un premio que recuerda la misión del
cristianismo
Andrea Mariotto
Brújula cotidiana,
04-11-2021
Fabrice Hadjadj ha
recibido el Premio Internacional de Cultura Católica. En la conferencia que
pronunció para la ocasión, el filósofo francés explicó que la Revelación
cristiana “no está al mismo nivel que las culturas” ya que “es lo que permite a
cada cultura crecer”. Pero hoy asistimos a un nuevo paradigma deletéreo,
tecnocrático, y el cristianismo tiene una nueva “misión de salvación”.
“Al hacerme cristiano,
me he convertido en un contemporáneo de Moisés, Pablo, Agustín, Tomás de
Aquino, Dante, Manzoni, pero también de Sófocles, Aristóteles, Virgilio, que
preparan el camino al Evangelio. Sé que, en el fondo, las preguntas que se
hacen Shakespeare o Goldoni siguen siendo válidas para mí”. Incluso los escritos de Marx y Nietzsche “sólo tendrán
posteridad en la Iglesia porque los católicos seguirán interesados en sus
escritos, cuando los seguidores de los algoritmos, el animalismo o el
fundamentalismo los hayan abandonado desde hace tiempo”. Éste es uno de los
pasajes finales de la conferencia que el filósofo francés Fabrice Hadjadj
pronunció el viernes 29 de octubre en Bassano del Grappa (Vicenza) al recibir
el 39º Premio Internacional de Cultura Católica. Una conferencia en la que,
además de la cultura, el galardonado abordó otro tema muy querido para él, el
del transhumanismo y la relación entre el hombre y la tecnología.
En cuanto a la
cultura, explicó, es necesario tener un enfoque campesino, dado que “la palabra
se refiere ante todo a una relación con la tierra”. Hacen falta paciencia y
conciencia de que “el hombre no es el que inicia ni el que controla totalmente
la obra. La obra procede de un don inicial, el de la semilla”. Así, el hombre
de la cultura, sea quien sea, “reconoce siempre el don inicial del material y
la inspiración y sabe que su propia mano está a merced de la artritis”. En este
contexto, la Revelación cristiana ocupa un lugar especial. “El catolicismo no
es una cultura rival porque no se pone al mismo nivel que las culturas. Si se
pueden comparar las culturas con las especies vegetales, la Revelación
cristiana no es una especie más viva y más bella que debería sustituir a las
demás, como una hierba maravillosa más virulenta que una mala hierba. Es más
bien el sol, la lluvia y las tijeras del jardinero. Es lo que permite a cada
cultura crecer, purificarse, dar flores más bellas y frutos más sabrosos”.
“Ahora me temo que
ya no estamos en los días de la cultura”, continuó. “El modelo ya no es el de
la agricultura, el del regalo y el de los días de pompa. Es la del ordenador,
la del control total y, por supuesto –dado que este control produce un exceso
de tensión-, la de la pérdida total del control”. Ya no existe la paciencia que
requiere la cultura, la del hombre que planta un árbol y sabe que probablemente
no será él quien disfrute de su fruto, o la del artesano que ayuda a construir
una catedral sabiendo que no será él quien vea la obra terminada, sino sus
nietos. “Si el dispositivo tecno-emocional nos arrastra tan fácilmente a la
instantaneidad y al presentismo es porque no tenemos esperanza. A diferencia de
los antiguos que creían en la transmisión, a diferencia de los modernos que
creían en el progreso, los posmodernos ya no creen en el futuro.... No plantan
árboles. Realizan los pedidos con entrega urgente”.
A la hora de
reconstruir Notre-Dame, destruida por un incendio, por ejemplo, lo más grave,
según Hadjadj, no fue tener que reconstruir la catedral, sino “la constatación
de que, aunque reparáramos ese edificio y lo rehiciéramos idéntico, ya no
estamos en la época de los constructores de catedrales. Su cultura se ha
perdido irremediablemente. Para conservar los vestigios, estamos destinados a
recurrir a ingenieros agnósticos”.
Entonces, “¿cómo
podemos garantizar una continuidad histórica suficiente para que los nietos
sigan teniendo una vida cuya esencia se parezca a la de sus abuelos?”, se
preguntaba el filósofo. La respuesta que dio está precisamente en la
Revelación: “La Revelación católica no es una cultura, pero se convertirá cada
vez más en el lugar donde las culturas pueden seguir existiendo. En un mundo
tecnocrático que siempre rompe con el pasado, en el que ya no se habla más que
de colapso, sólo queda la Iglesia, en la milagrosa permanencia de su
magisterio, para mantener la unidad de la condición humana desde el momento de
la expulsión del Edén hasta el descenso de la Jerusalén celestial”. El
cristianismo tiene, pues, una verdadera “misión de salvación” para la cultura actual:
“Cada vez más, en el futuro, será necesario responder al Escucha Israel, para
volver a escuchar a Mozart o leer En busca del tiempo perdido...”.
La presidenta de
la Escuela de Cultura Católica, Francesca Meneghetti, también habló de la
Revelación “como objeto de nuestro interés, porque buscamos profundizar en la
enseñanza del Evangelio a la luz del Magisterio de la Iglesia”. Junto a
‘Revelación’ hay otras dos palabras clave que han impulsado la acción de la
asociación en sus primeros 40 años (que se celebran en 2021 con la publicación
por parte de Edizioni Ares de un volumen que recoge los textos de diez
conferencias de la primera década de la Escuela): son la palabra ‘realidad’
“como sociedad y mundo que nos rodea, en el que estamos inmersos y actuamos” y
‘responsabilidad’, “la que tenemos como laicos hacia lo que hemos recibido”.
Sobre estos fundamentos descansa la labor de profundización en un momento
histórico que Meneghetti resumió con una cita del propio Hadjadj: “La nuestra
es una época bendita, en la que el Eterno, en su insondable providencia, nos ha
permitido vivir y dar testimonio”.
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