Sí a la bendición de parejas homosexuales
utilizando la Amoris laetitia
Luisella Scrosati
Brújula cotidiana,
22-09-2022
La decisión de los
obispos de habla flamenca de hacer pública una “liturgia” para la bendición de
las parejas del mismo sexo supone un cisma abierto con la Iglesia, pero el
documento utiliza Amoris laetitia para justificarse. Será el Papa quien
determine si la interpretación de los obispos flamencos de la exhortación
apostólica y del proceso sinodal ha ido demasiado lejos o no. Todo ello
suponiendo que no adopte una posición de “neutralidad desarmada”.
La decisión de los
obispos de habla neerlandesa –Josef De Kesel (Malinas-Bruselas), Johan Bonny
(Amberes), Lodewijk Aerts (Brujas), Lode Van Hecke (Gante), Patrick Hoogmartens
(Hasselt)- de hacer pública una “liturgia” para la bendición de las parejas del
mismo sexo llega justo una semana antes de la próxima visita ad limina: está
compuesto por palabras introductorias y oración, oración de compromiso mutuo de
la pareja para ser mutuamente fieles, oración de la comunidad para que “sean
fuertes y fieles”, Padre Nuestro, oración final y bendición. Y sin muchos
miramientos al pequeño detalle de que no se trata de un matrimonio y que la
pareja no está compuesta por un hombre y una mujer. Evidentemente se trata de
un esquema que puede ser modificado a voluntad en su contenido y forma de
acuerdo con el “acompañante pastoral” de la pareja.
El periódico
holandés Nederlands Dagblad fue el primero en informar de la noticia. Según el
arzobispo de Bruselas, así como presidente de la Conferencia Episcopal Belga, y
los demás obispos flamencos, la iniciativa sería una respuesta a las frecuentes
peticiones de las parejas homosexuales, que “solicitan durante las reuniones
pastorales un momento de oración para pedir a Dios que bendiga y perpetúe este
compromiso de amor y fidelidad”. “Amor y fidelidad”, que a estas alturas son
las etiquetas de un contenedor de basura inorgánica al que va a parar cualquier
perversión del auténtico amor; salvo para luego comentar hipócritamente que la
diferencia debe quedar clara “con lo que la Iglesia entiende por matrimonio
sacramental”.
Willy Bombeek,
autoproclamado “religioso y homosexual, u homosexual y religioso: el orden no
importa”, durante años responsable de la educación católica en Flandes, y ahora
designado como jefe de una sección especial para parejas homosexuales dentro de
la Oficina de Pastoral Familiar interdiocesana, respondiendo a I. MEDIA, no
duda de que esta liturgia está precisamente destinada a “bendecir su unión,
este amor, esta fidelidad”.
Ambas
declaraciones chocan frontalmente con lo que la entonces Congregación para la
Doctrina de la Fe había establecido en su Responsum del 22 de febrero de 2021.
De hecho, el texto subraya que las bendiciones de las parejas homosexuales, per
se, recuerdan la analogía con el matrimonio, aunque luego diga otra cosa:
“Dado que las bendiciones sobre las personas
están relacionadas con los sacramentos, la bendición de las uniones homosexuales
no puede considerarse lícita, ya que constituiría en cierto modo una imitación
o referencia de analogía con la bendición nupcial”.
Además, se hace
una cuidadosa distinción entre la licitud de bendecir a personas individuales
con inclinaciones homosexuales y la ilicitud de bendecir a parejas:
“La respuesta al
dubium propuesto no excluye que se den bendiciones a personas individuales con
inclinaciones homosexuales que manifiesten su deseo de vivir en fidelidad a los
planes revelados de Dios, tal como propone la enseñanza de la Iglesia, pero
declara ilícita cualquier forma de bendición que tienda a reconocer sus
uniones. En este caso, de hecho, la bendición manifestaría la intención no de
confiar a determinadas personas a la protección y ayuda de Dios, en el sentido
antes mencionado, sino de aprobar y fomentar una elección y una práctica de
vida que no puede reconocerse como objetivamente ordenada a los designios
revelados de Dios”.
Sin embargo,
parece que no existe una traducción flamenca para expresar que algo está
objetivamente ordenado a la voluntad de Dios. De hecho, el comunicado original
flamenco de ayer ignora por completo el Responsum y en su lugar busca apoyo, a
decir verdad muy forzado, en el § 250 de Amoris Laetitia, que pide respeto para
las personas con orientación homosexual. El resultado sería una ecuación
improbable: respeto a las personas = respeto a sus elecciones = bendición. Por
su parte, Bombeek estima que “lo que ha ocurrido aquí encaja muy bien con el
camino sinodal que el Papa quiere con la Iglesia: hemos ido desde abajo, desde
la iniciativa personal compartida con otros, hasta los obispos”. Lo que cuenta,
en definitiva, es el itinerario desde abajo.
Famille Chrétienne
informa finalmente de las nuevas declaraciones de un responsable anónimo de la
Conferencia Episcopal Flamenca: “’No es una declaración contra el Vaticano
[...]. Es una respuesta a la invitación del Papa Francisco contenida en Amoris
Laetitia’, prosigue, considerando que la exhortación apostólica ‘procedente de
un sínodo’ tiene más peso que una declaración de un dicasterio”.
Puede ser. En
cualquier caso, corresponderá al Papa establecer si la interpretación realizada
por los obispos flamencos tanto de Amoris Laetitia como del proceso sinodal ha
ido demasiado lejos o no. Y esto suponiendo que no adopte una posición de
“neutralidad desarmada”. Con independencia de todo esto, el mundo periodístico
ha acogido –más bien positivamente- la decisión, como si fuera un “desgarro” o
un desafío al Vaticano. Son términos que, desde el punto de vista católico, se
traducen en un cisma.
Parecía que lo que
había que vigilar eran las fronteras del Rin y resulta que la embestida viene
desde Bélgica. A estas alturas, pensar en la unidad de la Iglesia católica es
simplemente un espejismo. ¿Bendecir a las parejas homosexuales? En Roma dicen
“no”; en Bolonia responden “bueno, vale”; en Flandes dicen “sí”. Y se procede
con rapidez, encogiéndose de hombros ante lo que se ha dicho y podría decirse
más allá del río Tíber.
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