vuelve a
encarrilar Mitis Iudex: nulidad sí, pero en la verdad
Nico Spuntoni
Brújula cotidiana,
24_11_2025
En su discurso a
los participantes del curso internacional promovido por el tribunal de la Rota
Romana, León XIV ha citado cuatro veces a Francisco y una vez a Benedicto XVI y
Juan Pablo II, respectivamente. Sin embargo, la línea programática de sus
palabras parece anunciar la voluntad de situar la reforma bergogliana del
proceso de nulidad matrimonial en la línea de sus otros dos predecesores.
El discurso del
viernes 21 de noviembre en la Sala Clementina parece ir en contra de la
tendencia de apertura que se ha visto en la aplicación de Mitis Iudex.
Partiendo del título del curso (A diez años de la reforma del proceso
matrimonial canónico. Dimensión eclesiológica, jurídica, pastoral), León XIV ha
rechazado la tendencia a separar e incluso contraponer estos tres enfoques
“como si el más teológico o el más pastoral implicara el menos jurídico, y
viceversa, el más jurídico fuera en detrimento de los otros dos perfiles”. Una
reflexión que recuerda lo dicho por Benedicto XVI en la inauguración del año
judicial en 2006. Sobre los procesos de nulidad matrimonial, Ratzinger
advertía contra la caridad pastoral “a veces contaminada por actitudes
complacientes hacia las personas”. Actitudes solo aparentemente pastorales,
advertía el Papa alemán, pero en realidad contraproducentes si se emprenden sin
tener en cuenta la verdad.
Una posición
implícitamente retomada por Prevost, que ha vuelto a poner la atención en
averiguar la verdad en este tipo de procesos como auténtica fuente de justicia
para las personas. El Papa canonista ha llamado la atención sobre los
“supuestos eclesiológicos”, entre los que ha querido recordar especialmente
dos: “el primero relativo a la potestad sagrada que se ejerce en los procesos
judiciales eclesiásticos al servicio de la verdad, y el segundo relativo al
objeto del proceso de declaración de nulidad matrimonial, es decir, el misterio
de la alianza conyugal”. Por tanto, León XIV ha reafirmado que el matrimonio
es indisoluble por derecho divino.
Otra
característica importante del discurso papal ha sido la atención prestada al
proceso, que ya no se presenta como una pérdida de tiempo. Prevost ha explicado
que “la función judicial, como forma de ejercer el poder de gobierno o
jurisdicción, forma parte integrante de la realidad global del poder sagrado de
los pastores en la Iglesia”, explicando que “en el poder judicial opera un
aspecto fundamental del servicio pastoral: la diaconía de la verdad”.
Si el enfoque del
pontificado de Francisco acabó privilegiando la vía administrativa, León XIV,
por el contrario, ha preferido recordar el ejercicio recto de la potestad
judicial. El Papa argentino tenía muy presente la simplificación de los
procedimientos para ayudar a las personas a “recorrer lo más fácilmente
posible” el camino de la verificación de la validez matrimonial. El discurso de
Prevost, en cambio, ha dado una interpretación del Mitis Iudex que intenta
cerrar los establos antes de que se escapen todos los bueyes. En este
sentido parecen ir las subrayadas “exigencias inderogables de la justicia, que
no pueden desaparecer en virtud de una compasión mal entendida” y el “juicio
humano sobre la nulidad matrimonial no debe, sin embargo, ser manipulado por
una falsa misericordia”.
Acelerar los
procedimientos sobre la nulidad matrimonial no es garantía de caridad pastoral,
ya que esta última debe ir siempre de la mano de la verdad y, a menudo, la
simplificación de los trámites no facilita el esclarecimiento de la verdad,
sino todo lo contrario. León no ha archivado ni derogado Mitis Iudex:
simplemente lo ha vuelto a encauzar: “El objetivo de la reforma, que tiende a
la accesibilidad y la celeridad en los procesos, pero nunca en detrimento de la
verdad, aparece así como una manifestación de justicia y misericordia”, ha
asegurado. En resumen, la intervención del Papa estadounidense despeja el
campo de la ilusión de que un matrimonio fracasado es automáticamente un
matrimonio nulo solo para satisfacer el deseo de uno o ambos cónyuges.
Recordando que
“otro supuesto teológico, específico del proceso de nulidad matrimonial, es el
matrimonio mismo, en cuanto fundado por el Creador”, León XIV evoca el
matrimonio natural que para la Iglesia no está separado del sacramento. Un
mensaje que transmite más confianza en la posibilidad de que el hombre y la
mujer se casen y mantengan la fe en la unión, mientras que insistir en
facilitar la verificación de la nulidad daba una imagen opuesta, como si el
matrimonio fuera algo para unos pocos elegidos.
Valorizando la
institución del proceso judicial, que “no es una acumulación farragosa de
requisitos procedimentales”, sino un “instrumento de justicia”, es importante
que León XIV haya citado la participación del defensor del vínculo que, como
recordaba Benedicto XVI, fue hecha obligatoria por un papa canonista como él:
Benedicto XIV. Esta presencia es necesaria porque, como ha explicado Prevost a
los participantes en el curso, “en la declaración de nulidad matrimonial (...)
está involucrado un bien eclesial público”. Es decir: el matrimonio es un bien
público, no pertenece a las dos partes.
Es igualmente
importante que el Pontífice de Chicago haya exaltado “el esfuerzo por favorecer
la reconciliación entre los cónyuges, recurriendo también, cuando sea posible,
a la validación del matrimonio” En los
últimos años, de hecho, parecía casi olvidado que la Iglesia tiene la tarea de
invitar a la reconciliación y a la validación en caso de que se den las
condiciones para ello. Prevost no puede ni quiere derogar la controvertida
reforma del proceso de nulidad matrimonial heredada de Francisco, pero no hay
duda de que su discurso del viernes dará luz verde a una práctica judicial
diferente a la exigida en estos años. Es de esperar que el rigor procedimental
basado en la verdad prevalezca sobre las tentaciones de algunos operadores de
justicia de dejarse guiar por la “falsa misericordia”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario