miércoles, 18 de noviembre de 2020

ANÁLISIS DE LA "TEOLOGÍA DEL PUEBLO"

 

Publicamos un artículo que figura como bibliografía en cursos de la Universidad Católica de Córdoba, añadiendo como anexos otros antecedentes para evaluar mejor su contenido, en especial, un reciente artículo del Dr. Lasa.

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Laudato si’ y Teología del Pueblo. ¿Ruptura o continuidad?

Santiago María Reyna

Guillermo Rosolino

 

Introducción

La Teología del Pueblo está teniendo un influjo universal, gracias a que es una de las raíces teológicas de la pastoral y el estilo de gobierno del papa Francisco. En línea con la elección de su nombre, en su Encíclica Laudato si’, llama a responder al “desafío urgente de proteger nuestra casa común” (n. 2). En esta línea afirma “Las reflexiones teológicas o filosóficas sobre la situación de la humanidad y del mundo pueden sonar a mensaje repetido y abstracto si no se presentan nuevamente a partir de una confrontación con el contexto actual…” (n. 3), es decir, el “gemido de la madre tierra” (n. 4). Si, como afirma Scannone, la Teología del pueblo es la raíz teológica del Papa Francisco ¿se puede considerar a Laudato si’ dentro de dicha tradición teológica? Francisco de Roma presenta a Francisco de Asís como “…un místico y un peregrino que vivía con simplicidad y en una maravillosa armonía con Dios, con los otros, con la naturaleza y consigo mismo. En él se advierte hasta qué punto son inseparables la preocupación por la naturaleza, la justicia con los pobres, el compromiso con la sociedad y la paz interior.”   En este trabajo se interrogan vínculos y rupturas entre Laudato si’ y Teología del Pueblo en orden a explorar posibles enriquecimientos entre ambos marcos teológicos. (LS n. 10)

Se puede iniciar el análisis partiendo de las siguientes premisas: a) La Teología del Pueblo es una de las raíces de la pastoral y el gobierno del Papa Francisco. b) La “Laudato si” es la primera Encíclica estrictamente de Francisco, la que clama por el cuidado de la casa común, “…nuestra oprimida y devastada tierra, que «gime y sufre dolores de parto»”. c) En la “Laudato si” no se menciona expresamente a la Teología del Pueblo. d) La Teología del Pueblo menciona solo en ocasiones aisladas a la Creación.

Se tratará de exponer que, aun cuando no sea plenamente evidente la conexión entre la Teología del Pueblo y la “Laudato si”, ésta existe y es de importancia para entender la encíclica en profundidad. Esta relación permite, por un lado, que la “Laudato si” abreve en la riqueza de la Teología del Pueblo por su cercanía con las categorías de Pueblo y Cultura y debería servir de fuente, recíprocamente, para que la Teología del Pueblo le dé a la creación y al problema de la Casa común el lugar que le corresponde entre los problemas que aborda. 

 

1. Teología del Pueblo y Francisco

Juan Carlo Scannone afirma que la Teología del pueblo “hoy está teniendo un influjo universal, gracias a que es una de las raíces teológicas de la pastoral y el estilo de gobierno del papa Francisco.”[1] Para dicha teología “El pueblo de Dios y los pueblos de la tierra” es un tema central, como se puede reconocer en uno de sus fundadores el teólogo Lucio Gera; a la misma cuestión uno de los referentes más actuales, Carlos Galli, ha dedicado su tesis doctoral. Como dato estadístico, según Pittaro, “La palabra «pueblo» es utilizada 164 veces en la (exhortación apostólica) Evangelii Gaudium[2], la que fuera escrita dos años antes que “Laudato si” (LS); un punto en común es la situación de los más vulnerables.

Scannone afirma que “…varios de los enfoques teológico-pastorales del papa Francisco… no se comprenden desde sus raíces sin el contexto de la teología del pueblo y de la cultura”[3]. La importancia de Gera y Galli (discípulo del primero), además de Tello, en el desarrollo de la TP queda bien ilustrada por González en su libro “La reflexión teológica en Argentina”, en el que afirma. “Los orígenes de esta corriente eclesial (la TP) que ha estado presente en el rumbo de la Iglesia argentina desde el Concilio, y ha sido muy influyente en las conferencias generales del episcopado latinoamericano, se remontan a la conformación de la Comisión Episcopal para la Pastoral (COEPAL), cuyo líder teológico era el presbítero Lucio Gera, y participaban otros como monseñor Enrique Angelelli, Rafael Tello, Fernando Boasso, y Justino O'Farrell.”[4] El propio Francisco en su “Reflexión a partir del Martín Fierro” (Mensaje a las comunidades educativas de la Ciudad de Buenos Aires, Pascua 2002) se refiere al pueblo y qué nos hace Pueblo (lo natural, que crece en lo cultural, y la herencia).[5] En esta entrevista que le realizan Sergio Rubin y Francesca Ambrogeti el Cardenal Bergoglio habla de: “salir a la calle a buscar a la gente” y que “Tenemos que… (r)evisar la vida interna de la Iglesia para salir hacia el pueblo fiel de Dios.”, finalmente, reconoce como “…una riqueza muy grande de nuestro pueblo: la piedad popular.”, y la necesidad que “…se acercan (los agentes pastorales) a la gente y su problemática con una hermenéutica real, sacada del mismo pueblo.”[6]

En “El gran reformador, retrato de un papa radical”, Ivereigh se analiza extensamente Evangelii Gaudium para comprender la figura de Francisco; entre sus conclusiones expresa:

“Con todo, para cualquier persona conocedora de la voz de Francisco, el documento era inconfundiblemente Bergogliano, tratando temas muy propios como la hermenéutica del santo Pueblo fiel de Dios y los peligros de la mundanidad espiritual. Incluso había logrado incluir sus cuatro principios –«el tiempo es superior al espacio», «la unidad es superior al conflicto», «la realidad es superior a la idea», y «el todo es superior a la parte»”.[7]

 

2. Carta Encíclica Laudato Si’[8]

El reconocido teólogo brasilero Leonardo Boff publicó, “Francisco de Assis e Francisco de Roma. Uma nova primavera na Igreja”,[9] poniendo en el foco de su análisis ambas figuras, desde distintas perspectivas. Es natural la relación a que se hace referencia en el título por el impacto que produjeron las palabras que pronunció Jorge Bergoglio cuando recién fue elegido papa en marzo de 2013 en el encuentro con la prensa mundial: “Y así, el nombre ha entrado en mi corazón: Francisco de Asís. Para mí es el hombre de la pobreza, el hombre de la paz, el hombre que ama y custodia la creación; en este momento, también nosotros mantenemos con la creación una relación no tan buena, ¿no?”[10] Boff da una primera pista sobre la nueva línea sobre el perfil de Francisco: “Si el Papa Benedicto XVI, eminente teólogo, expresaba la razón intelectual, el Papa Francisco representa la inteligencia que ama al pueblo, abraza a las personas, besa a los niños y mira amorosamente a las multitudes.”[11]

El Cántico de las Criaturas de San Francisco de Asís (año 1225), ayuda a comprender más hondamente la visión del cristianismo sobre la Creación y por qué Francisco de Roma lo tomó como su modelo principal: el hombre debe amar y custodiar la Creación y, por supuesto, hacer lo mismo por sus hermanos. No se puede amar a Dios si no amar su creación.

En la Introducción a la Encíclica, números 1 al 16, se pone de manifiesto el significado y el alcance de la misma: el destinatario de Laudato Si’ es “Cada persona que habita este planeta”. Su Objetivo: “Entrar en diálogo con todos acerca de nuestra casa común.”, para que “Nos ayude a reconocer la grandeza, la urgencia y la hermosura del desafío que se nos presenta”; “No sólo intenta recordar el deber de cuidar la naturaleza, sino que al mismo tiempo debe proteger sobre todo al hombre contra la destrucción de sí mismo”. “Hago una invitación urgente a un nuevo diálogo sobre el modo como estamos construyendo el futuro del planeta”. “Hay que asegurar una discusión científica y social que sea responsable y amplia, capaz de considerar toda la información disponible”.

Si nos enfocamos en las fuentes que nutren la Encíclica, encontramos el siguiente mapa: las Escrituras (Antiguo y Nuevo Testamento); la creación; Francisco de Asís; Concilio Vaticano II; Magisterio pontificio; artículos científicos; Catecismo de la Iglesia Católica; Conferencias de Obispos Católicos de todo el mundo(algo poco común en una Encíclica); Patriarca Ecuménico Bartolomé; Doctrina Social de la Iglesia; Charlas y discursos de papas ante Organismos Internacionales; Romano Guardini (particularmente en la discusión Naturaleza/Creación); Teilhard de Chardin; el filósofo Paul Ricoeur (“…exploro mi propia sacralidad al intentar descifrar la del mundo.”); Dante; Juan Carlos Scannone, entre otras.

Referenciar a Teilhard de Chardin en la Laudato Si implica muchas cuestiones. Hoy, ya redimido de las acusaciones de los años sesenta, es considerado clave para entender el desarrollo del pensamiento que acepta la evolución como un aporte clave de la ciencia, incorporando la idea del tiempo, el cambio; en una cosmovisión según la cual: la materia, la vida y el pensamiento (o el espíritu), tiende hacia mayores niveles de complejidad (Principio de Complejidad-Conciencia). Dice Tresmontant: “Fue a partir del Phénomè humain (1940)[12] cuando Teilhard alcanzó la plena posesión de su visión del mundo.” “Le Millieu divin, que data de 1927, es, sin discusión, una de las obras maestras del Padre.” (Una obra especialmente bella, donde muestra su visión mística personal). “Es, pues, el esfuerzo de síntesis total lo que mejor caracteriza la obra de Teilhard de Chardin.”[13] Es esa síntesis que busca la que implica difíciles exigencias epistemológicas; necesita generar concordancia entre el conocimiento científico y el Misterio de Cristo, a quien ama profundamente. Chauchard, al reflexionar sobre el pensamiento de Teilhard, muestra el abismo que separaba, en su tiempo, el mundo intelectual, científico, y el mundo teológico; con lenguajes diferentes que encontraban en Theilard una síntesis: “Oportunidad providencial: ¡lo que servía para destruir la fe, podía confirmarla! Efectivamente, cuántos podrían dar testimonio de que la apologética teilhardiana les permitió reencontrar la fe sin tener que mudar su concepción científica del mundo, y además comprendiendo mejor el verdadero sentido del mismo.”[14]

Tiempo después, la publicación del informe “The Limits to Growth” en 1972, encargado al MIT por el Club de Roma (cuya autora principal era especialista en ambiente), el desarrollo de la “Hipótesis Gaia” por Lovelock[15] en los setentas y los distintos documentos GEO – Perspectivas del Medio Ambiente Mundial, del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente, así como los más recientes generados por el IPCC (Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático), agregaron a la visión de Teilhard la realidad palpable de un mundo en crisis “…hermana (que) clama por el daño que le provocamos a causa del uso irresponsable y del abuso de los bienes que Dios ha puesto en ella.” (LS 2)

También Benedicto XVI muestra su preocupación por el ambiente y visión personal. En su Discurso ante los miembros del Parlamento Alemán, del 22 de septiembre 2011, nos sostiene que “en nuestras relaciones con la naturaleza había algo que no funcionaba; que la materia no es solamente un material para nuestro uso, sino que la tierra tiene –en sí misma- su dignidad y nosotros debemos seguir sus indicaciones.” “Debemos escuchar el lenguaje de la naturaleza y responder a él coherentemente.”[16]

Esa búsqueda de síntesis y concordancia entre el conocimiento científico y la realidad de una Creación doliente es la que le hace decir a Francisco: “El hombre es estúpido, es un testarudo que no ve.” “Quien niega el cambio climático tiene que ir a los científicos y preguntarles a ellos. Son claros y precisos.” (Francisco, 11 de septiembre, 2017). En esta línea, Francisco se suma a lo que el conocimiento científico plantea hoy como problemas más acuciantes en el deterioro de nuestra casa común y los considera el punto de partida en Laudato si’. Siempre bajo la óptica de la naturaleza como creación de Dios, ve al Antiguo Testamento desde la perspectiva de la ecología (Salmos que alaban y Profetas que nos recuerdan) y en el Nuevo Testamento, a Jesucristo, el Logos, que da sentido y belleza (“Los lirios del campo… las aves del cielo...”).

Dios es Creador: “Desde el principio, hasta el final de los tiempos, y a lo largo de la historia.”; la creación es “Un bien que tiene dueño, tiene un sentido.” La “Creación como gesto de amor de Dios: el sentido es el amor-convivencia-respeto-contemplación.” Hay que mirar “El Universo como una red de relaciones, incluso con Dios.” Si bien, “La Naturaleza no es divina, es Creación, pero eso no nos da derecho a dilapidarla.” Y la Creación es buena, hay una “Dignidad de toda la creación.” Por ello, “El ser humano llamado a cuidar toda la creación.” “En las demás criaturas «prioridad del ser sobre el ser útiles» (Obispos de Alemania).”

En lo que refiere a Fe y Ecología, Laudato si’ propone algunas líneas a tener en cuenta: “No hay oposición entre el camino hacia Dios y el respeto a la naturaleza.” “El respeto a la naturaleza es condición para el camino hacia Dios.” “El suelo, el agua, las montañas, todo es caricia de Dios.” Hay una “Raíz Humana de la Crisis Ecológica.”, que permiten ver los “Valores y límites de la tecnociencia.” El problema de la “…lógica de la apropiación”. La “Cultura del… aprovechamiento.”; desde este paradigma “el ser humano y las cosas han dejado de tenderse amigablemente la mano para pasar a estar enfrentados”.

Por último, Laudato Si’ realiza las siguientes propuestas: desarrollar una “Cultura ecológica.”, impulsar una “Revolución cultural valiente.” Con dos precauciones: “Ni edad de piedra, ni paradigma tecnocrático.” “Ni antropocentrismo desordenado, ni biocentrismo.” Y en lo que tiene que ver con la Ecología Integral, postula una “Relación entre la naturaleza y la sociedad que la habita.” “Si todo está relacionado, también la salud de las instituciones de una sociedad tiene consecuencias en el ambiente y en la calidad de vida humana”.

Laudato Si’ hace foco en la justicia intergeneracional que, en términos ecológicos implica la sustentabilidad en el accionar humano: “¿Qué tipo de mundo queremos dejar a quienes nos sucedan, a los niños que están creciendo?” “¿Qué vamos a dejar a las generaciones futuras?” “¡Nos olvidamos de lo que recibimos de las anteriores generaciones!”. No es ajena a la Encíclica la preocupación e intencionalidad educativa: “La conciencia de la gravedad de la crisis cultural y ecológica necesita traducirse en nuevos hábitos”; destacando una dimensión política: “Un cambio en los estilos de vida podría llegar a ejercer una sana presión sobre los que tienen poder político, económico y social”. Por todo ello, Laudato Si’ se hace eco del grito de dolor de la tierra: “El gemido de la hermana tierra, se une al gemido de los abandonados del mundo, con un clamor que nos reclama otro rumbo.”

 

3. En Laudato Si’ hay una mención explícita a la Teología del Pueblo

La palabra “pueblo” aparece once veces en la LS, lo que contrasta fuertemente con las ciento sesenta y cuatro de la EG. La primera vez, refiriéndose a la necesidad del acceso al agua (Cf. LS 30); la segunda y tercera en relación a la inequidad (Cf. LS 51 y 52), todas en el Capítulo Primero: “Lo que le está pasando a nuestra casa”. La cuarta, quinta, sexta y séptima son diferentes; en el Capítulo Segundo: “El evangelio de la Creación”, sobre “La luz que ofrece la Fe”, menciona que “es necesario acudir a las diversas riquezas culturales de los pueblos” (LS 63); la quinta “que el regalo de la tierra con sus frutos pertenece a todo el pueblo” (LS 71); sexta: “Y sacaste a tu pueblo Israel de Egipto” (LS 73); séptima: “explicitando su omnipotencia creadora, para exhortar al pueblo a recuperar la esperanza” (LS 74). En la octava, pasa al Capítulo Capítulo Cuarto: “Una Ecología Integral”, en el “Destino común de los bienes” y cita a San Juan Pablo II «no sería verdaderamente digno del hombre un tipo de desarrollo que no respetara y promoviera los derechos humanos, personales y sociales, económicos y políticos, incluidos los derechos de las naciones y de los pueblos» (LS 93). La novena, se refiere a la “Ecología Cultural” en el Capítulo Cuarto: “Una Ecología Integral”: “Hace falta incorporar la perspectiva de los derechos de los pueblos y las culturas” (LS 144). Las décima y undécima referencia se encuentran en el Capítulo Quinto: “Algunas líneas de orientación y acción”, en el punto “Diálogo sobre el medio ambiente en la política internacional”, “se ha ido afirmando la tendencia a concebir el planeta como patria y la humanidad como pueblo que habita una casa de todos”; undécima: “es ante todo una decisión ética, fundada en la solidaridad de todos los pueblos.” (LS 172).

A pesar de ser este solamente un listado, indica una posible conclusión, y la lectura detallada de la encíclica muestra que no es necesario ahondar más para decir que la Teología del Pueblo, como tal, no está mencionada en forma expresa en la LS. Pero, ¿podría la primera encíclica estrictamente de Francisco no asentarse en sus propias raíces teológicas?

 

4. En la Teología del Pueblo sólo se encuentran menciones aisladas a la creación

En una presentación y balance de la Teología de la Liberación, “desde afuera”, Roger Haight escribió en 1985 “An Alternative Vision. An Interpretation of Liberation Teology”, siendo profesor de Teología en la Escuela de Teología del Regis College en Toronto. En el prólogo advierte que “Este libro nace de un interés de largo plazo y simpatía con la teología de la liberación que ha emergido en América Latina.”, por lo tanto, no se encontrarán sesgos en contra. Entre los temas que trata en su libro, tales como: cuáles son los supuestos de la TL, su método, su preocupación por la justicia, el problema de la existencia del hombre, el Reino de Dios, la interpretación de Jesús para el hoy, el Espíritu como la presencia liberadora de Dios, etc., la cuestión de la Creación no aparece, ni siquiera en su índice temático. La respuesta está en el propio texto: “La Teología de la Liberación trata de atar en forma cercana a la salvación y a la liberación objetiva en un nivel social, es decir una emancipación humana social.” [17] Una revisión más amplia de la literatura teológica de los inicios de la TL y la TP no arroja otro resultado: las preocupaciones iniciales de ambas no incluían aún el problema de la creación y la cuestión ecológica.  Por su parte, la Historia de la Iglesia Argentina, de R. Di Stefano y L. Zanatta, desde una visión historiográfica, tampoco indica en ningún lugar una posible aparición de los temas ambientales en las discusiones de la Iglesia argentina hasta fines del Siglo XX. Pero, por otro lado, Acosta Rodríguez hace mención a una posible relación de los orígenes de la TL y de la “Teología de la Tierra”, considerando que podría reconocerse un punto de contacto inicial.[18] En definitiva, se puede constatar que en los inicios y los primeros desarrollos de la TL y la TP, hay un significativo olvido de la creación y los problemas ecológicos en que está implicada la madre tierra a raíz del actuar descontrolado en pos del desarrollo industrial.

 

Discusión y conclusiones

De lo anterior, es claro que la conexión entre la TP y LS, si existe, no es tan evidente. Sin embargo, pueden establecerse algunas conexiones, la primera de ellas de carácter metodológico. En esta línea de pensamiento, si hay un método que caracteriza a la TL, a la TP y a Evangelii Gaudium es el de: “Ver”, “Juzgar” y “Actuar”. Si observamos desde esta perspectiva Laudato Si’, la acción “Ver” está muy desarrollada en la descripción exhaustiva del Capítulo primero: “Lo que le está pasando a nuestra casa”. El “Juzgar”, se ve reflejado en el potente título del Capítulo segundo: “El evangelio de la Creación”; apuntes de la sabiduría de la “…ciencia y la religión, que aportan diferentes aproximaciones a la realidad, (y que) pueden entrar en un diálogo intenso y productivo para ambas.” El último momento: el “Actuar”, se trasluce en las líneas de acción previstas, particularmente en el Capítulo quinto: “Algunas líneas de orientación y acción”. E. Sanz Giménez-Rico, en el prólogo de “Cuidar de la tierra cuidar de los pobres. Laudato si desde la teología y con la ciencia” afirma, confirmando lo anterior: “Y lo había hecho utilizando un modelo clásico, ver – juzgar – actuar, con un tono, sin embargo, moderno y muy novedoso. No solo por afirmar, en palabras de su pontífice, que «frente al deterioro ambiental global, quiero dirigirme a cada persona que habita este planeta» (LS 3), sino por haber puesto el papa argentino en un lugar central y destacado del proceso de transformación social el diálogo con todos; en particular, con científicos, activistas, políticos, diplomáticos.”[19]

También en clave metodológica cabe analizar los principios que Francisco incorpora tanto en Evangelii Gaudium cuanto en Laudato Si’, visibilizando las tensiones bipolares propias de toda sociedad: “El tiempo es superior al espacio”. “La unidad prevalece sobre el conflicto”. “La realidad es más importante que la idea.” “El todo es superior a la parte (y a la mera suma de las partes).” Son principios que se basan en las categorías de relación y proceso. Scannone, en el Capítulo 11 de “La teología del pueblo” observa: “Cuatro principios para la construcción de un pueblo según el papa Francisco” que también los toma en consideración en Laudato Si’. “…Francisco constata la especialización y fragmentación de los saberes y miradas parciales de las distintas ciencias, que dificultan la solución de «los problemas… del medio ambiente y de los pobres»”. «Así se muestra una vez más que la realidad es superior a la idea» (LS 110).” Continúa Scannone: “…el análisis de los problemas ambientales es inseparable de los distintos contextos humanos…”[20] porque «hay una interacción entre los ecosistemas y entre los diferentes mundos de referencia social» (LS 141), recuerda nuevamente que «el todo es superior a la parte» (LS 141). En LS 178, critica que «se olvida que el tiempo es superior al espacio, que siempre somos más fecundos cuando nos preocupamos por iniciar procesos que por ocupar espacios de poder». En LS 198 reitera «Aquí también vale que la unidad es superior al conflicto» cuando aconseja a la política y economía a que interactúen para el bien común. Es decir que podemos tomar como una sólida referencia a Scannone en su Capítulo 11 que nos indica cómo Francisco usa sus cuatro principios en la LS.

Queda por preguntarse: Más allá de estos aspectos metodológicos, ¿dónde más se puede encontrar a la TP en la LS? Creemos que la categoría de Pueblo de Dios está representada en la especial consideración que la LS hace de los excluidos, vulnerables y débiles, como en los nexos que establece entre los datos aportados por la ciencia ambiental y la situación de los pobres y más vulnerables del mundo en la actualidad. Hablar del sufrimiento de los excluidos, débiles y vulnerables de hoy nos da una guía, en la manera presente, en nuestra realidad, en nuestra cultura, de cómo ser una “Iglesia pobre para los pobres”. La sabiduría popular nos permitirá, una vez más, hacer de mediadora entre religión e inculturación. Desde abajo, los que sufren, nos informan de “los signos de los tiempos” que se muestran en la Creación doliente.    

Otro elemento muy especial que entendemos une a la TP con la LS está muy bien expresado por José Manuel Aparicio Malo en el último capítulo (Capítulo 9: “La lectura creyente de la naturaleza como creación”) del libro de Sanz Giménez-Rico (Editor), cuando se refiere a la espiritualidad como medio necesario en la conversión ecológica, para él “Un escrito espiritual”.[21] Aparicio Malo sostiene que “En este punto la naturaleza resulta solo superficialmente comprendida sin una lectura de tono espiritual.” “Francisco prolonga la tradición posconciliar, que sitúa en la falta de reconocimiento de la dimensión trascendente la raíz profunda de los problemas sociales, económicos y políticos. Desde Gaudium et spes hasta Laudato si’ la moral social ha reivindicado la necesidad de no desvincular la ética del resto de las ciencias positivas.”[22] Según el editor, Aparicio Malo: “Comienza sosteniendo el carácter de escrito espiritual de la encíclica, aspecto que desarrolla posteriormente en diversos apartados: a) la íntima relación de los elementos de la naturaleza y la custodia y responsabilidad por uno mismo, los otros y la casa común; b) la necesaria distinción de las diferentes manifestaciones trascendentes y el hecho de que la trascendencia invite a la armonía, a la reconciliación interna y a la comunión con otros; c) la propuesta espiritual en el desarrollo de la persona y el subrayado de la humildad existencial, que predispone a la contemplación; d) el cuidado de la creación como elemento indispensable para alcanzar una comprensión escatológica de la historia.”[23] La TP aparece entonces especialmente en dos puntos: el íntimo vínculo que existe entre la armonía con la Creación y la relación con los otros, y el cuidado de la Creación para entender la historia (desde una visión escatológica). El Pueblo, que es relación con los otros, y lo histórico-escatológico en ese Pueblo de Dios que Camina, temas muy propios de la TP (…y de Teilhard de Chardin).

A partir del análisis realizado es posible concluir que la relación entre la TP y la LS existe y es de gran importancia para comprender la Encíclica en profundidad. Más aún, es posible reconocer en LS una continuidad de la TP subyacente al ministerio pastoral de Bergoglio y del Papa Francisco. Esta relación permite, por un lado, que Laudato si abreve en la riqueza de la Teología del Pueblo, especialmente en las categorías de Pueblo y Cultura y, debería servir de fuente para que la Teología del Pueblo despliegue su potencial en una reflexión teológico-pastoral capaz de aunar, aún más, los vínculos entre el grito de la tierra y el grito de los pobres.

 

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Anexos


La Teología del Pueblo

o la transformación de la Fe católica

 

Parece que el problema que tenía el fiel católico (determinar qué filosofía resulta más apta para comprender la fe sin corromper su esencia), se ha convertido en este otro: ¿cómo transformar la fe para que sea una con el mundo?

 

Carlos Daniel Lasa

Doctor en Filosofía

Infocatólica, 13/11/20

 

Unas breves notas, sabiendo que el formato impide un desarrollo de cada uno de los puntos considerados. Sin embargo, lo hice pensando en que, incluso de esta manera, podía echar un poco de luz en este momento de confusión por el que está atravesando la Iglesia católica.

 

Al respecto, recuerdo el título de un artículo que escribiera el destacado filósofo alemán Robert Spaemann a raíz de un análisis que hiciera de la Encíclica Amoris Laetitia: «El caos erigido en principio».

 

De la comprensión a la revolución

El destacado filósofo italiano Augusto Del Noce nos ha enseñado, entre otras cosas, que Carlos Marx ha producido un cambio epistemológico en la noción misma de filosofía. Marx ha abandonado la idea de filosofía como comprensión para pensarla como revolución o transformación del mundo (tesis XI sobre Feuerbach). Y esta idea de Marx no hace acepción de personas; por el contrario, ha copado las conciencias de no pocos prelados.

 

Consecuentemente, el problema que tenía el fiel católico (determinar qué filosofía resulta más apta para comprender la fe sin corromper su esencia), se ha convertido en este otro: ¿cómo transformar la fe para que sea una con el mundo?

 

Esta nueva conciencia cristiana está obsesionada con una única cuestión: ¿qué forma otorgarle a la fe para que sea aceptada por la cultura actual? Este error inicial, que fue muy importante durante y después del Concilio Vaticano II, va a transformase en un gran error terminal que ha explotado de manera virulenta en nuestros días.

 

Basta advertir que el rostro del nuevo catolicismo cree más en la conciencia histórica que en la revelación divina. Cuando hablo de «conciencia histórica» estoy pensando en aquella perspectiva que asume como criterio absoluto de verdad este apotegma: «tanto el conocedor como lo conocido, tanto el sujeto como el objeto no se dan ‘ónticamente’, sino ‘históricamente’ » (Hans-Georg Gadamer. El problema de la conciencia histórica. Madrid, Tecnos, 1993, p. 25).

 

El amor no está puesto ya en la revelación divina sino en una afirmación de la razón humana.

 

Una nueva universalidad

El intento de transformar la realidad, en lugar de dejar que la misma se me manifieste tal como es, es una muestra harto palmaria del abandono definitivo de la metafísica.

 

Sucede que el nuevo dogma, el de la conciencia histórica, exige suprimir todo anclaje (léase: el ser). Claro está que esto no implica el abandono de la idea de universalidad. La nueva universalidad ya no estará fundada en el ser (el cual se hace presente en todo lo que es), sino que será una universalidad sui generis. La misma se fundará en una realidad puramente contingente, es decir, histórica.

 

De este modo, dejando de lado aquello que está presente en todo lo que es (verdadera universalidad) se pasa a asumir determinado modo de ser,haciendo brotar de él las leyes de carácter universal. La elección del modo de ser, obviamente, debe guardar perfecta consonancia con la forma mentis de la cultura dominante, aquí y ahora.

 

Esta nueva y falsa universalidad es propuesta en la actualidad desde la misma Roma. Su nombre es «la teología del pueblo». La misma es el claro resultado de ese espíritu ocupado no en comprender la revelación, sino en transformarla.

 

Para lograr este cometido, se emplea y menea hasta el hartazgo la categoría «pueblo». A partir de ella se establecerán las nuevas leyes universales que habrán de regir todo lo que es, incluida la mismísima fe católica.

 

Las nuevas leyes y el nuevo catolicismo

Las leyes universales que emanan de la categoría pueblo son, a mi juicio, fundamentalmente tres: a) la historicidad de todo lo que es; b) la asunción de la categoría relación en lugar de la de sustancia; c) la apoteosis de lo vivencial de la fe en desmedro de lo doctrinal.

 

De la aplicación de estas leyes surge el nuevo catolicismo. El mismo se caracteriza por:

 

1 - El abandono de la pretensión de aquello que indica el mismo nombre de catolicismo: la universalidad. Si la nueva ley del ser es el devenir, si todo es histórico, entonces la religión se convierte en una de las diversas expresiones que tienen los pueblos. Y no solo en relación a aquello que consideran Dios, sino en lo que concierne al modo propio de relacionarse con él.

 

2 - El privilegio otorgado a la comunidad en detrimento de la persona humana. La idea de comunidad da cuenta de la centralidad de la idea de relación; por el contrario, la de persona remite a la idea de sustancia.

 

De ahora en más, el sujeto de la fe deja de ser la persona humana, y pasa a serlo el pueblo. Esta posición ha conducido, entre otras cosas, a la renuncia por parte de la Iglesia católica de la acción de educar las conciencias de los hombres. Solo va a interesar la masa.

 

3 - El reemplazo de la preocupación doctrinal por una concepción vitalista de la fe. De este modo, la doctrina es una expresión, siempre inadecuada, de una fe cuya esencia es su continuo hacerse. «La doctrina falsea esa fe genuina» ‒afirman los mentores del nuevo catolicismo‒. Ese continuo hacerse pretende fijarse, anquilosarse a través de fórmulas (tal como lo ha hecho, de manera totalmente errónea, la Iglesia católica durante más de dos mil años).

 

4 - La politización absoluta de la Iglesia católica. Este resultado ya se encuentra en el mismo punto de partida: si la intentio originaria es «hacerse mundo» para alcanzar una perfecta sintonía con el mismo, entonces el contenido del nuevo catolicismo deberá identificarse, in totum, con la dimensión política.

 

Los criterios para determinar qué acciones son buenas, y cuáles malas, tanto por parte de los que se dicen cristianos como de los que no lo son, se extraerán de otro lado. Ya no son los diez mandamientos ni las bienaventuranzas del Nuevo Testamento las fuentes, sino las exigencias dictadas por la política.

 

El obrar de un católico será moralmente bueno si está a favor de los migrantes, si apoya a un presidente que privilegia las libertades civiles por encima de todo, si asume la conciencia de clase poniéndose en favor de los más pobres, si apoya la globalización, si es partidario de movimientos políticos que son expresión del «pueblo», etc.

 

De ahora en más, la religión no salva al hombre ya que este cometido es misión exclusiva de la política.

 

5 - La eliminación, del seno de la Iglesia, de todos aquellos que pretendan una comprensión católica del cristianismo. No hay cabida para ellos dado que son el katejón (obstáculo) que impide o demora el maridaje definitivo con el mundo.

 

Tengo ante mis ojos el prefacio escrito por el Padre Enrico Rosa S.J. a diversos estudios y comentarios respecto de la Encíclica Pascendi del Papa Pío X. El Padre Rosa afirma que el modernismo se ha erigido no ya en una herejía de escuela sino en un cristianismo nuevo que amenaza con suplantar al antiguo (Cfr. Enrico Rosa. L’Enciclica Pascendi e il modernismo. Studii e commenti. Seconda edizione corretta e accresciuta. Roma, Civiltá Cattolica, 1909, p. III).

 

Creo que lo sostenido por el Padre Rosa, hace ya más de cien años, se está cumpliendo en nuestros días. En la actual Iglesia católica ya no podemos decir que los católicos creemos lo mismo. La unidad de fe se ha convertido en una rapsodia que exige un gobierno sostenido por el miedo y no por una caridad fundada en la Verdad.

 

La adoración de la historia no puede desembocar más que en este nuevo catolicismo que, como refiere Del Noce, no se presenta ni como acrecentamiento, ni como explicación de las virtualidades presentes en la fe católica. Todo lo contrario, se trata de algo absolutamente nuevo, configurado a partir de una ruptura radical con el catolicismo de siempre (Cfr. Augusto Del Noce. I cattolici e il progresismo. Milano, Leonardo, 1994, p. 214).

 

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P. Theildart de Jardin

Valoraciones negativas

En 1958, Teilhard ya había muerto, el padre Janssens informó a la Compañía de Jesús, que un decreto del Santo Oficio, dirigido por el cardenal Ottaviani, requirió a las congregaciones retirar de todas las bibliotecas las obras de Teilhard. El documento dice que los textos del jesuita «representan ambigüedades e incluso errores tan graves que ofenden a la doctrina católica» por lo que «alerta al clero para defender los espíritus, en particular los de los jóvenes, de los peligros de las obras de P. Teilhard de Chardin y sus discípulos».

 

El padre Leonardo Castellani enumera en los siguientes puntos las fallas de su pensamiento desde una perspectiva católica:

 

El transformismo darwiniano dado como verdad cierta.

La negación de la parusía o Segunda Venida de Cristo tal como la entiende la Iglesia.

La negación de la redención por la obra personal de Cristo.

La negación del pecado original, a la manera de Pelagio.

Monismo materialista evolucionista parecido al de Spencer y Haeckel.

Panteísmo sutil a la manera de Bergson.

Interpretación modernista de todos los sacramentos, empezando por la eucaristía, a la manera de Guenther.

Negación del fin primario del matrimonio y constitución del fin primario del matrimonio en la «ayuda espiritual mutua de los esposos».

Aprobación de los medios contraconceptivos en el matrimonio, a la manera de Malthus.

Negativa implícita de la autoridad de la Iglesia para definir, a la manera de Loisy, Tyrrel y otros.​

En 1962, bajo Juan XXIII, la Congregación del Santo Oficio emitió otro monitum ('advertencia') severo:

 

Varias obras del P. Pierre Teilhard de Chardin, algunas de las cuales fueron publicadas en forma póstuma, están siendo editadas y están obteniendo mucha difusión. Prescindiendo de un juicio sobre aquellos puntos que conciernen a las ciencias positivas, es suficientemente claro que las obras arriba mencionadas abundan en tales ambigüedades e incluso errores serios, que ofenden a la doctrina católica. Por esta razón, los eminentísimos y reverendísimos Padres del Santo Oficio exhortan a todos los Ordinarios, así como a los superiores de institutos religiosos, rectores de seminarios y presidentes de universidades, a proteger eficazmente las mentes, particularmente de los jóvenes, contra los peligros presentados por las obras del P. Teilhard de Chardin y de sus seguidores.

Sebastianus Masala, Notario. 30 de junio de 1962. (AAS 54, 1962,526)

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Advertencia de los Papas

Por: P. Paulo Robles S.J. | Fuente: Is-Zarev

Catholic.net

Ante determinadas actitudes de desobediencia de varios sacerdotes y religiosos, los papas han reaccionado con claridad en el plano doctrinal, y con exquisita prudencia en el disciplinar.

 

Los primeros avisos aparecen con Pío XII que dirige advertencias particulares a algunos teólogos. Son los tiempos de las condenas a los escritos de Teilhard de Chardin.

 

El Papa, como Vicario de Jesucristo, defiende la fe que recibió la Iglesia de su Señor para que se conserve. El entonces superior general, P. Jean-Baptiste Janssens, igual que su antecesor, el P. Wlodzimierz Ledóchowski, trataron de orientar la doctrina de Chardin que se anunciaba claramente en su libro titulado “El medio divino” (1927), y que fue criticado por el padre Ledóchowski. Si bien se hicieron todos estos esfuerzos por hacerle volver a la ortodoxia, el P. Teilhard no expresó una respuesta positiva.

 

La influencia del P. Teilhard se fue extendiendo... Cinco años después de la muerte del P. Teilhard intervino Juan XXIII, el Papa bueno, con un documento muy claro donde se advertía a los católicos de a pie que las ideas de Teilhard eran peligrosas para la fe católica, que algunas eran contrarias a esa fe, y que estaba prohibido tener sus obras en los seminarios. Con este documento de 1960, el Papa cumplía su deber de pastor que, con el auxilio del Espíritu Santo, guía a sus ovejas hacia la verdad de Jesucristo.

 

 

 

 

 



[1] Juan Carlos Scannone, La teología del pueblo. Raíces teológicas del Papa Francisco (Maliaño: Sal Terrae, 2017), 6.

[2] Esteban Pittaro,  «La Teología del Pueblo en el Papa Francisco », Aleteia, 28 de enero de 2014, acceso el acceso el 28 de Julio  de 2019, https://es.aleteia.org/2014/01/28/la-teologia-del-pueblo-en-el-papa-francisco/

[3] Scannone, Teología…, 41.

[4] Marcelo González, La reflexión teológica en Argentina (1962-2004), Apuntes para un mapa de sus relaciones y desafíos hacia el futuro, (Córdoba: Editorial de la Universidad Católica de Córdoba, 2005), 66.

[5] Sergio Rubín y Francesca Ambrogetti, El Jesuita. La historia de Francisco, el Papa argentino, (Barcelona:  Vergara, 2013), 175.

[6] Rubín y Ambrogetti, El jesuita, 75, 78, 82

[7] Austen Ivereigh, El gran reformador: Francisco, retrato de un Papa radical, (Barcelona: Ediciones B, 2015), 289.

[8] Francisco, Carta Encíclica Laudato Si’. Sobre el Cuidado de la Casa Común, (Roma: Editrice Vaticana, 2015).

[9] Leonardo Boff, Francisco de Assis e Francisco de Roma. Uma nova primavera na Igreja, (Rio de Janeiro: Mar de Ideias, 2014).

[10] Francisco, «Discurso del Santo Padre Francisco. Encuentro con los representantes de los medios de comunicación», 16 de marzo de 2013, acceso 22 de Julio de 2019, http://w2.vatican.va/content/francesco/es/speeches/2013/march/documents/papa-francesco_20130316_rappresentanti-media.html

[11] Boff, Francisco…, 14 (la traducción es personal).

[12] Teilhard de Chardin, El fenómeno humano, (Buenos Aires; Taurus Ediciones, 1974).

[13] Claude Tresmontant, Introducción al pensamiento de Teilhard de Chardin, (Madrid: Taurus Ediciones, 1966).

[14] Paul Chauchard, O Homen em Teilhard de Chardin, (São Paulo: Herder, 1963), 11 (la traducción es personal).

[15] James Lovelock, Gaia: A New Look at Life on Earth, (Oxford: Oxford University Press, 1979).

[16] Pablo BLANCO y Emilio GARCÍA SÁNCHEZ, eds., Benedicto XVI Habla sobre Vida Humana y Ecología, (Madrid: Palabra, 2011).

[17] Roger Haight, An Alternative Vision. An Interpretation of Liberation Theology, (New York: Paulist Press,1985), 158.

[18] Richard Acosta Rodríguez, Dios, Hombre, Creación. Hacia una Ecoteología Bíblica, (Bogotá: San Pablo, 2015).

[19] Enrique Sanz Giménez-Rico, ed., Cuidar de la tierra cuidar de los pobres. Laudato si desde la teología y con la ciencia, (Madrid, Sal Terrae, 2015), 7.

[20] Cfr. Scannone, Teología…, 253-274,

[21] Cfr. José Manuel Aparicio Malo, «La lectura creyente de la naturaleza como creacíon », en Cuidar de la tierra… ed. por Enrique Sanz Giménez-Rico, 140-154.

[22] Aparicio Malo, La lectura creyente…, 141.

[23] Sanz Giménez-Rico, Cuidar de la tierra…, 12.

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