evangelizaban porque creían que Cristo, como mediador semi divino, tenía algo esencial que aportar a la Humanidad. Estos rechazan todo tipo de misión y de evangelización y reducen a Cristo no sólo a un nivel exclusivamente humano, sino a alguien que hubiera hecho mejor en no haber empezado su predicación del Reino, pues con eso no hizo nada más que complicarnos la vida. Cristo y la Iglesia serían, pues, no innecesarios sino incluso nocivos para el ser humano. Esta conclusión sólo puede proceder de alguien que no ama a Cristo, que no cree en Él, y al cual le pesa el cristianismo, como si fuera un fardo insoportable que ha tenido la desgracia de que le pusieran a la espalda.

Tenemos, todos los que, aunque sea imperfectamente, amamos al Señor -y no sólo los cardenales- hacer oír nuestra voz para ayudar al Papa a fin de que no esté solo a la hora de rechazar este veneno mortal que se extiende por las venas de la Iglesia y que va a acabar con ella. Cristo es Dios, es nuestro Salvador y es el Salvador de toda la Humanidad y, salvo excepciones que el Señor misericordioso permite y conoce, fuera de la Iglesia no hay salvación.

LA SANTA SEDE ADVIERTE



a los obispos alemanes que la eclesiología de su asamblea sinodal no es válida

(CNA/InfoCatólica) 13-9-19

Los planes para un «proceso sinodal vinculante» fueron anunciados por primera vez por el cardenal Reinhard Marx, presidente de la Conferencia Episcopal Alemana (CEA), a principios de este año.

CNA informó la semana pasada que los estatutos para la «Asamblea sinodal» planificada fueron aprobados en agosto por la Asamblea permanente de la CEA, antes de la Plenaria de todos obispos alemanes, que se celebrará del 23 al 26 de septiembre. CNA también informó que pequeños grupos de trabajo relacionados con el sínodo ya han comenzado a discutir una serie de temas controvertidos de la Iglesia.

En una carta del 4 de septiembre dirigida a Marx, el cardenal Marc Ouellet, presidente de la Congregación para los Obispos del Vaticano, indicó que los planes para una Asamblea sinodal deben ajustarse a las directrices emitidas por el Papa Francisco en junio, especialmente en el sentido de que un sínodo en Alemania no podría actuar para cambiar la enseñanza o disciplina universal de la Iglesia.

Ouellet también envió a Marx una evaluación legal de cuatro páginas de los estatutos aprobados por los obispos alemanes. CNA obtuvo tanto la carta del cardenal Ouellet como la evaluación legal adjunta.

La evaluación, firmada por el jefe del Pontificio Consejo para los Textos Legislativos, Mons Filippo Iannone, dice que los planes de los obispos alemanes violan las normas canónicas y, de hecho, se proponen alterar las normas y doctrinas universales de la Iglesia.

En su revisión legal de los proyectos de estatutos, el arzobispo Iannone señaló que los alemanes proponen tratar cuatro temas clave: «autoridad, participación y separación de poderes», «moralidad sexual», «la forma de vida sacerdotal» y «mujeres en ministerios y oficios de la Iglesia».

«Es fácil ver que estos temas no solo afectan a la Iglesia en Alemania, sino a la Iglesia universal y, con pocas excepciones, no pueden ser objeto de las deliberaciones o decisiones de una Iglesia en particular sin contravenir lo expresado por el Santo Padre en su carta», escribió Mons. Iannone.

En su carta a la Iglesia en Alemania del mes de junio, el Papa Francisco advirtió a los obispos alemanes que debían respetar la comunión universal de la Iglesia. El Pontífice escribió:

«Cada vez que la comunidad eclesial intentó salir sola de sus problemas confiando y focalizándose exclusivamente en sus fuerzas o en sus métodos, su inteligencia, su voluntad o prestigio, terminó por aumentar y perpetuar los males que intentaba resolver».

La evaluación legal del Vaticano plantea una serie de preocupaciones sobre la estructura propuesta y los participantes en el «camino sinodal» alemán. Llega a la conclusión de que los obispos alemanes no están planeando un sínodo nacional, sino un concilio de esa Iglesia en particular, algo que no pueden llevar a cabo sin explícita aprobación romana.

«Está claro por los artículos del borrador de los estatutos que la Conferencia Episcopal [alemana] tiene en mente hacer un concilio local de conformidad con los cánones 439-446 pero sin usar este término», decía la carta, enfatizando la necesidad del permiso del Vaticano para tal sínodo.

«Si la Conferencia Episcopal Alemana llegó a la convicción de que un es necesario un concilio local, deben seguir los procedimientos provistos por el Código [de Derecho Canónico] para llegar a una deliberación vinculante».

Un concilio, a diferencia de un sínodo, es una reunión de obispos que tienen la autoridad para hacer leyes para la Iglesia de un país o región en particular, pero solo bajo la autoridad directa de Roma, que define el alcance de su autoridad. Un sínodo, que es lo que los obispos alemanes han llamado a su proceso, se supone que es de caracter pastoral y consultivo, sin la autoridad para establecer normas vinculantes. La celebración de un concilio a nivel nacional es mucho menos común que la celebración de un sínodo, y requiere que la Sede Apostólica apruebe su agenda, alcance de acción y sus resoluciones finales.

El plan de los obispos alemanes para su sínodo confiere a los miembros del mismo la capacidad de formular nuevas normas para la Iglesia en Alemania. Esto, según la carta del Vaticano, no es aceptable.

La carta del Vaticano también dijo que la composición propuesta de la Asamblea sinodal «no es eclesiológicamente válida», mencionando expresamente a la asociación propuesta por los obispos, el Comité Central de Católicos Alemanes, un grupo laico que se ha manifestado públicamente contra una variedad de enseñanzas de la Iglesia, incluso sobre la ordenación de las mujeres y la moral sexual.

La evaluación del Vaticano señaló con preocupación que el Comité Central de Católicos Alemanes solo acordó participar en el proceso si la asamblea sinodal podía decretar políticas vinculantes para la Iglesia alemana.

«¿Cómo puede una Iglesia en particular deliberar de manera vinculante si los temas tratados afectan a toda la Iglesia?», pregunta Mons. Iannone.

«La conferencia episcopal no puede dar efecto legal a las resoluciones [sobre estos asuntos], esto está más allá de su competencia», dijo su carta.

«La sinodalidad en la Iglesia, a la que el Papa Francisco se refiere a menudo, no es sinónimo de democracia o decisiones mayoritarias», escribió el arzobispo, señalando que incluso cuando un Sínodo de los Obispos se reúne en Roma «depende del Pontífice presentar los resultados».

«El proceso sinodal debe tener lugar dentro de una comunidad estructurada jerárquicamente», agrega la carta, y cualquier resolución requiere la aprobación expresa de la Sede Apostólica.

La evaluación legal concluye finalmente que las propuestas alemanas «dejan abiertas muchas preguntas que merecen atención».

Altos funcionarios de la Congregación para los Obispos y del Consejo Pontificio para los Textos Legislativos confirmaron a la CNA que ambos documentos fueron enviados al Cardenal Marx la semana pasada, con la instrucción de que su contenido debería ser la base para futuras discusiones sobre el proceso sinodal cuando los obispos alemanes celebren la próxima asamblea plenaria.

No está claro si la carta y el anexo legal ya se han distribuido entre todos los obispos alemanes. Esas instrucciones, efectivamente, parecen exigir a los obispos alemanes que desechen por completo sus planes.

Un alto funcionario de la Congregación para los Obispos  dijo a CNA el 12 de septiembre que las preguntas planteadas por la evaluación son «obviamente urgentes».

«Por supuesto, existe la sensación de que los alemanes simplemente no desean escuchar. El mismo Papa ha escrito y parece que no se ha notado nada al respecto », dijo el funcionario.

Un funcionario de alto rango en la Congregación para la Doctrina de la Fe, que no participó en la revisión de las propuestas alemanas, declaró a CNA que existe una impresión generalizada en la curia del Vaticano de que los obispos alemanes, liderados por Marx, son en gran medida indiferentes a las intervenciones del Vaticano.

«Todos saben lo que los alemanes quieren lograr, han sido perfectamente ruidosos al respecto. Hay una sensación creciente de que Marx no puede esperar a un próximo cónclave para actuar como si fuera el Papa. Ha decidido que sabe lo que es mejor para la Iglesia y lo verá hecho».

«¿Qué más hay que hacer sino esperar y ver? El Papa mismo ya ha escrito a los alemanes y ellos lo ignoran. Si pueden ignorar al Santo Padre, seguramente ignorarán a cualquier otra persona en la Curia».

«No hay duda de que saben lo que el Papa quiere de ellos», dijo a CNA un alto funcionario del Pontificio Consejo para los Textos Legislativos. «La pregunta es si los obispos alemanes siguen interesados ​​en lo que dice el Santo Padre».