Eduardo Padilla Quirno
Médico psiquiatra
En su carta, el lector
Bastitta Heguy relaciona los casos de pedofilia por sacerdotes de la Iglesia
Católica, excepto los del rito oriental –añadimos- con el celibato que eligen
comprometerse a cumplir.
Los que hemos tenido una
intensa experiencia en este difícil y duro campo hemos comprobado que los
abusadores, tanto hombres como mujeres, son predominantemente personas
allegadas a los niños, principalmente familiares y luego cuidadores o personas
asimiladas a estos o del segundo hogar, que es la escuela. La mayor parte de
estos actores tienen vidas sexuales activas, a veces maritales, en las que han crecido y multiplicado y otras hasta
promiscuas. Por cierto, la antítesis de mantenerse célibes.
También hemos visto
pedófilos entre algunos sacerdotes y religiosas de otras confesiones que no
tienen el celibato como norma. Por ello resulta difícil asegurar, desde el
punto de vista de la clínica psiquiátrica, que el celibato predispone a la
pedofilia. Sería una lectura lineal sobre un tema de gran complejidad.
En cuanto a que esa elección
se hace más difícil hoy por la avalancha de tentaciones en el mundo
contemporáneo, una novela muy intensa de André Gide, Thais, nos relata las tremendas vicisitudes entre un monje
anacoreta y una muy bella bailarina y cortesana de ese nombre en los albores
del cristianismo.
Se ve claramente que los
demonios más temidos han sido y son siempre los que llevamos dentro.
La Nación, 23-9-18
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