¿beneficiarios de
la comunión de los santos?
Por Carlos Esteban
Infovaticana, 03 febrero, 2022
La afirmación
realizada ayer por el Santo Padre en su catequesis de la audiencia general
celebrada en el Aula Pablo VI, en el sentido de que también los apóstatas
participan de la comunión de los santos, ha provocado un encendido debate entre
los comentaristas católicos.
Empecemos por lo
obvio: Nadie, ni siquiera el Papa, puede cambiar una coma de las verdades
reveladas por la Escritura y la Tradición. Ese sutil concepto de ‘desarrollo de
doctrina’ solo puede significar una aclaración o ampliación de un punto oscuro
o poco atendido de la verdad ya revelada.
La apostasía, el
mal mayor que puede sufrir un hombre, es el abandono total y voluntario de la
religión cristiana. En la abrumadora mayoría de los casos, este abandono es
privado e informal, pero últimamente se ha convertido en deplorable moda
formalizarlo y publicitarlo como ‘protesta’ contra lo que se considera un abuso
estadístico de las iglesias nacionales cuando, al hablar del número de
católicos, se basan en las actas de bautismo.
En principio, la
frase del Papa parecería un desliz, un ‘planchazo’: la comunión de los santos
afecta solo a los miembros de la Iglesia, del Cuerpo Místico de Cristo, y el
apóstata ha elegido eximirse voluntariamente de esa pertenencia. Dios respeta
la libertad humana hasta el extremo, de modo que parecería que seguir
considerando al apóstata beneficiario de la comunión de los santos sería
convertir la libertad humana en una farsa, una ficción; como si Dios no se
tomara en serio nuestras decisiones libres.
Sin embargo, el
propio Catecismo del Concilio de Trento, al hablar del sacramento del Bautismo,
señala que el carácter que confiere es indeleble, de modo que ni tan siquiera
la apostasía puede borrarlo por completo. Es decir, uno puede separarse
jurídicamente de la pertenencia a la Iglesia, pero mientras viva en esta tierra
no dejará de mantener una comunión, siquiera incompleta, con la Iglesia.
Eso es lo que
explicaría que, cuando se readmite formalmente a un apóstata en la Iglesia, se
hablar de que vuelve a estar “en plena comunión”, lo que parece indicar que se
ha mantenido, al menos, en comunión parcial con ella por la marca imborrable de
su bautismo.
Por otra parte,
que la permanencia de la señal del bautismo signifique necesariamente el
mantenimiento del apóstata en la comunión de los santos es algo que dejo a los
teólogos que puedan leer estas líneas y aclarar el punto, ya que también un
condenado al Infierno puede estar bautizado y la Doctrina niega sin asomo de
duda que no participa en dicha comunión.
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