denuncia el
“colapso espiritual” que vive la Iglesia
Por Carlos Esteban
Infovaticana,| 15
octubre, 2020
El letargo
espiritual de los pastores, la excesiva concentración en los asuntos temporales
y la aspiración de crear una fraternidad naturalista e interreligiosa han
llevado a la Iglesia de hoy a un “colapso espiritual”, asegura en una
entrevista concedida a The Remnant el obispo auxiliar de Astaná, Anasthasius
Schneider.
“Hoy la Iglesia de
Roma se encuentra en una situación similar de colapso espiritual, debido al
letargo espiritual de la mayoría de los Pastores de la Iglesia, la excesiva
absorción del Papa mismo en los asuntos temporales y su empeño por hacer
renacer una aspiración universal a una fraternidad mundana y naturalista”,
señala el obispo Schneider en su entrevista en la veterana publicación
americana The Remnant, comparando la situación actual con la que se vivía en la
época de San Francisco de Asís, el santo cuyo nombre lleva el actual pontífice
y cuyas palabras han dado título a sus dos últimas encíclicas.
Pero el San
Francisco que se nos presenta hoy, apunta Schneider, está groseramente
falseado, no tiene mucho que ver con el santo medieval. “El Papa Francisco
presenta a san Francisco como si hubiera sido un partidario de la diversidad de
religiones”, denuncia Schneider.
El obispo hace
referencia a la anécdota franciscana que abre la última encíclica papal,
Fratelli tutti, cuando el santo, en plena cruzada, se dirige con un par de
hermanos a la tienda del Sultán Malik-el-Kamil. Tal como la presenta el Papa en
la encíclica, se diría que, en efecto, el gran santo se dirigía al potentado
musulmán para confirmarle en una fraternidad universal por encima de las
religiones, cuando es conocido para quien esté medianamente familiarizado con
la historia que San Francisco conminó inmediatamente a El Kamil a que se
convirtiera a la fe cristiana, la única verdadera y la única, por tanto, que
puede promover una auténtica fraternidad humana.
Ese es el ‘olvido’
que lamenta Schneider, que vuelve a uno los motivos de preocupación que suscita
la encíclica, que no es otro que el replanteamiento del documento de Abu Dabi,
en el que se lee que “el pluralismo y la diversidad de religiones» era algo
«querido por Dios en su sabiduría”.
En su día,
Schneider tuvo una audiencia con el Papa para aclarar este asunto, en la que el
Pontífice afirmó que se refería a una “voluntad permisiva”, es decir, a un mero
permitir un mal, en este caso la proliferación de errores religiosos. Su
Santidad, dice Schneider, tenía la ocasión en esta encíclica de despejar el
error y, en lugar de hacerlo, “lo consolidó”.
“Hubiera sido muy
beneficioso que Fratelli Tutti hubiera declarado la necesidad de que todos los
hombres crean en Jesucristo, Dios y Hombre, para encontrar la fuente
indispensable de la verdadera fraternidad y la clave para resolver los
problemas de las sociedades temporales”, señala Schneider.
Si los líderes de
la Iglesia en nuestros días están contentos con la hermandad de carne y hueso,
remacha Schneider, “están descuidando el mandamiento de Dios en el Evangelio,
es decir, el mandamiento de hacer discípulos de Cristo a los miembros de todas
las naciones y religiones, hijos en el Unigénito Hijo de Dios, hermanos en
Cristo, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo,
y enseñándoles a observar todas las cosas que Cristo ha mandado”.
Existe el riesgo
de que la Iglesia olvide su misión central de llevar almas al cielo con la
predicación del Evangelio, recordando las realidades sobrenaturales, y caiga en
un naturalismo asistencial que la convertiría meramente en una gigantesca ONG.
Y esta encíclica recién publicada, lamenta el obispo, “agrava el naturalismo
que reina hoy en la Iglesia, que se puede calificar como falta de amor a la
Cruz de Cristo, a la oración, a la falta de conciencia de la gravedad del
pecado y de la necesidad de reparación”.
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