el
80% de los casos de abusos clericales son homosexuales
(InfoCatólica) 16-12-19
Mons. Jordi Bertomeu
(Tortosa, 1968) es Oficial de la Congregación para la Doctrina de la Fe. Fue
uno de los «enviados especiales» a Chile a realizar el informe sobre abusos
sexuales por algunos clérigos y religiosos, junto con el obispo de Malta, Mons.
Charles Scicluna.
Ha concedido a la Revista
Palabra una entrevista sobre la relación entre el celibato y los abusos de
menores.
Para sus respuestas se basa
en los 6.000 casos de abusos denunciados por las víctimas entre 2001 y 2019,
con los procedimientos que puso en marcha Benedicto XVI. Se trata de casos que
habrían sucedido en los últimos 50 años referentes a los delicta graviora: uno
de los delitos más graves que pueden cometerse en la Iglesia.
No hay ninguna evidencia de
que el celibato sacerdotal cause directamente alguna adicción sexual desviada,
tal como demuestran aquellos casos de hombres o mujeres que, por circunstancias
de la vida deben vivir como célibes.
Además, el celibato nunca ha
sido considerado como un parámetro relevante para identificar a los abusadores.
Más bien, la mayor parte de abusadores
son hombres casados. Los sacerdotes, hombres mayoritariamente célibes (si
se excluye a los sacerdotes católicos de rito oriental y otras excepciones,
como los sacerdotes del Anglicanorum coetus, ex pastores protestantes) se
suelen caracterizar y se recurre a ellos, precisamente, por su equilibrio
psicológico, por su disponibilidad y entrega desinteresada a todos, no solo a
los fieles católicos.
Así, por ejemplo, la Unity
Church de Australia, con 240.000 miembros, sin jerarquía y con clero masculino
y femenino casado escogido democráticamente, ha sido noticia recientemente por
sus 2.500 casos de abusos de menores. Tales datos contrastan con los de la
Iglesia católica, con 466.000 sacerdotes y 6.000 casos denunciados ante la Congregación
para la Doctrina de la Fe.
Además de hacer una bella
defensa del celibato en su dimensión espiritual y humana, Mons. Bertomeu
recuerda el origen evangélico del celibato
Los estudios históricos del
cardenal A. Stickler o de H. Jedin han demostrado no solo el origen evangélico
del celibato, sino su inmediato desarrollo teológico ya en padres de la Iglesia
de la talla de Clemente de Roma e Ignacio de Antioquía, ambos del s. I. El
canon 33 del Concilio de Elvira (s. IV), no inventa una «ley del celibato»
hasta entonces inexistente en la vida de la Iglesia, sino que fue la respuesta
a una necesidad de clarificar algunas situaciones de hecho surgidas tras la
desorganización propia del tiempo de las recurrentes persecuciones martiriales.
La posterior reforma gregoriana del s. XI y las disposiciones sobre el celibato
del 2º concilio de Letrán (1139) tampoco se entenderían sin considerarlas como
una vuelta a las raíces por fidelidad al Evangelio de Jesucristo.
Si la vivencia del celibato
ha sido siempre contracultural, también lo es hoy aún más con independencia de
la crisis actual de los abusos sexuales de menores cometidos por clérigos.
Nuestra sociedad necesita muchos jóvenes que muestren a todos la bondad de
vivir un amor verdadero, casto y libre. Vivir la consagración como «unción» y
no simple «función» estimula a todos, particularmente a los que han recibido la
vocación matrimonial, a entregarse sin desfallecer a pesar de las dificultades
cotidianas. Los sacerdotes son llamados, por tanto, a entregarse con un amor
totalizante para ser «signos» de un amor más real que cualquier utopía: al
respecto, siendo la ordenación una entrega para toda la vida, ninguna iglesia,
ni tan siquiera las orientales, casa a aquellos que ya son clérigos.
Ciñéndose
a los datos que los que dispone la Congregación para la Doctrina de la Fe,
confirma la cifra del 80% de casos homosexuales, que durante un tiempo ha sido
negado por un grupo ideologizado y fanatizado:
Recientes datos estadísticos
observados al tratar los diversos casos de abusos sexuales de menores, aún muy
parciales y científicamente poco sólidos, permiten sin embargo alertar sobre el
alto número de menores de sexo masculino abusados por sacerdotes (alrededor de
un 80%; insistimos, siempre según los escasos datos de los que se dispone en la
Congregación para la Doctrina la Fe, la competente para tratar dichos delitos).
Se habla incluso de tres veces más probabilidades de cometer el delito de
pedofilia entre sacerdotes homosexuales.
Respecto a esos datos no
ofrece una explicación clara, y se limita a decir que «no hay relación directa
entre homosexualidad y pedofilia o entre esta última y un 'estilo progresista'
de clero».
Asegura, por tanto, que no
todos los homosexuales son pederastas o que no hay que criminalizar una
identidad sexual:
«afirmar la conexión directa
de la homosexualidad con la pederastia a partir de los datos antes subrayados,
no solo comporta la comisión de una gran injusticia, sino la criminalización de
una determinada identidad sexual»
Sin embargo, sí apunta a una
posible «subcultura homosexual» en determinados ambientes:
«Más bien, solo es posible
afirmar que una cierta subcultura homosexual propia de algunos grupos
clericales y presente en ciertos seminarios o noviciados, con la consiguiente
tolerancia hacia los comportamientos homosexuales activos, puede llegar a
derivar en la pederastia. Son situaciones que merecerían mayor atención por
parte de los pastores, que cuentan con los medios pastorales y disciplinares
para invitar con el ejemplo, la palabra e incluso la coacción a una vida casta
que no suponga un peligro ni escándalo para el mismo sacerdote y para la
Iglesia».
Ya es mucho más de lo que
hasta hace poco se negaba. También es de destacar que en la entrevista no
afloró como causa, ni principal, ni tangencial, el tan manido y etéreo
clericalismo que tan presente estuvo en los últimos años como causa de los
abusos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario