martes, 21 de abril de 2009

Mi postura frente al Papa


Daniel Omar González Céspedes

Desde que S.S. Benedicto XVI decidiera levantar las excomuniones a los cuatro obispos consagrados por S.E.R. Mons. Marcel Lefebvre, en 1988, y saliera a la luz la entrevista hecha a Mons. Richard Williamson he leído y escuchado sobre lo que tendría que haber hecho o dicho el Papa. Incluso cartas publicadas en distintos medios que fueron enviadas al Pontífice.
Reconozco no tener ningún mérito especial; con humildad admito mi ignorancia. El único que tengo -y que me basta y sobra- es el del de ser hijo de la Santa Madre Iglesia.
Consultado sobre “mi postura” sobre los distintos debates o controversias que se han suscitado entre distintas personas conocidas y sabiendo que muchos -incluso amigos y maestros- no me comprenderían, guardé silencio; pero sé con la gran “Monja andariega y abadesa andante”, Santa Teresa de Jesús, que “Es preferible la Verdad en soledad al error en compañía”. Y, además, ¡terminemos de hacerle el caldo gordo al coludo!
El problema no está en ser negacionista o anti negacionista. El problema no radica en la cuestión judía. El problema radica en la actitud o postura frente al Romano Pontífice de parte de los católicos.
Por eso, digo: ¿Quiénes son esos que se “dignan” cuestionar o criticar al “Dulce Cristo en la Tierra”? ¿En qué momento Nuestro Señor Jesucristo les concedió tal “gracia de estado”?
Es cierto que el Papa no habla siempre ex-cátedra y puede equivocarse; pero no menos cierto es que tiene la asistencia diaria del Espíritu Santo (Él sí tiene la gracia de estado). También tiene “la ciencia de las aplicaciones y oportunidades”.

Quien haya hecho alguna vez los Ejercicios Espirituales según el método de San Ignacio de Loyola recordará la Regla Nº 13 para sentir con la Iglesia: “Debemos siempre tener para en todo acertar, que lo blanco que yo veo, creer que es negro, si la Iglesia hierárchica assí lo determina, creyendo que entre Christo nuestro Señor, Esposo, y la Iglesia su Esposa, es el mismo spíritu que nos gobierna y rige para la salud de nuestras ánimas, porque por el mismo Spíritu y Señor nuestro, que dio los diez Mandamientos, es regida y gobernada nuestra sancta Madre Iglesia”( Nº365)

Y la regla Nº 10 nos dice: “Debemos ser más promptos para abonar y alabar assí constituciones, comendaciones como costumbres de nuestros mayores; porque dado que algunas no sean o no fuesen tales, hablar contra ellas, quier predicando en público, quier platicando delante del pueblo menudo, engendrarían más murmuración y escándalo que provecho, y assí se indignarían el pueblo contra sus mayores, quier temporales, quier spirituales. De manera que assí como hace daño el hablar mal en absencia de los mayores a la gente menuda, assí puede hacer provecho hablar mal de las malas costumbres a las mismas personas que pueden remediarlas” (Nº 362).
Dicho de otra manera: ¡NO SEÑALEMOS JAMÁS LA FALTA EN PÚBLICO!
Aquí cobran sentido las palabras de San Pío X y a las cuales adhiero con voluntad e inteligencia: “Prefiero equivocarme con el Papa que tener razón sin él”.
Repito, ¡no le hagamos el caldo gordo al coludo! Seamos humildes para así enrostrarle en la jeta al coludo, con el Venerable José Gabriel del Rosario Brochero, “¡Te fregaste, diablo!”.

(En Mendoza, Domingo 12 de Abril de 2009. Pascuas de Resurrección)






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