sábado, 23 de mayo de 2020

ANÁLISIS DEL NÚCLEO DE HIELO DEL MONTE KILIMANJARO



ratifica la historia bíblica de José en Egipto

Infocatólica, 23/05/20

(Gaudium Press) Una vez más, evidencias científicas respaldan los relatos de la Sagrada Escritura. En este caso es la historia de José, hijo de Jacob, a quien sus hermanos vendieron como esclavo y quien se convirtió en un notable administrador en Egipto. El relato de cómo este joven interpretó los sueños del Faraón y por este motivo recibió el encargo de preparar el país para una gran sequía ha sido calificado por algunos como obra de la fantasía. Pero los datos de un análisis del núcleo de hielo del Monte Kilimanjaro prueban lo contrario.

Una grave sequía coincide con el relato bíblico de José

Según investigadores que analizaron las muestras, se identifica una grave sequía hace cerca de 3600 años, informó uCatholic. Esta sequía debió impactar severamente a Egipto, ya que las aguas del Kilimanjaro alimentan el cauce del Nilo. Pero los registros históricos muestran que el imperio egipcio no fue devastado por la sequía. De acuerdo a la Biblia, esto fue debido a la sabiduría de José, que preparó la nación durante los 7 años anteriores.

Uno de los principales efectos devastadores de la sequía sería la desaparición del Lago Moeris, que se alimentaba de los brazos del río Nilo. En algún momento entre el año 1850 a. C. y el 1650 a. C., se construyó un canal que lleva agua al lago de manera independiente a estos brazos. Esta obra mantuvo una fuente de riego para los cultivos en los años de sequía.

No se conoce el autor de dicha obra, pero la tradición local le dio un significativo nombre en árabe: Bahr Yussef. Esta expresión significa el Canal de José. El conocimiento de la Sagrada Escritura que relata el importante papel de José en la superación de esta prueba, nos permite identificar al misterioso arquitecto.

Con información de uCatholic.

lunes, 11 de mayo de 2020

CRISTO Y JONÁS



Autor: Santiago MARTÍN, sacerdote FM

Católicos-on-line, mayo 2020

A pesar de estar aún confinados, aunque ya menos que antes, ésta ha sido una semana de noticias con largo recorrido: Sínodo de Alemania, biografía del Papa emérito, carta del cardenal Müller y, para terminar, una carta firmada por varios cardenales, obispos y laicos pidiendo que se reabra el culto público.

Los documentos aprobados en las comisiones preparatorias del Sínodo alemán, que se han conocido esta semana, no dejan lugar a dudas sobre lo que pretenden. No se aprobarán tal y como se han presentado, pero el hecho de que se hayan aceptado esas propuestas para su discusión ya indica cuál es la meta, aunque ahora sólo se logre dar unos pasos hacia ella. Piden que la mujer pueda llegar incluso al episcopado (y por lo tanto al papado, puesto que el Papa es un obispo, el de Roma), que los obispos sean elegidos democráticamente por los fieles, la abolición de la actual moral sexual católica (acusada de estar impregnada de lo que ellos llaman “pesimismo agustiniano” que considera malo el placer sexual), y la aceptación de la legalización de todo tipo de relación sexual siempre que sea consentida.

La respuesta ha venido también de Alemania. El cardenal Müller ha publicado un esclarecedor artículo en el que afirma que todo lo que se está debatiendo en el Sínodo alemán no es fruto del Espíritu Santo, pues supone una ruptura completa con la Palabra de Dios, con la Tradición y con el Magisterio. Pero lo más interesante del artículo es que Müller apunta por primera vez al origen del mal, el “think tank” de todo el pensamiento que subyace en lo que los alemanes quieren aprobar: la escuela teológica de Bolonia, a la que no duda en llamar “herética”. 

El cardenal alemán justifica su dura acusación: esta escuela de teología ha promovido y justificado la ruptura con todo lo anterior al Concilio Vaticano II y ha hecho una lectura de los textos conciliares según lo que se llamó “el espíritu del Concilio”, el cual no se vería reflejado en los documentos que fueron aprobados porque una minoría retrógrada (así la llaman ellos), apoyada por Pablo VI, logró evitarlo; para la “escuela de Bolonia”, el Vaticano II debe ser leído en ruptura con lo anterior y no en continuidad, como intentaron hacer Juan Pablo II y Benedicto XVI.

La “Iglesia nueva” posconciliar no puede estar atada no sólo por la Escritura, por la Tradición o por el Magisterio, sino ni siquiera por la mismísima figura de Cristo, de la que hay que desembarazarse progresivamente, porque es alguien del que no podemos estar seguros ni siquiera de si existió y mucho menos de que dijo lo dicen que dijo. La “Iglesia nueva” es una religión nueva, con una vaga y abstracta fe en una aún más vaga y abstracta divinidad, asimilable y compatible con otras divinidades, en la que la referencia a Cristo es cada vez más nominal y retórica. Pero es que este ataque abierto y frontal de Müller a la “escuela de Bolonia” cobra su pleno significado cuando se tiene en cuenta que un importantísimo cardenal de la Curia vaticana, del que se dice que tiene mucho futuro, ha estado relacionado con ella, desde la publicación del libro señero de dicha escuela, la “Historia del Concilio Vaticano II”. Se está advirtiendo a propios y extraños de quién es quién y de lo que puede pasar.

En el mismo sentido, de otra manera, hay que entender la publicación de la biografía del Papa emérito, Benedicto XVI, como fruto de una serie de entrevistas con el periodista alemán Peter Seewald. Mientras aparece su edición en español hay que conformarse con lo que han publicado los periódicos. El Papa Benedicto habla del odio que le tienen los teólogos alemanes por defender razonadamente los principios católicos y de que su renuncia fue al ejercicio del pontificado pero no a la dimensión espiritual del mismo. Además, el Papa emérito denuncia la creación, en la sociedad actual, de un “credo laico” que “excomulga”, que margina y acosa, a todos los que no lo profesan y que se caracteriza, entre otras cosas, por la aceptación del aborto y del matrimonio homosexual.

Para terminar el resumen de lo que ha ocurrido esta intensa semana de ligero alivio del coronavirus, hay que citar la carta que el propio cardenal Müller, otros dos cardenales ya jubilados, varios obispos -entre ellos Viganó- y muchos laicos, han publicado denunciando el control de las autoridades políticas sobre la celebración del culto católico. Este control llega a extremos tan surrealistas como lo que está ocurriendo en Italia; aquí las normas litúrgicas sobre cómo se deberán celebrar las Misas -por ejemplo, que el sacerdote debe usar guantes para dar la comunión y que debe lavarse las manos visiblemente antes de hacerlo- no las da la Conferencia Episcopal o el obispo diocesano, sino el Gobierno; que sean los políticos los que establezcan hasta en los mínimos detalles cómo tienen que celebrarse las Misas y no sólo cuándo, es ya muy significativo.

Lamento que mis deseos de unidad en torno a Cristo, su mensaje y la interpretación de su mensaje de forma coherente a través de los siglos -pues en eso consiste la Tradición-, no se esté cumpliendo. La lucha sigue abierta, para daño de todos. Tendremos que seguir rezando para que al Señor no lo tiren por la borda de su barca, que es la Iglesia, con la excusa de que es Él el que molesta, el que nos impide vivir en paz con el mundo, el que provoca la tormenta, como hicieron con Jonás. Cristo no sólo es el dueño de la barca, sino que es la misma barca y sin Él en ella sólo quedará un cascarón vacío y resquebrajado, aunque de momento siga siendo muy aparente.

miércoles, 6 de mayo de 2020

LA MAYOR AMENAZA DE LA IGLESIA SEGÚN BENEDICTO




 “Una dictadura mundial de ideologías aparentemente humanistas”

Por INFOVATICANA | 05 mayo, 2020


(Aciprensa)- La sociedad moderna está formulando un “credo anticristiano” y castigando a quienes lo resisten con la “excomunión social”, dijo Benedicto XVI en una nueva biografía, publicada en Alemania este 4 de mayo.

En una amplia entrevista al final del libro de 1.184 páginas, escrito por el autor alemán Peter Seewald, el Papa Emérito dijo que la mayor amenaza que enfrenta la Iglesia es una “dictadura mundial de ideologías aparentemente humanistas”.

Benedicto XVI, quien renunció al pontificado en 2013, hizo el comentario en respuesta a una pregunta sobre lo que había querido decir en su toma de posesión en 2005, cuando instó a los católicos a rezar por él “para que no pueda huir por miedo a los lobos”.


Le dijo a Seewald que no se refería a asuntos internos de la Iglesia, como el escándalo “Vatileaks”, que condujo a la condena de su mayordomo personal, Paolo Gabriele, por robar documentos confidenciales del Vaticano.

En una copia avanzada de “Benedikt XVI – Ein Leben” (Una vida), visto por CNA –agencia en inglés del Grupo ACI–, el Papa Emérito dijo: “Por supuesto, cuestiones como ‘Vatileaks’ son exasperantes y, sobre todo, incomprensibles y muy inquietantes para las personas en el mundo en general”.

“Pero la verdadera amenaza para la Iglesia y, por lo tanto, para el ministerio de San Pedro no consiste en estas cosas, sino en la dictadura mundial de ideologías aparentemente humanistas, y contradecirlas constituye una exclusión del consenso social básico”.

“Hace cien años –continuó–, todos hubieran pensado que era absurdo hablar de matrimonio homosexual. Hoy, el que se opone es socialmente excomulgado. Lo mismo se aplica al aborto y la producción de seres humanos en el laboratorio”.

“La sociedad moderna está en el proceso de formular un ‘credo anticristiano’, y resistirlo se castiga con la excomunión social. El miedo a este poder espiritual del Anticristo es, por lo tanto, demasiado natural, y realmente se necesitan las oraciones de toda una diócesis y de la Iglesia universal para resistirlo”.

La biografía, publicada por el editor Droemer Knaur, con sede en Münich, solo está disponible en alemán. El 17 de noviembre se publicará en los Estados Unidos una traducción al inglés con el título “Benedicto XVI, La biografía: Volumen uno”.

En la entrevista, el Papa Emérito de 93 años confirmó que había escrito un testamento espiritual que podría publicarse después de su muerte, al igual que el Papa San Juan Pablo II.

Benedicto dijo que había acelerado la causa de Juan Pablo II debido al “obvio deseo de los fieles”, así como al ejemplo del Papa polaco, con quien había trabajado estrechamente durante más de dos décadas en Roma.

Insistió en que su renuncia no tenía “absolutamente nada” que ver con el episodio que involucraba a Paolo Gabriele, y explicó que su visita de 2010 a la tumba de Celestino V, el último pontífice en renunciar antes de Benedicto XVI, fue “bastante casual”. También defendió el título de “emérito” para un pontífice retirado.

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Benedicto XVI lamentó la reacción a sus diversos comentarios públicos desde su renuncia, citando críticas a su homenaje leído en el funeral del Cardenal Joachim Meisner en 2017, en el que dijo que Dios evitaría que el barco de la Iglesia volcara. Explicó que sus palabras fueron “tomadas casi literalmente de los sermones de San Gregorio Magno”.

Seewald le pidió al Papa Emérito que comentara sobre la “dubbia” presentada por cuatro cardenales, incluido el Cardenal Meisner, al Papa Francisco en 2016 con respecto a la interpretación de su exhortación apostólica Amoris laetitia.

Benedicto XVI dijo que no quería comentar directamente, pero se refirió a su última audiencia general del 27 de febrero de 2013.

Resumiendo su mensaje de ese día, dijo: “En la Iglesia, en medio de todos los esfuerzos de la humanidad y el poder confuso del espíritu maligno, uno siempre será capaz de discernir el sutil poder de la bondad de Dios”.

“Pero la oscuridad de sucesivos períodos históricos nunca separará el completo gozo de ser cristiano… Siempre hay momentos en la Iglesia y en la vida del cristiano en los que uno siente profundamente que el Señor nos ama, y ​​este amor es alegría, es ‘felicidad'”.

Benedicto XVI dijo que atesoraba el recuerdo de su primer encuentro con el recién elegido Papa Francisco en Castel Gandolfo y que la amistad con su sucesor ha seguido creciendo.

Traducido y adaptado por Eduardo Berdejo para Aciprensa. Publicado originalmente en CNA.