Una herejía se
opone inmediata, directa y contradictoriamente a la verdad revelada por Dios y
propuesta auténticamente como tal por la Iglesia, para no caer en ellas hay que
conocerlas.
Por: Carlos
Caso-Rosendi
Fuente:
voxfidei-apologetica.blogspot.com
Desde los
principios del cristianismo, la Iglesia ha sido atacada por aquellos que
introducen falsas enseñanzas, o herejías. La Biblia nos avisó que esto
sucedería. Pablo advirtió a su joven discípulo, Timoteo, "Porque llegará
el tiempo en que los hombres no soportarán más la sana doctrina; por el
contrario, llevados por sus inclinaciones, se procurarán una multitud de
maestros que les halaguen los oídos, y se apartarán de la verdad para escuchar
cosas fantasiosas." (2 Timoteo 4, 3-4).
¿Qué es la
herejía?
Herejía es un
término con una gran carga emocional y con frecuencia se lo usa mal. No es lo
mismo que la incredulidad, el cisma, la apostasía u otros pecados contra la fe.
El Catecismo de la Iglesia Católica declara, "La incredulidad es el
menosprecio de la verdad revelada o el rechazo voluntario de prestarle
asentimiento. Se llama herejía la negación pertinaz, después de recibido el
bautismo, de una verdad que ha de creerse con fe divina y católica, o la duda
pertinaz sobre la misma; apostasía es el rechazo total de la fe cristiana;
cisma, el rechazo de la sujeción al Sumo Pontífice o de la comunión con los
miembros de la Iglesia a él sometidos" (CCC 2089).
Para cometer
herejía, uno tiene que rechazar la corrección. No es un hereje aquella persona
que está dispuesta a ser corregida o una que no se ha dado cuenta que lo que ha
estado declarando es contrario a la enseñanzas de la Iglesia.
Sólo un individuo
bautizado puede cometer herejía. Esto significa que, aquellos movimientos que
se han separado o que han sido influídos por el cristianismo, pero que no
practican el bautismo (o que no practican el bautismo válido), no son herejes,
sino religiones distintas. Como ejemplo podríamos mencionar a Testigos de
Jehová, ya que no practican el bautismo válido.
Finalmente, la
duda o la negación herética debe concernir a un asunto que ha sido revelado por
Dios y solemnemente definido por la Iglesia (por ejemplo, la Trinidad, la
Encarnación, la Presencia Real de Cristo en la Eucaristía, el Sacrificio de la
Misa, la infalilbilidad papal o la Inmaculada Concepción y Asunción de María).
Es importante
distinguir herejía de cisma y apostasía. En el cisma, uno se separa de la
Iglesia Católica sin repudiar una doctrina definida. Un ejemplo de cisma
contemporáneo es la Hermandad Sacerdotal San Pio X, los
"Lefebvristas" o seguidores del difunto Arzobispo Marcel Lefebvre-
quien se separó de la Iglesia en la última parte de la década de 1980 pero que
no ha negado las doctrinas católicas. En la apostasía, uno repudia la fe
cristiana y ya no declara ser un cristiano.
Teniendo esto en
mente, echemos una mirada a las grandes herejías de la historia de la Iglesia y
las épocas en que ocurrieron.
Los
circuncisionistas (Siglo I)
La herejía circuncisionista
puede ser resumida en las palabras de Hechos 15, 1 "Algunas personas
venidas de Judea enseñaban a los hermanos que si no se hacían circuncidar según
el rito establecido por Moisés, no podían salvarse."
Muchos de los
cristianos primitivos eran judíos que trajeron a la fe muchas de sus anteriores
prácticas. Reconocían en Jesús al Mesías anunciado por los profetas y en
cumplimiento del Antiguo Testamento. Como la circuncisión se requería en el
Antiguo Testamento para ser miembro de la Alianza de Dios, muchos pensaron que
también se requeriría para ser miembro de la Nueva Alianza que Cristo había
venido a inaugurar. Creían que uno debía ser circuncidado y debía guardar la
Ley Mosaica para venir a Cristo. En otras palabras, que uno debía ser judío
para poder ser cristiano.
Sin embargo Dios
le hizo claro a Pedro en Hechos capítulo 10 que los gentiles eran aceptables a
Dios y que podían ser bautizados y ser cristianos sin circuncisión. La misma
enseñanza fue vigorosamente defendida por Pablo en sus epístolas a los romanos
y a los gálatas, dos lugares en los que la herejía circuncisionista se había
extendido.
Gnosticismo (Siglos I y II)
"¡La materia
es mala!" fue el grito de los gnósticos. Esta idea la tomaron prestada de
ciertos filósofos griegos. Es contraria a la enseñanza católica, no solamente
porque contradice Génesis 1, 31 ("Y Dios vió todo lo que había hecho y vió
que era muy bueno") y otras escrituras, sino porque niega la Encarnación.
Si la materia es mala, entonces Jesucristo no pudo haber sido verdadero Dios y
verdadero hombre, porque Cristo no es malo de ninguna manera. Así fue que
muchos gnósticos negaron la Encarnación, declarando que Cristo solo aparentó
ser un hombre, pero que su humanidad era solo una ilusión. Algunos gnósticos,
reconociendo que el Antiguo Testamento enseñaba que Dios había creado la
materia, afirmaron que el Dios de los judíos era una deidad mala distinta del
Dios del Nuevo Testamento, el Dios de Jesucristo. Además propusieron la
creencia en muchos seres divinos, conocidos como "eones", que
mediaban entre el hombre el Dios final e inalcanzable. El más bajo de estos
eones, el que había tenido contacto con los hombres, era supuestamente
Jesucristo.
Montanismo (Ultima parte del siglo II)
Montanus comenzó
su carrera en forma inocente, por medio de predicar el retorno a la penitencia
y el fervor. Su movimiento también recalcó la permanencia de los dones
milagrosos, como ser el hablar en lenguas y profetizar. Pero también proclamó
que sus enseñanzas estaban por sobre las de la Iglesia y pronto comenzó a
predicar el inminente retorno de Cristo en su lugar de origen, Frigia. Hubo
declaraciones afirmando que Montanus mismo era, o al menos, hablaba por el
Paráclito cuyo advenimiento Jesús había prometido (en realidad el Espíritu
Santo).
Sabelianismo (Siglo III)
Los sabelianos
enseñaron que Cristo y Dios Padre no eran personas distintas, sino dos aspectos
u oficios de la misma persona. Según ellos, las tres personas de la Trinidad
existen solamente en relación con el hombre y no en la realidad objetiva.
Arrianismo (Siglo IV)
Arrio enseñó que
Cristo era una criatura hecha por Dios. Disfrazando su herejía por medio de
usar terminología ortodoxa o casi-ortodoxa, logró sembrar una gran confusión en
la Iglesia. Llegó a asegurarse el apoyo de muchos obispos, en tanto que otros
le excomunicaron.
El arrianismo fue
solemnemente condenado en 325 en el primer concilio de Nicea, que definió la
divinidad de Cristo, y en 381 en el primer concilio de Constantinopla que
definió la divinidad del Espíritu Santo. Estos dos concilios nos dieron el
credo Niceno-Constantinopolitano, el cual los católicos recitamos en la Misa
dominical.
Pelagianismo (Siglo V)
Pelagio negó que
el pecado original fuera heredado del pecado de Adán en el Edén y afirmó que
llegamos a ser pecadores solo a través del mal ejemplo de la comunidad
pecaminosa en la que nacemos. Contradictoriamente, enseñó que heredamos la
justicia como resultado de la muerte de Cristo en la Cruz y dijo que llegamos a
ser personalmente justos por instrucción e imitación en la comunidad cristiana,
siguiendo el ejemplo de Cristo. Pelagio declaró que el hombre nace moralmente
neutral y puede llegar al cielo por sus propios medios. Por lo tanto la gracia
de Dios no es realmente necesaria, sino que meramente facilita lo que de otra
manera sería una tarea muy difícil.
Semi-Pelagianismo (Siglo V)
Después que San
Agustín refutara las enseñanzas de Pelagio, algunos probaron una versión
modificada de aquel sistema. Esto también terminó en una herejía que afirmaba
que los humanos pueden acercarse a Dios por su propio poder y sin ayuda de la
gracia de Dios; que una vez que una persona ha entrado en estado de gracia, uno
puede retener ese estado por sus propios esfuerzos sin que medie ninguna gracia
adicional por parte de Dios. Y que el esfuerzo humano natural por sí mismo
puede darle a uno cierto derecho a recibir gracia aunque no sea estrictamente
meritorio.
Nestorianismo (Siglo V)
Esta herejía sobre
la persona de Cristo fue iniciada por Nestorio, obispo de Constantinopla, que
le negó a María el título de Theotokos (gr. lit. "Quien lleva a Dios"
o menos literalmente, "Madre de Dios"). Nestorio declaró que ella
solamente había llevado en su seno a la naturaleza humana de Cristo y así
propuso el título alternativo de Christotokos ("Quien lleva a Cristo"
o "Madre de Cristo").
Los teólogos
católicos ortodoxos reconocieron que la teoría de Nestorius fracturaría a
Cristo en dos personas separadas (una humana y una divina unidas en una especie
de unidad desligada), de los cuales uno solo estaba en el seno [de María]. La
Iglesia reaccionó en 432 con el Concilio e Efeso, definiendo que María puede
ser propiamente llamada Madre de Dios, no en el sentido de ser ella anterior a
Dios o a la fuente de Dios, sino en el sentido de haber tenido en su vientre
materno a la persona de Dios Encarnado.
Es dudoso que el
mismo Nestorius creyera en la herejía que sus declaraciones implican y en este
siglo, la Iglesia Oriental de Asiria, que ha sido históricamente considerada
nestoriana, ha firmado una declaración cristológica totalmente ortodoxa
conjuntamente con la Iglesia Católica y ha rechazado el nestorianismo. Esta
iglesia está ahora mismo en proceso de entrar en total comunión eclasiástica
con la Iglesia Católica.
Monofisismo (Siglo V)
El monofisismo
comenzó como una reacción al nestorianismo. Los monofisistas (liderados por un
hombre llamado Eutiques) estaban horrorizados por lo que implicaban las
declaraciones de Nestorius, que Cristo era dos personas con dos diferentes
naturalezas (humana y divina). Se pasaron al otro extremo, afirmando que Cristo
era una persona con una sola naturaleza que fusionaba lo divino y lo humano.
Por afirmar que Cristo tenía una sola naturaleza (griego mono, uno y phisis,
naturaleza) se los conoció como monofisistas.
Los teólogos
católicos ortodoxos reconocieron que el monofisismo era tan malo como el
nestorianismo porque negaba la plena humanidad de Cristo y su plena divinidad.
Si Cristo no hubiera tenido una plena naturaleza humana, no hubiera sido
humano, y si no hubiera tenido una plena naturaleza divina no hubiera sido
totalmente divino.
Iconoclastia (Siglos VII y VIII)
Esta herejía
surgió cuando apareció un grupo de gente conocido como los iconoclastas (que
significa literalmente "los que rompen íconos") que afirmaba que era
un pecado hacer pinturas o estatuas de Cristo y de los santos, a pesar que en
la Biblia, Dios había ordenado que se hicieran estatuas religiosas (Exodo 25,
18-20; 1 Crónicas 28, 18-19), incluyendo representaciones simbólicas de Cristo
(cf. Números 21, 8-9 con Juan 3, 14).
Catarismo (Siglo XI)
El catarismo es
una mezcla complicada de religiones no-cristianas re-elaboradas con
terminología cristiana. Los cátaros tenían muchas sectas diferentes que tenía
la enseñanza común de que el mundo había sido creado por una deidad maligna
(por lo cual consideraban malo todo lo material) y que en su lugar se debía
adorar a la deidad benigna.
Los albigenses
conformaban una de las sectas cátaras más grande. Enseñaron que el espíritu es
creado por Dios y es bueno, mientras que el cuerpo fue creado por el dios
maligno. El espíritu entonces debe ser liberado del cuerpo. Tener hijos era uno
de los más grandes males, ya que implicaba el aprisionar a otro
"espíritu" en la carne. Lógicamente, el matrimonio estaba prohibido,
pero la fornicación estaba permitida. Severos ayunos y mortificaciones de todo
tipo eran practicados y su líderes preacticaban la pobreza voluntaria.
Sola Scriptura,
Sola Fide (Siglo XVI)
Los grupos
protestantes despliegan una amplia variedad de doctrinas. De todos modos,
virtualmente todos ellos afirman creer en la doctrina de "Sola
Scriptura" ("por la escritura solamente", la idea que debemos
usar solamente la Biblia cuando formamos nuestra teología) y también "Sola
Fide" (y no Sola "Fides" como muchas veces se mal escribe) o sea
"solo por la fe", la idea de que somos justificados solamente por la
fe.
La gran diversidad
de doctrinas protestantes deriva de la doctrina de la interpretación privada o
personal, que niega la autoridad infalible de la Iglesia y afirma que cada
individuo debe interpretar las Escrituras por sí mismo. Esta idea es rechazada
en 2 Pedro 1, 20 donde se nos dice que la primera regla para interpretar la
Biblia es: "Pero tened presente, ante todo, que nadie puede interpretar
por cuenta propia una profecía de la Escritura". Una característica
significativa de esta herejía es el intento de poner a la Iglesia "contra"
la Biblia, negando que el magisterio católico tenga la autoridad infalible para
enseñar e interpretar las Escrituras.
La doctrina de la
libre interpretación ha resultado en un enorme número de diferentes
denominaciones. Según la publicación The Christian Sourcebook existen más de
30.000 denominaciones, y unas 270 nuevas se forman cada dia. Virtualmente todas
ellas son protestantes.
Jansenismo (Siglo XVII)
Jansenius, obispo
de Ypres, Francia, inició esta herejía con un documento que escribió sobre San
Agustín, en el que redefinió la doctrina de la gracia. Entre otras doctrinas,
sus seguidores negaron que Cristo murió por todos los hombres, sino que
afirmaban que murió solamente por aquellos que serán salvados finalmente (los
elegidos). Este y otros errores Jansenistas fueron oficialmente condenados por
el Papa Inocencio en 1653.
Las herejías han
estado con nosotros desde el principio de la Iglesia. Algunos hasta han sido
originadas por líderes de la Iglesia, que tuvieron que ser corregidos por
concilios y por los papas. Afortunadamente, tenemos la promesa de Cristo que
ellos nunca prevalecerán contra la Iglesia, porque El le dijo a Pedro "Tú
eres Pedro y sobre esta roca edificaré mi Iglesia y las puertas del infierno no
prevalecerán contra ella." (Mateo 16, 18)
La Iglesia es,
usando palabras de San Pablo, "el pilar y fundamento de la verdad" (1
Timoteo 3, 15).
.............
El texto de este
artículo es tomado de:
Catholic Answers.
"The Great Heresies" capítulo XCVII pp. 359-374, de The Essential
Catholic Survival Guide: Answers to Tough Questions About the Faith, publ.
Catholic Answers Inc., San Diego, California 2005.
Publicación que
cuenta con:
Nihil Obstat
Los materiales
presentados en este libro están libres de error doctrinal o moral
Bernadeane Carr,
STL, Censor Librorum, 10 de Agosto de 2004.