da la razón a Giorgia Meloni
Por
Redaccioninfovaticana | 06 marzo, 2023
Es habitual ver a
Francisco pronunciarse sobre cuestiones migratorias, pero este pasado domingo,
además de condenar el trágico suceso en las costas de Crotone, añadió una nueva
crítica y puso el dedo en la llaga: las mafias.
Que el Papa
Francisco tiene un mensaje proinmigracionista y en defensa de «puertas
abiertas», «sin fronteras» y «sin muros», no es ninguna novedad.
Desde hace varios
años, la derecha alternativa en varios países europeos han criticado con ahínco
el peligro de la inmigración ilegal en Europa por varias razones como por
ejemplo, la infiltración de terroristas y delincuentes en Europa, la pérdida de
identidad de las naciones europeas o el tráfico de personas realizado por las
mafias.
Defender estas
tesis ha sido motivo de innumerables críticas a estos partidos y sus líderes
políticos como a Orbán en Hungría, Meloni y Salvini en Italia, Abascal en
España o Le Pen en Francia. La postura que vienen defendiendo estos partidos es
la de mantener un control y defensa de las fronteras de sus países, del mismo
modo que la Guardia Suiza defiende la integridad física del Papa y del estado
Vaticano.
Con frecuencia,
cuando a nivel político se denuncia el drama de la inmigración ilegal, se es
tachado rápidamente de xenófobo y racista tanto desde fuera como desde dentro
de la Iglesia, por un mal entendimiento de la virtud de la caridad. Defender la
frontera de un país no se hace por odio al de fuera sino por amor a los de
dentro.
¿Francisco
xenófobo?
«Expreso mi dolor
por la tragedia ocurrida en las aguas de Cutro, en Crotone. Rezo por las
numerosas víctimas del naufragio, por sus familiares y por quienes han
sobrevivido. Manifiesto mi reconocimiento y gratitud a la población local y a
las instituciones por la solidaridad y la acogida hacia estos hermanos y
hermanas nuestros y renuevo a todos mi llamamiento para que no se repitan
tragedias similares», dijo el Papa ayer en el ángelus.
Además, el Papa
añadió la siguiente petición: «¡Que se detenga a los traficantes de seres
humanos, que no sigan disponiendo de la vida de tantos inocentes!» Una
afirmación que bien podría escucharse en cualquier acto político de estos
partidos que defiende en control de las fronteras y apuestan por una
inmigración, legal y ordenada en función de las necesidades económicas y
sociales de los países receptores.
Es evidente que a
nadie se le pasa por la cabeza tachar a Francisco de racista o xenófobo por
semejante afirmación ya que simplemente denunció un hecho real y objetivo y es
que las mafias operan y trafican con los seres humanos. Les venden el paraíso
(Europa) a cambio de grandes sumas de dinero para después lanzarlos a la deriva
en el Mediterráneo.
La primera
ministra de Italia, Giorgia Meloni, que sigue subiendo en las encuestas,
recogió el guante de Francisco y afirmó en sus redes sociales que «las palabras
del Santo Padre son un gran recordatorio para todas las instituciones. Como
Gobierno las hacemos nuestras, continuando utilizando todas las fuerzas
necesarias para combatir a los traficantes de personas y detener las muertes en
el mar».
De este modo, por
primera vez, el Papa se suma al discurso de poner el foco en el principal
problema de la inmigración ilegal: las mafias que trafican impunemente con
seres humanos. Es ahí donde está la raíz del problema. Todo lo que no sea
denunciar a estos grupos es no querer afrontar la realidad con voluntad de
resolverla.
La advertencia de
Sarah
Voces autorizadas
de dentro de la Iglesia ya han denunciado en infinidad de ocasiones el drama y
el peligro de aceptar y blanquear la inmigración masiva, ilegal y
descontrolada.
El cardenal
guineano Robert Sarah, ya alertó en una entrevista en 2019 que “es una falsa
exégesis utilizar la Palabra de Dios para valorizar la migración”. En entonces
prefecto para el Culto Divino, afirmaba que “esta voluntad actual de globalizar
al mundo suprimiendo a las naciones, las especificidades, es una locura total”.
“Cada uno de
nosotros debe vivir en su país. Como un árbol, cada uno tiene su terreno, su
ambiente donde crece perfectamente. Más vale ayudar a las personas a crecer en
su cultura que animarlas a venir a una Europa en plena decadencia”, alertaba
Sarah.
El purpurado
guineano subrayó que “todos los inmigrantes que llegan a Europa están
hacinados, no tienen trabajo, ni dignidad… ¿Es esto lo que quiere la Iglesia?
La Iglesia no puede colaborar en esta nueva forma de esclavitud en que se ha
convertido la migración de masa”.
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