La Gran Logia de
España considera que Francisco abraza el concepto de fraternidad de la
Masonería
(InfoCatólica)
5-10-20
«Hace ahora 300
años se produjo el nacimiento de la Masonería Moderna. El gran principio de
esta escuela iniciática no ha cambiado en tres siglos: la construcción de una
fraternidad universal donde los seres humanos se llamen hermanos unos a otros
más allá de sus credos concretos, de sus ideologías, del color de su piel, su
extracción social, su lengua, su cultura o su nacionalidad. Este sueño
fraternal chocó con el integrismo religioso que, en el caso de la Iglesia
Católica, propició durísimos textos de condena a la tolerancia de la Masonería
en el siglo XIX. La última encíclica del Papa Francisco demuestra lo lejos que
está la actual Iglesia Católica de sus antiguas posiciones. En 'Fratelli
Tutti', el Papa abraza la Fraternidad Universal, el gran principio de la
Masonería Moderna».
Los masones
españoles citan el texto pontificio:
«Anhelo que en
esta época que nos toca vivir, reconociendo la dignidad de cada persona humana,
podamos hacer renacer entre todos un deseo mundial de hermandad», expresa
abogando por «una fraternidad abierta, que permite reconocer, valorar y amar a
cada persona más allá de la cercanía física, más allá del lugar del universo
donde haya nacido o donde habite». Para la construcción de esa Fraternidad
Universal, el Papa aboga por perseguir el horizonte de la Declaración Universal
de los Derechos Humanos, «no suficientemente universales».
Y añaden:
«La carta aborda
el papel desintegrador del mundo digital, cuyo funcionamiento favorece los
circuitos cerrados de personas que piensan del mismo modo y facilitan la
difusión de noticias falsas que fomentan prejuicios y odios. «Conviene
reconocer que los fanatismos que llevan a destruir a otros son protagonizados
también por personas religiosas, sin excluir a los cristianos, que pueden
formar parte de redes de violencia verbal a través de internet y de los
diversos foros o espacios de intercambio digital. Aun en medios católicos se
pueden perder los límites, se suelen naturalizar la difamación y la calumnia, y
parece quedar fuera toda ética y respeto por la fama ajena», añade».
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