jueves, 29 de enero de 2009

Sigue la polémica sobre las Cruzadas


El historiador Franco Cardini sale al paso de algunos errores

Han aparecido artículos en los que las Cruzadas se describen como
guerras santas, las masacres de los judíos que tuvieron lugar en
aquella ocasión, como la antesala del holocausto. La Iglesia ha sido
acusada de haber siempre tratado de eliminar a los adversarios en
nombre de la ortodoxia. «La Repubblica», el segundo periódico por
difusión en Italia, ha escrito que «los francos masacraron a setenta
mil personas en una mezquita», lo que debería hacer suponer que la
mezquita era tan grande como un moderno estadio de fútbol.

Para tratar de evitar tonterías y errores, el historiador Franco
Cardini, profundo conocedor de los acontecimientos medievales, ha
escrito un artículo en «Avvenire» de hoy con el título «Cruzadas, no
guerras de religión».

El profesor Cardini explica que la interpretación de las Cruzadas como
antecedentes de las guerras de religión y de las guerras ideológicas,
ha sido sostenida en los ambientes iluministas. Se trata de una
polémica ampliamente malentendida y de pretexto.

Según el profesor Cardini, «las Cruzadas no han sido nunca "guerras de
religión", no han buscado nunca la conversión forzada o la supresión
de los infieles. Los excesos y violencias realizados en el curso de
las expediciones --que han existido y no se deben olvidar-- deben ser
evaluados en el marco de la normal aunque dolorosa fenomenología de
los hechos militares y siempre teniendo presente que alguna razón
teológica los ha justificado. La Cruzada corresponde a un movimiento
de peregrinación armado que se afirmó lentamente y se desarrolló en el
tiempo --entre el siglo XI y el XIII-- que debe ser entendido
insertándolo en el contexto del largo encuentro entre Cristiandad e
Islam que ha producido resultados positivos culturales y económicos.
¿Cómo se justifica si no el dato de frecuentes amistades e incluso
alianzas militares entre cristianos y musulmanes en la historia de las
Cruzadas?».

Para confirmar sus tesis el profesor Cardini recuerda la contribución
de San Bernardo de Claraval (1090-1153) que contra la caballería
laica, como aquella del siglo XII formada por gente ávida, violenta y
amoral, propuso la constitución de «una nueva caballería» al servicio
de los pobres y de los peregrinos. La propuesta de San Bernardo era
revolucionaria, una nueva caballería hecha de monjes que renunciase a
toda forma de riqueza y de poder personal y que incluso en la guerra
aprendiese que al enemigo se lo puede incluso matar, cuando no haya
otra opción, pero que no se le debe odiar. De aquí la enseñanza de no
odiar ni siquiera en la batalla.

La Cruzada entendida como «guerra santa» contra los musulmanes,
también sería según Cardini una exageración. «En realidad --subraya
el profesor-- lo que interesaba en las expediciones al servicio de los
hermanos en Cristo, amenazados por los musulmanes, era la
recuperación de la paz en Occidente y la puesta en marcha de la
idea de socorro a los correligionarios lejanos. La Cruzada significaba
reconciliarse con el adversario antes de partir, renunciar a la disputa
y a la venganza, aceptar la idea del martirio, ponerse a sí mismos y
los propios haberes a disposición de la comunidad de los creyentes,
proyectarse en un experiencia a la luz de la cual, por un cierto
número de meses y quizá de años, se pondría el seguimiento de Cristo
y la memoria del Cristo viviente en la tierra que había sido el teatro de
su existencia terrena en el culmen de la propia experiencia».

ROMA, 21 jul 1999 (ZENIT).-



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