el Vaticano se pronuncia
Luisella Scrosati
Brújula cotidiana,
21-10-2021
En Francia, la
presión sobre el secreto del sacramento de la confesión es cada vez más fuerte
y la Iglesia francesa no parece particularmente unida y decidida en este punto.
El pasado 6 de
octubre, el presidente de la Conferencia Episcopal Francesa, monseñor Éric de
Moulins-Beaufort, declaró a France Info que “el secreto de confesión nos obliga,
y en esto es más fuerte que las leyes de la República”. Esta respuesta no fue
en absoluto del agrado del Palacio del Elíseo, donde el ministro del Interior,
Gérald Darmanin, invitó bruscamente al presidente del CEF a un debate. Pero es
probable que la externalización tampoco haya sentado bien a los obispos
franceses, ya que el 12 de octubre, el CEF publicó un comunicado oficial
“aclarando” las palabras de monseñor Moulins-Beaufort, precisando que, ese
mismo día, el arzobispo de Reims se había dirigido al ministro del Interior
para aclarar “la torpe redacción de su respuesta en France Info el pasado
miércoles por la mañana [6 de octubre]”.
No está claro por
qué es “torpe” afirmar el vínculo del sello sacramental y su superioridad a
cualquier ley humana. Por el contrario, el comunicado del CEF prefigura de
forma muy preocupante una “revisión” poco clara: “El objetivo del Estado es
organizar la vida social y regular el orden público. Para nosotros, los
cristianos, la fe apela a la conciencia de cada individuo, exige una búsqueda
incesante del bien, que no puede alcanzarse sin respetar las leyes del propio
Estado. La dimensión de la violencia y las agresiones sexuales contra los
menores que ha sacado a la luz el informe CIASE exige a la Iglesia revisar su
práctica a la luz de esta realidad. Por tanto, es necesario trabajar para
conciliar la naturaleza de la confesión y la necesidad de proteger a los
niños”.
Evidentemente, el
CEF distingue poco entre leyes justas e injustas, entre leyes que respetan la
libertad de la Iglesia y leyes que pretenden suprimirla, por lo que la deseada
revisión de la práctica de la Iglesia es motivo de preocupación.
La posición de
monseñor Moulins-Beaufort parece, pues, minoritaria en el seno del CEF. Sin
embargo, el Penitenciario Mayor, el cardenal Mauro Piacenza, ha intervenido en
apoyo de esta postura y ha concedido una interesante y oportuna entrevista a
Acistampa. Tras reiterar la posición de la Iglesia católica en sus principales
textos magisteriales, el cardenal ha recordado que el sacramento de la
Penitencia, “siendo un acto de culto, no puede ni debe confundirse con una
sesión psicológica o una forma de asesoramiento. Como acto sacramental, este
sacramento debe ser protegido en nombre de la libertad religiosa y cualquier interferencia
debe ser considerada ilegítima y perjudicial para los derechos de conciencia”.
El cardenal
Piacenza aclara también que no hay analogía “entre el secreto sacramental y el
secreto profesional al que están obligados, por ejemplo, los médicos, los
farmacéuticos, los abogados, etc.”, porque “el secreto de confesión [...] no es
una obligación impuesta desde fuera, sino una exigencia intrínseca del
sacramento, y como tal no puede ser liberado ni siquiera por el propio
penitente (cf. c. 1550 § 2, n.2 CIC; c. 1231 § 2, n.2 CCEO)”. Y vuelve a este
aspecto fundamental: “Es imprescindible insistir en que no se pueden
comparar el secreto de confesión con el secreto profesional para evitar que las
legislaciones seculares apliquen derogaciones del secreto profesional por justa
causa al secreto de confesión, que es inviolable”.
Al tiempo que
señala que “existe ciertamente el deber de reparar una injusticia perpetrada y
de comprometerse sinceramente a evitar que el abuso se repita”, el
Penitenciario Mayor pone coto a la propuesta que se difunde de obligar al
penitente, como conditio sine qua non para recibir la absolución sacramental, a
que se autodenuncie: “Estos graves deberes ligados al camino de la conversión
no implican la auto denuncia. Sin embargo, el confesor debe invitar al
penitente a reflexionar más profundamente y a evaluar las consecuencias de sus
actos, especialmente cuando se sospecha o se condena injustamente a otra
persona".
La intervención de
Piacenza reitera lo que la Penitenciaría Apostólica había expresado claramente
en la Nota de 2019: “El secreto inviolable de la confesión procede directamente
de la ley divina revelada y está enraizado en la naturaleza misma del
sacramento, hasta el punto de no admitir ninguna excepción en el ámbito eclesial,
y menos aún en el civil”. La
Nota incluía una aclaración sobre la esencia del secreto sacramental, a saber,
que no es la Iglesia la que lo establece, “en virtud de su propia autoridad”,
sino que la Iglesia “’declara’ –es decir, reconoce como un hecho irreductible,
que deriva precisamente de la santidad del sacramento instituido por Cristo-
‘que todo sacerdote que confiesa está obligado, bajo penas muy severas, a
guardar absoluto secreto sobre los pecados que sus penitentes le han confesado’
(CIC 1467)”. Por tanto, ninguna autoridad en la tierra, ni siquiera el Papa,
puede modificar la realidad sacramental en este aspecto esencial.
Mientras tanto, el
Primer Ministro francés Jean Castex se reunió ayer con el Papa. De sus
declaraciones se desprende que Francisco también ha blindado el sello
sacramental (“La Iglesia no dará marcha atrás en el dogma del secreto de
confesión”, ha dicho Castex, refiriéndose a la posición del Papa Francisco),
pero dejando las puertas abiertas a una búsqueda no especificada de “vías y
medios para conciliar éste con el derecho penal y el derecho de las víctimas.
Es plenamente consciente de ello”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario