dan la razón a los
cristianos discriminados
Luca Volonte
Brújula cotidiana,
13-01-2022
Una enfermera de
un hospital público es libre de llevar el crucifijo en el cuello. Los
pasteleros tienen derecho a no escribir frases ensalzando las bodas
homosexuales. Dos sentencias, una del Tribunal del Trabajo de Londres y la otra
del Tribunal Europeo de Derechos Humanos, resuelven para bien dos casos
judiciales británicos.
En el Reino Unido,
en los últimos días, dos sentencias “históricas” han reafirmado con fuerza el
derecho absoluto a la libertad de religión y de conciencia en la esfera pública
y en la esfera profesional de los cristianos. Está prohibido perder la
esperanza, pero qué duro es en Londres y en Estrasburgo.
El primer caso
emblemático es el de la enfermera católica londinense Mary Onuoha, quien fue destituida de su función como practicante
del servicio sanitario (NHS) en el Hospital Universitario de Croydon en el sur
de Londres en junio de 2020, luego de enfrentar años de hostilidad por parte de
sus superiores y de los jefes del propio hospital. Su error había sido el de
no aceptar la invitación de quitarse del cuello o esconder la cadena que
llevaba con el crucifijo expuesto sobre el uniforme. A Onuoha se le pidió
que se quitara el collar en 2014, 13 años después de comenzar a trabajar en el
hospital, y más tarde en 2015 y 2016. Le dijeron que usar un collar con un colgante
en forma de cruz era una violación del “código de vestimenta” hospitalaria y
que si no se lo quitaba enfrentaría una acción disciplinaria. Cuando Mary
Onuoha se negó, fue retirada de las áreas clínicas donde trabajaba y degradada
a varios roles administrativos, hasta el puesto de “recepcionista”, antes de
renunciar en agosto de 2020 debido a las humillaciones y el acoso sufrido por
la “cruz” que llevaba colgada en el cuello.
Fortalecida por
sus razones y apoyada por el equipo legal del Christian Legal Centre, Onuoha
presentó una denuncia contra el Hospital Universitario de Croydon, pidió la
restitución en sus funciones, daños y perjuicios por el acoso sufrido y pleno
respeto a su derecho a la libertad religiosa y, por tanto, poder trabajar con
la cruz cristiana en el cuello y sobre el uniforme. Argumentó que la dirección
del hospital había violado su derecho a la libertad de religión en virtud del
artículo 9 del Convenio Europeo sobre Derechos Humanos y que el trato fue
discriminación religiosa, acoso y victimización en virtud de la Equality Act
(Ley de Igualdad) de 2010. En su sentencia, el Tribunal del Trabajo de
Londres criticó al hospital por no tener en cuenta los derechos religiosos de
Onuoha y por no aplicar su política de código de vestimenta de manera
coherente, ya que otras enfermeras exhibían otros símbolos, como amuletos,
hijabs, turbantes y brazaletes religiosos. En consecuencia, consideró que
su despido fue “sin una causa razonable y adecuada” porque “no hubo una
explicación adecuada de por qué se permitieron estos artículos, pero el collar
con la cruz no”.
La sentencia
señaló la importancia de permitir que los cristianos vivan plena y públicamente
su fe sobre la base de la enseñanza bíblica, agregando que “impedir que los
cristianos muestren la cruz ha sido una característica de las campañas de
persecución” en todo el mundo. Toda la prensa inglesa tuvo que tomar en cuenta
y señalar la importancia de la decisión, reafirmada por el jefe del Christian
Concern and Legal Centre, Andrea Williams, quien señaló que “la sentencia
aclara que el calvario de Mary se debió en gran parte a una incomprensión por
parte de los dirigentes del Servicio Nacional de Salud (NHS) de la guía del
Departamento de Salud sobre uniformes para su personal… Sería fácil modificar
la guía para dejar claro que se debe permitir el uso de cruces por parte del
personal médico”.
La segunda
sentencia de capital importancia es la dictada por el Tribunal Europeo de
Derechos Humanos de Estrasburgo que,
al rechazar el recurso de apelación de un líder de derechos LGBTI británico,
confirmó la validez absoluta del fallo del Tribunal Supremo del Reino Unido a
favor de una pareja de panaderos y pasteleros de Belfast que se negaron a
hornear un pastel que elogiaba el matrimonio homosexual. El caso llegó a su
fin el pasado 6 de enero, siete años después de que Ashers Baking Co., una
panadería y pastelería de conducción familiar de cristianos, se negara a
escribir “apoyar el matrimonio homosexual” en un pastel valorado en 36
esterlinas. Uno de los líderes de los derechos LGBTI de Gran Bretaña, Gareth
Lee, demandó en 2015 a los esposos McArthur, propietarios de Ashers, quienes
habían sido condenados por “discriminación” por motivos de orientación sexual,
por el Tribunal del Condado de Belfast y por un tribunal de apelación de la
misma ciudad. Sin embargo, los valientes y jóvenes pasteleros Daniel y Amy
McArthur no se dieron por vencidos e impugnaron las sentencias ante el Tribunal
Supremo del Reino Unido. El 10 de octubre de 2018, el máximo tribunal del
Reino Unido dio la razón a los cónyuges McArthur al establecer, con una
sentencia deliberada por unanimidad, que la negativa de la panadería Ashers a
hacer un pastel con un eslogan a favor del matrimonio entre personas del mismo
sexo no era discriminatorio. Una sentencia que protegía la libertad de
expresión y la libertad de conciencia de todos, pero que para el activista
LGBTI Gareth Lee era más bien preocupante por “las implicaciones para toda la
comunidad gay”.
Con la respuesta
de la Corte Europea de Derechos Humanos, las pretensiones LGBTI de imponer sus
deseos a los cristianos se han derrumbado definitivamente. La Corte de
Estrasburgo reconoció que el Tribunal Supremo británico respetó los derechos
humanos de sus ciudadanos de conformidad con la legislación inglesa y el
Convenio Europeo de Derechos Humanos. El apelo fue rechazado por inadmisible.
Es una gran victoria para la libertad de expresión, de religión y de negocios. No
perder nunca la esperanza, pero cuánto esfuerzo y cuánto dinero deben gastar
los cristianos en los tribunales de toda Europa para ver respetados sus
derechos humanos y su libertad de conciencia. Muy bien las sentencias, pero
reflexionemos sobre las razones de esta furia anticristiana.
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