que vio 18 veces a
la Virgen de Lourdes y permanece incorrupta y los milagros que confirmó la
ciencia
Gerardo Di Fazio
Infobae, 11 de
Febrero de 2022
Todo sucedió a
principios de 1858 en la gruta de Massabielle en Lourdes, Francia. Allí, a los
pies de los Pirineos, y desde el 11 de febrero de ese año, una joven llamada María
Bernardette Soubirous presenció dieciocho apariciones de la Virgen.
Bernardette tenía 14 años y creció en el seno de una familia pobre y
analfabeta. Un día estaba con su hermana y una amiga recogiendo leña y entonces
una ráfaga de viento dio paso a la primera aparición de la Virgen María. La
joven declaró que: “Vi a una Señora vestida de blanco: llevaba un vestido
blanco, un velo también de color blanco, un cinturón azul y una rosa amarilla
en cada pie”. La aparición siempre hablaba con Bernardette en patois, lengua
occitana que se usa en la zona y la aparición siempre se dirigió a ella usando
el “usted” (voi) por ejemplo como cuando le solicita a Bernardita: “Boulet aoue
era gracia de bié aci penden quinze días” (”Me haría usted el favor de venir
aquí durante quince días”).
El domingo 21, de
luego de la sexta aparición por la tarde, el comisario Jacomet, convencido de
que la historia es un montaje, interroga a Bernardette. En esta ocasión usa el
término Aquerò, que en la lengua Patois lenguaje coloquial que se utilizaba en
los Pirineos significa: “aquello, eso” para referirse a lo que ve. Hasta el 25
de marzo en el cual la Virgen revela su nombre, Bernardette nunca dijo que veía
a la Virgen. En el textual de la trascripción de la indagatoria podemos leer:
“Entonces, Bernardette, ¿vas todos los días a Massabielle?”. “Sí, señor”. “¿Y
ves salgo bonito?”. “Sí, señor”. “¿Así que ves a la santa Virgen?”. “Yo no digo
que he visto a la santa Virgen”. “Ah, bueno. Tú no has visto nada”. “Sí. Algo
he visto”. “¿Qué has visto?”. “Algo que era blanco”. “¿Algo o alguien?».
“Aquerò tiene la forma de una joven”. “¿Y no te ha dicho: soy la santa
Virgen?”. “Aquerò no me lo ha dicho”.
El miércoles 24 de
febrero en la octava aparición, Bernardette nos dirá: “Hoy Aquerò ha
pronunciado una nueva palabra: ¡Penitencia! Añadió también: ‘Rogad a Dios por
la conversión de los pecadores’. Y yo contesté: ‘Sí’. Me preguntó si esto me
acarreaba molestias. Le dije que no. Luego me rogó que subiera de rodillas
hacia el fondo de la gruta y que besara la tierra en señal de penitencia por
los pecadores”. Y así. durante las demás apariciones, Bernardette se referirá a
la misma como “Aquerò”.
Pero el jueves 25
de marzo, fiesta de la Anunciación de María, todo cambiará. Leemos el textual
de Bernardette: “Señorita (le dice a la aparición), ¿tendría la bondad de
decirme quien sois, por favor?”. Aquerò sigue sonriendo en silencio, pero
Bernardette esta vez insiste. Entonces, levantando los ojos al cielo y juntando
las manos a la altura del pecho le responde: “Que soy Immaculada Councepciou””
que traducido significa “Yo soy la Inmaculada Concepción”. Y esa es la posición
escultórica de la Virgen de Lourdes que se observan en todas las grutas del
mundo. La posición que adopta en el momento que dice su nombre.
Otro dato de
relevancia es que la Virgen se reía y sonreía a Bernardette. Este dato es muy
interesante, porque para la mariología de la época la virgen era representada
escultóricamente casi siempre con rosto adusto, mirando al cielo, o la
Dolorosa. Que la Virgen sonriera no era muy bien visto por las autoridades
eclesiásticas del momento, pero Bernardette defendió esta visión sonriente con
gran vehemencia ante el clero. No obstante la representación iconográfica de la
Virgen de Lourdes, prevaleció la postura clerical de gesto adusto. Aún ante el
disgusto de Bernardette cuando le fue mostrada la primera escultura realizada
sobre el modelo que ella describió, obra del escultor Joseph Hughes Fabisch.
Solo cuatro años
después de la primera aparición, el 18 de Enero 1862, el obispo de Tarbes
Monseñor Bertrand-Sévère Laurence firmó el decreto aprobando las apariciones:
“Juzgamos que la Inmaculada Virgen María, Madre de Dios, se ha aparecido
realmente a Bernardette Soubirous, el 11 de febrero de 1858 y los días
siguientes, hasta dieciocho veces, en la Gruta de Massabielle, cerca de la
ciudad de Lourdes. Que esta aparición reviste todos los caracteres de la
verdad, y que los fieles tienen fundamento para creerla como cierta.
Humildemente sometemos nuestro juicio al Juicio del soberano pontífice, que
está encargado del gobierno de la Iglesia universal”.
En centro focal de
Lourdes es el manantial de agua que la Virgen hizo cavar a Bernardette. El 25
de febrero la virgen le dirá: “Vete a beber y a lavarte en la fuente”.
Bernardette irá rápidamente hacia el rio Gave, que se ubica delante de la gruta
de Massabielle, pero la aparición le señalará el piso de la gruta. La joven cavará
con sus manos un pozo de donde, mas tarde, surgirá una vertiente de agua fresca
y pura. El hecho fue considerado como un milagro y esa agua con dones
especiales. Pero no es el agua, sino la fe del peregrino que deposita en la
Virgen como mediadora para que Dios escuche su oración e interceda. La misma
Bernardette dirá que las personas se curaban con la fe y las oraciones, y el
agua es solo un símbolo de esa fe. Cabe aclarar que para la teología católica
la Virgen “no hace milagros”; aunque de manera coloquial se dice que la virgen
o un santo son “milagroso”, es solo una frase corriente, nada más. Es Dios
quien puede realizar milagros por mediación de la Virgen o de algún santo o
santa. El agua de Lourdes fluye de un manantial en la parte trasera de la gruta
en el mismo lugar donde fue descubierta por Bernadette. Como máximo, el agua
corre a 40 litros por minuto. Esta es recogida en una cisterna y se dispensa a
través de un sistema de grifos cerca del santuario, donde los peregrinos pueden
beberla o recogerla en botellas u otros recipientes para llevar consigo. El
pozo original se puede ver dentro de la gruta, iluminado desde abajo y
protegido por una pantalla de vidrio.
Las sanaciones
corporales en Lourdes siguen ocurriendo. La Iglesia Católica decidió crear el
departamento médico de Lourdes, constituido y dirigido por médicos y
científicos. El objetivo del bureau, como también es llamado, es evaluar los
supuestos casos milagrosos y verificar, entre otros criterios si la curación en
cuestión fue casi instantánea, si la salud restablecida se mantuvo durante un
breve lapso de tiempo o el resto de la vida y si la curación es científicamente
inexplicable. El bureau está constituido por 20 médicos y científicos, muchos
de ellos de la universidad de la Sorbona. Sus informes están abiertos a
cualquier médico o científico que quiera hacer su propia investigación
particular o estudiar cualquier caso específico reconocido como milagroso.
Uno de los casos
más significativos registrados en Lourdes fue la curación de Marie Bailly,
testimoniada por un médico entonces agnóstico y muy contrario a los fundamentos
y doctrina de la Iglesia católica el Dr. Alexis Carrel. Él mismo terminó
convirtiéndose a la fe católica después de estudiar la inexplicable curación
que había presenciado sobre la mujer que padecía peritonitis tuberculosa aguda
y su abdomen estaba considerablemente distendido, con grandes masas duras. A
llegar a Lourdes, tres jarras de agua fueron derramadas sobre sobre el abdomen
y tomo varios vasos de la misma. Su estómago empezó a aplanarse y su pulso
volvió a la normalidad. Carrel estaba de pie detrás de Marie, junto con otros
médicos, tomando notas mientras el agua era derramada sobre su abdomen. Él
escribió: “El abdomen, enormemente distendido y muy duro, empezó a aplanarse.
En 30 minutos [la protuberancia] había desaparecido completamente. No se
observó ninguna descarga del cuerpo”. Carrel se convirtió al catolicismo y
más tarde ganó el Premio Nobel de medicina. Retorno a Lourdes muchas veces y
fue testigo de otro milagro: la curación instantánea de un niño ciego de 18
meses.
Dr. Luc Montagnier
descubridor del virus VIH-SIDA, nos reseña sobre los hechos de Lourdes: “Muchos
científicos cometen el error de rechazar lo que no entienden. No me gusta esa
actitud. Con frecuencia cito la frase del astrofísico Carl Sagan: ‘La ausencia
de prueba no es prueba de ausencia’ (…) En cuanto a los milagros de Lourdes que
yo estudié, creo que realmente se trata de algo inexplicable (…) No logro
entender esos milagros, pero reconozco que existen curaciones que no están
previstas en el estado actual de la ciencia”.
Aunque los
informes de “curaciones inexplicables” que suceden todos los años en el
santuario mariano de Lourdes son miles, muy pocas son curaciones efectivamente
milagrosas para la Iglesia, que adopta criterios rigurosos en su minuciosa
evaluación científica de cada caso. Desde 1858 hasta la actualidad solo fueron
declarados oficialmente “curaciones milagrosas” 70 casos. En 2013, se reconoció
como milagro un hecho ocurrido en 1989. A una mujer llamada Danila Castelli se
le diagnosticó un cáncer incurable que inundó de tumores todo su cuerpo. Sin
embargo, fue rezar al santuario de Lourdes y de repente dijo sentirse aliviada.
Su enfermedad había desaparecido por completo.
¿Qué fue de la
vida de Bernadette? Luego de las apariciones se la acoge como interna en el
hospicio de Lourdes dirigido por las hermanas de la caridad de Nevers, allí
pasó 8 años. En agosto de 1864 solicita ser admitida en la congregación de las
hermanas y así, el 3 de junio de 1866 abandona para siempre su pequeña ciudad
y, sobre todo, se despedirá de la gruta. Nunca más volverá a ella. El 30 de
octubre de 1867 Bernadette pronunció sus votos temporarios y finalmente los
votos perpetuos. Ahí se transforma en Sor María Bernarda. Sufrió mucho en su
vida un tumor en la rodilla y una tuberculosis pulmonar, iban erosionando su
existencia y le causaban grandes dolores. Con solo 35 años fallecerá el 16 de
abril de 1879 a las 15:15. Sus últimas palabras fueron: “La he visto otra
vez... ¡Qué hermosa es! Madre, ruega por mí que soy pecadora”. Fue enterrada en
la Capilla Saint Joseph, situada en el jardín del convento.
Su cuerpo fue
sometido a tres exhumaciones en 1909, 1919 y 1925. Estas exhumaciones
certificaron que sus restos se han mantenido relativamente intactos. La primera
exhumación en 1909 se comprobó que el cuerpo había permanecido intacto, en los
detalles de las uñas, el cabello y los dientes. Mientras que la fuerte humedad
había hecho desaparecer los rastros de ropa y el Rosario, se la volvió a vestir
y sepultar. La segunda exhumación en 1919, los médicos confirmaron la misma
situación de diez años antes, con la diferencia de que el cuerpo ahora parecía
más oscuro. La tercera exhumación tuvo lugar en la víspera de la beatificación
de Bernardette en 1925. Esta vez, el cuerpo mostró claros signos de
descomposición. La humedad había realizado su trabajo. En esta ocasión también
se realizó una autopsia del cuerpo, que mostró que los órganos internos estaban
en parte intactos, en particular el hígado. Dado que se autorizó que el cuerpo
sea expuesto, se cubrió su rostro y manos con una capa de cera color natural,
dando la apariencia que posee hoy. Se la vistió con el hábito y se la guardó en
un precioso relicario en la capilla del convento de Saint Gildard, en Nevers,
donde permanece hasta nuestros días, en la posición con la cual fue sepultada:
la cabeza girada un poco hacia el hombre izquierdo y sus manos entrelazadas en
forma de oración. El 8 de diciembre de 1933, durante el “año santo de la
Redención y Jubileo extraordinario el papa Pío XI proclamó “santa” a Bernadette
Soubirous. Hoy, con una población de aproximadamente 15.000 habitantes, Lourdes
recibe la visita de unos 9.000.000 de peregrinos por año.
Los milagros y las
gracias que se propagan a través de Lourdes, solo se mide por la fe. Para
aquellos que la poseen todo es posible; para aquellos que no la tienen, todo es
imposible y absurdo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario