17 DE MARZO DE 2018
El científico británico Stephen Hawking dedicó su vida
a desentrañar los misterios del origen de universo y de la vida. Sus
investigaciones lo llevaron a concluir que no había razón para creer en la
existencia de Dios, del cielo o de vida más allá de la muerte
Para intentar responderla, se dedicó al estudio de la
teoría del Big Bang y la teoría del todo, dos de sus más grandes aportes a la
ciencia, con las que intentó explicar el origen del universo.
Lo llevaron a una conclusión simple y contundente:
"No es necesario invocar a Dios para encender la mecha y darle inicio al
Universo". Y así lo escribió en su libro "El gran diseño" en
2010.
"Las leyes de la física pueden explicar el
universo sin la necesidad de Dios", decía ese mismo año en entrevista con
el diario británico The Guardian.
Luego de afirmar que el Big Bang fue el comienzo de
todo, inevitablemente se enfrentaba a la siguiente pregunta: ¿y entonces qué
hubo antes?
Frente a esta interrogante, que ante cada respuesta
podría repetirse hasta el infinito, tampoco incluía la posibilidad de la
existencia de un Dios.
"Cuando la gente me pregunta si Dios creó el
universo, les digo que la pregunta en sí misma no tiene sentido", narró
Hawking en un video para el canal de televisión por cable especializado en
ciencia Discovery Channel.
"El tiempo no existía antes del Big Bang, así que
no había tiempo en el que Dios pudiera crear el universo".
"Para mí, la solución más simple es que no hay
Dios, nadie creó el universo y nadie dirige nuestro destino", sentenciaba.
Pero más que negar la existencia de Dios, Hawking
simplemente consideraba fútil hacerse la pregunta.
"Uno no puede probar que Dios no existe", le
dijo en 2010 a la cadena estadounidense ABC. "Pero la ciencia hace a Dios
innecesario".
En 1988, en su exitoso libro "Breve historia del
tiempo", Hawking incluso dejaba una puerta abierta para un ser creador.
En la obra escribía que si llegáramos a articular la
teoría del todo, podríamos conocer "la mente de Dios".
"Creo que el universo está gobernado por las
leyes de la ciencia", dijo en una entrevista con la agencia Reuters.
"Las leyes han podido ser decretadas por Dios, pero Dios no interviene
para romper las leyes".
Años después, sin embargo, el mismo Hawking se encargó
de explicar a qué se refería cuando hablaba de Dios.
"Lo que quise decir cuando dije que conoceríamos
'la mente de Dios' era que comprenderíamos todo lo que Dios sería capaz de
comprender si acaso existiera", le dijo al diario español El Mundo en
2104. "Pero no hay ningún Dios. Soy ateo".
A pesar de sus posiciones, Hawking visitó varias veces
el Vaticano.
Allá participó en eventos de la Academia Pontificia de
las Ciencias, ante la cual ofreció una charla acerca del origen del universo en
2016.
"Estamos profundamente tristes por el
fallecimiento de nuestro destacado académico Stephen Hawking, que fue tan fiel
a nuestra Academia", tuiteó la Academia Pontificia de las Ciencias tras la
muerte del científico.
"A los cuatro papas que conoció les dijo que
quería avanzar en la relación entre la fe y la razón científica. Oramos para
que el Señor lo reciba en su gloria".
Hawking decía no tenerle miedo a la muerte. Y como no
creía en Dios, tampoco creía en el cielo.
"Considero que el cerebro es una computadora que
deja de funcionar cuando sus componentes fallan", dijo en entrevista con
The Guardian en 2011.
"No hay cielo o vida después de la muerte para
las computadoras dañadas. Ese es un cuento de hadas para personas que le temen
a la oscuridad".
Ese pragmatismo, sin embargo, era el que lo mantenía
maravillado y lo impulsaba a buscar las respuestas a esas dos preguntas que lo
acompañaron durante toda su vida.
"Probablemente no hay cielo ni vida después de la
muerte", dijo en Discovery Channel.
"Tenemos esta vida para apreciar el grandioso
diseño del universo, y por eso, estoy extremadamente agradecido".
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