con su discurso inmanentista
de ‘ecologismo integral’
Por Carlos Esteban
Infovaticana, | 20 abril,
2020
Hemos advertido -y señalado
repetidamente- el discurso eclesial moderno que huye de toda referencia no
meramente formularia de referencias sobrenaturales para seguir, en cambio, las
modas ideológicas del momento, especialmente el mundialismo y el ecologismo
radical. Hoy vuelve a la carga de manos de Mauricio López, Secretario Ejecutivo
de la Repam (Red Eclesial Panamazónica), que desde las páginas de Vatican News, el órgano oficial online
del Vaticano, nos anima a “repensar todos nuestros modos de vida y estructuras
sociales a la luz de la ecología integral”.
Los esfuerzos de la
jerarquía católica por condenar cualquier intento de ver en la pandemia de
coronavirus un castigo o, al menos, una advertencia de Dios contrastan
poderosamente con los discursos jaleados por esa misma cúpula eclesial de
relacionar la peste con una respuesta de Gaia, la Naturaleza planetaria -una
‘pataleta’, en palabras del Santo Padre en conversación con Jordi Evole-, de
modo bastante cuestionable.
Lo hace ahora Mauricio
López, Secretario Ejecutivo de la Repam, en Vatican News con un indigerible
texto titulado ‘La comunión con la madre tierra resucitará después de la
pandemia’.
Si la Iglesia tiene un
mensaje específico, es decir, distinto del resto de los mensajes humanos, es
precisamente en lo que hace a la sobrenaturalidad, al destino eterno de cada
ser humano en contraste con una naturaleza -cielo y tierra pasarán- que acabará
inevitablemente destruida. Si la Iglesia esconde o minimiza o pasa por encima
de ese mensaje para dar preferencia a aquellos -de nuevo cuño y desarrollados
deprisa y corriendo para que ‘cuadren’- de los que el mundo secular ha sido
pionero, las consecuencias lógicas solo pueden ser dos: que muchos fieles
deduzcan que si algo tan urgente y relevante como nuestro destino eterno no
centra el mensaje de la jerarquía es porque no se lo creen demasiado, y que la
propia Iglesia se vuelva redundante -¿para qué necesita el Pensamiento Secular
una cámara de eco que repite con retraso?- y, por tanto, irrelevante.
No es fácil avanzar por el
texto de López, con frases tan alejadas de la sencillez evangélica como este:
“Sólo a consecuencia de la cantidad de energía interior liberada por la
reflexión… tiende entonces a emerger de los órganos materiales para formularse
también en espíritu”, pero al menos puede identificarse la reinterpretación de
nuestra de en una clave meramente ecológica. Se refiere, por ejemplo, a los
seres humanos como “miembros de una casa común” que no es ni la Iglesia ni el
Cielo prometido, sino el planeta.
Ahora, los seres humanos
somos, obviamente, habitantes (durante un tiempo breve y limitado) del planeta,
pero en absoluto ‘miembros’. Toda la reflexión teológica de Padres, doctores,
santos y Papas hasta la fecha ha ido en contra de esta visión, considerando más
bien nuestra vida sobre la Tierra como un peregrinar, como “una mala noche en
una mala posada”, como una estadía en un “valle de lágrimas” que cobra sentido
como prueba para alcanzar nuestra verdadera patria, que es el Cielo.
Esto no significa en
absoluto una concepción negativa de la Naturaleza que, como creación, es
“buena”, según afirma el Génesis, y hacia la que tenemos un deber de custodia.
Pero no es nuestra “casa común”, al menos, no nuestro hogar, del que estamos
temporalmente exiliados.
En realidad, López, tan amigo
de recurrir a frases largas, más o menos abstrusas e ininteligibles, es breve y
claro cuando expresa su verdadero mensaje: “Es hora de redistribuir los bienes
de la creación”.
La pregunta es quién, porque
a esa frase le falta un agente. ¿Quién va a distribuir “los bienes de la
creación”? ¿Cómo? Tratándose de “la creación” entera, solo un gobierno mundial
podría hacer eso. Y, desde luego, solo hay un modo: por la fuerza.
Sigue López dándole a la
vinculación entre la actividad humana industrial y esta pandemia: “Debemos
recrear toda nuestra sociedad a la luz de esa visión de ecología integral, u
otra pandemia vendrá pronto haciendo aún más daño, y porque la más grave de
todas las crisis planetarias, la de la emergencia climática, nos llevará al
final como civilización si no cambiamos YA”. La conexión causal (“u otra
pandemia vendrá pronto”) no está, ciertamente, explicada. La inferencia es que,
si frenamos el crecimiento y desmantelamos la sociedad industrial, la
Naturaleza no tendrá razones para estar “enfadada” con nosotros y tener otra
“pataleta”, algo que hubiera sorprendido enormemente a la Europa del S. XV
durante la Peste Negra, que acabó con entre un tercio y la mitad de la
población sin que sea fácil conectarla con emisiones de gases invernadero.
Por
el contrario, es evidente que la riqueza que nos ha proporcionado esa
Revolución Industrial es la que nos permite luchar eficazmente contra la
pandemia, al contrario que nuestros antepasados, por no hablar de que todo
apunta a que la actual peste, lejos de ser una ‘pataleta de la tierra’, surge
de un laboratorio de ese país que, en palabras de monseñor Sánchez Sorondo, es
el que mejor aplica la Doctrina Social de la Iglesia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario