miércoles, 30 de septiembre de 2009

Recompensa por un vaso de agua e Internet


Por Salvador I. Reding Vidaña

La Escritura es muy clara en ciertos pasajes respecto a quiénes irán al Reino de los Cielos: aquellos que fueron caritativos con el prójimo. Sí, los que dieron de comer y beber al hambriento y sediento, los que visitaron al enfermo y finalmente todos los que de una forma u otra hicieron algo por los demás, en nombre y con el espíritu de Cristo.

La lista de obras de misericordia de Jesús no era exhaustiva, pues no era necesario, el Señor llevará consigo a la vida eterna a los caritativos, en el verdadero sentido de este término. Así, no es caridad dar limosna para sentirse bien o para impresionar al receptor o a terceros.

El ejemplo de Jesús, que relata Mateo en su Evangelio, es extremadamente sencillo. Cuando Juan le dice que alguien, que no era del grupo de discípulos cercanos a Jesús, expulsaba demonios en su nombre y pregunta si se le impide hacerlo, Jesús le dice que no, que lo dejen en paz.

Si echar demonios es un acto de caridad muy grande, dar un sencillo vaso de agua parece no tener importancia, es demasiado poco. Pero no, Jesús les dice, narra Mateo: “todo aquel que les dé a beber un vaso de agua, por el hecho de que son de Cristo, no se quedará sin recompensa”.

Pero los espíritus llenos de caridad quieren dar más que un vaso de agua, piensan que debe haber mejores maneras de dar bienestar al prójimo que hacerlo en persona. Aquí hacen presencia las organizaciones, formales e informales, que ayudan al prójimo en muy diversas formas.

Caritas es un buen ejemplo; la obra de órdenes religiosas cuya misión es la caridad en acción, son también buenos ejemplos. Dar dinero, cosas y tiempo a esas organizaciones, es una manera de dar a la caridad eso que se llama sinergia: lograr más con menos.

AYUDAR A EVANGELIZAR

Así, una buena manera de ayudar al prójimo, amén de dar algo de comida, dinero o tiempo a quien encontramos en la calle, es la asistencia monetaria y material a organizaciones dedicadas a la asistencia social, educativa y en particular a la evangelización. (Si también se da tiempo, mejor).

Algo más: ayudar a las obras evangelizadoras tiene una gran ventaja: siembra la Palabra del amor al prójimo para que el Espíritu Santo mueva los corazones, y la ayuda de todo tipo a los necesitados se multiplique.

Por ese efecto multiplicador de corazones dispuestos a ayudar al prójimo -por “ser de Cristo”-, la ayuda a las obras evangelizadoras es excelente. Básicamente hablamos de instituciones de catequesis, o de enseñanza a niños y adultos, es decir todo tipo de escuelas. También hay obras dedicadas a la orientación familiar y social con espíritu cristiano, hay que apoyarlas.

Pero la propaganda a favor de la ayuda y orientación de todo tipo en mejoramiento de la relación humana, solidariamente, es un gran camino. El apostolado en grande, la gran ayuda está, por su alcance, en los medios de difusión que evangelizan o bien orientan a la gente en sus obligaciones para con el prójimo.

Apoyar la prensa, la radio y la televisión de espíritu cristiano, que enseñan, estimulan, orientan y entusiasman a sus respectivas audiencias, es una excelente forma de ayudar a los demás, como dijimos, por su efecto multiplicador. Es como multiplicar los panes y los peces, pero en palabras.

Se repite el mensaje. No es lo mismo platicar con una o varias personas sobre el valor de la solidaridad humana con espíritu de Dios, que hacerlo en un solo acto para cientos y hasta miles de personas en un determinado público.

Hay que incluir aquí la labor editorial cristiana: publicar libros, folletos y hasta simples hojas sueltas con mensaje de caridad, de ayuda al prójimo. La palabra impresa tiene además la ventaja de poder ser releída y pasada de mano en mano.

Todo esto nos lleva al nuevo gran medio de comunicación planetaria: la Internet. Los portales –o páginas- dedicados a la propagación del mensaje de amor al prójimo tienen prácticamente todas las ventajas, juntas, de los otros medios de comunicación y enseñanza.

En esos portales hay o puede haber de todo, así es su tecnología, incluyendo imagen fija y en video, voz y texto, y sus audiencias pueden llegar a ellos cuantas veces quieran, el mensaje sigue allí y puede ser reproducido.


Sin duda que la mayoría de las veces que abrimos tales portales, vemos en algún lugar un mensaje pidiendo ayuda monetaria para sostenerlos. Quienes no están en el medio de la Internet, no tienen idea de lo que cuestan esos portales. Todo cuesta y mucho, como el diseño, el tiempo de especialistas y el espacio en “servidores”, esas grandes computadoras que guardan y envían toneladas de información.

Apoyar financieramente los portales del mensaje cristiano es cada vez más crítico, por esa gran capacidad de llegar o estar al alcance de millones, sí, de millones de personas; es una muy buena forma de ayudar al prójimo. El mensaje se multiplica, en la práctica, cientos y miles de veces, y lo demás, se lo dejamos al Espíritu Santo. Además, hay que enfrentar miríadas de portales desorientadores.

Ah bueno, ayudamos ¿y la recompensa? Ni para que preocuparse, será mucho más que la de dar un vaso de agua.

“Santo Tomás Moro”
Centro de Estudios Políticos y Sociales, 29-9-09

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