Juan José
ROMERO, periodista
catolicos-on-line, 1-3-16
En junio de 2014 la justicia australiana imputaba a
Mons. Max Davis, obispo castrense de Australia por delitos de abuso de menores.
Durante dos años ha sido sospechoso para los tribunales y para la opinión
pública.
Los medios de comunicación llegaron a «novelar» los
detalles escabrosos de las supuestas perversidades e ignominias que había
cometido. Hace dos semanas, el 15 de febrero, tras una intensa investigación se
ha demostrado que no había hecho nada de lo que se le acusaba.
Y ahora, ¿quién repara?
Después de juzgado, la justicia ahora especula que los
abusos contra cinco exalumnos de un internado benedictino de Australia los
debieron cometer otros dos sujetos que ya están muertos. Cuando se cometieron
los abusos (1969-72), Mons. Davis no era ni sacerdote. Incluso entonces
denunció por conducta impropia a uno de los que ahora se cree que fue uno de
los autores. Que en 2014 fuese un personaje público conocido, obispo castrense,
parece que fue lo que motivó que le echaren el mochuelo a él.
En junio de 2014 renunció a su cargo como obispo
castrense tras doce años de desempeño. Ordenado en 1971 fue el primer obispo
que había servido en la Fuerzas Armadas.
Durante dos años ha sido «puesto en
la picota cotidianamente» ante la opinión publicada. También en España. La
noticia ocupó portadas y extensas noticias. Animo a realizar una búsqueda
quince días después en la que se dé cuenta de su absolución en la prensa
española. Ni una breve nota.
Ayer se premió a «Spotlight» con el Oscar a la mejor
película. No la he visto, pero la labor que desempeñó el equipo de
investigación de «The Boston Globe» sí la conozco, desde luego no tiene nada
que ver a cómo se ha tratado el caso de Mons. Davis. Con perspectiva ha hecho
bien a la Iglesia y al modo de afrontar las cosas de alguno de sus miembros.
Sirvan estas líneas para transmitir mi afecto a las
víctimas, entre las que se encuentra sin lugar a dudas Mons. Davis.
Como dice Rafael Serrano en Aceprensa que:
El caso de Mons. Davis, o el de las acusaciones de
abusos contra personalidades británicas, deberían mover, tanto a los medios
como al público, a tomar con suma cautela las denuncias, y muy en serio la
presunción de inocencia. El escándalo siempre es noticia. La comprobación de
que no lo hubo debería ser más noticia aún, y en cambio muchas veces se le hace
mucho menos eco. Por eso hay personas que son acusadas en primera página y
absueltas en un rincón.
No puedo estar más de acuerdo. Ya se ve que los
periodistas españoles por desgracia se identifican más con «Torrente» que con
«Spotlight», a los hechos me remito. Qui potest capere, capiat.
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