«Prohibir o suspender la forma extraordinaria
solo puede estar inspirado por el demonio»
Por INFOVATICANA |
24 julio, 2021
Cuando era
prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los
Sacramentos, la máxima autoridad de la Iglesia -tras el Papa- en lo relativo a
la Misa, el cardenal Robert Sarah concedió una entrevista a Edward Pentin, del
National Catholic Register, con motivo de la publicación de un libro.
Era septiembre de
2019. Pentin, en la extensa entrevista, preguntó al purpurado por qué cada vez
más jóvenes se veían atraídos por la forma extraordinaria del rito romano. Les
ofrecemos la respuesta del cardenal Sarah, en un extracto de la entrevista que
en su día tradujo InfoCatólica:
«No es que lo
crea. Es que soy testigo de ello. Y muchos jóvenes me han confiado su absoluta
preferencia por la forma extraordinaria, más educativa y más insistente en la
primacía y la centralidad de Dios, en el silencio y en el significado de la
trascendencia sagrada y divina. Pero, sobre todo, ¿cómo podemos entender, como
no podemos sorprendernos y estar profundamente impactados porque lo que era la
norma ayer sea prohibido hoy? ¿No es cierto que prohibir o suspender la forma
extraordinaria solo puede estar inspirado por el demonio que desea nuestra
asfixia y muerte espiritual?
Cuando se celebra
la forma extraordinaria en el espíritu del Vaticano II, se revela toda su
fecundidad: ¿Cómo nos puede sorprender que una liturgia que han transmitido
tantos santos continúe sonriendo a tantas almas jóvenes sedientas de Dios?
Como el Papa
Benedicto XVI, espero que las dos formas del Rito Romano continúen
enriqueciéndose mutuamente. Esto implica salir de una hermenéutica de la
ruptura. Ambas formas comparten la misma fe y la misma teología. Oponerlas es
un profundo error eclesiológico. Significa destruir la Iglesia separándola de
su Tradición y haciendo creer que lo que la Iglesia consideraba sagrado en el
pasado, es erróneo e inaceptable. ¡Qué decepción y qué insulto a todos los
santos que nos han precedido! Qué visión de la Iglesia.
Debemos alejarnos
de las oposiciones dialécticas. El Concilio no quería romper con las formas
litúrgicas heredadas de la Tradición sino, al contrario, entrar y participar
mejor y más plenamente en ellas.
La Constitución
Conciliar estipula que «las nuevas formas adoptadas deberían, de algún modo,
crecer orgánicamente a partir de las ya existentes».
Por lo tanto,
sería un error oponer el Concilio a la Tradición de la Iglesia. En este
sentido, es necesario que aquellos que celebran la forma extraordinaria lo
hagan sin espíritu de oposición y por ende en el espíritu de la Sacrosanctum
Concilium.
Necesitamos la
forma extraordinaria para saber en qué espíritu celebrar la ordinaria. En
cambio, celebrar la forma extraordinaria sin tener en cuenta las indicaciones
de Sacrosanctum Concilium es arriesgarse a reducir esta forma a un vestigio
arqueológico sin vida y sin futuro.
Sería también
deseable incluir en el apéndice de una futura edición del misal el Rito
Penitencial y el Ofertorio de la forma extraordinaria para enfatizar que las
dos formas litúrgicas se iluminan mutuamente, en continuidad y sin oposición.
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