sábado, 4 de febrero de 2023

¿DEL ELOGIO VATICANO

 

 a Dietrich Bonhoeffer hacia una cierta reivindicación del tiranicidio?

 

Padre Federico

 

Infocatólica, 24.12.22

 

I.-

Hace unos días, S.S. Francisco reabrió la «Comisión Testigos de la Fe», la cual fue fundada por S.S. Juan Pablo II para estudiar los casos de ciertos cristianos no-católicos que habrían estado en el error de buena fe y aparentemente habrían sido fieles a su conciencia en casos extremos, como podría haber sido el caso de algunos protestantes y focianos que cayeron en manos de regímenes no-cristianos, v.gr., en los gulags soviéticos, donde los comunistas ponían en práctica la utopía marxista de la igualdad y la no-plusvalía, masacrando cristianos en el medio del hielo o bajo el nacionalsocialismo, sistema este que, en palabras del Padre Julio P. Meinvielle, fue un neo-paganismo estatolátrico. Así lo explica: «ésta es la gran tarea del Tercer Reich alemán: Forjar un pueblo con un ideal nuevo, ideal racista, pagano, estatolátrico, en el cual se haga carne la idea de una grandeza nueva que lo absorbe todo, es a saber, que cada alemán es una partícula del Tercer Imperio Alemán, el cual con su fuerza de pura raza aria va a salvar a la humanidad» (1).

 

Allende la imposibilidad teológica de canonizar almas acatólicas (y, por tanto, de trascender un cierto elogio per accidens de algunas de ellas) y el enorme riesgo objetivo de que las masas confundan «loas secundum quid» con incorporaciones al Santoral, no deja de ser interesante, en el plano teórico, el estudio biográfico (que nunca puede ser hagiográfico) de aquestos casos límites donde el hombre se enfrenta a la muerte para no contradecir el dictum de su conciencia. De todos modos, no es este el tópico de la presente nota.

 

Lo que nos interesa en estas breves líneas es que la Santa Sede, por medio del Cardenal Prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos Su Eminencia Rev. Marcello Semeraro, ha puesto como ejemplo paradigmático de los dichos cristianos acatólicos, secundum quid supuestamente ejemplares, al pastor luterano Dietrich Bonhoeffer. El Cardenal, durante una conferencia intitulada «La santidad hoy» que tuvo lugar en el Augustinianum el 5-X-22, lo enalteció con estas palabras:

 

“Pongo un ejemplo: me viene inmediatamente a la mente Dietrich Bonhoeffer, teólogo y pastor de la Iglesia que fue asesinado por oponerse al nazismo. La Iglesia no lo proclama mártir porque no era católico. Sin embargo, es una figura emergente como testigo cristiano. Como Bonhoeffer hay muchos otros. La santidad no siempre es inmediatamente evidente a los ojos de los fieles. Nuestro servicio es sacarla a la luz”

(2).

 

En suma, para el Prefecto encargado de las causas de canonización, Bonhoeffer se asemejó a los mártires y es un testigo excepcional de la fe.

 

¿Y por qué es interesante esto? No para reinvidicar a Bonhoeffer (ya que, como enseña S.S. Pelagio II, «si fuera de la Iglesia [alguien] fuere muerto, no puede llegar a los premios de la Iglesia» (3)), sino porque el elogiado Bonhoeffer fue un tiranicida in voto, esto es, fue copartícipe de un complot (o conspiración) para matar a Adolf Hitler. Y decimos in voto ya que la “operación tiranicida” fracasó y el III Reich ejecutó a Bonhoeffer en las horcas del régimen.

 

Así lo reconocen hasta los protestantes, como atestigua, v.gr., el evangélico William Mcleod, quien da por hecho que «Bonhoeffer murió por estar involucrado en un complot para asesinar a Hitler»(4); el diario «Protestante Digital» que festeja a este pastor luterano no sólo por considerarlo «una de las figuras más fascinantes de la iglesia luterana alemana del siglo XX» sino por «su participación en el complot para asesinar a Adolf Hitler» y sobre todo quien es quizá el máximo biógrafo de D. Bonhoeffer, Eric Metaxas, quien dedica los capítulos 23 («De la Confesión a la Conspiración»), 24 («Complotando contra Hitler»), 27 («Matando a Adolfo Hitler») y 29 («Valkyrias y el complot Stauffenberg») de su obra a relatar y reivindicar la «operación tiranicida» bonhoefferiana, explicando parte de la conspiración con sumo detalle y suspenso, la cual incluyó un plan de «misión suicida» a la que se ofreció el Mayor Rudolf-Christoph von Gersdorff, quien recibió a este fin unas bombas de manos de Schlabrendorff en el Hotel Eden, un día antes de que la mayor parte del «clan Bonhoeffer» se reuna en la casa de un tal Scheicher (5).

 

II.-

Hace unas décadas que la Iglesia ya no canoniza guerreros o héroes que tomaron las armas, salvo el caso del pequeño San José Sánchez del Río que llegó a combatir unos instantes en las vísperas de su martirio, pero parece que ahora esta decisión prudencial provisoria está cambiando ya que el Cardenal Prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos está reivindicando con bombos y platillos a un tiranicida.

 

¿Acaso se está alentando a los católicos a recurrir al tiranicidio en ciertos casos? ¿Puede en ciertos casos asemejarse al mártir quien muere ejecutado por el tirano cuando fracasa el plan tiranicida? Son preguntas interesantes que se plantean, mas no porque un luterano pueda ser canonizado sino porque si podría ser digno de cierto elogio un protestante tiranicida, ¿cuánto más no será digno de encomio el católico que, buscando dar testimonio de la fe y dadas ciertas condiciones, intenta matar al tirano?

 

Dejamos las preguntas abiertas, que son todo menos fáciles, máxime cuando S.S. Martín V, rubricando el Concilio de Constanza (1414-1418), condenó la proposición que exige que todo tirano sea matado por cualesquier persona, pero parece haber guardado silencio sobre muchas hipótesis tiranicidas(6), y cuando Santo Tomás parece quizá haber dejado la cuestión algo abierta ya que en sus obras de madurez enumera tres medios legítimos para deponer el tirano (la deposición papal, el tiranicidio a cargo de una autoridad superior y la oración) y en otra obra suya, si bien es de juventud, el Comentario a las Sentencias, parece aprobar la clásica sentencia de Cicerón que reza «qui ad liberationem patriae tyrannum occidit, laudatur, et praemium accipit», esto es, «aquel que mate a un tirano en orden para liberar a su país es alabado y recompensado»(7). De todos modos, pensamos, no necesariamente la enumeración tripartita de madurez se opondría a la sentencia ciceroniana.

 

La realidad es que ni la sentencia constanziana ni la doctrina tomasiana al respecto son del todo claras y definitivas, lo cual deja la cuestión tan abierta que hay tomistas que se oponen totalmente al tiranicidio, como el Padre Miguel Ángel Fuentes, y otros que lo defienden, incluso antes del célebre jesuita Juan de Mariana –que legitima el tiranicidio bajo ciertas condiciones–, como Vázquez de Menchaca, quien polemizando contra Domingo de Soto, en su Controversiarum illustrium aliarumque usu frequentium (Barcelona, 1563) interpreta la doctrina de Santo Tomás sobre el tiranicidio(8) y así este autor,

 

“Después de evocar lo que se puede asimilar a un deber de injerencia (en realidad ya esbozado por Vitoria en sus reflexiones sobre la guerra), añade que, en ausencia de ayuda exterior, los propios súbditos pueden intervenir, hasta matar al tirano, incluso si es un rey legítimo: “si el príncipe abusase intolerablemente del supremo poder, pueden los mismos ciudadanos darle muerte” (9).

 

La realidad es que el complotista Bonhoeffer y el Cardenal Semeraro, queriéndolo o no, explícita o implícitamente, de facto reintroducen la célebre y compleja quaestio disputata del tiranicidio, la cual hoy parece devenir más actual que nunca.

 

Padre Federico Highton, S.E.

Diciembre de MMXXII

 

 Fuentes

Diario Protestante Digital, «Bonhoeffer, el pastor asesinado por conspirar contra Hitler», 16-11-12.

 

Lomonaco, A., «Jubileo: nace la Comisión para los testigos de la fe», Vatican News, 5-10-22.

 

Macleod, W., «Bonhoeffer – A Reliable Guide?», Banner of Truth, 23-9-16.

 

Meinvielle, J., Entre la Iglesia y el Reich, Adsum, Buenos Aires 1937.

 

Merle, A., «El De rege de Juan de Mariana (1599) y la cuestión del tiranicidio: ¿un discurso de ruptura?», Criticón [en línea], 120-121 [2014], 89-102.

 

Metaxas, E., Bonhoeffer. Pastor, Martyr, Prophet, Spy. A righteous gentile VS. The Third Reich, Thomas Nelson, Dallas 2010.

 

S.S. Pelagio II, Carta 2 Dilectionis Vestrae a los obispos cismáticos de Istria en Denzinger, E., Manual de los símbolos, definiciones y declaraciones de la Iglesia en materia de fe y costumbres, Herder, Barcelona 1963.

 

Santo Tomás de Aquino, Scriptum super libri Sententiarum, VI, Parm., París 1856.

 

Notas al pie:

 

(1) Meinvielle, J., Entre la Iglesia y el Reich, Adsum, Buenos Aires 1937.

 

(2) Lomonaco, A., «Jubileo: nace la Comisión para los testigos de la fe», Vatican News, 5-10-22.

 

(3) S.S. Pelagio II, Carta 2 Dilectionis Vestrae en Denzinger, E., Manual de los símbolos, definiciones y declaraciones de la Iglesia en materia de fe y costumbres, Herder, Barcelona 1963, 88: D-247. Sin perjuicio, claro está, de que la pertenencia a la Iglesia puede ser invisible, como enseña el Magisterio y Santo Tomás.

 

(4) El texto original dice así: «Bonhoeffer died for being involved in a plot to assassinate Hitler» (Macleod, W., «Bonhoeffer – A Reliable Guide? », Banner of Truth, 23-9-16).

 

(5) Cf. Metaxas, E., Bonhoeffer. Pastor, Martyr, Prophet, Spy. A righteous gentile VS. The Third Reich, Thomas Nelson, Dallas 2010, 429-431.

 

(6) El texto magisterial dice así: « El sagrado Concilio, el 6 de julio de 1415, declaró y definió que la siguiente proposición: «Cualquier tirano puede y debe ser muerto lícita y meritoriamente por cualquier vasallo o súbdito suyo, aun por medio de ocultas asechanzas y por sutiles halagos y adulaciones, no obstante cualquier juramento prestado o confederación hecha con él, sin esperar sentencia ni mandato de juez alguno»… es errónea en la fe y costumbres, y la reprueba y condena como herética, escandalosa y que abre el camino a fraudes, engaños, mentiras, traiciones y perjurios. Declara además, decreta y define que quienes pertinazmente afirmen esta doctrina perniciosísima son herejes» (S.S. Martín V, Concilio de Constanza en Denzinger, E., Manual de los símbolos…, 199-200: D-690).

 

(7) Santo Tomás de Aquino, Scriptum super Sententiis II, d.44, q.2, a.2, ad 5um (p. 788): «Ad quintum dicendum, quod Tullius loquitur in casu illo quando aliquis dominium sibi per violentiam surripit, nolentibus subditis, vel etiam ad consensum coactis, et quando non est recursus ad superiorem, per quem judicium de invasore possit fieri: tunc enim qui ad liberationem patriae tyrannum occidit, laudatur, et praemium accipit». Merle intenta componer un equilibrado resumen de la posición del Aquinate: «Compuesto hacia 1265-1267 y dejado inacabado por santo Tomás, el De regno, ad regem Cypri (también conocido como De regimine principum, título de la edición en latín de 1486) fue probablemente terminado por su discípulo Ptolomeo de Luca, quien murió en 1327. En ciertos fragmentos, el autor parece desaconsejar toda intervención contra el tirano, puesto que en muchos casos el remedio se revela peor que el mal. Pero también evoca la opinión de «algunos» que legitiman el tiranicidio en casos extremos; tras observar que la licitud del tiranicidio puede incitar a matar sin motivo a los gobernantes, parece concluir que la acción contra los tiranos debe ser decidida por la autoridad pública y no dejarse a la iniciativa privada. La naturaleza de la autoridad en quien recae dicha responsabilidad es variable según las modalidades de designación del gobernante (la comunidad entera, si tiene la posibilidad de elegir a su gobernante, o el superior quien lo ha nombrado…). En el caso en que la intervención de esta autoridad superior sea imposible o inoperante, no queda más remedio que dirigirse a Dios. Pero a continuación se lee que el poder de un tirano no puede ser duradero, puesto que todos le odian. Estas ambigüedades permitieron que, en la famosa querella desencadenada por el asesinato del duque de Orléans por el duque de Borgoña, tanto Jean Petit, quien defendía a este último, como su adversario Gerson, se valieran de la autoridad de santo Tomás. También fueron de uso para tratar el tema del tiranicidio el Commentum in IV Libros Sententiarum magistro Petri Lombardi, una obra de juventud en la que santo Tomás cita a Cicerón (quien, en el De Officiis, se hace eco de los elogios dirigidos a los tiranicidios) aunque sin dar a conocer su opinión personal, y la Summa theologiae» (Merle, A., «El De rege de Juan de Mariana (1599) y la cuestión del tiranicidio: ¿un discurso de ruptura?», Criticón [en línea], 120-121 [2014], 89-102, 93, n. 14).

 

(8) Cf. Merle, A., «El De rege de Juan de Mariana…», 94.

 

(9) Merle, A., «El De rege de Juan de Mariana…», 94-95. De todos modos, aclara Merle, Vázquez de Menchaca, «no dice con claridad es si un simple particular puede tomar esta iniciativa, sin decisión previa de alguna asamblea» (Merle, A., «El De rege de Juan de Mariana…», 95).

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