lamenta el “desconcierto”
generado por las palabras del Papa
Por INFOVATICANA |
22 octubre, 2020
“El contexto y la
ocasión de tales declaraciones las hacen carentes de todo peso magisterial.
Debiéndose interpretar como simples opiniones privadas de la persona que las
hizo”.
El cardenal Burke
ha querido salir al paso del terremoto mediático que se ha producido por las
declaraciones del Papa Francisco en las que alienta unas uniones civiles entre
personas homosexuales. Les ofrecemos el comunicado íntegro del purpurado estadounidense:
*****
Los medios de
comunicación mundiales han informado con fuerte énfasis, como cambio de rumbo,
la noticia de que el Papa Francisco ha declarado que las personas de condición
homosexual, como hijos de Dios, “tienen derecho a tener una familia” y que
“nadie debería ser echado o ser infeliz a causa de ello”. Además, escriben que
ha declarado: “Lo que tenemos que crear es una unión civil. De esta forma
estarán legalmente cubiertos. He defendido esto”. Las declaraciones se
realizaron en una entrevista con Evgeny Afineevsky, director de un documental,
“Francesco”, estrenado el 21 de octubre de 2020, con motivo del Festival de
Cine de Roma (Festa del Film di Roma).
Tales declaraciones generan gran desconcierto y causan
confusión y error entre los fieles católicos, en cuanto contrarias a la
enseñanza de la Sagrada Escritura y de la Sagrada Tradición, y del reciente
Magisterio por el cual la Iglesia custodia, protege e interpreta todo el
depósito de fe contenido en la Sagrada Escritura y la Sagrada Tradición. Causan
asombro y error con respecto a la enseñanza de la Iglesia entre las personas de
buena voluntad, que desean sinceramente saber lo que enseña la Iglesia
Católica, e imponen a los pastores de almas el deber de conciencia de hacer las
oportunas y necesarias aclaraciones.
En primer lugar,
el contexto y la ocasión de tales declaraciones las hacen carentes de todo peso
magisterial. Debiéndose interpretar como simples opiniones privadas de la
persona que las hizo. Estas declaraciones no comprometen, en modo alguno, las
conciencias de los fieles, que más bien están obligados a adherirse con
sumisión religiosa a lo que enseñan la Sagrada Escritura y la Sagrada Tradición
y el Magisterio ordinario de la Iglesia sobre la materia en cuestión. En
particular, cabe señalar lo siguiente.
1.“Basándose en la Sagrada Escritura, que
presenta los actos homosexuales como actos de grave depravación, la Tradición
siempre ha declarado que: “los actos homosexuales son intrínsecamente
desordenados” (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 2357; Sagrada Congregación
para la Doctrina de la Fe, Persona humana, “Declaración sobre Ciertas
Cuestiones de Ética Sexual, núm. VIII”[1]), en cuanto contrarias a la ley
natural, cerradas al don de la vida y desprovistas de una verdadera complementariedad
afectiva y sexual. Por tanto, no pueden aprobarse.
2- Las tendencias
particulares y a veces profundamente arraigadas de las personas, hombres y
mujeres, de condición homosexual, que son para ellos una prueba, aunque no
constituyan en sí mismas un pecado, representan sin embargo una inclinación
objetivamente desordenada (Catecismo de la Iglesia Católica, nº 2358;
Congregación para la Doctrina de la Fe, Homosexualitatis problema, “Carta a los
obispos de la Iglesia católica sobre la pastoral de las personas homosexuales”,
nº 3[2]). Por tanto, deben ser recibidos
con respeto, compasión y sensibilidad, evitando cualquier discriminación
injusta. La fe católica enseña a los fieles a odiar el pecado pero a amar al
pecador.
3- Los fieles y,
en particular, los políticos católicos están obligados a oponerse al
reconocimiento legal de las uniones homosexuales (Congregación para la Doctrina
de la Fe, Consideraciones sobre propuestas para dar reconocimiento legal a las
uniones entre personas homosexuales, Cuestiones diversas relativas a la
homosexualidad, n. 10[3]). El derecho a formar una familia no es un derecho
privado a reivindicar sino que debe corresponder al designio del Creador que ha
querido al ser humano en la diferencia sexual, “varón y hembra los creó” (Gen
1, 27), subrayando la distinción masculina y femenina del ser humano, para la
transmisión de la vida. “Dado que las parejas matrimoniales cumplen el papel de
garantizar el orden de la procreación y son por lo tanto de eminente interés público,
el derecho civil les confiere un reconocimiento institucional. Las uniones
homosexuales, por el contrario, no exigen una específica atención por parte del
ordenamiento jurídico, porque no cumplen dicho papel para el bien común”.
(Ibidem, no. 9[4]). Hablar de unión homosexual, en el mismo sentido que unión
conyugal de los casados, es, de hecho, profundamente engañoso, porque no puede
haber tal unión entre personas del mismo sexo. En lo que respecta a la
administración de justicia, las personas de condición homosexual, como todos
los ciudadanos, siempre pueden hacer uso de las disposiciones de la ley para
salvaguardar sus derechos privados.
Es motivo de la
más profunda tristeza y apremiante preocupación pastoral que las opiniones
privadas presentadas con tanto énfasis por la prensa y atribuidas al Papa
Francisco no correspondan a la enseñanza constante de la Iglesia, como se
expresa en la Sagrada Escritura y la Sagrada Tradición y está custodiado,
protegido e interpretado por el Magisterio. Igualmente triste y preocupante es
el revuelo, la confusión y el error que causan entre los fieles católicos, como
lo es el escándalo que provocan, en general, al dar la impresión totalmente
falsa de que la Iglesia Católica ha tenido un cambio de rumbo, cambiando su enseñanza
perenne con respecto a cuestiones tan fundamentales y críticas.
Cardenal Raymond
Leo BURKE
Roma, 22 de
octubre de 2020
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