viernes, 26 de noviembre de 2021
jueves, 25 de noviembre de 2021
CÓMO EN LA IGLESIA
se mistifica el tema del aborto
Ricardo Caciolo
Brújula cotidiana,
24-11-2021
Desde hace un
tiempo no hay diario, periódico o programa periodístico en televisión que no
dedique un artículo a los llamados católicos “no vax”, con obvia descripción de
personajes bizarros, obispos y sacerdotes reducidos a caricaturas, en los
límites si no fuera de la Iglesia. Obviamente todo está ligado a los enemigos
imaginarios del papa Francisco. No falta además la habitual figura eclesiástica
autorizada que explica cómo la Iglesia ya se ha pronunciado sobre estas vacunas
anti covid, afirmando claramente que se pueden, o más bien se deben, utilizar
sin ningún problema moral o sanitario. La referencia es a la famosa Nota de la
Congregación para la Doctrina de la Fe (CDF) sobre la moralidad del uso de
ciertas vacunas anti-Covid 19, publicada el 21 de diciembre de 2020, refrendada
por el papa Francisco.
Ahora bien, al
margen de esta definición de No Vax que -como hemos dicho muchas veces- es un
odioso intento de descalificar inmediatamente a todo aquel que cuestione el uso
de estas vacunas, hay que preguntarse si los que tanto hablan de esta Nota,
atribuyéndole un nihil obstat [una autorización plena y definitiva] a las
vacunas que utilizan líneas celulares de fetos abortados, la han leído y
entendido realmente alguna vez.
En efecto, se
trata de un documento breve, cuya redacción se puede objetar, pero que no dice
en absoluto que estas vacunas no presentan ningún problema. Mientras tanto, la
Congregación limita el alcance de su intervención, que es sólo lo moral
vinculado a la utilización de líneas celulares “procedentes de fetos
abortados”. Por otro lado, “no se pretende juzgar la seguridad y eficacia de
estas vacunas, aunque sea éticamente relevante y necesario, cuya evaluación es
responsabilidad de los investigadores biomédicos y de las agencias de
medicamentos”. En otras palabras, también es importante hacer un juicio moral
sobre la seguridad y la eficacia de las vacunas: en el momento en que se publicó
la Nota, la vacunación acababa de empezar y era seguro que la pandemia
terminaría con las dos dosis previstas, cuya eficacia se vendía como cercana al
100%. Un año después sabemos que no es así, que la eficacia es limitada en el
tiempo y que las reacciones adversas graves también son un problema, por mucho
que el régimen informativo intente ocultar los datos. Por tanto, es
precisamente la Nota la que nos exigiría una seria reflexión ética,
precisamente sobre la seguridad y la eficacia de estas vacunas.
Pero volvamos al
tema propio de la declaración de la Congregación. En primer lugar, la
Congregación se remite a documentos anteriores sobre este tema, en particular
al “pronunciamiento de la Academia Pontificia para la Vida, titulado
Reflexiones morales sobre las vacunas preparadas con células extraídas de fetos
humanos abortados (5 de junio de 2005)”. En resumen, la legitimidad moral de
estas vacunas se basa en dos condiciones: el estado de necesidad y la falta de
alternativas “éticamente irreprochables”. Respecto a la primera condición, cabe
señalar que si bien el uso de estas vacunas por parte del paciente constituye
una cooperación material pasiva remota, el “deber moral de evitar” estas
vacunas sigue siendo válido, a menos que haya “un peligro grave, como la
propagación -por otro lado incontenible- de un agente patógeno grave”. Y aquí
volvemos a la necesidad de una verificación de esta condición a la luz de lo
ocurrido en este año de vacunaciones.
Pero admitamos
también -sin concederlo- que se cumplen las dos condiciones para el uso lícito
de estas vacunas (después de todo, hemos abordado estas cuestiones varias veces
en los últimos meses). Aquí nos interesa poner en evidencia otros dos aspectos
que se desprenden de la Nota.
El primero es la
afirmación de que “la vacunación no es, por regla general, una obligación moral
y que, por lo tanto, debe ser voluntaria”. Si no es una obligación moral, menos
aún puede ser una obligación legal. Y sin embargo, muchos de los que pontifican
en estos días, erigiéndose en representantes exclusivos de la Iglesia, impulsan
incluso la obligación legal; y ya son muchos los casos de obispos que obligan a
los sacerdotes y seminaristas a vacunarse. ¿Dónde está entonces la ideología?
¿Entre los que se plantean problemas morales, además de seguridad y eficacia, o
entre los que doblegan los documentos de la Iglesia a su propio uso y consumo
para hacerlos superponibles a las indicaciones del gobierno?
No sólo eso, la
nota de la FCD reconoce indirectamente la posibilidad de la objeción de
conciencia al recomendar a quienes rechazan la vacuna por este motivo, que se
esfuercen por evitar “cualquier riesgo para la salud de quienes no pueden ser
vacunados por razones clínicas o de otro tipo, y que son los más vulnerables”.
Obsérvese aquí cómo la CDF asume la promesa de que la vacuna es totalmente
eficaz, hasta el punto de considerar que no existe ningún riesgo de infección
para los vacunados.
Segundo aspecto:
la necesidad de detener el uso de estas líneas celulares. La CDF se preocupa en
primer lugar por aclarar que “el uso lícito de estas vacunas no implica ni debe
implicar en modo alguno la aprobación moral del uso de líneas celulares
procedentes de fetos abortados”. A continuación, pide “tanto a las empresas
farmacéuticas como a los organismos sanitarios gubernamentales que produzcan,
aprueben, distribuyan y ofrezcan vacunas éticamente aceptables que no creen
problemas de conciencia, ni a los trabajadores sanitarios ni a los propios
vacunados”. En la práctica, la CDF pide que se presione a las empresas
farmacéuticas y a los gobiernos para que prohíban el uso de las líneas
celulares en cuestión. El ejemplo de los activistas por los derechos de los
animales demuestra que incluso una minoría bien organizada y motivada puede
conseguir resultados importantes en este frente (véanse las campañas para
abolir las pruebas de medicamentos en animales).
Pero en este punto
el silencio es absoluto, el tema parece tabú. Se apremia continuamente a la
vacunación, se hace todo lo posible -incluso en la Iglesia, tal vez más en la
Iglesia- para dificultar la vida de los no vacunados, pero no se gasta ni una
sola palabra para evitar que las vacunas, los medicamentos y la investigación
científica se alimenten con el uso de fetos abortados. Incluso tenemos a quienes
se les ocurre dar lecciones de defensa de la vida a los provida que no se
vacunan, y luego callan sobre este aspecto que la CDF considera fundamental,
una condición más para el uso de vacunas moralmente problemáticas.
La Conferencia
Episcopal Italiana (CEI) tuvo una importante oportunidad para lanzar un
llamamiento en este sentido y obligar incluso a nuestros gobernantes a tomar
posición: el mensaje para la Jornada de la Vida, que se publicó en días
pasados, con el título “Custodire ogni vita” (Custodiar cada vida). En cambio,
si bien una gran parte del mensaje se dedicó a la pandemia, la CEI prefirió
hacer hablar de sí misma por el pasaje en el que condena a quienes deciden no
vacunarse; pero no se hizo ni una mención a las vidas utilizadas para la investigación
científica y, en particular, en el ámbito farmacéutico. Tal vez, obnubilados
por esta locura vacunal, ni siquiera han pensado en ello; o han calculado que
era más conveniente no molestar al manipulador, tal vez pensando en el 8x1000.
Tarde o temprano entenderán que se recoge lo que se siembra.
miércoles, 24 de noviembre de 2021
viernes, 19 de noviembre de 2021
PADRE MARIO PANTALEO
camino a los altares
AICA, 19-11-21
Con un acto
encabezado por el arzobispo de Buenos Aires y primado de la Argentina, cardenal
Mario Aurelio Poli, el 23 de noviembre a las 11 se dará inicio en la
arquidiócesis de Buenos Aires, a la primera fase del proceso que busca elevar a
los altares al padre Mario Pantaleo.
A 29 años de su
muerte, e impulsado por su gran fama de santidad, con numerosos testimonios de
curación de enfermedades atribuidas a su intercesión y una gran cantidad de
fieles que cada año visitan el mausoleo donde descansan sus restos, la Iglesia
respondió a la demanda del pueblo de Dios e inicia formalmente el camino a la
santidad del padre Mario.
Giuseppe (o José)
Mario Pantaleo era de origen italiano, y aunque su figura se asocia a la
localidad de González Catán, en la diócesis de Gregorio de Laferrere, donde
fundó una gran obra a favor de los más desprotegidos –que hoy sigue en pie y
dando frutos-, la jurisdicción competente para iniciar la causa es la
arquidiócesis de Buenos Aires, debido a que su muerte ocurrió en el sanatorio
La Trinidad, de la capital.
El postulador de
la causa de canonización, fray Ricardo Daniel Medina OAR, comentó a AICA los
detalles de este primer paso en la causa de canonización, para el que se
requirieron tres años de investigación, con el fin de "determinar que el
padre tenía fama de santidad y había ejercido de modo heroico las virtudes”.
“Durante este
tiempo se recogieron muchos documentos de su vida y obra, como también muchos
testimonios acerca de las gracias recibidas. Particularmente se recibieron
declaraciones de personas mayores que conocieron al sacerdote, para que estos
testimonios no se pierdan”.
El religioso
aclaró que si bien “hay testimonios de intercesiones que habrían ocurrido
después de su muerte, no podemos hablar propiamente de milagros porque ello
corresponderá juzgarlo al tribunal de la causa”.
Con la apertura de
la fase diocesana, detalló fray Medina, “el padre será Siervo de Dios y se
continuarán tomando testimonios y declaraciones”, al tiempo que la comisión
histórica deberá seguir trabajando para estudiar la vida del padre Mario.
Las causas de
canonización suelen responder al 'pulso del pueblo', y para muchos fieles, el
padre Mario ya es considerado un santo. De hecho, explicó el sacerdote, “es
mucha la gente que comparte esta buena noticia, porque el pedido del comienzo
de la causa es algo que surgió desde el mismo pueblo de Dios”.
Se piensa que el
padre Mario obró muchos milagros de curación de enfermedades, pero además de su
popularidad como cura sanador, característica que incluso llevó su historia a
la pantalla con la película “Las Manos”, otras virtudes elevaron su figura en
vida y lo dirigen hoy hacia un reconocimiento por parte de la Iglesia
universal.
“Además de su
popularidad como sacerdote sanador, el padre fue un sacerdote entregado no sólo
a los enfermos sino también a los pobres, tenía gran amor por los niños y
jóvenes, como lo demuestra la obra que dejó y continúa llevando la Fundación
Padre Mario Pantaleo. El padre Mario es un ejemplo de sacerdote, todo lo hizo
por amor a Cristo desde su ministerio. Predicaba de un modo sencillo que
llegaba mucho a la gente. Su vida fue un ejemplo de entrega. Cada día, desde
muy temprano, hacia las 4 de la mañana, luego de celebrar la misa y rezar,
atendía durante horas a los enfermos”.
Mario soñó y llevó
a cabo una gran obra, que comenzó en González Catán y continúa hasta hoy,
creciendo y dando frutos entre los más necesitados, no sólo en aspectos
materiales sino también en áreas como educación, salud, y en la dimensión espiritual
de las personas. “Hoy mismo se puede visitar la obra que el realizó en González
Catán para los más necesitados, y podemos imaginar que ese lugar en el tiempo
del padre Mario tenía muchas más necesidades. Actualmente, la gente sigue
visitando su sepulcro y se acerca al lugar con devoción”.
En la Argentina
del 2021, herida profundamente por la desigualdad y las divisiones, el
presbítero Medina considera que el padre Mario “nos deja un ejemplo de unidad y
hermandad: él atendía a todos sin ningún tipo de distinción, muchos no
católicos se acercaban para ser recibidos por el sacerdote. El llevó consuelo a
todos. La fama de santidad del padre Mario perdura en el tiempo”.
“Como postulador,
me siento muy contento y agradecido a la Iglesia, particularmente al cardenal
Poli, que atendiendo al pedido de la gente y después de recibir los informes
correspondientes, decidió dar inicio a la causa”, manifestó, y finalmente animó
a que “el pueblo de Dios, privadamente, pueda continuar pidiendo gracias y la intercesión
del padre Mario, y por supuesto rezar para pedir a Dios su canonización”.+
martes, 16 de noviembre de 2021
lunes, 8 de noviembre de 2021
PADRE PAUL HAFFNER
Es peligroso que la Iglesia adopte la visión
secular del Cambio Climático
Por Carlos Esteban
InfoVaticana, 03
noviembre, 2021
Si la Iglesia
tiene una visión sobre el cuidado de la Creación -y naturalmente que la tiene-,
esta no puede una mera aceptación sin objeciones de la ideología ecologista
secular, advierte el padre Paul Haffner, autor de ‘Hacia una teología del medio
ambiente’, en entrevista con el veterano vaticanista Edward Pentin en el
National Catholic Register.
Si uno lee las
muchas alocuciones y mensajes recientes del Papa sobre el medio ambiente,
especialmente ahora que se celebra la cumbre internacional del clima COP26 en
Glasgow, podrá advertir inmediatamente dos cosas: primero, que Su Santidad
transmite urgencia y alarma sobre este asunto, animando a tomar medidas audaces
e inmediatas y, segundo, que su visión sobre el medio ambiente coincide hasta
la última coma con la que plantean la ONU y las principales organizaciones ecologistas.
Pero “para la
Iglesia es un poco peligroso aceptar una visión concreta del cambio climático,
expuesta por la ONU y diversos gobiernos de todo el mundo”, sostiene el padre
Paul Haffner, quien acaba de publicar un libro sobre la teología católica con
respecto al medio ambiente, Towards a Theology of the Environment (Gracewing).
“Como en el asunto Galileo, si te comprometes con una posición, luego la
ciencia cambia y te deja con el pie cambiado. Así que hay que navegar con
mucha, mucha atención por aguas tan turbulentas”.
Haffner recuerda
que para que exista una verdadera ‘teología ecológica’ cristiana, primero tiene
que partir de la teología cristiana sobre la Creación y no copiar las ideología
fundantes de la ecología secular; no puede atribuir al universo material
atribuciones divinas ni tampoco debe olvidar que “se nos dará una nueva
creación, porque esta es pasajera y temporal”.
La visión
‘canonica’ del cambio climático se funda sobre un frágil y cuestionado
consenso, señala Haffner, mientras que la visión católica sobre la Creación y
su cuidado debe basarse en la Revelación. La Iglesia debe ofrecer la visión cristiana a partir
de esa revelación, de sus propias fuentes, y luego dejar que el mundo
desarrolle sus ramificaciones científicas, políticas y económicas.
“La Iglesia no
tiene respuestas específicas para todas las preguntas, y tampoco debería
tenerlas en este asunto”, subraya Haffner. “Se me antoja una locura especificar
demasiado en los detalles o afirmar que debemos aceptar el dogma del cambio
climático. Puede ser cierto, pero no al nivel de una declaración dogmática”,
aclara.
Y, sí, en la mente
de muchos católicos el cambio climático ha alcanzado el carácter de dogma,
advierte Haffner, porque al no poder ser ‘falsado’, siguiendo a Popper, no
puede tener carácter propiamente científico. “La ciencia está siempre
evolucionando, y la ciencia climática no es una ciencia exacta sino muy
aproximadamente porque sus mediciones son bastante difíciles de determinar”,
sostiene el sacerdote.
De hecho, Haffner
teme que la ecología se haya convertido ya en una religión, “básicamente un
cosmocentrismo en el que se coloca el cosmos en el centro y que considera al
hombre una molestia que hay que marginar. Por lo tanto, el aborto, la eutanasia
y la despoblación son parte de esta agenda perversa, que evidentemente quiere
poner a las personas en segundo o tercer lugar, exaltando a los animales y
poniéndolos al mismo nivel que los seres humanos. La doctrina bíblica
tradicional es que los hombres y las mujeres son la cima de la creación. En la
creación existe una jerarquía, algo que se olvida porque lo que se promueve
está basado en el ecologismo, una ideología socialista o comunista que pretende
igualarlo todo”.
viernes, 5 de noviembre de 2021
HADJADJ
un premio que recuerda la misión del
cristianismo
Andrea Mariotto
Brújula cotidiana,
04-11-2021
Fabrice Hadjadj ha
recibido el Premio Internacional de Cultura Católica. En la conferencia que
pronunció para la ocasión, el filósofo francés explicó que la Revelación
cristiana “no está al mismo nivel que las culturas” ya que “es lo que permite a
cada cultura crecer”. Pero hoy asistimos a un nuevo paradigma deletéreo,
tecnocrático, y el cristianismo tiene una nueva “misión de salvación”.
“Al hacerme cristiano,
me he convertido en un contemporáneo de Moisés, Pablo, Agustín, Tomás de
Aquino, Dante, Manzoni, pero también de Sófocles, Aristóteles, Virgilio, que
preparan el camino al Evangelio. Sé que, en el fondo, las preguntas que se
hacen Shakespeare o Goldoni siguen siendo válidas para mí”. Incluso los escritos de Marx y Nietzsche “sólo tendrán
posteridad en la Iglesia porque los católicos seguirán interesados en sus
escritos, cuando los seguidores de los algoritmos, el animalismo o el
fundamentalismo los hayan abandonado desde hace tiempo”. Éste es uno de los
pasajes finales de la conferencia que el filósofo francés Fabrice Hadjadj
pronunció el viernes 29 de octubre en Bassano del Grappa (Vicenza) al recibir
el 39º Premio Internacional de Cultura Católica. Una conferencia en la que,
además de la cultura, el galardonado abordó otro tema muy querido para él, el
del transhumanismo y la relación entre el hombre y la tecnología.
En cuanto a la
cultura, explicó, es necesario tener un enfoque campesino, dado que “la palabra
se refiere ante todo a una relación con la tierra”. Hacen falta paciencia y
conciencia de que “el hombre no es el que inicia ni el que controla totalmente
la obra. La obra procede de un don inicial, el de la semilla”. Así, el hombre
de la cultura, sea quien sea, “reconoce siempre el don inicial del material y
la inspiración y sabe que su propia mano está a merced de la artritis”. En este
contexto, la Revelación cristiana ocupa un lugar especial. “El catolicismo no
es una cultura rival porque no se pone al mismo nivel que las culturas. Si se
pueden comparar las culturas con las especies vegetales, la Revelación
cristiana no es una especie más viva y más bella que debería sustituir a las
demás, como una hierba maravillosa más virulenta que una mala hierba. Es más
bien el sol, la lluvia y las tijeras del jardinero. Es lo que permite a cada
cultura crecer, purificarse, dar flores más bellas y frutos más sabrosos”.
“Ahora me temo que
ya no estamos en los días de la cultura”, continuó. “El modelo ya no es el de
la agricultura, el del regalo y el de los días de pompa. Es la del ordenador,
la del control total y, por supuesto –dado que este control produce un exceso
de tensión-, la de la pérdida total del control”. Ya no existe la paciencia que
requiere la cultura, la del hombre que planta un árbol y sabe que probablemente
no será él quien disfrute de su fruto, o la del artesano que ayuda a construir
una catedral sabiendo que no será él quien vea la obra terminada, sino sus
nietos. “Si el dispositivo tecno-emocional nos arrastra tan fácilmente a la
instantaneidad y al presentismo es porque no tenemos esperanza. A diferencia de
los antiguos que creían en la transmisión, a diferencia de los modernos que
creían en el progreso, los posmodernos ya no creen en el futuro.... No plantan
árboles. Realizan los pedidos con entrega urgente”.
A la hora de
reconstruir Notre-Dame, destruida por un incendio, por ejemplo, lo más grave,
según Hadjadj, no fue tener que reconstruir la catedral, sino “la constatación
de que, aunque reparáramos ese edificio y lo rehiciéramos idéntico, ya no
estamos en la época de los constructores de catedrales. Su cultura se ha
perdido irremediablemente. Para conservar los vestigios, estamos destinados a
recurrir a ingenieros agnósticos”.
Entonces, “¿cómo
podemos garantizar una continuidad histórica suficiente para que los nietos
sigan teniendo una vida cuya esencia se parezca a la de sus abuelos?”, se
preguntaba el filósofo. La respuesta que dio está precisamente en la
Revelación: “La Revelación católica no es una cultura, pero se convertirá cada
vez más en el lugar donde las culturas pueden seguir existiendo. En un mundo
tecnocrático que siempre rompe con el pasado, en el que ya no se habla más que
de colapso, sólo queda la Iglesia, en la milagrosa permanencia de su
magisterio, para mantener la unidad de la condición humana desde el momento de
la expulsión del Edén hasta el descenso de la Jerusalén celestial”. El
cristianismo tiene, pues, una verdadera “misión de salvación” para la cultura actual:
“Cada vez más, en el futuro, será necesario responder al Escucha Israel, para
volver a escuchar a Mozart o leer En busca del tiempo perdido...”.
La presidenta de
la Escuela de Cultura Católica, Francesca Meneghetti, también habló de la
Revelación “como objeto de nuestro interés, porque buscamos profundizar en la
enseñanza del Evangelio a la luz del Magisterio de la Iglesia”. Junto a
‘Revelación’ hay otras dos palabras clave que han impulsado la acción de la
asociación en sus primeros 40 años (que se celebran en 2021 con la publicación
por parte de Edizioni Ares de un volumen que recoge los textos de diez
conferencias de la primera década de la Escuela): son la palabra ‘realidad’
“como sociedad y mundo que nos rodea, en el que estamos inmersos y actuamos” y
‘responsabilidad’, “la que tenemos como laicos hacia lo que hemos recibido”.
Sobre estos fundamentos descansa la labor de profundización en un momento
histórico que Meneghetti resumió con una cita del propio Hadjadj: “La nuestra
es una época bendita, en la que el Eterno, en su insondable providencia, nos ha
permitido vivir y dar testimonio”.