desfigura la Misa.
¿En Roma no ven?
Luisella Scrosatti
Brújula cotidiana,
21-05-2021
Mujeres jugando a
ser sacerdotes, banderas arcoíris en el altar, estatua punk de la Virgen. El
pasado 15 de mayo en la parroquia de Santa Isabel de Colonia se emitió un
episodio de la abominación desoladora, donde no es lícito (cf. Marcos 13, 14).
Para comprender el significado más profundo de lo que sucedió, volvamos al 167
a. C., cuando Antíoco Epífanes entró en el Templo de Jerusalén, hizo erigir un
altar dedicado a Júpiter Capitolino en lugar del altar de los holocaustos y
sacrificó sobre él un animal impuro, probablemente un cerdo. Según otros, no se
introdujo el altar en el templo, sino la estatua de la deidad pagana. En
cualquier caso, se trata de un ídolo introducido “donde no es lícito”, porque
el patio interior del Templo, donde se ubicaba el altar de bronce, era
accesible solo para los sacerdotes y estaba reservado para la ofrenda de
víctimas sacrificadas.
Jesús retoma el
episodio profetizado por Daniel (cf. Dn 9,27) como pista para sus discípulos,
para que “los que estén en Judea huyan a los montes; quien se encuentre en la
terraza no baje a buscar algo en su casa; quien esté en el campo no vuelva a
tomar el manto”. San Jerónimo interpreta la abominación desoladora como “la
imagen de César, que Pilato colocó en el templo”, o “la estatua ecuestre de
Adriano que ha permanecido hasta hoy donde estaba el santo de los santos”.
Precisa que “según el Antiguo Testamento, la abominación indica un ídolo, y por
lo tanto se agrega la desolación, ya que el ídolo había sido colocado en el
templo desolado y desierto” (Comentario de Mateo, 4, 24,15). Las palabras del
Señor no se refieren solo a los hechos que ocurrieron en la proximidad temporal
de su profecía, pero abren un vistazo a los últimos tiempos.
Lo que sucedió el
10 de mayo, que -recordamos a los lectores- fue el día en que en Alemania
algunos sacerdotes (por ahora solo para hombres) y ministr* var* repitieron la
bofetada de Anagni, bendiciendo abiertamente a parejas de todo tipo y especie,
si no es tan abominable, seguramente se acerca.
Después de las
bendiciones prohibidas, ahora ha surgido la predicación prohibida. La
asociación Katholische Frauengemeinschaft Deutschlands (KFD) promovió en los
días cercanos al 17 de mayo, fiesta de la “apóstol” Junia, la patrona de la
asociación, la iniciativa “12 Frauen. 12 Orte. 12 Predigten” (“12 mujeres, 12
lugares, 12 sermones”). Doce iglesias no exactamente periféricas, ya que entre
ellas también se encuentra la prestigiosa catedral de Essen, donde el 16 de
mayo predicó Ulrike Fendrich; catedral sede del obispo Franz-Josef Overbeck,
quien por desobediencia pública del 10 de mayo había declarado que no tomaría
ninguna sanción contra aquellos sacerdotes que habrían decidido bendecir a las
parejas homosexuales.
Pero si en Essen
la predicadora jugó en casa, en la iglesia de Santa Isabel en Colonia hay un
desafío abierto contra el cardenal Woelki. Aquí, el pasado 15 de mayo, con
respuesta el 18, “donde no conviene” se vio de todo: desde la bandera arcoíris
colocada en el altar, hasta la Sra. Marianne Arndt, quien vestida de sacerdote
se tomó el derecho a predicar durante una celebración que probablemente se
suponía que era una “Misa”, aunque hicieron todo lo posible para confundir a
los espectadores..
No era difícil
parecerse al cura, ya que el sacerdote solo vestía una bata blanca y una estola
multicolor. El caso es que la “sacerdote”, vestida con una bata blanca y de un
fular amarillo-rojo como si fuera una estola, pensó bien quedarse por todo el
tiempo en el presbiterio (¿quién sabe por qué se llamará así?), predicar,
distribuir la Comunión (obviamente con guantes) a ese pequeño grupo de fieles
presentes; a quienes, durante la celebración, se hizo también una especie de
gimnasia para ancianos. La intención de los organizadores era hacer una especie
de danza litúrgica.
Lo peor de lo
peor, la verdadera blasfemia, es la estatua colocada en el presbiterio, a la
izquierda del altar, que representaría a María, en versión punk o drag queen.
Una chica con jeans ajustados debajo de la cintura, con cinturón negro con
tachuelas, botas negras hasta la rodilla y cabeza pelada con una horrible
cresta roja. Sí, esta sería la Santísima Virgen. Y la Sra. Arndt, durante la homilía, también hace un
humor blasfemo, provocando a los fieles presentes a imaginar cómo debía
sentirse María, que había quedado embarazada sin quererlo, antes del
matrimonio...
La señora Marianne
concedió luego una entrevista a Arte Journal (ver aquí), en la que, bella
bella, declara que está cansada de las posiciones petrificadas de Roma, que
continua a discriminar a las mujeres, posiciones que deben ser revertidas,
obviamente en nombre del amor, para sacar a la Iglesia de “su letargo”. Ergo,
la ministra decidió seguir su propio camino, sin esperar las demoras romanas,
para “hacer evolucionar el derecho canónico en este punto, sobre la moral
sexual y sobre otros aspectos”.
A esto se le suele
llamar cisma. El de arriba blasfemia. Y toda la celebración, una liturgia más
allá de todos los límites de la resistencia. Toc, toc: ¿hay alguien en Roma?
¿Seguimos pretendiendo no ver lo intolerable, mientras seguimos privando de la
Eucaristía a los fieles que solo piden recibirla en la boca o privar de los
sacramentos a los que no pagan al kirchensteuer? Entonces, solo para saber ...
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